Capítulo 32
Se encontraba perdido en los espasmos de su orgasmo. Había alcanzado la cumbre en los brazos de quien ahora era su pareja, ese hermoso Theta que él aún creía Alfa. Con su cuerpo tocando la cúspide del placer y sus sentidos reacios a reaccionar correctamente, Jeon Jungkook respiraba de hito en hito. Envuelto por la oleada feromonas que lo trasladaban a algún lugar en el Ártico provenientes de su amante, enloquecido en lujuria.
Hubo un cambio que comenzó sutil, su cuerpo fue abrazado con mayor fuerza, unas garras se abrían paso en su piel. Un gruñido de dolor se escapó de sus labios, maldijo, con los ojos dando vueltas. Rabioso, quería zafarse al sentir sus paredes estirándose, pero cada intento parecía más inútil que el anterior porque el Theta se negaba a ceder.
El placer de un segundo atrás era devorado por la realidad que tanto evitaba. Taehyung no solo lo había anudado, la punzada en su cuello y el correr de la sangre caliente hacia su espalda y pecho, verificaban que ya pertenecía al alfa peli blanco de ojos encendidos como zafiros. Ese maldito Mul lo había reclamado, rompiendo incluso con aquello acordado desde aquella primera rutina que compartieron juntos.
Los nudos siempre quedaron fuera de discusión, cuando anudó a Taehyung fue porque el contrario lo buscó por su cuenta. En cambio él, se había mantenido en que no quería un nudo en su interior. No obstante, eso quizás podía haberlo pasado por alto, pero que los caninos de Taehyung perforan su cuello y lo reclamara, eso ya era otro nivel.
Él no era un Alfa cualquiera, era el líder de todos los Alfas en tres de las cinco subdivisiones del continente asiático, coronándose el general por mayoría de territorio. Si alguien no podía bajar de rango convirtiéndose en un Delta que perdía automáticamente el derecho de liderar, ese era él. No podía quedarse vulnerable ante el mundo, demasiadas personas dependían de él.
Si fuera en otras circunstancias, tal vez no le importaría ser reclamado por Taehyung, lo amaba, no le importaba pertenecerle de todas las formas existentes. No obstante, no podía darse ese lujo, ni siquiera lo habían hablado y una marca no era algo para tomar a la ligera. Estaba molesto, mucho más que molesto y eso quizás fue el motivo por el que a pesar del nudo se separó, desgarrándose en el proceso, sintiendo como por sus muslos escurría sangre mezclada con semen.
El Theta también estaba molesto, totalmente fuera de sí porque para él, habían roto su apareamiento, fue interrumpido cuando aún no terminaba de reclamar a su Alfa. Sus ojos azules brillaban con fuerza, sus caninos sobresalían y saliva escurría por la rabia y así mismo se encontraba Jungkook, con la única diferencia de que sus ojos estaban inyectados en sangre, eran fuego puro.
Agitando sus manos y ligeramente su cuello, Jungkook sacó sus garras en cuanto vio al contrario prepararse para atacar. Esta vez, Taehyung fue extremadamente rápido, mucho más de lo esperado. Ese lobo blanco que se formó en el aire y cayó sobre él logrando derrumbarlo con cierta facilidad, no era lo que él recordaba. Ni siquiera cuando lo vio luchando en el bosque por él donde evidenció el fuerte entrenamiento al que se sometió por todo un año. Este era mucho más agresivo, veloz, más fuerte.
Le tocó sostenerlo con toda su fuerza por el hocico impidiéndole que cerrara su boca para que no le hiriera, empujándolo, escuchándolo quejarse por el golpe. Muy pocos los segundos que tuvo para transformarse, estaba debilitado por muchas cosas, aún se recuperaba del abrupto corte de lazo con Jin, las heridas internas de la pelea en el bosque.
No solo había acabado de tener sexo por un largo rato, sino que todas sus energías estaban drenadas mientras que las del contrario parecían haberse recargado. Su trasero ardía, dolía, Jungkook era un desastre, pero logró transformarse, siendo derribado casi al final por un lobo que chocó contra el suyo.
