52. Pídeme la luna
Lorena se aferra a mi mano caminando inquieta por el largo y frío pasillo. A estas horas no se les puede pedir que pongan la calefacción, bastante han accedido a dejar que ella y yo estemos aquí.
-Jude -Lorena tira de mi manga, hablándome en apenas un susurro mientras ambos seguimos a la guía que nos han asignado- ¿Qué hacemos aquí?
-Ya lo verás.
Paso una mano por su cintura y la atraigo más hacia mi cuerpo mientras soy yo el que mantengo el paso para los dos. Subimos unos escalones y por fin atravesamos un pasillo que nos lleva hacia una puerta, al fondo de este, que la amable chica nos abre con una gran sonrisa.
-Que lo disfruten -nos pide muy educadamente.
Dejo que Lorena pase primero, siendo yo el siguiente en hacerlo. Mi novia se queda estática al principio de la sala, mirándolo todo con asombro y perplejidad. Tarda unos buenos segundos en darse la vuelta y mirarme, y al hacerlo no puede evitar sonreírme.
-El planetario -dice ella acortando la distancia que nos separa hasta que son apenas unos centímetros lo que me impiden besarla.
-Así es -asiento tomándola de la mano para llevarla a una de las butacas.
-¿Y esto tiene algún significado?
-Si no lo tuviera, no estaríamos aquí. Tú solo, relájate y disfruta.
La hago sentarse en uno de los asientos, haciendo yo lo mismo a su lado. Las luces de la sala empiezan a bajar hasta que la pantalla sobre nuestras cabezas se ilumina para proyectar la imagen del sistema solar.
Esto no es algo que haya planeado. Es algo que ha surgido espontáneamente y que por suerte, he podido llevar a cabo. No voy a negar que una parte de mi, está nervioso, pero otra, está deseando que la noche se desarrolle según lo que he planeado.
Ladeo mi cabeza para mirar a mí novia y ver como presta atención a lo que se está proyectando arriba, en el "cielo" de la sala. La luna aparece segundos después, ahí, en todo sus esplendor. Aprovecho y cojo la mano de Lorena, quien desvía su mirada hasta centrarse en mi. Me permito observarla con calma. Disfrutando de lo preciosa que está con ese vestido y aunque su cabello ha sufrido los estragos de la boda, alborotado y todo, está condenadamente bonita.
-¿Sabes? realmente no sé como empezar esta conversación, pero, tengo la necesidad de decirte una cosa -comienzo a decirle pendiente de cada una de sus reacciones. Lorena se pone erguida para poder escuchar mejor lo que le digo.
-¿Pasa algo, Jude? -su preocupación es tan evidente en su rostro, que tengo que sonreírle para calmarla y que no piense cosas extrañas.
-Tú eres lo que me pasa, Lorena. Te quiero como un puto loco y ahora mismo, no, joder, desde hace tiempo, no concibo mi vida sin ti -me llevo una mano a la cabeza y me la rasco un poco nervioso e intentando coordinar bien mis palabras- sé que ésta noche has disfrutado mucho de la boda de tu hermano, como también sé que te aterra el matrimonio porque temes acabar como tus padres.
Lorena emite un pequeño gemido tras mis palabras y acaba bajando un poco si rostro afectada por mis palabras. Pongo dos de mis dedos en su barbilla y se la levanto muy suavemente para que me mire.
-Me conoces demasiado bien, Jude -acierta ella a decirme una vez que he conseguido que toda su atención esté en mi.
-Antes te he dicho que el fin de una pareja no es casarse, y me reafirmo en eso, pero, también pienso que es un bonito paso para dos personas que se quieren. Como es nuestro caso.
Mi preciosa chica abre mucho sus ojos mientras me mantiene la mirada. Saco de mi bolsillo dos aros metálicos, los cuales sujetaban unos adornos de la boda, y se las muestro. Ella los mira sin decir nada, pero, segundos después, una carcajada sale de su boca, y por fin me sonríe más ampliamente.
-Así que, he pensado, que tú y yo podíamos casarnos aquí y ahora, ya que tenemos la luna tan cerca, ¿Qué me dices, mi niña?
De nuevo dejo sin palabras a Lorena pues la expresión de su rostro me muestra perplejidad y asombro a partes iguales. Dejo que asimile lo que le acabo de proponer, que sé que es una locura, pero es mi locura. Ella curva su boca hacia arriba y una perceptible sonrisa se forma en su rostro, una que acompaña a su respuesta.
-Si.
