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—Hasta que despiertas, omega— escuchó, apenas abrió los ojos y se acostumbró a la luz del lugar, seguía desorientada— tal vez te moleste que te llame por tu rango, pero no hubo oportunidad de presentarnos.
Espabiló, levantó la cabeza y soltó un jadeo asustado que luego se atascó en su garganta al encontrarse con su objetivo al frente. El alfa Jeon, sus ojos ya no eran rojos, estaban del color natural, café acaramelado.
Sonrió de labios sellados y señaló su entera figura.
—Tuve que amarrarte de pies y manos porque noté que eres una chica rebelde, muy inquieta, además tengo varias preguntas que hacerte antes de pensar en que podría hacer contigo— se mueve tranquilo por la habitación, bebe lo que Ellaí supone que es agua y termina sentándose frente a ella, extiende la mano, toma su mentón y la obliga a mirarlo— yo había dicho que me gustaría que mi pareja se viera suave y tierna como las rosas, efectivamente no te ves como ellas pero al menos tu aroma es el de una.
—No soy una omega.
—¿Entonces que eres?
—Beta.
Jeon rió, asintiendo.
—Si tú eres una beta, me gustaría saber por qué has entrado en celo apenas me viste— dice, confundiendola— me halaga mucho saber que mi aroma te despertó entera, pero, el que no sepas cuál es tu condición me dice que no has llegado hasta aquí porque tú lobo buscaba al mío, lo que me lleva a suponer que te han enviado por mi cabeza— suspira, su expresión tornándose seria esta vez— ¿Quién fue esta vez? Necesito enterarme de quién fue el valiente que envió a una de sus mujeres a matarme.
—No estoy aquí para matarte.
—Para darme besos tampoco, habla.
Desvió la mirada al suelo, negando, si decía algo, le iría mal, aunque si lo pensaba bien, no podía irle peor ahora que fue vergonzosamente descubierta. Se mordió el interior de la mejilla, volviendo a mirarle.
—Déjame ir.
—¿No te gusta mi clan?
—Te diré quién me envió y para qué, pero déjame escapar después, por favor.
Silbó.
—Parece que realmente no querías esta tarea— apoyó la cabeza en su puño cerrado—no me sorprende, esas personas tratan muy mal a sus miembros, cuántos no intentan escapar y simplemente no pueden, conozco a dos.
—¿Dos que escaparon?
—No, dos que casi escaparon.
Pasó saliva, ella también era consciente de que probablemente Minho la buscaría por cielo y tierra de ser necesario y la mataría apenas la encontrara ¿quería tomar ese riesgo? no ¿estaba dispuesta? honestamente si, algo le decía que prefería morir en manos de criminales y no de alguien con la fama de Jeon.
—No sé si lo conozcas, Han Minho. Él me envió a conseguir información para poder llegar a ti.
—Lo conozco, parece que tiene una buena racha, ha destituido a nueve líderes de clanes bastante importantes— tomó sus manos, comenzando a desatar sus muñecas— dos de ellos eran amigos míos, supongo que se siente con suerte y ahora quiere el pez gordo. No intentes moverte, pedí que te inyectaran un supresor, pero no es tan fuerte, así que el dolor del celo debe continuar, para que no te alteres, estoy controlando mi aroma— continuó con los pies— felicidades, te presentaste como omega, no tan buena noticia es que me perteneces, lamento no encargarme de tus necesidades, pero... no te conozco en absoluto y aunque me encantaría, no es apropiado.
—Tengo más de veinte años, no pude haberme presentado tan tarde. Tienes que estar equivocado.
—No te preocupes, son casos muy comunes— explica— tú lobo no se manifestó hasta que identificó el aroma de su pareja, cuando lo hizo, decidió salir a la luz, tienes a tu parte animal muy selectiva. No voy a matarte, tampoco vas a irte de aquí, no puedo hacer eso cuando he estado esperándote con tanta paciencia— suspiró con pesadez, levantándose y cargándola en brazos, ella no tenía fuerzas aún— admito que estoy un poco decepcionado pues no esperaba que fuese en una situación parecida, pero, será sencillo. Indomable no eres.
Ellaí no estaba familiarizada con nada de lo que él decía, era como si hablase en otro idioma, sus uñas permanecían clavadas en los brazos del alfa como único método de defensa pues su cuerpo definitivamente no parecía cooperar para intentar moverse e irse, Jeon sonrió de medio lado mientras la descargó en la que parecía ser su cama. La miró.
—Cuando el efecto del supresor se vaya, sufrirás un poco nada más, no voy a darte más dosis, tendrás que enfrentar y familiarizarte con ser una omega, son solo tres o cuatro días, descubriremos cuánto tiempo dura tu calor.
—Hijo de puta— musitó.
—Cuando tenga los resultados de tu estado, podré atenderte, antes no, no vaya a ser que me pegues algo raro, eh.
Lo vio irse para luego abrazar sus piernas al pecho, el dolor era insoportable y obviamente había fracasado en su misión.
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