Ambos chocaron contra la puerta de aquella habitación, derrumbándola mientras se atacaban y defendían simultáneamente por todo el pasillo. Mordiendo sus lomos al unísono, rodaron escaleras abajo sin soltarse, podían sentir los colmillos del otro afianzándose en su piel.
El Alfa de Alfas dejó de contenerse como lo había estado haciendo esa noche o como lo hizo semanas atrás cuando fue hablar sobre Seokjin y sus cachorros. A varios metros sus lobos se estudiaban gruñendo, ambos estaban vigilando las patas del otro. En ese instante, tenían una sola cosa en su cabeza, matar o ser matado.
Sus cabezas gachas, pero sus ojos afilados, sus garras aferrándose a un suelo bueno eran el que acostumbraban a pelear, no podían afincarse correctamente a esas lozas como lo harían en la tierra y eso les dañaba un poco el equilibrio.
Sin lugar a dudas en fuerza bruta Taehyung había sobrepasado a Jungkook, pero había algo que era muy difícil borrar y esos eran los años de experiencia que Jungkook tenía acumulado. Desde que era un cachorro de la edad de sus hijos, su padre lo hacía entrenar y pelear con Alfas mayores.
De los siete días de la semana, solo el domingo era sagrado gracias al Omega que le dio a luz, la antigua Luna de la manada prohibió los entrenamientos y peleas los domingos, algo que ni siquiera el Alfa pudo rebatir. Desde sus inicios él tenía que matar o ser matado y esto solamente empeoró cuando le tocó liderar su manada.
Alfas de todas las regiones fueron a su encuentro, superándolo quizás en fuerza, tamaño o edad. Sin embargo, él no era un lobo explosivo, su animal estudiaba lentamente y no se lanzaba simplemente a atacar, cuando lo hacía, era porque tenía la certeza de matar. Justo como en ese momento en el que contemplaba el cuello desprotegido del lobo blanco.
Sin demostrar sus intenciones, continuó anticipando cada cambio en los movimientos del Theta y, cuando Taehyung se lanzó para atacarlo, el lobo negro se acostó en el suelo con sus patas hacia arriba. Listo para sostenerlo mientras sus colmillos se perdían en el cuello, algo que logró, escuchó al lobo blanco quejarse, luchando para liberarse. No supo cómo, pero sintió nuevamente los caninos del descendiente del Ártico clavarse en su cuello. Ambos iban a matarse a la misma vez.
Su estómago entonces se congeló, el del lobo blanco ardió y antes de que él pudiese alcanzar alguna arteria mortal, una luz roja emanó de Taehyung, una azul de él. Estas luces los separaron por completo, lanzándolos hacia paredes separadas. El impacto fue tan fuerte, que ambos cayeron desmayados.
Ellos no lo sabían, fueron salvados por los símbolos que fueron creados para formar alianza y unirse en algún futuro, no para matarse. Esa herencia genética que fue traspasada por varias generaciones hasta llegar a ellos, fue lo que evitó que algo trágico e irremediable sucediera.
Cuando los ojos de Taehyung volvieron a abrirse, todo lo que vio fue a Jimin mirándolo con preocupación. Se incorporó rápidamente sintiendo su pecho arder, notando como ahora parecía tener una llamarada de fuego tatuada en sangre sobre este.
— ¿Qué fue lo que sucedió? — Preguntó Jimin retirando el trapo mojado que había colocado en su frente para la fiebre que lo había estado azotando. — Casi mueres, si no llego a tiempo hubieras muerto desangrado, idiota. ¿Por qué peleaste con Jungkook? ¿Qué fue lo que sucedió? Asumo que la pelea fue entre ustedes porque eran los únicos heridos, nadie más entró o salió de nuestros territorios.
— ¿Jungkook? — Los ojos de Taehyung se ensancharon, saliendo de su cama olisqueando en el aire, sintiendo bien fuerte aún el olor a lavanda mezclada con almizcle.
Eso solo significaba que Jungkook seguía en su casa. Rastreó el olor un poco desesperado bajo los recuerdos de todo lo sucedido aquella noche, desde el instante que lo anudó sin su autorización y lo marcó, hasta aquella luz que ambos vieron antes de ser separados.