Solo esa palabra me hace sonreír y acercarme para rozar sus labios solo unos segundos. La agarro de la mano y la hago levantarse sin ningún impedimento por su parte. Le doy una de los dos aros, quedándome yo con el otro. Nos ponemos frente a frente, intentando estar serios cuando ninguno de los dos puede contener la sonrisa en su rostro.
-¿Empiezo yo? -le pregunto recibiendo un asentimiento de su cabeza- bien...joder nena, estoy hasta nervioso.
-Bueno, Bellingham, no todo los días se casa uno.
-¿Sabes que esto va totalmente en serio? -le recuerdo a ella para que no piense que esto es un juego pues quiero que le dé toda la importancia que se merece.
-Yo, Lorena, te tomo a ti, Jude, como mi legítimo esposo. Que tú sigas siendo mi luz en este camino y que ni la muerte pueda separarme de ti.
Las palabras de Lorena me dejan sin habla pues no esperaba esta inesperada confesión por su parte. Ella toma mi mano y desliza el aro en el dedo pequeño, pues es el único donde entra. Levanto mi mirada para ver la emoción reflejada en su rostro y procedo a seguir sus pasos.
-Yo, Jude, te tomo a ti, Lorena, como mi legítima esposa. Para que sigas iluminando mi vida hasta el fin de mis días.
Un suspiro roto sale de su garganta cuando deslizo el mio en uno de sus dedos. A ambos nos tiemblan las manos cuando las entrelazamos y nos buscamos con la mirada. Mi respiración se vuelve más agitada a medida que soy consciente de lo que hemos hecho, algo que respeto y que para mi tiene tanta importancia, que verdaderamente siento que por fin, estoy atado a ella.
-Te quiero, Jude -es lo único que ella se atreve a decirme después de la solemnidad del momento que acabamos de vivir- gracias por llevarme a la luna.
📆MÁS TARDE
-Cada año se supera usted más con mi cumpleaños, señor Bellingham -las manos de Lorena rodean mi cuello a la vez que se relame los labios pasando su lengua por ellos. Mis dedos se aferran a su trasero, apretando este hasta acercarla aún más hacia mi cuerpo.
-Ahora es usted la señora Bellingham, por si se le ha olvidado -la punta de su lengua asoma por entre sus labios de manera muy provocativa.
-No, no se me ha olvidado -Lorena se pone de puntillas acercándose a mi cuello. Mi piel es probada y saboreada por ella como si yo fuera su sabor favorito de helado- voy a darme un baño.
Mi mujer, si, porque es mi mujer, aparta sus manos de mi cuello y se gira hasta darme la espalda. Lleva sus manos a la parte de atrás donde la cremallera de su vestido está a medio bajar, ofreciéndome su espalda . Termino de hacer el trabajo que ella empezó, dejando que la sedosa prenda caiga al suelo. Lorena ladea un poco su cabeza para darme una seductora mirada con la que de nuevo me provoca a ese algo más que es lo que los dos deseamos.
Ella desaparece dentro del baño y a los pocos segundos puedo escuchar como abre el grifo y el agua golpetea en la bañera. Cojo mi copa de champan de la mesa, de esa botella que ambos abrimos nada más entrar en la habitación, y me la bebo de un trago, relamiendo mis labios al terminarla. Me desabrocho la camisa blanca con calma, para darle tiempo a entrar en esa bañera y que ella pueda disfrutar también de unos minutos a solas.
El venirnos los dos a esta habitación de hotel, es algo que si tenía pensado. Llenarle la habitación con flores. Comer fresas con chocolate regadas con champan y hacerle el amor toda la noche. Este era mi plan. Y el que nos hayamos casado, es el mejor inicio del día de su cumpleaños, que Lorena podía tener.
Termino de quitarme la ropa y camino hacia el cuarto de baño. Una tenue luz me recibe, pues ella las ha apagado todas, dejando solamente la del espejo. Mi preciosa chica está ya dentro de la bañera, la cual casi rebosa de espuma mientras ella descansa su cabeza en el borde de ésta.
-¿Y el champan? -agito la botella en su dirección después de su pregunta, algo que la hace sonreírme.
Me muerdo el labio y le paso la botella mientras entro en el agua. Esta, está a una temperatura muy agradable y después del día de hoy, un buen baño es algo que también necesito. Me siento frente a ella con las piernas extendidas tomando aire despacio y dejando que mis músculos se relajen.
El agua se agita a mi alrededor cuando ella se pone en pie. Abro mis ojos para ver como sus piernas acaban a ambos lados de mis caderas. Sus manos se deslizan por mi cuello , aplastando sus pechos contra mi cuerpo. Lorena se remueve agitada y eso no solo hace que mi pene se ponga aún más duro sino que busque como entrar en ella.
