Capítulo 56
La sangre siempre era escandalosa, mucho más cuando esta entraba en contacto y hacía contraste con la blanca nieve. A pesar del frío y el tibio pelaje de aquel imponente lobo negro, se podía percibir la calidez de aquel líquido rojo que era absorbido por todos esos copos de nieve.
Costó un poco moverlo porque temían lastimarlo más de lo que ya estaba herido, pero lograron hacerlo. Fue Taehyung quien cargó a su compañero porque la sobre protección en ese momento simplemente no la podía o quería controlar. Debido a que gran parte del iglú de los líderes se derrumbó por la pequeña explosión, tuvieron que trasladarse a otro cercano.
El pueblo había quedado casi desolado con no más de veinte personas en ese instante sin contarlos a ellos. Antes de ir en su búsqueda, Lezle se había encargado de masacrar sanguinariamente aquella tribu en donde solo los que estaban de caza, viajando o en lo más recóndito de sus hogares se salvaron. El Ksi había ido con un ejército armado contra esas pobres Inuit que lo que menos esperaban era un ataque sin sentido de esa forma.
Entre todos acabaron con muchísimos hombres de Lucas porque si bien tenían armas, la mayoría eran simples humanos. Otros cobardemente se desaparecieron mucho antes de que Lezle fuera ayudado y, después de que esto ocurriese, los que quedaban en pie fueron pronto reducidos a nada por el lobo de llamativo pelaje gris junto a su destinado, peleando ambos hombro con hombro.
— Hay que remover las balas, debemos inyectarlo para mantenerlo dormido y que no luche innecesariamente cegado por el dolor, no creo que pueda transformarse, pero de igual forma habría que evitar que esto ocurra. Le dolerá... — La Tau que en su interior continuaba llorando a todo pulmón la vida de su hija menor y esposo, no derramaba una sola lágrima, estaba totalmente centrada en salvarle la vida a la Luna del Ártico. — Amaalik, dile al árbol robusto que te dé sus instrumentos.
Árbol robusto era el dignificado de Arkaluk, uno de los doctores de esa manada, quien más implementaba la medicina moderna a pesar que muchos inuit en su tribu no la validaban del todo. Que en ese momento crítico él siguiese con vida, era una señal de los espíritus que le decían a la Tau que ese día, ella no perdería a ese lobo.
No se permitía perder a nadie más, no bajo su cuidado. La muerte de su familia de algo tenía que servir. Ellos no podían simplemente derrumbarse después del ataque del hombre de mil olores, eso significaba Lezle, eso y muerte, todo lo malo provenía de ese licántropo del que muy pequeña parte de su alma seguía sin podrirse.
— Bisturí... — Habló la mujer sin mirar a su hijo, ignorando la tensión que había en aquel lugar en donde todos la miraban, principalmente el Theta a escasos centímetros de ella. — Así no podré extraerle las balas y mientras más tiempo perdamos, peor será.
— De aquí no me muevo.
La voz del líder del Ártico era bastante tenebrosa, pese a seguir en su forma humana, todos podía determinar con la mirada que estaba en un modo mucho más salvaje que si estuviera en su lobuno estado.
— No se mueva del todo, solo permite que mis brazos tengan movimiento libre, de lo contrario, hágalo usted. — Sentenció la Tau que había hace mucho dejado de usar extensos honoríficos con quien era su líder.
A Taehyung le costaba mantenerse en pie porque a pesar de su fuerza, tener a su pareja en ese estado, lo estaba desmoronando internamente. Su vínculo le permitía sentir la angustia, el dolor, cada emoción que recorría a Jungkook. Todo esto sin contar que estaba a un paso de perder la cordura o debilitarse por completo hasta morir si ese terminaba siendo el futuro de su alfa.