Abrió una puerta al final del pasillo de la segunda planta, encontrándose con un Namjoon que miraba extrañado a Jungkook mientras esta se miraba en un espejo, acariciando su pecho y su cuello.
— Mi amor... — Llamó y calló con culpa cuando lo vio voltearse en su dirección y mirarlo serio.
— Namjoon, sal.
— Jungkook... — El mayor quiso rebatir pero el Alfa de Alfas no le dio oportunidad. — De acuerdo, esperaré afuera.
— Espera en la planta baja, no quiero a nadie cerca de esta habitación, ni siquiera tu omega. — Con un rápido y firme asentimiento, el peligris abandonó la habitación, llevándose al omega que llevaba con él a pesar de las protestas de este. — Cierra la puerta, Kim.
Tragando con cierta dificultad, el peliblanco cerró la puerta de la habitación con una parsimonia sin igual. Sus manos temblaban, su corazón latía desenfrenado preso del miedo de lo que podía ocurrir. Recién estaba estableciendo su relación con Jungkook, solo duraron veinticuatro horas juntas antes de que algo nuevo sucediese.
Vio al pelinegro olisquear en el aire, olía su propia piel y esencia mientras su ceño continuaba fruncido. Buscaba algún ápice de aroma agriado que aún no llegaba, pero que temía pronto llegaría.
— Siéntate. — Volvió a hablar y relamiendo sus labios nervioso, Taehyung obedeció.
— L-Lo siento, no quise... Es decir, no fue planeado, no sé qué me pasó o por qué hice aquello. Yo no iba a marcarte, Kook, te lo juro. Tampoco iba a anudarte, no iba a hacer nada de eso, mucho menos atacarte como lo hice, simplemente... — Suspiró tembloroso. — No pude evitarlo.
— ¿Por qué no pudiste evitarlo?
Taehyung elevó su mirada para observarlo, deseando que no le hablara con tanta tranquilidad y lentitud. Preferiría escucharlo quejarse, gritarle al menos, pero no tan plano y calmo. Así no era predecible, no podía adivinar lo que estaba en su cabeza y eso era aterrador.
No es que Jungkook fuese tan transparente después de todo, era alguien enigmático por momentos, muy difícil de leer, pero al menos podría guiarse por sus emociones. Ahora parecía un robot que casi no se movía mientras miraba hacia algún punto en el bosque y luego lo observaba a él.
— P-Porque eres mi c-compañero, todos mis instintos me pedían r-reclamarte, hacerte mío. — Contestó más firme de lo que creyó lograr.
— Yo ya era tuyo en cuerpo y alma, incluso me impregnaste de ti y yo lo permití, mas me reclamaste marcándome. Perdiste los estribos como le sucede a los destinados y, hasta donde tengo entendido, los Alfas pueden enamorarse, pero no pueden estar predestinados con otro Alfa. Por ende, vuelvo a preguntarte lo de días atrás en mi casa. ¿Cómo es eso de que yo soy tu compañero?
— Así te considero porque...
— Kim Taehyung, — interrumpió — no más vueltas. No más excusas absurdas como "follamos juntos", "me gustas". Quiero, necesito y te exijo la verdad.
— P-Pero te estoy diciendo la verdad, no sé qué pienses pero...
— ¡Kim Taehyung, la verdad dije! Te estaba dando tu tiempo y espacio para manejar tus asuntos, si no podías compartirlo conmigo o no estabas preparado lo acepté porque yo mejor que nadie puedo entender una situación así. Sin embargo, tú y yo prácticamente nos matamos, casi dejo a mis hijos sin padre. Ahora mismo estoy a punto de convertirme en un jodido Delta al que el mundo se le vendrá encima, todos mis sacrificios se verán reducidos a nada y necesito una maldita explicación del por qué esto está pasando. Así que ahora, me importa una mierda cualquier cosa que no sea la jodida verdad. Por última vez, Mul, dime la verdad.
— N-No te convertirás en un Delta porque puedo revertir mi mordida, además si no lo hiciera, tampoco te convertirías si te hubiese marcado en mi celo.