-¿Ahora debo llamarte, marido? -su sonrisa juguetona me hace alzar mi mano para retirarle el pelo de la cara, para así poder ver mejor las expresiones de su rostro.
-Tú llámame como quieras.
Sus dedos rozan la parte de atrás de mi cuello, provocando un ligero temblor en mi cuerpo, a pesar del ambiente cálido donde nos encontramos.
-Pues, bésame, marido.
Tomo su boca con avidez, hundiendo mi lengua en su garganta mientras mis brazos rodean su cintura. Ella vuelve a agitarse, haciendo que sus caderas choquen con mi pelvis y mi pene se clave en su vientre. Delicioso, es lo que pienso cuando mi lengua se enrosca con la suya, desatando todo un infierno en nuestras bocas. Sus labios son tan demandantes, queriendo tomar todo de mi y es lo que acabo dándole.
Porque jodidamente soy suyo en cuerpo y alma.
Mis labios abandonan los suyos para repartir besos por sus mejillas y su barbilla. La punta de mi lengua viaja hasta la parte baja de su cuello. Pongo una de mis manos en su espalda, para inclinarla y que sus turgentes pechos estén al alcance de mi boca. Sus pezones sonrosados están deliciosamente duros, listos para ser tomados por mi
Lorena me da una mirada provocativa y sensual, y conocedora de mis pensamientos, se agarra las tetas con las manos, y las junta, ofreciéndomelas. Paso mi lengua por ellas, deleitándome con su sabor. Me entretengo jugando con sus pezones, lo que provoca en ella que sus gemidos retumben en casa puta pared del baño.
- Oh, Jude -Lorena mueve sus caderas frotándose contra mi. Mi boca succiona sus pezones, atendiendo a la demanda de sus gemidos.
Una de mis manos se desliza hasta su trasero, empujando este para que mi erección la empuje aún más. Dejo de besar sus pechos cuando todo mi cuerpo reclama que entre en ella. Mis manos agarran sus caderas, y ella agarra mi pene llevándolo precisamente, a la entrada de su infierno.
Ella sola se desliza sobre mi, tomando apoyo en uno de mis hombros. La expresión de su rostro cuando siente como es invadida, es lo más sexy que he visto en mi vida
Porque Ella es. Jodidamente. Sexy.
Lorena pone sus manos en mis hombros y arquea su espalda un poco hacia atrás, ofreciéndome una espectacular panorámica de sus pechos mojados, y de sus labios hinchados, los cuales muerde aguantándose sin moverse aún. Con esa provocativa y a la vez dulce mirada, me tiene a sus putos pies
-Jude.
Me hundo en ella un poco más hasta llegar al fondo de su cuerpo. Un gemido roto se escapa de su garganta cuando la muevo para que pueda sentir como de profundo estoy dentro de ella.
-Voy a ser yo quien va a follarte, esposo.
Sonrío con malicia al escucharla hablar así y me creo cada una de sus palabras cuando comienza a deslizarse sobre mi miembro a un ritmo absolutamente endiablado. Mis dedos se hunden en su piel, tomando sus caderas para seguir el ritmo que ella marca.
Lorena aún muerde su labio, dejando que de ellos escape algún gemido ahogado. Su humedad y el agua que nos rodea, me ayuda a que su demencial ritmo se acreciente con cada embestida.
Ambos jadeamos invadidos por las mismas locas sensaciones. Nuestras caderas chocan la una con la otra, deleitándome en la fricción de nuestros cuerpos.
Ella es tan mía, joder.
Sólo tengo conciencia de su cuerpo chocando contra el mío. De como mi pene se hincha dentro de ella deseando liberarse y llenarla. Su agitada respiración, impacta en mis mejillas. Lorena cierra sus ojos disfrutando de cada embestida de mi pene, teniendo que hacer un esfuerzo para no dejarme llevar y ser yo el primero que me corra.
-No puedo más.
Lorena se agarra a los bordes de la bañera, impulsándose de esta manera aún más profundo. Su cálido interior me acoge hasta el fondo, perdiéndome entre sus hinchados pliegues cuando ella sale de mi. La abrazo con mi cuerpo, gruñendo contra sus pechos, que es ahí donde se ha refugiado mi rostro. Mi boca se pega a ellos, cuando siento como mi pene es estrujado por ella, siendo inevitable el derramarme en su interior.
