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55. Hasta que dije basta

📆 AL DÍA SIGUIENTE

Alargo el brazo para apagar la alarma de mi movil. Estoy por  levantarme cuando los brazos de Jude me atrapan, impidiéndome que lo haga. Un pequeño chillido sale de mi garganta cuando él consigue ponerme encima suya, sin la posibilidad de poder moverme.

-¿Dónde te crees que vas? -siento su cálido aliento en mi cuello y como besa mi barbilla, produciéndome un cosquilleo con los pocos pelos que tiene en su barba.

-Iba a ducharme y a buscar ropa que ponerme. En una hora tengo que trabajar.

-Con media hora, tienes -siento sus manos deslizarse por mi trasero y como frota su ya abultada y dura erección contra mi- con la otra media podemos hacer muchas cosas.

Acabo sucumbiendo a él y dejando que me tome la media hora que me ha prometido, incluyendo otro pase en la ducha, lo cual me deja algo exhausta. Cuatro veces lo hemos hecho en ésta habitación, la cual espero que esté insonorizada y que no tuviera compañeros de Jude alrededor, que nos escucharan.

No sé a quien le ha pedido Jude ropa para que pueda cambiarme, pero, al salir de la ducha, me he encontrado con mi uniforme de la guardería y ropa interior limpia, algo que agradezco sea a quien sea. Termino de cepillarme el pelo, lista para ir a trabajar.

-¿Comemos luego juntos? -asiento ante la pregunta de Jude, pues en verdad me apetece mucho comer hoy con él. Hacía mucho tiempo que mi estómago no sufría ese maldito vértigo que padecía antes cuando estaba tan cerca de él. Ese anhelo por querer estar a su lado y tener sus dedos en mi piel. 

-A las dos y media más o menos termina el turno de comidas, ¿nos vemos en la cafetería?

-Si tardo un poco vienes a buscarme. Tengo sesión de fisio a última hora -me pide él terminando de vestirse.

-De acuerdo -me acerco a él poniéndome de puntillas para darle un corto beso, pero, eso con Jude no sirve, pues él me toma de la cintura besando mis labios de una forma arrebatadora. La calidez de estos impregna los míos, siendo saboreados y degustados por él como si yo fuera hoy su desayuno. Me abandono a sus besos dejando que su boca avasalle la mía de forma desesperada.

-Vete ya o llegas tarde -me pide con la respiración tan agitada como la mía. 

Un último beso me hacer relamerme los labios y por fin caminar hacia la puerta para dejar su habitación. No sin antes recibir una última recomendación de su parte que me hace reír.

-Ten cuidado cuando salgas, Lore -me advierte él cambiando su expresión por otra más seria- no nos dejan traer chicas a las habitaciones y no quisiera yo que me sancionaran.

-¡Eres idiota! -le contesto rodando mis ojos- soy tu mujer y también una trabajadora del club.

-¡Peor me lo pones! La chica de la guardería liada con uno de los del Madrid. De titular de revista -su sonrisa burlona me hace casi arrojarle a la cabeza una de sus zapatillas de deporte que hay en el suelo justo a mi lado.

-¡Me voy! -le grito antes de abrir la puerta.

-Lore -me llama él cuando poso mis dedos sobre el pomo que quiero girar. Solo tengo que mirarlo para saber que lo que vaya a decirme es mucho más serio- te quiero.

-Y yo a ti.

Le doy una pequeña sonrisa, saliendo por fin de la habitación. Cierro ésta, y a pesar de que sus advertencias eran de broma, no puedo evitar mirar hacia todos lados intentando que nadie se percate que he estado aquí. Más por vergüenza que por otra cosa.

Pero, lo peor que me podía pasar, ocurre justo cuando estoy tomando las escaleras para dirigirme a mi trabajo. El míster, Ancelotti, sube los peldaños, quedándose algo sorprendido al verme, sorpresa que muere en su rostro cambiando éste por una divertida sonrisa.

-Buenos días -acierto a decirle casi sin mirarle, pues mi propósito es bajar las escaleras lo antes posible.

-Buenos días, Lorena -me contesta él sin añadir nada más, algo que agradezco porque mis mejillas ya están demasiado rojas. Pero claro, no tendré esa suerte hoy- a juzgar por como sonríe usted, supongo que el señor Bellingham hizo algo más que poner la lavadora para que usted lo perdonara.

Abro mi boca sin poder contener un jadeo de sorpresa por sus palabras. El míster sigue mirándome de forma burlona, y opto por la salida más fácil.

Huir.

📆 MÁS TARDE

Camino hacia la sala de fisioterapia, donde Jude me ha dicho que se encuentra. Tengo solo una hora para comer y por suerte en la cafetería nos sirven bastante rápido. Bloqueo el móvil después de ver un mensaje de Luara donde vuelve a quejarse de lo agobiada que está por lo de la tienda. Le prometo pasarme a verla cuando termine de trabajar y llevarle algo de merienda para que se relaje.