— ¿Estamos hablando el mismo idioma? No te estoy entendiendo. — Musitó frotándose el rostro. — ¿Quién demonios puede revertir una mordida?
— U-Un Theta.
— ¿Un qué? — Interrogó Jungkook como si no hubiese escuchado lo que dijo, haciendo que Taehyung se impacientara.
— ¡Un jodido Theta! — Gritó poniéndose de pie. — Soy un Theta, no un Alfa como siempre creí.
— Eso es imposible, los Thetas no...
— ¿No existen desde hace quinientos años o no se dan en la manada Mul? Lo sé, pero soy un Theta, el último descendiente de la manada del Ártico y no, no soy una maldita leyenda, Jungkook.
Después de aquella revelación, los dos se sumieron en un pulcro silencio. Si prestaran atención podrían haber escuchado todo lo que sucedía a kilómetros de distancia incluso, pero no podían oír ni siquiera sus propias respiraciones. El pelinegro lo observó por varios minutos sin moverse de su sitio hasta que inhaló como si se hubiera quedado sin respirar por mucho tiempo.
Con cierta lentitud peinó su cabello con los dedos, se dio media vuelta y luego regresó al mismo lugar para observar a Taehyung con detenimiento. Su blanco cabello, cejas y pestañas, el profundo azul de sus ojos y ese dibujo que de la nada apareció en su espalda, justo como el que él ahora llevaba en su propio pecho. Vio el símbolo de su manada tatuado en su pecho como si lo hubieran marcado con hierro caliente y luego continuó descendiendo su vista por su desnudo torso hasta llegar a los pantalones pijama y sus descalzos pies.
Las historias de Yoongi que parecían tener algunos agujeros que solo Taehyung parecía entender. El hecho de que los dos fueran lobos blancos... Todos los detalles que había pasado por alto se acumulaban en su cabeza, pero seguían significando poco. No comprendía mucho porque su conocimiento sobre la manada del Ártico y todo lo referente a ella era totalmente nulo. Ni siquiera sabía bien sobre los Theta, para él era como una leyenda que le contaban a los niños y nada más.
Esta vez fue Jungkook quien se sentó en aquella silla solitaria colocada frente a la cama y que por dos días fue utilizada por Namjoon para cuidarlo. Cuando despertó horas antes ni siquiera pudo escuchar correctamente lo que le explicó de Seokjin, solo identificó que estaba a salvo y resguardado. Su cabeza había estado reviviendo aquello que sucedió dos noches atrás. Él y Taehyung prácticamente se habían matado. Ahora, algunas cosas comenzaban. Hacerle sentido, muy pocas pero lo hacían.
— Mi amor... — Taehyung se acercó a él, sentándose en el suelo cuando fue levantado por un pelinegro que no quería verlo como si estuviera de rodillas frente a él.
— Levántate, no te quiero arrodillado ante mí al no ser que sea en la cama. Estaba molesto, ahora simplemente estoy desconcertado. S-Solo necesito que me expliques y cuentes todo lo que sabes, por favor. — Taehyung asintió cerrando sus rodillas para poder sentarse a horcajadas en su regazo. Apoyó su frente en el hombro de Jungkook y este se limitó a acariciar su espalda. — Todo estará bien, estoy junto contigo, solamente ayúdame a comprenderte. Necesito saber a qué me estoy enfrentando.
— Perdóname, por favor. — Dando un suspiro, el pelinegro acarició su cabeza y lo alejó solo lo suficiente para que sus ojos se encontraran. — Lo lamento mucho, ni siquiera yo estoy totalmente familiarizado con esto, sigo sin entender muchas cosas.
— Porque has estado solo afrontándolo todo. Dos cabezas juntas pueden asimilar mejor las cosas. — Inclinó su cabeza y le besó la frente, luego sus labios. — Te dije que era tu Alfa y lo decía en serio, no solamente para hacernos el amor. Soy tu Alfa en la vida, así que permíteme entrar en ella correctamente.
Taehyung asintió con sus ojos cristalizados, buscando un poco desesperado los labios de un Jungkook que permaneció quito acariciando su espalda para entregarle el sosiego que necesitaba. Le permitió relajarse, lo ayudó en ello hasta que el peliblanco suspiró sobre sus labios y comenzó a contarle todo desde el comienzo. Absolutamente todo lo que sabía del Ártico, la Diosa Luna, su familia, Lezle y su casta.
