i. vigilante shit
ੈ✩▰▰▰▰ CAPÍTULO UNO
❛
mierda justiciera ❜
La capucha cubría totalmente su cabeza, y el pasamontaña de color negro lo hacía lucir muy sospechoso, justo como un criminal huyendo de la justicia. Si estar en contra de las ideologías arcaicas y vacías de tus más cercanos se podía considerar como un crimen, probablemente Arsenius Malfoy se declararía culpable por ello, y todos lo estarían buscando, sería su hermano mayor su verdugo y el primero en juzgarlo. No es como si se arrepintiera de todo lo que estaba haciendo, en realidad Arsenius quería alejarse de toda esa mierda destructiva en la cual Lucius y su familia estaban involucrados hasta lo más hondo.
No comprendía el clima tan errático de Inglaterra, específicamente de Londres, pues era pleno agosto y el verano todavía no finalizaba como tal. El frío viento de la tarde calaba sus huesos, enfriándolo todavía más. A Arsenius no le gustaba para nada el otoño, aunque los enormes cerros de hojas descoloridas, cobrizas y anaranjadas eran algo que amaba desde que era muy pequeño. El único recuerdo bueno que conservaba todavía de su hermano mayor. Ambos eran unos malditos traidores, unos vástagos de las mentiras y los engaños. Abraxas los había criado demasiado bien, muy semejantes, pero nunca iguales. Lucius abandonaría el amor más puro por la ración más pequeña de poder, sin embargo, Arsenius estaba dispuesto a dejar todo eso atrás por una pizca minúscula de amor y cariño, incluso si eran migajas, aun si ni siquiera era correspondido del todo.
A lo lejos vislumbró aquella casa, o al menos, la ilusión de una pequeña y humilde casita; el 12 de Grimmauld Place en realidad era una mansión perteneciente a una familia de brujos antiguos, la cual se hallaba oculta por hechizos poderosos. Era el cuartel general de la Orden del Fénix, cortesía del prófugo Sirius y el supuestamente muerto, Regulus Black; ambos hermanos provenientes de una estirpe corrompida.
Arsenius conocía la ubicación de la casa, así que cuando estuvo a pocos metros de esta, la mansión empujó bruscamente las casas numeró once y trece, dejando paso para un par de escaleras completamente desgastadas. Y entró, porque él ya era un guardián del secreto mucho antes de que el mismísimo Dumbledore lo fuera.
── Tardaste demasiado ── habló una voz en cuanto cruzó el umbral de la puerta.
La decoración seguía siendo la misma, pero algunas cosas habían cambiado. Se respiraba un aire más puro, más limpio desde la llegada de los Weasley. Por supuesto, la desagradable mujer los había forzado a todos a eliminar polvo y mierda que ni siquiera era suya, que no debería ni de haber tocado. Sirius y Regulus seguían vivos, ella no pintaba nada ahí, no era más que una simple integrante más de la Orden.
── Lo siento, tenía unos asuntos que resolver antes de venir aquí ── respondió Arsenius, caminando detrás de la persona que lo recibió ── ¿Cómo han estado las cosas, Sirius?
── No muy bien, el Innombrable ha ido ganando territorio durante estas últimas semanas. Aunque creo que eso es algo que ya sabes, ¿no?
¿Cómo no saberlo teniendo a un servidor leal convencido de que él se uniría tarde o temprano a las filas de Lord Voldemort? Lucius creía ciegamente que estaba ganando a un seguidor, cuando solamente estaba dándole cancha al bando enemigo.
── Sí, ya lo sé, pero creí que tenían algo más de información ── murmuró el hombre. A veces Arsenius se olvidaba que tenía treinta y dos años, ya no era un niño pequeño ──. Yo sí que tengo algo que contar, pero necesito que estén todos los miembros reunidos, o casi todos. Snape o Mundungus no son necesarios, siempre han sido inútiles.
── Fletcher tal vez, pero puede que Quejicus no tanto. Algo ha de servir, no por nada Dumbledore lo eligió como espía.
── Dumbledore es un imbécil. Los espías suelen tener más de dos caras ── comentó ──. No hay que fiarse ni siquiera de aquellos que crees que hacen lo correcto.
Y en esa categoría, Arsenius Malfoy encajaba a la perfección.
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