9. La apuesta
📆 DESPUÉS
Mi rodilla choca con la de Lorena un par de veces a causa de los movimientos del coche. El hermano de Vini es quien nos lleva a la fiesta, siendo Eduardo y el propio Vini los otros ocupantes. No me costó convencer a la chica cuyo cuerpo está más pegado al mío. Solo tuve que mirarla y pedirle por favor que se viniera, y por suerte, no se hizo mucho de rogar.
-Me da que al hermano de Vini, no le dieron el carnet en España, conduce como el correcaminos -me acerco hasta su oído para hablarle como llevo toda la noche haciendo, en susurros. Y también porque el volumen de la música del coche no nos permite hablar más fuerte.
-¿Tú también lo has notado? -Lorena suelta una carcajada a la vez que se moja sus labios uno contra el otro. Desvío mi vista hacia sus muslos, pues el vestido se le ha subido algo más arriba y me los está mostrando para mi pobre debilidad mental- ¿Dónde vamos?
-No tengo ni idea. Es la casa de una chica que conoce Vini -le admito sin saber muy bien donde nos dirigimos, pero, dándome igual porque ella está conmigo.
-Así que, vamos a la aventura -Lorena me hace un gesto divertido con su boca. Ladeo mi cabeza para mirarla. Estamos muy cerca. Lo más que hemos estado alguna vez. Y no puedo evitar sentir de vez en cuando, el golpeteo de mi corazón contra mi pecho.
-Tú por si acaso, no te separes de mi -le pido sin querer apartar mi mirada de su boca. De esa que tanto me atrae y de que estoy seguro de que cuando la pruebe, no voy a poder parar.
El resto del camino se nos hace corto porque escuchar cantar a Eduardo es bastante divertido, de lo mal que lo hace, claro. Estamos a las afueras del centro, en un barrio donde no he estado nunca. Lorena me dice que estamos cerca de La Moraleja y a juzgar por las casas que lo pueblan, no es una población cualquiera.
Me bajo del coche y dejo la puerta abierta para que ella salga. En cuanto lo hace, y después de cerrarla, pongo mi mano en su cintura, lo que la lleva a esbozar una tímida sonrisa. Me acerco a Lorena hasta que su hombro presiona mi brazo, mientras ambos seguimos a los demás. La casa donde vamos es de dos plantas y varios focos la iluminan por dentro, anunciando lo que nos encontraremos dentro de la fiesta.
-Me da algo de vergüenza ir a un sitio donde no he estado nunca -me confiesa ella con esas mejillas sonrosadas cuyo color siempre aparece cuando está nerviosa.
-Ya te he dicho que no te apartes de mi -le vuelvo a decir mientras mis dedos presionan un poco más la piel desnuda de su espalda. Ese puto vestido me está trayendo por la calle de la amargura. Es demasiado perfecto para ella.
-¿Y si resulta que allí dentro hay un tiktoktero o un influencer de esos famosos y lo quiero conocer? -su pregunta divertida casi me hace gruñirle, algo que ella evidencia pues suelta una pequeña carcajada.
-Nena, estoy a tu lado, agarrando tu cintura. Te digo yo que esta noche no se te acerca nadie -Lorena arquea una de sus cejas tras mis palabras, mientras entramos en la casa, la cual no está tan llena como pensaba.
-¿Nena? -Lorena me mira algo perpleja por lo que acabo de decirle.
-Si, nena -la castaña se muerde los labios y de nuevo esboza una sonrisa escondida sin replicarme esta vez.
Me maldigo en silencio, por habérsela soltado como si ella fuera algo mío.
No lo es, pero juro que poco le falta.
📆 MÁS TARDE
-No conozco a nadie, y resulta frustrante -llevo mi copa a la boca mirando alrededor de mi, pues ciertamente nadie me resulta familiar. Lorena alza una de sus manos señalando a alguien.
-La que está con Vini -me dice ella todo lo discreta que puede.
-Restregándose -.añado pues la chica parece un gato en celo de lo que mueve su cuerpo contra el brasileño.
-Si, eso. Estuvo en un programa de citas -pongo mi mano en la parte de atrás del sofá casi rozando su cuello.
-Pues se ve que no le fue muy bien -mis dedos se posan en la nuca de Lorena, la yema de estos lo acarician muy despacio haciendo que ella se estremezca, y agradezco que no quiera que los quite, pues su piel se siente demasiado suave.
