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Esa noche Ana durmió con una sonrisa en su rostro, estaba sumamente feliz y tranquila porque según lo que había dicho Grimm ya se sentía aceptada en la aldea. A la mañana siguiente Ana se despertó temprano y se sorprendió al ver a Jay acostado en el piso durmiendo, esto era bastante extraño pues Jay era de levantarse sumamente temprano e irse a entrenar en el bosque y el verlo dormido temprano era muy raro

Ana fue a tomar su ropa para ir al río a darse un baño y al salir de la casa de Jay vio que justo al lado había una pequeña casita, esto sorprendió mucho a Ana pues esa casa nunca había estado ahí y al quedarse mirándola no se dio cuenta de que Jay estaba detrás de ella hasta que habló

-¿te gusta?

-¡ay Jay que susto me diste!

-lo siento, estabas tan entretenida mirándo la casa que no te diste cuenta de que estaba aquí

-si, ¿esa casa para qué es?

-es tuya

-¿mía? ¿Pero como?

-la hice para ti, para que tuvieras más comodidad y privacidad de hacer tus cosas. Sé que vivir con un hombre se te hace un poco incómodo y lo menos que quiero es que te sientas así, quiero que ahora que vivirás en esta aldea te sientas bien, cómoda, como tu hogar

-Jay muchas gracias enserio, no tenias que molestarte, ¿cuando la has hecho?

-estuve toda la noche

-¿Qué? ¿Tu solo?

-si, no fue complicado use mi magia para ayudarme un poco

-Jay enserio no tenías que molestarte, yo podía seguir aquí contigo

-lo sé Ana, pero también sé como eres y estoy seguro de que te sentías incómoda y lo entiendo, eres una joven conservadora y muy tímida para tus cosas, por eso decidí hacer tu propio espacio y pudieras ser tu y hacer lo que quieras sin pena ninguna y total comodidad

-Jay, ¡esto es increíble gracias!

Ana solo abrazó al elfo efusivamente y este le respondió el abrazo con mucho cariño, Ana en la emoción besó su mejilla y ocasionó que ambos se sonrojaran demasiado. Se sonrieron tiernamente sin decir una palabra más y Ana salió caminado hasta su nueva casa muy feliz y emocionada

(...)

El tiempo había pasado volando, Ana ya llevaba 3 meses en la aldea y la aceptación que había tenido era espectacular. Los elfos la trataban como una de ellos y formaron un lazo muy lindo con ella, haciéndola sentir como parte de su vida.

Su trabajo como maestra había sido lo mejor de aquella aldea, pues ahora no sólo los niños estaban aprendiendo de los humanos, si no que también los elfos guerreros del lugar habían comenzado a asistir a las clases y aprender mucho más sobre los humanos, pues en el pasado ya habían tenido un encuentro con ellos y como no conocían a su enemigo perdieron mucha gente y estaban decididos a que eso no volviera a pasar jamás

Una vez la clase del día terminó Jay fue de inmediato a buscar a Ana, quería mostrarle algo que sabía que le iba a encantar

-Ana, que bueno que ya terminase ¿tienes algo que hacer ahora?

-no, iba para la casa

-bien, acompáñame, te voy a enseñar algo increíble

Ana se fue con Jay corriendo pues la llevaba halando a toda prisa, ella estaba extrañada con este comportamiento pues Jay nunca se había comportado tan extraño, así que decidió seguirlo sin hablar nada. Llegaron hasta lo alto de una de las montañas y en ese momento Ana se asustó pues Jay la había llevado al lugar más solitario del bosque, la cima de la montaña daba a uno de los lagos del bosque y cuando se ponía el sol el lago brillaba con muchos colores y el elfo quería enseñarle eso a Ana y aprovechar el momento para hablar con ella

-Jay ¿Qué hacemos aquí? Este lugar me da miedo

-no tienes que tener miedo de nada Ana, esto es algo fantástico

Ana solo asintió y confío en Jay, ella tenía miedo porque estaba muy alta y en un lugar oscuro pero sabía que con el elfo estaría bien

-por favor, quiero que mires atentamente ese lago, la magia comenzará en unos segundos

Ana se quedó observando el lago y momentos después, justo al ocultarse el sol el lago comenzó a brillar con muchos destellos de colores. La vista era realmente increíble, Ana amó esa vista, realmente se veía precioso y el momento era uno sumamente mágico. Jay tenía a Ana sujeta por la cintura mientras ambos observaban la hermosa vista de aquel lago

-¿te gustó?

-¡me encantó! Fue precioso, nunca imagine ver algo tan lindo como eso, gracias

-no agradezcas, lo hice con mucho cariño, además de que quería tomar este momento para hablar contigo sobre algo

Ana observó a Jay con mucha curiosidad y se giró para mirar a Jay a los ojos, el elfo sacó sus manos de la cintura de la chica y la miró fijamente a los ojos

-dime Jay ¿pasó algo?

-yo...quiero decirte algo y esto me ha tomado mucho tiempo para poder pensarlo y saber como decírtelo y la realidad es que...

Jay no sabia como decirle a Ana lo que pasaba, estaba sumamente nervioso y las palabras no le salían

-Jay, dime que pasa, me estás asustando

-yo...desde que te vi aquella tarde supe que tenía que protegerte, algo me decía que tenía que estar contigo, por eso te dije que vinieras conmigo a la aldea y estos días que hemos estado juntos y hemos compartido en mi ha nacido algo Ana, siento algo muy lindo por ti, es algo extraño porque te juro que en estos 215 años que llevo vivo jamás sentí por alguien lo que siento por ti. Me gustas mucho, estoy enamorado de ti Ana, mucho

Ana observó a Jay con mucha sorpresa, no se esperó nunca que él le fuera ya decir algo tan grande y le era mucho más sorprendente pues Ana sentía exactamente lo mismo que sentía Jay, se había enamorado perdidamente del elfo y ahora que sabía que sentía lo mismo su corazón estaba totalmente feliz

-Jay yo...

-entiendo si no sientes lo mismo Ana, yo solo...

Ana calló a Jay colocando su mano sobre sus labios

-yo me siento exactamente igual que tu, me enamoré de ti desde el primer momento que te vi y siempre soñé con este momento y no sabes lo feliz que me siento con saber que soy correspondida

Jay sonrió grandemente al igual que Ana y no dijo nada más, solo juntó sus labios con los de la chica y se dieron un tierno beso, uno que hablaba por sí solo. En él se reflejó sus verdaderos y sinceros sentimientos.


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