Ahora experimentaba en carne propia el por qué de ir hacia los seres queridos de los líderes. Siempre lo entendió de cierta forma, pero ahora que sentía su vida marcharse sin que nada más que Jungkook le importase, comprendía mucho mejor todo. Si Lezle hubiese estado ahí en ese momento, quizás hubiera podido acabar con él porque por muy furioso que estuviese, cada nervio de su cuerpo, cada neurona en su mente estaba conectada al Alfa de Alfas.
Sus brillantes ojos azules se intensificaron mucho más de lo que ya estaban. Del lobo negro, un resplandor casi multicolor comenzó a emanar atrapando una vez más la atención de cada uno de los presentes. Rojo, después azul, luego ambos colores que reflejaron al unirse una luz violeta, seguida de dos sonidos casi simultáneos.
Miraron hacia el suelo siguiendo el tintineo que provocaba el metal, notando como los restos de las balas recibidas por Jungkook habían abandonado su cuerpo sin necesidad de alguna incisión u otro tipo de cura. La piel luchaba por cicatrizar, haciéndolo más rápido que de costumbre.
Viendo esto, Taehyung dejó emerger a su lobo y, alejando a la Tau, se paró en dos patas para apoyarse en aquella mesa en donde su pareja yacía y comenzó a lamerle sus heridas, ayudándolo en un proceso de cicatrización que debido a la profundidad de las heridas que no tocaron ningún órgano vital, tardó varios minutos antes de que cerraran completamente.
El lobo blanco bajó sus patas para bordear la mesa y volverse a subir, completamente esta vez. El espacio para dos lobos de semejante tamaño era evidentemente insuficiente, toda la cola y una de las patas traseras de Taehyung quedaron fuera, mas buscó el modo para acurrucarse contra su pareja. Lamía su cara, hocico, limpiaba todo su cuerpo y a la vez intentaba reanimarlo.
No había mucho que pudieran hacer, el trabajo de la Tau con Jungkook ya estaba hecho. Extracción de las balas, contención de la hemorragia, sutura, medicamentos para bajarle su temperatura, todo ya había sido controlado satisfactoriamente por el Theta.
No necesitaron palabras, solo gruñidos bastaron para saber que Taehyung deseaba quedarse a solas con su alfa, por ende, el resto se trasladó fuera de aquella habitación. De hecho, se dedicaron a asistir al resto de la tribu, controlar los daños y tratar de ayudar en todo lo que podían. Era un hecho que el regreso a Corea del sur para ellos cuatro sufriría retrasos.
Jungkook volvió en sí casi seis horas más tarde, cuando sus ojos rojos quedaron visibles nuevamente, lo primero que contemplaron fue al hermoso lobo blanco que lo miraba. La cola de este canino se agitaba alegremente, se removió en su sitio y por el escaso espacio terminó cayendo de la mesa, encaramándose una vez más acto y seguido. Resoplando, llenó de lamidas al Alfa de alfas que en ese momento pese a estar feliz, se sentía insignificante.
Él debía estar cuidando a su Theta, sus manadas, a todos bajo su cuidado. Sin embargo, una vez más, fue derrotado. Era normal hasta cierta forma, sabía que no todas las batallas podían ganarse aunque hasta meses atrás él siempre hubiera ganado, eso no quitaba que no se sintiera fatal por tener que ser socorrido por tercera vez por su pareja. La noche que sufrió el ataque en el bosque, cuando Lezle literalmente lo raptó y en esa pelea en el Ártico.
Como avalancha todos los recuerdos comenzaban a cobrar vida, no solo las últimas palabras que aquel Ksi le dijo, sino porque por algún motivo, los recuerdos de todo lo ocurrido con Lezle mientras él estuvo sin consciencia, comenzaban a atacarlo con fuerza.
Su corazón se detuvo por segundos cuando finalmente recordó todo, gruñó, aulló sorprendiendo a quien estaba a su lado y al resto de la tribu que pudo escuchar su lamento. Aún algo débil, se alejó del Theta, bajó de la mesa y tambaleándose, se dirigió al exterior de aquel iglú. Sentía que solo la nieve podía calmarlo, buscaba sentir un frío que no llegaba a él. Veía todo a su alrededor, la nieve de todo el lugar cubierta de sangre y un cielo grisáceos que amenazaba con una nueva nevada que tal vez cubriría parte del desastre ocasionado.