Los gemidos con mi nombre y sus erráticos movimientos, son cada vez más altos. Lorena temblequea cuando el orgasmo la posee. Todo su cuerpo se tensa, dejándose caer sobre mi pecho mientras yo alzo mis caderas para no perder el ritmo de su placer. Mi pene recibe los últimos espasmos de su orgasmo, y solo entonces me dejo llevar. Mis dedos se hunden en su carne y un frenesí de embestidas me llevan a derramarme dentro de ella disfrutando de cada segundo de mi orgasmo.
Intento controlar mi agitada respiración acariciando su espalda para calmarla a ella también, pues aún la siento temblar sobre mi.
-Esposo, creo que me gusta mucho el sexo de casados.
📆 AL DÍA SIGUIENTE
Abro uno de mis ojos buscando a mi esposa. Sonrío por la naturalidad con la que esa palabra aparece en mi cabeza y como la he asumido tan pronto. Muevo a un lado mi cabeza percibiendo un movimiento en la ventana. Lorena está sentada en el alfeizar usando mi camisa blanca para cubrir su cuerpo. El sol de la mañana se refleja en su pelo, clareando alguno de sus mechones.
-Esposa -Lorena se voltea al escuchar como la llamo y al momento una pequeña y tímida sonrisa se esboza en su rostro- esa camisa es mía.
-Bueno, aún no sé si nos hemos casado en separación de bienes, así que, todo lo tuyo ahora es mío -ella se levanta de donde está sentada y camina los pocos pasos que nos separan de la cama con una burlona sonrisa.
-Y por esa regla de tres, todo lo tuyo, también es mío, incluyendo ese culo, nena.
Lorena se deshace de la camisa dejando al descubierto su cuerpo desnudo. La boca se me hace agua al verla avanzar hasta poner sus piernas a ambos lados de mis caderas, aprisionándome con su cuerpo.
-¿Eres mi regalo de cumpleaños? te lo digo porque tengo más ganas de sexo de casado -Lorena se muerde su labio superior, sonrojándose tras sus palabras. Pongo mis manos en su cintura y la volteo hasta tenerla sobre su espalda, mientras mi pene se clava en su vientre. Un jadeo roto sale de su garganta al sentir mi dureza contra su piel.
-Señora Bellingham, es usted insaciable -voy a tomar su boca cuando el sonido de mi móvil me detiene de besarla. Agito mi cabeza de un lado a otro y sé que debe ser importante cuando me llaman, pues le dije a mi madre mis planes y que procuraran no molestarme.
-Cógelo, anda -Lorena me da una palmada en el trasero y acabo apartándome de ella a desgana. Alargo la mano hacia la mesita de noche y en la pantalla aparece el nombre de Mario. Descuelgo el teléfono y lo pongo en el altavoz para que Lorena pueda escuchar lo que tenga que decirme su hermano.
-¡Bellingham! ¡Ya puedes ir trayendo tu culo y el de mi hermana a tu casa! Me gustaría felicitar a Lorena antes de irme de luna de miel -los gritos de Mario le hacen soltar una carcajada a Lorena, quien se inclina para poder hablarle a su hermano.
-¿Es que no puedes vivir sin mi? estoy en mi regalo de cumpleaños, pesado -le responde ella rodando sus ojos.
-Anda, ven. La madre de Denise te ha preparado un desayuno de cumpleaños, y créeme, no querrás perdértelo.
-Está bien, ahora vamos.
Le cuelgo a Mario y me giro para ver como ella resopla algo fastidiada pero, también con la emoción reflejada en su rostro. Su boca se curva en una increíble sonrisa evidenciando lo feliz que se siente.
-Tu abuela me ha hecho el desayuno -me repite mordiéndose el labio sin poder evitar lo mucho que le ha gustado el detalle de mi abuela.
-Así es -levanto mi mano para dejarla en su mejilla y acariciarla muy despacio. Una parte de mi le jode tener que abandonar ésta habitación, pero otra, desea que ella pueda ver todo lo que mi familia le ha preparado para este día.
-Jude, ¿lo del matrimonio nos lo vamos a tomar en serio? ¿no es esto una locura divertida y ya está? -el tono de su voz ha bajado un poco hasta convertirse en un pequeño susurro. Acerco mi boca hasta casi rozar la suya, y lo hago, la beso solo un poco para intentar calmar su desasosiego.
-Si, que va en serio, Lorena. Y en cuanto pueda, te pongo un puto anillo en ese dedo para que de verdad te creas que te has casado conmigo.
*** Loquitas mías, espero que, si os apetece, queráis: seguidme, comentar y votar que soy Lorena y si no, se lo digo a Jude ***
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