-Bueno, no hay que juzgar a nadie por lo que hacen por ganar dinero -Lorena mueve un poco su cabeza permitiéndome de esta manera que pueda bajar lentamente mis dedos hasta sus hombros. Trago saliva cada vez que hago uno de estos movimientos, conteniendo el aliento por si ella se siente molesta.
-Lorena, soy futbolista. He visto de todo, créeme. Y una mujer que se ofrece de esas maneras, solo por dinero, es que no se tiene ningún respeto a si misma -la mirada de Lorena se cruza con la mía. Está calmada pero a la vez nerviosa, pues puedo notar como de acelerado tiene su pulso debajo de mis dedos.
-Oh, vamos, Jude, seguro que más de una vez has dejado que una tía se te restriegue -sus palabras casi me hacen reír. Tanta tensión que hay entre nosotros. Tanto deseo que siento por ella. Pero, sé que no es sólo eso, pues cuando su azulada mirada me mira de esa manera, juro que no quiero que nadie que no sea ella me vuelva a mirar así.
-Ya te dije que paso de rollos -Lorena se acerca más a mi. El sofá parece pequeño de lo pegado que estamos. Fue llegar a la fiesta, dar un par de vueltas y buscar un sitio donde sentarnos juntos.
-¿Ni siquiera por un buen polvo?
Trago saliva tras sus palabras. Me centro en como moja sus labios uno contra el otro y como mueve estos de una forma lenta y pausada. Imágenes de los dos enredados en las sábanas de mi cama me hacen tener una erección. Procuro no moverme y que ella no se percate de ello, pues la vergüenza sería extrema para mi.
-Los buenos polvos se los echaré a la chica que me gusta -intento provocarla con mis palabras dándole todo el doble sentido que tienen, algo de lo que ella parece darse cuenta, pues sigue mi juego de la misma manera que yo.
-Que afortunada es esa chica -mis dedos han bajado hasta su antebrazo. Los muevo en círculos muy lentamente consiguiendo que su piel se ponga de gallina. Solo tengo que acercarme hasta su oído, hasta estar a pocos centímetros de su boca y poder hablarle y hacer que de nuevo se estremezca.
-Es no. Será -dejo un beso en el lóbulo de su oreja que consigue que ella jadee de la impresión. Mi boca desea recorrer su cuello y culminar el camino en sus labios. Su piel y su olor me atraen de una forma irremediable. Ella es como esas tormentas en las que deseas caminar bajo la lluvia.
-¡Jude! -chasqueo mi lengua al escuchar la voz que me llama.
Eduardo. El oportuno. Aparto mi boca del cuello de Lorena con fastidio para centrarme en mi compañero, el cual parece algo borracho.
-Estás bebido -le digo viendo su estado, uno que aún no es preocupante.
-Solo estoy contento. Tengo que contarte una cosa. Secreta -Eduardo se lleva uno de sus dedos a la boca riéndose a carcajadas, mientras centra su mirada en Lorena, quien rueda sus ojos con fastidio pues el francés le guiña un ojo y hace como si se pusiera una cremallera en la boca.
-Voy al baño mientras -Lorena se pone en pie fastidiándome que lo haga. Antes de irse, agarro su mano y tiro de ella para que me mire antes de irse.
-No tardes -la castaña se sonroja tras mis palabras, pero, acaba asintiendo a lo que le digo. La veo caminar hacia la escalera que hay al fondo y como sube esta, para, una vez arriba, darme una mirada, una tan intensa, que no hace sino alterarme de nuevo.
-Tú estás pillado por la profe sexy -Eduardo pone uno de sus dedos delante de mi, mientras se ríe a carcajadas.
-Y tú eres gilipollas -le contesto molesto pues la ausencia de Lorena es algo que ya hecho en falta- ¿Qué querías decirme?
-Hummm -Eduardo hace como si pensara, para, segundos después, echarse a reír- ¡lo olvidé!
No lo puedo evitar y acabo dándole una colleja en la nuca, que parece molestarle a juzgar por la mirada que sufro por su parte, pero, está tan contento a causa del alcohol que ni me responde. Aunque, de pronto le cambia la cara y se levanta rápidamente.