Namjoon corría en su dirección en su forma de lobo seguido de Jimin. Cuando lo escucharon, ambos corrieron hacia él, pero quedaron confundidos al notar lo perdido que se veía el Alfa de Alfas, lo agresivo que se comportó cuando intentaron acercarse. Cuando Taehyung lo alcanzó un poco confundido porque los pensamientos que gracias a su vínculo podía sentir eran demasiado confusos y algo distorsionados, permaneció quieto mirando a su compañero.
La triste mirada de Jungkook caló en lo más profundo de su pecho. Más dolió cuando intentó dar un paso hacia él y este caminó hacia atrás alejándose, antes de echar a correr sin una dirección en mente. No se sentía digno para estar con Taehyung o para continuar siendo el Alfa de Alfas. En su mente tuvo una breve idea de lo que pudo haber ocurrido porque varias veces pequeñas visiones llegaron a él. Ninguna le hizo justicia a la realidad, estaban completamente distorsionadas.
Él fue una bestia, todo lo que sucedió fue asqueroso y denigrante en muchos sentidos. Fue como un muñeco que hizo todo lo que se le ordenó e incluso más mientras era sujeto por cadenas y su verdadera consciencia se había ido de paseo. Le habían informado de la droga "L" que solía fabricar y distribuir Lezle, esa que hacía a los licántropos tomar su forma de lobo y sumiéndolos en su lado más salvaje sin que pudieran volver a transformarse o siquiera recordar su vida, que una parte de ellos podía llegar a ser humana.
Esos lobos con los que traficaban y que él muchas veces salvó después de que encontraran un antídoto, fueron utilizados como él. No obstante, él se sentía asqueroso y culpable. En su cabeza ahora estaba completamente claro como a mitad de su metamorfosis, justo en el centro de la licantropía donde no era hombre, pero tampoco lobo, él dejó que Lezle se follara utilizando su cuerpo.
Recordaba la forma en que después él mismo lo folló en el estado más salvaje, como lo anudó más de una vez y como incluso desgarró su piel. Fue una bestia cegada por sus instintos más primitivos y arcaicos. Él no pudo luchar, no lo hizo. No solo se quedó sin hacer nada mientras supuestamente era abusado, él tomó el control de esa situación follándose a ese psicópata.
No notó mientras corría que se dirigía a una de las mayores zonas de osos polares y que en su estado actual, no tenía la mejor de las resistencias. Fue muy tarde cuando sus patas fallaron y su cuerpo chocó con la nieve, estaba rodeados de esos osos blancos que por supervivencia estaban dispuestos a atacarlo. De algún modo, logró defenderse y salir de allí, aunque no del todo ileso. Algunas garras lo alcanzaron y ahora volvía a sangrar debilitado, casi arrastrándose por la nieve.
— ¡Alfa! — La voz en su cabeza lo sobresaltó, su mirada viajó perdida hasta que localizó al lobo que se camuflaba entre la nieve. — Estoy aquí, tranquilo...
— No te me acerques. — Demandó luchando por ponerse en pie.
Taehyung se detuvo por un momento ante el amenazante gruñido, pero tras varios segundos caminó hacia un Jungkook que lo alejó. Sentía su culpa, su martirio, la forma en que se estaba castigando y, sin saber el motivo exacto, solo atinó a amenazarlo. Fue intransigente, ignoró las advertencias del lobo negro y en vez de alejarse como este se lo pedía, lo atacó para someterlo, algo que no logró. Todavía herido, el alfa se defendió. Ambos se vieron envueltos en una pelea que terminó cuando Jungkook vomitó y luego se desmayó.
