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40. Juguemos

📆 MEDIADOS DE ABRIL

📆 DIEZ DÍAS DESPUÉS

-Tranquilo, Mario, Nacho ya se ha ido. Si. No te preocupes, vamos a pedir algo de cenar y después veremos alguna película. Luego hablamos - Jude cuelga el teléfono y lo deja encima del escritorio para darme después una larga mirada, a la vez que niega con su cabeza. 

-Eres un rollo. Quería salir -cruzo mis brazos a la altura de mi pecho y le resoplo fastidiada sin que mis palabras causen ningún efecto en él. 

-¡Lorena por dios! que no hace ni una semana que saliste del hospital. ¿Tú sabes lo que significa la palabra reposo?

Le hago una desagradable mueca a Jude mientras me hundo más en la cama decidida a ignorarle. No sirvo para estar enferma. Y menos sin hacer nada. Pero, me queda otra semana de baja y mi desesperación está creciendo por momentos. 

-Nena, no te enfades, venga. ¿Qué quieres hacer? -levanto mis ojos para mirar a Jude, quien de verdad está haciendo verdaderos esfuerzos para conseguir que esté bien. 

-Anda, túmbate conmigo y dame la manta que hay en el armario -le señalo a Jude la parte derecha del mueble, porque tengo un poco de frío y no me apetece meterme aún en la cama.

Recibo una comprensiva sonrisa por su parte y decido ser más agradable con él. Este fin de semana no lo han convocado para darle descanso, y no ha viajado con el equipo a Almería. Y no ha dudado en quedarse conmigo y cuidarme, algo que le agradezco. Lo escucho rebuscar en el armario y me hago a un lado para que tenga sitio y pueda acostarse junto a mi.

-¡Pero que tenemos aquí! -levanto mis ojos y cuando lo hago, siento mi cama arder avergonzada, pues el cabrón ha encontrado el consolador que compré en la reunión de Tapersex.

-Jude, deja eso -le pido deseando que lo quite de mi vista y que no me avergüence más, pero se ve que a él lo que yo le diga le entra por un oído y le sale por otro. Jude examina la caja y arquea una de sus cejas cuando la abre mirándome con una sonrisa juguetona en sus labios.

-Anda, pero si la caja está abierta. ¿Has estado jugando solita, nena?

Lo de nena en serio que me mata. Y me excita a partes iguales, sobre todo cuando a esa palabra él la acompaña con una mordida de labios, algo que hace que mi vientre sufra un vuelco y tenga que reprimir un jadeo por su culpa.

-Pues si, si que lo he usado -le respondo siendo yo ahora la que lo provoca. Jude camina hasta sentarse a mi lado en la cama. Abre la caja y saca el consolador, el cual viene resguardado en una bolsa de terciopelo rosa de lo más mona.

-¿Cuándo, Lorena?

-Cuando estabas con tu selección -trago saliva sintiendo la garganta seca cuando él lo saca de la bolsa y lo examina a la vez que su lengua se pasea por sus labios de forma muy sensual.

-Las ganas te podían, ¿verdad? -Jude pone una de sus manos directamente en la unión de mis muslos, presionando sus dedos justo en ese punto donde mi excitación se acumula, consiguiendo que toda la piel se me erice.

-Estaba cabreada contigo y no podía dormir por tu culpa -le admito mientras siento sus dedos pellizcar mi clítoris justo encima de mi ropa. Un gemido hace eco en la habitación, consiguiendo que él me de una ladina y malvada sonrisa.

-¿Sigues aburrida? -su pregunta va con doble intención una que le contesto moviendo mi cabeza de arriba a abajo. Casi tres semanas sin estar con él. Una tortura porque lo deseo y mucho.

-No sabes cuanto -le respondo mientras él agarra el borde de mis pantalones y tira de ellos hasta quitármelos del todo. 

-Pues juguemos.

Jude ajusta el vibrador a la mínima posición y lo pone directamente encima de mis bragas. Es notar esa vibración, y todo mi cuerpo responde medio temblando. Siento la excitación abrirse paso a través de la parte baja de mi vientre y como se acumula en esos puntos donde él pasa el vibrador, pues no lo ha dejado quieto sino que está torturándome en cada centímetro de mi sexo. 

-Te estás mojando las bragas, Lorena. Te las voy a tener que quitar.

Sus dedos agarran el borde de mi ropa interior y la desliza hasta quitármela del todo. Siento como mi clítoris palpita con desesperación ansiando que él me toque. Sus manos suben por mis muslos. El contacto de estos con mi piel, me hacen arquear las caderas buscando que deslice más arriba su mano. Sus dedos se mueven de forma dolorosa por la cara interna de mis muslos y cuando creo que los va a posar en mi clítoris, es el consolador quien lo hace, arrancándome un buen gemido en cuanto noto la vibración.

-Oh, joder -es lo único que se me ocurre decir cuando él empieza a moverlo muy despacio.

-Yo también me tocaba pensando en ti, Lorena. Cada puta noche imaginaba que eran tus dedos los que lo hacían y tus manos donde me corría. 

Sus palabras provocan un estremecimiento, pues de imaginarlo, el deseo se acrecienta y se apodera de mi cuerpo con desesperación. Uno de sus dedos roza mi abertura, solo es un pequeño toque pero que provoca en mi un calambrazo, mientras sigue moviéndolos de arriba a abajo sin entrar del todo.

-¿Por dónde crees que te correrás antes? -el tono de voz de Jude me excita aún más de lo que estoy, y más si su rostro muestra tanta concentración en lo que hace- si por el consolador o por mi dedo.

Es decir eso y parece que sus manos cobran vida. Jude empieza a mover el consolador, el cual ha decidido poner en la siguiente posición, abandonando mi clítoris para que el resto de mi sexo obtenga la misma atención. Lo recorre de arriba a abajo, entreteniéndose bien en mis pliegues, y rozando apenas mi abertura.