- Dile que no existo -me pide Eduardo antes de huir de lo que sea hasta que siento una presencia a mi lado que toma el asiento sin preguntar si está ocupado. Giro mi cabeza para encontrarme con una rubia con un vestido demasiado corto que no le tapa absolutamente nada. Sus dos pechos asoman por el escote, algo que ella realza irguiendo más su espalda.
-Tu compi huye de mi -ella me da una ladina sonrisa mientras se muerde los labios mirándome como si quisiera devorarme, algo a lo que no estoy dispuesto.
-¿En qué lo has notado? -le contesto medio sonriéndole, más que nada por no ser desagradable.
-En cuanto me ha visto, se ha ido. Sois un poquito reservados los futbolistas, ¿eh? -la rubia pone uno de sus dedos en mi muslo y empieza a acariciarlo en círculos. Alzo una de mis cejas pidiéndole explicaciones por su acción y ella solo se limita a darme una seductora sonrisa.
-No nos gustan que nos agobien -le aparto con delicadez la mano de mi muslo, algo que solo le dura unos segundos porque para mi fastidio, vuelve a hacerlo otra vez.
-Depende del agobio que os den -ella se acerca un poco más hacia donde estoy, invadiendo casi mi espacio personal. Y si, ahora entiendo que Eduardo huyera.
-¿No buscabas a Eduardo? -le pregunto intentando que coja la indirecta y se largue.
-¿Qué Eduardo? -ella se ríe a carcajadas mientras su mano avanza peligrosamente hacia otro sitio. De nuevo se la agarro y esta vez se la apartó con brusquedad- ¿sabes que tú y yo podíamos pasar un buen rato?
-Ya lo estaba pasando antes de que vinieras -le respondo de forma mordaz y desagradable pero ni por esas se mueve. Hasta que siento una presencia frente a mi. Desvío mi mirada de la chica hasta posarla en Lorena, quien luce algo molesta mirando a la rubia que de nuevo se inclina sobre mi.
La castaña ladea su cabeza mirándonos a ambos. Incluso pone sus brazos en jarra y temo lo que puede estar pasando por esa cabeza suya. Así que, antes de que piense alguna conclusión rara, la agarro del brazo y tiro de el hasta hacer que se siente sobre mis rodillas, dándole la espalda a la rubia.
-Has tardado -le digo mientras pongo una de mis manos en su cintura y la otra en su muslo desnudo.
-No lo suficiente, al parecer -ella me hace un gesto señalando a la rubia, la cual luce bastante enfadada por la intromisión de Lorena, algo que me la pela.
-Se me ha pegado ella -intento explicarme viendo en su rostro aún ese malestar. Contengo una sonrisa pensando que Lorena está celosa, algo que sería signo inequívoco de que también le gusto- te dije que no tardaras.
Lorena pone una de sus manos en mi cuello y ahora es ella la que me lo acaricia con mucha suavidad. Sus dedos lo recorren muy lentamente, consiguiendo que la piel se me erice a causa del efecto que su roce tiene en mi. Ni siquiera soy capaz de mover la mano que está en su muslo, concentrado en como sus dedos se mueven.
Durante segundos, ambos nos miramos sin emitir palabra alguna. Bajo la mirada de sus azulados ojos hasta sus labios. Carnosos. De un color brillante que me muero por tomar con mi boca. Seguro que sabe deliciosa. Si su fragancia ya de por si lo es, sus labios también tienen que serlo. Los nervios se apoderan de todo mi cuerpo cuando ella roza mi cuello con sus dedos, los cuales son tan cálidos y suaves que seguro que tienen que sentirse igual de bien en cualquier parte de mi cuerpo.
-¿Cuándo te vas a Inglaterra? -ella rompe el silencio que a ambos nos rodeaba. Levanto mis ojos de sus labios. Mi mirada está sobre la de ella, sin querer dejar de mirarla. Importándome una mierda lo que pase a mi alrededor. Porque ella está en mis rodillas y es lo único que me interesa.
-Mañana a las 12.00. Tengo que estar en Londres el lunes por la mañana para concentrarme -el tono de voz de Lorena es ahora algo más suave, pues creo que ha notado que solo tengo ojos para ella.
-¿Crees que jugarás de titular? -esta es otra de las cosas que me gusta de ella, como le interesa el fútbol y lo mucho que sabe de este deporte.