Para el momento en que recuperó sus sentidos, tenía piernas en vez de patas, por su entorno notaba que ya no estaba en el Ártico, sino en un hotel que desconocía. No sabía en qué parte del mundo se encontraba, su cabeza dolía y en sus manos varios sueros estaban conectados. Su olfato percibía a Namjoon cerca, nadie más. Aunque en el aire quedaba esa mezcla de tundra y mar, Taehyung no estaba por todo eso. Dolía, pero a su vez se sentía aliviado porque no podía verlo, no después de todo lo que él hizo y que ahora tenía consecuencias.
Lezle estaba esperando un cachorro suyo, le había fallado a su Theta y no podía esperar por su comprensión o aceptación cuando él mismo no lo hacía. ¿Cómo pudo permitir todo aquello? ¿Cómo le fue a Lucas tan fácil borrar por completo su consciencia? ¿Cómo es que había atacado a ese miserable a sabiendas de que mataría a su propio hijo? Tenía un conflicto de pensamientos demasiado grande en su cerebro que no quería que llegaran a Taehyung, no merecía más problemas en su vida.
Escuchaba los pasos de Namjoon ir acercándose, por esto cerró sus ojos en cuanto lo sintió abrir la puerta. Ni siquiera a él deseaba verlo en ese momento.
— Eres un buen actor, pero sé que estás despierto. Esta habitación está llena de cámaras, los equipos médicos conectados a ti leen tus pulsaciones y envía señales constantes, por lo que sé cuándo te despertaste. — Mencionó tomando lugar en la silla junto a su cama, esperando a que el otro alfa volviese a abrir los ojos. — ¿Cómo te sientes?
— ¿Dónde estoy?
— Estamos en Oimiakón, Rusia. — Informó Namjoon mirando los sueros y luego a su mejor amigo, a su jefe. — Dado que estábamos en peligro tuvimos que abandonar el Ártico, se sabía nuestra ubicación, los seguíamos poniendo en riesgo a ellos y a nosotros. Tu Luna nos ordenó sacarte de allí después de que te desmayaras ayer.
El traslado del Ártico a la ciudad más fría del mundo ubicada en la república de Yakutsk, Rusia, no fue sencillo, pero se las arreglaron para lograrlo. Más que un hotel, ellos se encontraban en una pensión subterránea fuera de todo mapa, organizado por la Tau que los ayudó. Para el mundo, esa zona de la Siberia estaba inhabitada y solo una villa completamente congelada quedaba allí. Por eso creyeron que era seguro trasladarlo a una zona impensada para muchos.
— ¿Dónde está Taehyung y Jimin?
— Fueron a la ciudad más cercana con dos de los Inuit que dirigen este lugar. Aquí no hay señal telefónica, querían comunicarse con Yoongi y tus hijos para dejarles saber que todo estaba bien. Traerán algunos víveres y estaremos aquí por unos dos días hasta que recuperes por completo tu fuerza. Hubiera dicho que necesitábamos más tiempo, pero con eso de que ahora eres superpoderoso y te curas tan rápido, creo que dos días bastarán. — Intentó bromear, pero Jungkook no sonrió, solo volteó su cabeza hacia la pared.
— Cuando regresen, no quiero verlos, no permitas que Taehyung ingrese a esta habitación. — Namjoon frunció su ceño al escucharlo hablar tan bajo y pausado, al escucharlo decir que no quería ver a su pareja. Esperaba cualquier cosa menos eso.
— ¿Crees que él se quedará de brazos cruzados y no vendrá a ti? Deberías conocer a tu Theta, es tan testarudo como tú.
— No me importa lo que tengas que hacer, no quiero verlo. Cuando me vaya, no quiero que esté aquí y da la orden para que se les prohíba la entrada a mi mansión.
— J-Jungkook...
— Organiza una reunión dentro de tres días en Seúl con la sede, luego con todos los líderes. — Namjoon lo miraba confundido, procesando cada una de sus palabras. — Entregaré mi cargo, dejaré ser el Alfa de Alfas y me gustaría que tú te quedaras como el líder de la manada fuego. Si quieres luchar por la vacante de Alfa de Alfas, podrás hacerlo. Yo ya no quiero seguir...
