Día 13: comiendo helado.
Amigo.
Corría de un lado a otro sin prestar atención a sus pasos ni al suelo, era un día soleado y su padre había accedido a ir con él al parque; le encantaban las salidas al lado de su persona favorita, su héroe, a veces regresaba solo para besar su mejilla y volver de nuevo a correr alrededor del parque.
Detuvo sus pasos al notar un llanto, era otro niño, de su misma edad pero a diferencia de él estaba triste, lo notaba en sus mejillas rojas y en sus ojitos cristalinos, regreso sobre sus pasos hasta donde se encontraba su padre y lo miro con unos ojitos llenos de ilusión.
— ¡Papá!
— ¿qué sucede Afrodita?
—Quiero un helado.
Tomo al pequeño de la mano y se encaminaron a la tienda de helados, era su razón de vivir, todo su mundo, todo lo hacia por el pequeño y verlo feliz significaba su propia felicidad; en cuanto llegaron su carita se ilumino había tantos sabores que no podía decidirse, ponía una manita en su mentón en sea de meditar sobre el sabor que elegiría, al final se decidió por chocolate y fresas, dos helados.
Albafica no dijo nada, solo miro atento a su pequeño que después de haber pagado por el delicioso manjar congelado, salió disparado en dirección del niño que lloraba, se inclinó para estar frente a frente con él.
—Toma—le dijo extendiendo el cono de helado sabor chocolate.
El pequeño puso su miranda en el otro, viendo la primera sonrisa sincera, tomo lo que Afrodita le ofrecía con un poco de miedo, era la primera vez que alguien no llegaba con intenciones de pegarle y burlarse de él; Afrodita se sento junto a el y con las mismas ganas del otro pequeño, deboro el helado que estaba en sus manos.
—Soy Afrodita.—Le dijo y sonrio de la misma manera que la primera vez
—Yo soy Ángelo. — respondió.
—Ya no llores, vas a hacer que el helado se derrita y no podrás comerlo, sonríe voy a ser tu mejor amigo.
El pequeño Ángelo no dijo nada, solo intento hacer lo que su ahora amigo le decía, estaba feliz, ya no estaría nunca más solo y nunca más volvería a llorar, después de todo quería seguir disfrutando del delicioso helado que ahora tenia en las manos.
Por su arte Albafica sonreía de manera amplia, había criado muy bien a su pequeño y ahora estaba orgulloso de él, se quedo observando un poco mas la escena de ambos pequeños, un recuerdo cruzo su mente, ese pequeño se parecía tanto a su amado Manigoldo que por un momento pensó en un sin fn de posibilidades, despues de todo ellos se habían conocido de manera similar.
Dan R
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