Estoy guardando el móvil en el bolsillo de mi bata, cuando escucho unas escandalosas risas y unas voces que por desgracia, conozco muy bien. Puedo vislumbrar a través de una de las rendijas de la puerta de la sala de descanso por donde estoy pasando, que Romina y Natasha, tienen una nueva acólita, Hanna quien parece contarles algo muy interesante por como ellas le prestan atención. Decido ignorarlas, hasta que el nombre de Jude aparece en los labios de la becaria, y entonces si, decido espiarlas porque me temo que nada bueno saldrá de ésta reunión.

-Os lo juro que no lo entiendo. Me llama para follar y luego resulta que está ahí esa imbécil, ¿en qué quedamos? -las palabras de Hanna hacen que el corazón me de un vuelco. Y no es por que dude de Jude, que no lo hago, es por la mentira tan grande que les está contando a este par de dos, tan zorras como ella.

-Aparecería sin esperarla. Lorena es una puta celosa que no lo deja en paz. Ayer tuvimos que follar en el aparcamiento, en su coche, antes de que ella saliera de trabajar. Un puto coñazo. Nada como el hotel donde me llevo el domingo por la tarde -siento nauseas en el estómago al escuchar a Romina. Hablan de Jude como si fuera un cabrón infiel y yo sé que no es así.

-¡Pues a ver a mi cuando me toca! -protesta Natasha consiguiendo que las demás se rían- que sois dos egoístas.

-¡Te jodes! ¡que culpa tenemos que le gusten nuestros coños!

Decido no escuchar más porque ya he tenido suficiente. Las lágrimas acuden a mis ojos sin poder evitarlas, sintiendo una sensación de frustración e impotencia terribles porque hablen así de mi marido. Estoy harta de que se crean en el derecho de decir mentiras sobre él. Y no, no he dudado ni por un momento de Jude. Jamás lo haría porque él no es así. Lo conozco perfectamente y nunca me engañaría.

No sé ni como llego a la sala de fisioterapia, la cual, por suerte no está muy concurrida hoy. Jude está con Mario en una de las camillas del fondo y hacia allí me dirijo intentando disimular lo que me pasa, pero, ellos, los dos, me conocen perfectamente y saben que no puedo esconderles nada.

-¿Qué te pasa, nena? -Jude se incorpora de la camilla y en pocos segundos está frente a mi sujetándome la cara con sus dedos. Sentir la calidez de estos, y la ternura con la que me trata, hace que de nuevo me ponga a llorar y, abrazada a él, le cuente todo lo que ha ocurrido.

Son pocos minutos los que tardo en hablarle, escuchando al terminar las maldiciones que mi hermano suelta por su boca, todas con el nombre de las tres. Jude me mira serio, muy preocupado por como estoy, y si, por lo que pueda pensar de él.

-Jude.

-No he estado con ellas. Con ninguna. En la vida. Y lo sabes, porque, ¿lo sabes, verdad? -por su ahogado tono de voz sé lo angustiado que está por todo esto y como le afecta que yo no puedo creerle. Pero, la etapa de la desconfianza hace tiempo que la dejamos atrás y yo creo ciegamente en él.

-Te creo. No hace falta que me lo jures, Jude.

-Nunca te engañaría. Antes me muero -Jude me agarra de la nuca, tirando de mi hacia su pecho. Puedo sentir como su corazón late de forma frenética y como me abraza de forma desesperada.

-Ayer no trajiste tu coche, nos fuimos con Brahim. Y el domingo estuvimos en casa de Mario hasta la hora de la cena. Yo ya sabía que se lo estaban inventando, pero jode mucho que lo digan con tanta rotundidad  -me separo del pecho de Jude viendo lágrimas en sus ojos, unas que no quiero que tenga, pues así esas tres habrían conseguido lo que buscaban, hacernos sufrir a los dos- nunca he dudado de ti ni un solo segundo, Jude.

-Te amo, Lorena. Más que a mi vida. No hay otra como tú ni quiero a otra que no seas tú. Tenlo claro, por favor -puedo ver en su mirada como de afectado está por todo esto. Sé que le duele que una parte de mi pueda pensar que me es infiel, pero, eso nunca se me pasó por la cabeza.

-Lorena, ya va siendo hora de frenar todo esto -las palabras de mi hermano me hacen separarme de Jude y atender a lo que él nos dice- la obsesión que tienen esas dos por Jude y por joderos, ya pasa de la raya. Es hora de decir basta.

-¿Y qué se supone que tengo que hacer? ¿voy a recursos humanos y digo que he espiado una conversación donde me injuriaban? encima me pueden denunciar por invasión de la intimidad.

Mario aprieta su mandíbula pensando en mis palabras. Siento los dedos de Jude en mi cintura, acercándome más a él. Enlazo mis dedos con los suyos, volteando mi cabeza para mirarlo y poder regalarle una sonrisa, una que quiero que le sirva para calmarlo. Él tira de mi cuerpo hasta abrazarme de nuevo. Necesito estos abrazos y lo necesito a él.

-Yo me encargo de todo -nos anuncia Mario, esperando que ambos le contestemos afirmativamente, algo que dejo en manos de Jude- esas tres no van a poner un pie en Valdebebas lo que les queda de vida.

📆 MÁS TARDE

Llevo toda la tarde inquieta pensando en que habrán hecho Mario y Jude, quien se empeñó en ir con mi hermano a lo que quiera que fueran a hacer. Mi marido me pidió a través de un mensaje que me fuera a la tienda de Luara y Mina, donde llevo más de una hora y Jude no aparece.

-Estoy segura de que el club las va a echar. Esas tías son unas acosadoras y no merecen trabajar en un sitio así -Luara está colocando por tercera o cuarta vez uno de los percheros, intentando que quede perfecto. 

-Ya, pero, podrían negarlo todo y encima denunciar al Madrid por difamación. Podría ser peor -mi amiga deja lo que estaba haciendo para acercarse donde estoy y pasar uno de sus brazos por mis hombros.

-Debe ser horrible escuchar a alguien hablar de la persona que amas de esa manera, y encima sabiendo que es mentira.

-No he dudado de él en ningún momento, Luara, de verdad. Y si, tienes razón, duele mucho que se inventen algo que no ha pasado.

Decido ayudar a Luara con cosas de la tienda para distraerme un poco. Quieren abrir la tienda a principios de Marzo para aprovechar el comienzo de la nueva temporada. Me alegra mucho ver la ilusión que tiene por este nuevo reto, que conociéndola, sé que le va a salir muy bien.

No es hasta que pasa media hora más, que la puerta se abre, entrando Brahim y Jude por ella, quien no luce muy feliz evidenciando en su rostro más seriedad de la que esperaba.

Brahim me saluda con un asentimiento de cabeza, para dirigirse hacia donde está su novia. Espero que Jude haga lo mismo, quien se ha llevado las manos a los bolsillos sin dejar de mirarme.

-Jude -pronuncio su nombre sabiendo él perfectamente porque lo hago. Mi marido acorta la distancia que nos separa, y pronto sus labios presionan los míos de una forma lenta pero abrumadora. Siento cada vello de mi piel erizarse por su causa y como mi cuerpo despierta a las múltiples sensaciones que su boca obra en mi.

-Todo bien. No tenemos porqué preocuparnos de nada nunca más.

Debería sentirme aliviada por sus misteriosas palabras, pero, no me contento con esto y necesito saber que ha pasado. Luara nos trae un par de taburetes y un botellín de agua para cada uno. Y es entonces cuando los cuatro estamos sentados, y tranquilos, que Jude nos cuenta todo.

Mario y él fueron directamente al director del departamento de recursos humanos, llevando uno de los abogados del club. Le expusieron las faltas de respeto que tanto Jude como yo hemos recibido de Romina y de Natasha, y sin decir mi nombre, les contó las mentiras que decían de nosotros en una de las instalaciones del club. Les recordaron como Natasha modificó una de mis nóminas en represalia por la relación que Jude y yo manteníamos.

Consultaron con el abogado y con el director, y llamaron a las tres chicas por separado para escuchar su versión. No hizo falta amenazas. Hanna fue la primera en admitir que se lo había inventado todo porque le gustaba Jude y se sentía celosa de nuestra relación. Afirmó cada palabra de la conversación que escuché, y al momento, sus prácticas quedaron suspendidas y a ella la echaron de Valdebebas, pues hay videos de ella viendo las cámaras de la sala donde trabaja para saber dónde esrsba Jude anoche.

Romina y Natasha corrieron la misma suerte. El director del departamento encontró también mala práxis en el trabajo de su empleada, algo que añadió a la hora de rescindir su contrato. Solo Romina intentó negar las acusaciones, pero, eran tan evidentes que acabó derrumbándose pidiendo perdón para que no la despidieran.

-Les han dado la indemnización que les corresponde según ley, y les han recordado que firmaron un contrato de confidencialidad y que cualquier cosa que divulguen, será objeto de una denuncia -las rotundas palabras de Jude por fin provocan en mi cierto alivio, pues el acoso que he recibido de Romina y Natasha es algo que poca gente sabe.

-Y Jude no era el primer jugador al que acosaban -añade Brahim para sorpresa mía y de Luara- al parecer, alguna queja hubo de Marco Asensio contra Romina, pero, como se fue al PSG, él pasó un poco y decidió olvidarlo.

-¿Estás mejor? -Jude agarra mis manos y por fin puedo sentir más alivio pues sé que cuando vuelva mañana a trabajar ninguna de ellas estará allí.

-Ahora si -Jude me estrecha entre sus brazos y acaba besando mi frente, dándome toda esa calma que necesito. Él se inclina hasta rozar mi oído queriendo decirme algo que ni Luara ni Brahim puedan escuchar.

-Es lo que pasa cuando alguien se mete con la mujer de Jude Bellingham. Quien te la hace, me la paga. 

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