Lo llevó a su oficina para mostrarle los libros que estuvo leyendo, todo lo que Yoongi le contó, su medallón. Pasaron el resto del día conversando, deteniéndose única y exclusivamente cuando el pelinegro llamó a sus hijos por teléfono para decirles que se portaran bien con Hobi y que pronto estaría con ellos.
— ¿Entonces crees que Lezle y el hombre que fue amante de mi padre son la misma persona? — Preguntó Jungkook recostado a una pared con el Theta entre sus piernas apoyado en su pecho. Con una mano seguía leyendo sobre las castas y con la otra jugaba con el cabello de Taehyung, olisqueándolo de vez en cuando.
— Ya te dije que está confirmado, Yoongi también me lo dijo.
— Ese hombre debe estar cerca de nosotros de alguna forma, tenemos que estar más atentos de ahora en adelante. — Cerrando el libro y colocándolo a un lado, Jungkook permaneció tan callado que el peliblanco tuvo que voltearse para mirarlo, notando que estaba sonriendo.
— ¿Ahora de qué te ríes?
— Mi novio es un Theta, ¿qué tan increíble es eso? — Contestó arrugando su nariz al sonreír más ampliamente. — Definitivamente la pareja del Alfa de Alfas no podía ser cualquiera.
— Idiota, ¿sabes lo arrogante que suena eso? — Los dos se carcajearon y Jungkook lo apresó más entre sus brazos. — ¿Estás feliz?
— Sí, porque si todo lo que me has dicho es así, nuevas posibilidades se han abierto para nosotros que me hacen muy feliz.
— ¿Qué posibilidades son esas?
— Podríamos volvernos a reclamar mutuamente con el consentimiento de ambos durante tu próxima rutina o más adelante y ninguno correría el riesgo de perder el rango. Aunque es algo que debemos pensar mejor, no es como impregnarme en tu olor porque este puede desaparecer después de unos días. Ese sería un aviso abierto de que tengo pareja, nuestros olores se mezclarán, cambiarán, todos notarán esto.
— Bueno, es una ventaja que tu pareja no sea alguien que debe esconderse como lo hizo tu omega destinado, no solo porque estoy en la cumbre de las jerarquías y soy físicamente más fuerte que él, sino porque sé pelear, tengo mi propio ejército. No tienes que sacrificar todo de ti por mí, Kook, yo lucharé a tu par y a tu lado dado el momento con la misma intensidad en que lo hagas tú, puede que más. Mataré al que sea que se atreva a mirarte mal.
— Vamos a controlarnos, Theta, hay que calmar esos impulsos. No quiero que te conviertas en Tae el Destripador de lobos. — Fue serio, pero ambos se carcajearon ante esto. — Estoy hablando en serio, sé que nuestro primer instinto es matar, somos animales después de todo, no humanos. Aun así, creo que nosotros podemos controlar un poco esos impulsos. No te digo que no lo hagas en general, yo también mataré a cualquiera que amenace nuestra seguridad, la de nuestra gente, pero debemos controlar ciertas cosas. Como tus celos, por ejemplo.
— Que se controlen otros, si no miran lo mío yo no tengo un porqué desquiciarme. Si respetan lo ajeno, yo respetaré sus vidas, es algo justo y no es negociable.
— Pero, Tae...
— Next! — Exclamó levantando una mano para que se callara, volteándose para besarlo. — ¿Cuáles son las otras posibilidades que tenemos conmigo siendo Theta?
— Según lo que me dijiste, no ahora, sino en un futuro, nosotros podríamos... — Calló, Taehyung podía escuchar el cambio en los latidos de su corazón, olía su nerviosismo. — C-Creo que tú puedes...
— ¿Yo puedo qué?
— T-Tener hijos. Es decir, c-conmigo, creo que podríamos tener hijos.
¡Hola por aquí UniMiri's!
A la entrega de un nuevo capítulo para ustedes. Espero que lo hayan disfrutado. 😘
LORED
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