-Es lo que espero. En el último partido metí dos goles y me he puesto como objetivo meter tres goles -Lorena abre sus ojos muy sorprendida y hasta deja escapar una pequeña carcajada tras mis palabras.
-¿En un mismo partido o en total?
-En un mismo partido -mi mano baja hasta su rodilla acariciándola muy despacio. Puedo sentir como tiembla tras mi toque y como aprieta sus labios, mojándolos estos uno contra el otro. Este gesto me parece tan sumamente sensual en ella, que aunque no deba, mi pene quiere endurecerse por su culpa.
-Mucha fe tienes en que vas a conseguirlo, Jude -me encanta cuando pronuncia mi nombre, al igual que adoro llamarla por el suyo.
-¿Quieres apostar? -ella alza una de sus cejas tras mi propuesta. Mueve un poco su cabeza mientras yo espero su respuesta. Sus dedos se pierden en mi pelo, resultando bastante agradable las caricias que recibo por su parte.
-Claro que quiero, porque no te veo yo metiéndole tres goles a Italia -ella parece burlarse de mi tras sus palabras, lo que me lleva a alzar una de sus cejas mirándola como si me estuviera provocando.
-Bueno, tendremos que apostar algo realmente bueno para que me motives a marcar esos tres goles -mis dedos se mueven en círculos sobre su muslo. Ella se revuelve un poco encima de mi, volviendo a mojarse de nuevo esos putos labios de pecado.
-Ahora resulta que voy a ser tu motivación -fijo mi mirada de nuevo en su boca, esa que parece tan suave. Levanto mi mirada encontrándome con una provocativa sonrisa, una que me está matando lentamente.
-Nena, tú solo con sonreír tienes a quien quieras a tus putos pies -Lorena deja escapar un pequeño jadeo de su boca, uno que dispara mi imaginación pues de nuevo me veo con ella en una cama escuchando esos gemidos en mi oído.
Durante unos segundos, ella no emite palabra alguna, solo se limita a mirarme. Tan perdido que estoy por esa mirada. Tan perdido que estoy por Lorena.
-Si no marcas los tres goles, tendrás que darme tu camiseta. Creo que es la primera vez que jugas contra Italia, y estoy segura de que serás titular en ese partido. Sé lo importante que es lo de las camisetas para vosotros. Así que, querré esa camiseta -Lorena sonríe a la vez que de nuevo se muerde sus labios. Besarla sería tan fácil. Solo acercarme a ella y rozar esos labios de locura que estoy deseando probar.
Pero, hacerlo aquí, en un lugar lleno de gente, en un momento que no es ese momento. Sé que la voy a besar. Lo sé. Mi cuerpo entero me pide que lo haga. Y el día que la bese, ese puto día será inolvidable. Y ella se merece que le hinche los labios a causa de mis besos.
-De acuerdo -le digo aceptando su propuesta- ¿y si hago el hat trick?
-Elige tú. Serías el ganador de la apuesta -Lorena encoge sus hombros a la vez que frunce su labios. Mi mano sube un poco más arriba de su muslo, casi rozando el borde de ese vestido que me tiene loco. Traga saliva a causa del roce de mis dedos contra su piel. Incluso puedo sentir un pequeño estremecimiento debido a lo que mis caricias causan en ella.
-Yo también querré tu camiseta si marco los tres goles -Lorena suelta una pequeña carcajada siendo yo el que me aguanto la risa pues no tiene ni idea de lo que le pido. Tan inocente que es a veces.
-Hecho -la castaña levanta su mano esperando que yo choque la mía con la suya. Levanto la mía y agarro su mano pasando mi pulgar por el dorso de esta. Una sonrisa maliciosa se forma en mi rostro cuando estamos sellando el trato.
-El primer día que demos clase cuando vuelva del parón de selecciones, si gano yo la apuesta, querré tu camiseta -le recuerdo, recibiendo un asentimiento por su parte.
-Eso es -contesta ella sin saber el resto de la apuesta, una que juro por dios que voy a cumplir cueste lo que cueste.
-La camiseta con la que me estés dando la clase, Lorena.
*** Spoiler: a partir de aquí, todo se volverá una locura. Espero que estéis dispuestos a moriros de amor con ellos dos.
Os animo a votar, y comentar la historia, y si os apetece, a seguirme, que a los escritores nos gustan todas estas cositas.
Muchos besos y abrazos para todos los que me leéis ***
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro