54. La habitación número 5
📆 AL DÍA SIGUIENTE
Muevo mi café y tomo un sorbo mientras las sienes me palpitan de manera considerable. No debí tomarme ese último chupito sabiendo que teníamos entrenamiento a media mañana. Brahim mueve su cabeza de un lado a otro al ver mi estado. Le devuelvo una mueca en respuesta y procedo a beberme el humeante líquido hasta que ella aparece por la cafetería.
-Está enfadada -me dice Brahim viendo al igual que yo como Lorena viene muy decidida hacia donde estoy.
-Dime algo que no sepa.
Trago saliva al ver la expresión furiosa de mi mujer. Y esta vez admito que tiene muchas razones para estar así, siendo yo, el principal culpable de ellas. Su cuerpo está apenas a pocos centímetros de mi, causándome estragos la visión de sus pechos, los cuales se encuentran levemente aprisionados tras ese jersey de pico de color rosa.
-Cuando llegues a casa, si es que recuerdas donde está, porque se ve que anoche ni te acordabas, pones la lavadora y la tiendes, que tengo el resto del día libre y tengo planes. Que lo pases bien.
Lorena se da la vuelta sin darme derecho a réplica. Me fijo en el leve balanceo de sus caderas y tengo que llevarme la mano a la cara intentando calmarme y no salir detrás de ella, que es lo que más deseo.
-¿Anoche no dormiste en tu casa? joder, Jude, ¿Qué coño hiciste? -Brahim me habla bastante enfadado, pues, siempre que meto la pata, ahí está él para echármelo bien en cara.
-No hice nada, joder. Me fui a cenar con Vini y sus hermanos. Luego nos fuimos a un karaoke y bebí más de la cuenta. No quería irme a casa y que ella aún se enfadara más, así que, me vine a dormir aquí, a mi habitación. Te juro que no hice nada. Y si no me crees, pregúntale a Alfredo, el guardia, que fue él quien me atendió anoche.
-Idiota. Haberme llamado a mi. Hubiera ido a buscarte -me recrimina él mientras le doy otro sorbo a mi taza de café deseando pedirme otra y así espabilarme- pues por la cara de Lorena, me da que esta noche vuelves a dormir aquí.
Le gruño a Brahim aún sabiendo que tiene razón. Lo de anoche fue una mala decisión pero, preferí dormir aquí a enfrentarme a ella. Miro la hora en mi reloj y me dispongo a levantarme para dirigirme hacia los vestuarios. El Míster Ancelloti, quien estaba tomándose su desayuno justo al lado, me dirige una burlona mirada al pasar cerca de nuestra mesa, pero, no contento con eso, me sentencia con unas palabras.
-Señor Bellingham, tendrá que hacer usted algo más que tender esa lavadora para que su chica le perdone.
Brahim contiene la risa hasta que el míster sale de la cafetería, después deja escapar una gran carcajada que me hace de nuevo gruñirle. Ambos nos levantamos para ir a entrenar, yo sintiéndome un desgraciado porque es la primera pelea que tenemos Lorena y yo desde que nos "casamos". Y me jode pelearme con ella.
Salimos de la cafetería y caminamos por el pasillo para bajar las escaleras hacia la segunda planta. Estamos dirigiéndonos hacia el vestuario, cuando Hanna, la chica de prácticas de Real Madrid televisión aparece contoneándose por el pasillo y dirigiendo su mirada hacia mi.
-Mierda -le digo a Brahim porque por culpa de las excesivas atenciones de esta chica, mi mujer se ha peleado conmigo.
-Jude, sabes que eres mi mejor amigo, pero aléjate de esa tía. Solo te va a traer problemas -me advierte él dándome una palmada en el hombro.
-Lo sé, créeme.
Intento ignorarla siguiendo mi camino y fijando solo mi mirada en Brahim, pero se ve que ella no es de las que desisten y me agarra del brazo, deteniéndome con brusquedad.
-Ei, Jude, ¿Qué tal? -ella luce una radiante sonrisa e incluso me sonríe mientras me habla. Me fijo en como su rostro luce feliz y emocionado al hablar conmigo.
-Bien, lo siento, voy a entrenar -me zafo de su brazo sintiéndome un poco incómodo por su insistencia y lamentando que mi amabilidad con ella pudiera haber sido malinterpretada.
-Oh, si, claro. Me preguntaba si tendrías tiempo para que pudiera hacerte una entrevista -ella coge un mechón de su pelo y lo enrosca en sus dedos mientras se muerde el labio superior, dándome un buen repaso de arriba a abajo- me han pedido una muestra y si lo hago bien, puede que me dejen estar a pie de campo.
-Pues no sé si voy a poder. Busca a otro, Hanna.
-Ya, pero es que como contigo, no tengo confianza con nadie más. Anda, di que si, porfi -ella sigue moviendo su pelo y a la vez da un saltito que hace que sus pechos reboten un par de veces, acentuando ella esto, arqueando más su espalda en mi dirección.
-Vamos, Jude. Llegamos tarde -Brahim tira de mi dejando a Hanna tras nosotros. Puedo escuchar como ella emite un chasquido fastidiado pero, decido ni mirarla.
Ninguno de los dos dice nada mientras bajamos las escaleras, hasta que mi amigo mueve su cabeza de un lado a otro luciendo bastante molesto.
-No has aprendido nada, Jude -me dice el malagueño- primero Romina, y luego ésta tía. ¿Cuándo te vas a dar cuenta de que las tías van a por ti? Joder, hermano, no me extraña que Lorena se haya enfadado. Si hasta yo lo estoy.
Chasqueo mi lengua con fastidio y no le contesto a Brahim.
Porque maldita sea si no tiene la razón.
📆 MÁS TARDE
Me dejo caer en la cama colocando mis manos detrás de mi cabeza, pensando en que soy un puto cobarde. Al finalizar el entrenamiento de hoy, tuve que hacer un par de promociones y cuando terminé, llamé a Lorena pero no se ha dignado a cogerme el teléfono. Es más, Luara ha subido un par de fotos a Instagram de ella y unas cuantas amigas más en lo que parece un evento de moda.
Así que, aquí estoy, en mi habitación de Valdebebas, intentando coger fuerzas para irme a casa y rezando porque ella esté dormida y no tener que pelearnos otra vez. Un par de golpes en la puerta de mi habitación me hacen levantarme preguntándome quien podrá ser. Camino descalzo, y al abrir, cual no es mi sorpresa, al encontrarme a Lorena tras ella, luciendo muy enfadada.
-¿Tú es que te crees que vives aquí? -me grita ella, haciéndome a un lado mientras entra en la habitación como si fuera la dueña de toda la estancia- porque si es así, dímelo para que sepa a que atenerme contigo.
-Lorena -llevo mi mano a la cabeza y me rasco el pelo fastidiado porque lo que no quería que pasara, está sucediendo.
-¡Lorena, qué! llevo toda la noche esperándote y si no es por Brahim ni me entero de que estás aquí, ¿a qué viene todo esto, Jude? ¿ya te has cansado de jugar a las casitas?
El tono burlón de su voz es algo que no me gusta nada y mucho menos lo que está insinuando. Quería pasar de ella y no contestarle, pero me está provocando y jugando con fuego. Y está tan absolutamente arrebatadora cabreada, que me han dado muchas ganas de jugar.
La agarro de la cintura y la estampo contra la pared aprisionando sus labios con los míos antes de que diga nada más. Un gemido roto sale de su garganta sorprendida por mis intenciones, pero, hoy no quiero que piense en nada más que no sea yo. Mi lengua se enreda con la suya y mis labios se encargan de succionan los suyos a la vez que muerdo el superior, engullendo otro de sus excitantes gemidos, sonido este que viaja directamente a mi pene, el cual ya se muestra duro y dispuesto para ella.
-Ay, Jude, si te crees que follándome vas a conseguir que olvide...
Mi cuerpo presiona el suyo y mi boca la devora callando sus palabras. Ella parece resistirse a los embistes de mi lengua, pero, cuando sus manos se deslizan por mi pecho hasta enredarse en la parte de atrás de mi cuello, sé que ésta batalla la he ganado yo.
Lorena despierta de su letargo y el fuego que ambos hemos avivado, la provoca de tal manera que sus manos cobran vida, peleando con mi sudadera, la cual agarra y desliza por mi cuello, a la vez que intenta despojarme de toda mi ropa.
Mis manos viajan hasta posarse en su trasero, el cual aprieto y atraigo hacia mi cuerpo para que ella pueda notar como de duro estoy. Para que perciba que es la causante de todo esto.
-Voy a follarte porque me da la gana -le cuento mis intenciones subiendo mis manos hasta bajarle la cremallera de su chaqueta, deshaciéndome de ella con la misma prisa con la ella se deshizo de mi ropa.
-Lo harás porque yo te dejo, no porque tú quieres -Lorena busca mis labios para besarme más duramente buscando como morderlos, algo que yo evade, echándome hacia un lado.
Mi mujer pone sus manos en mi pecho y las desliza por ellas con caricias urgentes y salvajes, buscando como desabrochar el botón de mis pantalones. Mis manos están sobre sus pechos, agarrándolos y amasándolos entre mis dedos. Son tan perfectos y deliciosos que no veo la hora de metérmelos en la boca.
-Di cuan celosa estás -mis palabras reciben una airada mirada por su parte, y como alza su barbilla de forma desafiante. Sus manos están sobre mi miembro, acariciando este con amplios movimientos.
-Estoy hasta el coño de que las tías te toqueteen, joder. ¿Es que no saben que eres mío?
Agarro sus manos impidiéndole que me toque. Las pongo en sus caderas y la giro hasta tenerla de cara en la pared, con su espalda tocando mi pecho.
-Pon las manos en la pared, Lorena, y abre bien esas piernas.
Ella gruñe protestando pero acaba haciendo lo que le pido. Le bajo el pantalón de un tirón y agarro sus bragas, las cuales rompo con facilidad, y arrojo al piso de la habitación. Coloco mis manos sobre sus caderas para poder tener a lo que agarrarme. Escucho su agitada respiración y como quiere darse la vuelta y llevar ella el control, algo que hoy no voy a dejar que haga. Bajo mi cabeza hasta buscar su cuello, marcando este con mis dientes. Sus gemidos, son rotundos y ahogados siendo mi nombre el que sale de su boca, rendida ya a mi y a lo que le hago.
-¡Jude!
-A veces se te olvida que eres mi dueña. Mi mujer -bajo una de mis manos hasta tocar su mojado clítoris, algo que le hace gemir con desesperación. Muevo mis dedos por sus pliegues empapándolos bien de sus fluidos y esparciéndolos por el resto de su sexo- voy a tener que recordarte bien de quien es este coñito tuyo.
Mi pene se posiciona en su entrada sin ninguna dificultad y la embisto de una sola estocada, hasta entrar en lo más profundo de su cuerpo. Y cuando lo hago, joder, estoy en el puto paraíso. Porque ella es tan absolutamente deliciosa.
Y es. Tan. Mía.
-¡Jude! ¡Joder! -Lorena arquea su cabeza cerrando los ojos y abriéndolos mientras sus pequeños gemidos retumban en la habitación.
-Soy tu marido. Llámame así.
La embisto de forma implacable y dura, llenándola hasta el fondo con penetraciones profundas y rotundas que la hacen gemir de placer y a mi perderme en su infierno. Lorena sabe como provocarme. Sabe lo que me gusta y se aprovecha de ello para llevarme al límite. Me conoce como nadie y con ella he tenido los mejores orgasmos de mi vida.
-¿Te gusta así, o quieres que pare? -arremeto contra ella, saliendo completamente para entrar de nuevo hasta el fondo, rozando sus paredes con cada nueva acometida, dejando que ella exprima mi miembro y que haga lo que quiera conmigo.
-¡Oh, dios! ¡Jude! -su cabeza busca apoyo en mi hombro mientras veo como los dedos de su mano se curvan en la pared.
Su cuerpo se tensa y un jadeo ronco sale de su garganta a la vez que sus piernas temblequean. Busco su clítoris y lo froto de forma vigorosa provocándole un nuevo espasmo. Sé que va a correrse. La conozco perfectamente. Como su cuerpo tiembla. Como aprieta sus labios y como su vagina me la oprime de forma dolorosa y placentera a la vez.
-Córrete conmigo, fiera.
-Joder, Jude. Eres odioso -un sonido impertinente sale de su boca cuando acreciento mis embestidas, dejándome llevar por el orgasmo.
Un sonido placentero sale de su garganta cuando ella se corre. Su cuerpo entero vibrando para mi. Solo un par de veces más me muevo dentro de ella y dejo que las putas llamas del infierno nos consuman a los dos y caigamos juntos por ese precipicio.
Apenas somos capaces de movernos y de hablar. Solo el silencio que nos consume y nos obliga a recuperar la respiración. Salgo de ella despacio, pero sin querer apartar mis manos de su cuerpo. La giro con cuidado rezando porque no siga enfadada conmigo o de nuevo me la tendré que llevar a la cama hasta que olvide porque dejó de hablarme.
Su rostro se muestra sonrojado, percibiendo en su boca una ligera y satisfecha sonrisa que me alivia de cierta manera. Lorena aprieta sus labios y pasa su lengua por ellos antes de hablarme.
-Nuestra primera pelea de casados y hemos acabado teniendo sexo de reconciliación. Me gusta. Marido. Y ahora, dime por dios que aquí te dan algo de comer porque me muero de hambre.
Tiro de ella hasta acercarla a mi cuerpo, dejando que una pequeña carcajada salga de mi boca. Beso su mejilla y me aparto para buscar mi ropa.
-Mejor nos vamos a casa. Quiero dormir con mi mujer en nuestra cama.
Lorena me dedica una sonrisa a la que yo le respondo guiñándole un ojo. Le doy espacio para que se vista y recorro la habitación buscando mis cosas. Entonces recuerdo algo que llevo guardado unos días y que quería darle mañana, que para eso es el día de los enamorados, aunque este es el momento perfecto para hacerlo.
-Anda, Lore, ven aquí que quiero darte una cosa -le hago un gesto para que se siente conmigo en la cama, sonriéndome ella en respuesta.
-Que sepas que me voy sin bragas. Que vergüenza, esposo. Rompermelas -su tono de reproche es poco creíble pues lo dice medio riéndose con lo que le quita credibilidad a su enfado. Lorena se sienta a mi lado y es entonces cuando le enseño la cajita que tengo en mis manos- ¿Qué es?
La abro y se la muestro apareciendo en ella dos anillos, los cuales provocan en Lorena que un gemido emocionado salga de su garganta. Alzo mi mirada para mirar sus ojos, los cuales lucen brillantes y algo aguados.
-Lleve los dos aros a una joyería y mira lo que han hecho. Los han fundido y los han mezclado con oro blanco para hacer nuestros anillos. Son dos piezas únicas...
Lorena se arroja a mis brazos mucho antes de que termine de hablar. Sus labios impactan con los míos en un beso lento y pausado que provoca que todas mis terminaciones nerviosas sufran una pequeña descarga. Su dulce boca toma la mía, besándome despacio y con toda la calma del mundo.
-Te quiero, Jude -es lo que ella me dice al separarse de mi y mirar los anillos que descansan en la cajita- ¿me lo pones?
Lorena extiende su mano alzando su dedo anular para recibir el anillo. Cojo el suyo, el que lleva mi nombre grabado y la fecha en la que nos casamos, y lo deslizo en su dedo, encajando perfectamente y luciendo increíble en su mano.
Ella hace lo mismo y pronto ambos tenemos nuestros anillos, los que simbolizan la promesa que nos hicimos, en nuestros dedos, como recuerdo de todo ese amor que nos tenemos. Su brillante mirada hace juego con su maravillosa sonrisa, esa que tanto amo.
-Son preciosos, Jude.
-No, preciosa eres tú. Te quiero, Lorena.
Unos minutos después, ambos nos disponemos a salir de la habitación para bajar al parking e irnos en mi coche a nuestra casa. Son solo las diez de la noche, pero trabajando los dos mañana, es una hora tardía para ambos.
Antes de hacerlo, unos golpes en la puerta nos hacen a ambos mirarnos pensando en quien será. Es Lorena quien abre, y al hacerlo, Hanna aparece frente a mi habitación mirándola muy sorprendida.
-¿Tú qué haces aquí? -le pregunta Hanna con esa expresión asqueada que luce en su rostro cada vez que mira a Lorena.
-Perdona, pero, no. La pregunta es, ¿porqué coño estás tú aquí llamando a la puerta de la habitación de mi marido? esto es acoso, ¿lo sabes? -Lorena cruza sus brazos a la altura de su pecho, mirando a Hanna bastante molesta. Decido mantenerme al margen, pues creo que mi mujer necesita hacer esto, que la becaria sepa de una vez por todas que no estoy libre.
-¿Tu marido? ¿de qué hablas? -le pregunta ella con la mirada desencajada y mirando a Lorena bastante perpleja.
-Mira, como te llames, no sé porqué coño tienes que venir a buscar a mi marido a su habitación de noche, pero, quisiera pensar que no lo haces porque pienses que vas a conseguir algo de él, porque, déjame decirte que pierdes mucho el tiempo si crees eso. Y ahora si nos disculpas, nos estás molestando.
-Yo...no...
Lorena le hace un gesto con la mano y le cierra la puerta en las narices, dándose la vuelta para mirarme. Intento esconder la satisfacción que me produce que ella se haya mostrado tan arrogante con la chica. Lorena se da la vuelta fijándose en lo que mi rostro le muestra, alzando ella una de sus cejas.
-Mejor nos quedamos aquí, me da a mi que esa es capaz de perseguirnos para ver donde vivimos -me acerco a Lorena y deslizo mis manos por su cintura. Tiro de ella hasta hacer que su cuerpo esté aún más pegado al mío y pensando en las miles de formas de darle uso a esta habitación.
-Lo que desee mi mujer.
edicado a paulapaulilopez
***Espero que estéis preparados para todo lo que pase a continuación, porque aunque quedan pocos capítulos, os juro que serán muy intensos.
Y os informo que después de esta historia... habrá otra de Jude Belligham. Los que me conocéis bien sabéis la fascinación que tengo con él y como ahora mismo es el que más me inspira a escribir. Tengo la suerte de que siempre he escrito de lo que he querido y de quien me ha dado la gana, algo que no va a cambiar. Y seguramente, no serás las únicas historias de Bellingham que escriba, porque... Yo me lo merezco.
Así que nada, os invito a seguir leyendo ésta historia. A comentar si os apetece. A darle a la estrellita para que deje de estar triste con el color gris y se vuelva naranja, y también a seguirme, que estoy deseando llegar a los 4K de seguidores (me quedan menos de 40, ALELUYA) si ons animáis a hacerlo.
Os adoro. Gracias por todo ***
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