Kim nunca lo había escuchado darse por vencido de ese modo, sin importar por cuántas adversidades pasara, cuánto peligro corriesen, todas las peleas, él nunca quiso dar un paso al lado de ese modo.
— Eres el Alfa de Alfas, si fuera solo la manada Bul estaría bien, pero eres el líder de todos los lobos o al menos la mayoría. La Sede y el resto de los consejos internacionales te darán de baja. Si tú eres eliminado, tu familia puede ser tomada a la fuerza por ellos como escarmiento, solo en el poder puedes defender a todos, puedes tener el control. No puedes simplemente decir eso, sabes que no es tan sencillo. De haberlo sido, ni siquiera hubieses tomado el mando después de que derrocaras a tu padre. No puedes...
— No quiero más, n-no m-e siento capaz de ser a-alfa. He fallado en todo y ahora... — Su voz se quebró y él solo pudo cubrir su rostro, se sentía patético.
El aroma de Taehyung y Jimin les comenzaba a llegar, todavía sin saber qué hacer, Namjoon no dijo otra palabra, solo salió de la habitación cerrando la puerta detrás de él. Cuando el omega y el Theta lo vieron parado frente a donde Jungkook se había estado quedando, ambos sonrieron aliviados.
— Espera, Tae, no puedes pasar. — Avisó esperando que el aludido entendiera aunque sabía que no sería tan sencillo.
— ¿Qué quieres decir con que no puedo pasar? Eres un mal comediante, ¡muévete! Voy a ver a mi alfa. — Dando un paso al frente Namjoon se vio en la obligación de interponerse entre él y la puerta, logrando que el Theta lo golpeara y agarrara por el cuello.
— Tae, no quiero pelear, s-solo escúchame, por favor. — Sintiendo la mano de Jimin acariciando sus hombros y la aflicción de Jungkook a través de su vínculo, el peliblanco aceptó liberar al alfa que lo llevó hasta las afueras de aquella habitación. — Jungkook necesita un poco de tiempo, no sé qué es lo que le ocurre exactamente, pero incluso quiere claudicar, dimitir de su posición.
— ¿Qué?
Con calma, Namjoon se dedicó a explicarle lo que habían hablado, no todo, pero sí lo esencial. Lo suficiente para que el Theta aceptara no molestar a su pareja al menos por esa noche.
A la tarde siguiente, después de que el Alfa Kim le dijera que se había dormido, Taehyung entró a la habitación de su compañero para sentarse a su lado. Miraba los sueros que Yoongi les mandó a utilizar, puesto que, lo más probable era que el encuentro con Lezle y sus bajas defensas reactivaran el resto de la droga que el Ksi utilizó en Jungkook tiempo atrás.
Perdiendo sus dedos en la cabellera negra y luchando contra sus deseos de llorar, Taehyung lo acariciaba con parsimonia. Al parecer, Jungkook no había estado tan dormido como aparentaba, puesto que sus ojos vencidos terminaron por abrirse, haciendo contacto visual.
— Hola, Alfa... — Saludó con una sonrisa tímida y afligida. — ¿Cómo te sientes? — Jungkook asintió para dejarle saber que estaba bien, logrando que un gran peso abandonara el pecho del Theta que se inclinó para depositar un beso en su frente y otro en sus labios, sin tener éxito en este último. El pelinegro volteó su rostro, una acción que hizo el pecho contrario encogerse. — ¿Qué sucede?
Jungkook permaneció varios segundos mirándolo en silencio. Admiraba a ese licántropo que más de una vez lo había salvado y al que él había traicionado de la peor manera. Le causó mucho dolor cuando este se enteró de su familia, cuando estuvo desaparecido y ya no quería causarle más daño. No se permitía seguir lastimando al ser que amaba, entregándole cargas que no le correspondían y que no deseaba dejarle. No era digno de esa relación, de su amor.
— Mul, terminemos.
LORED
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