-Quítate la camiseta, Lorena. Necesito ver tus tetas.

Hago lo que me pide a duras penas, pues toda mi atención se concentra en la parte baja de mi vientre, esa que está recibiendo tanto esmero por su parte. Dejo la camiseta a un lado y al momento, mis pezones se ponen erectos y duros, más si Jude los mira saboreando sus labios al hacerlo. 

-Dámelas que las bese. 

Jude se inclina hasta tener su boca a pocos centímetros de mis pechos. Hago lo que me pide y se las ofrezco, juntándolas una con la otra. La punta de su lengua le da a uno de mis pezones un lametón que me hace de nuevo estremecer.  Jude alterna su lengua entre uno y otro pezón. Me los chupa y succiona ávido de ellos, e incluso se atreve a morderlos, lo que me provoca gemir aún más fuerte.

-Oh, por dios, Jude -mi cuerpo entero se retuerce a causa de su toque. Oleadas de placer me invaden sin que pueda ni quiera hacer nada por evitarlo. 

-¿Te aburre el juego, nena?

-¡No, por favor!

Su boca va descendiendo por mi estómago, con pequeños y sutiles roces que me encienden aún más. Jude deja su rostro inclinado justo encima de mi palpitante clítoris. Estoy deseando que haga algo. Que me toque o que me bese ahí abajo. Me da igual. Un guiño de ojos de su parte, no me prepara para lo que se avecina, su lengua hundiéndose entre mis pliegues. Él empieza a moverla con destreza de arriba a abajo durante segundos, en los cuales se dedica a repasar cada centímetro de mi sexo. Mi clítoris es chupado por sus labios, envolviéndolo con ellos y succionándolo como si fuera una golosina. Sus dedos abren bien mis pliegues para que su lengua pueda penetrarme mejor.

De pronto, siento una pequeña invasión en mi abertura, percatándome de que es el consolador, el cual Jude, va introduciendo poco a poco, hasta estar completamente en mi interior. Comienza a moverlo al mismo ritmo que las embestidas de su lengua.

-Oh, Santo Dios -balbuceo cuando sus dientes mordisquean mis pliegues, a la vez que tira de ellos para atraparlos de nuevo entre sus labios.

Me siento cada vez más húmeda, algo que atestigua el hecho de que el consolador resbala cada vez que sale de mi interior, para penetrarme otra vez con él, a un ritmo frenético.

- ¿Te gusta así? -Jude aún sigue con su tono burlón, pero, se lo voy a perdonar porque estoy disfrutando con todo lo que me está haciendo.

-Oh, si, joder -le contestó con poca coherencia, pues las oleadas de placer me están poseyendo por completo incapacitándome el poder hablarle con claridad.

-Eso es lo que te voy a hacer después de que te corras. 

Jude introduce el consolador hasta casi el fondo. Arqueo mi espalda al recibirlo, concentrada en todo el placer que estoy recibiendo por su causa. Él vuelve a probarme con su boca. Se sumerge en mis pliegues frotando sus labios con cada parte de él, siendo sus movimientos cada vez más erráticos.

-Lorena, vamos, puedo sentir como de tensa estas. Déjate llevar y explota de una vez.

El calor de sus dedos se suman a los de su boca. Todo mi sexo recibe sus atenciones. Su boca en mi clítoris. Una de sus manos taladrándome con el consolador y el resto de sus dedos, frotando mi abertura.

Esto es una fantasía.

Una que me hace tensar mi cuerpo y explotar en cuanto el orgasmo se apodera de mí. Este viene en oleadas. Una por cada parte que está siendo invadida. Contraigo mis piernas e incluso las abro aún más, con lo cual, el consolador y los enérgicos movimientos de Jude, me hacen gritar en exceso. Todo yo es un amasijo de nervios, jadeos y mordidas de labios con tal de no elevar mi tono de voz.

Me dejo caer en la cama, intentando recuperar la respiración. El orgasmo me ha dejado exhausta y no soy capaz de pensar con coherencia. Abro mis ojos y lo que veo al hacerlo, me deja perpleja y a la vez, excitada. Jude ha dejado el consolador a un lado y agita entre sus manos otro objeto. 

-¿Creías que me había olvidado de las esposas?

Apenas soy capaz de moverme, intentando tragar saliva pues la garganta se me ha quedado muy seca. Pronto, él atrapa mis manos poniendo cada una de ellas en esas esposas que engancha al cabecero de hierro de mi cama. El deseo vibra en cada parte de mi piel, erizándose esta cuando él pasa uno de sus dedos por mi garganta, deslizándolo poco a poco hasta hacer un camino hacia mi ombligo.

-¿Sabes? verte así, desnuda, tan expuesta y dispuesta para mi es una fantasía. Estoy tan duro que no sé por donde voy a empezar a follarte.

Sus rudas palabras van acompañadas por una sonrisa arrogante. Asisto en silencio a como él se despoja de su ropa quedándose desnudo frente a mi. Sus marcadas venas llaman mi atención, siendo las que surcan su miembro las más fascinantes. Jude se sube a la cama colocándose entre mis muslos. Los abre pasando su mano entre ellos, sin querer rozar la unión de estos. Mis gemidos llenan la habitación, estando como él me ha descrito, dispuesta y deseosa de él.

-Respetaré tu convalecencia y no te daré bien duro, pero, vas a gritar, pequeña.

Arqueo una de mis cejas dispuesta a contestarle cuando él arremete contra mí, embistiéndome de forma certera. Grito y chillo a causa de su inesperada acometida, tirando de las esposas, las cuales me sirven de apoyo para arquear mi espalda.

-Que bonita eres, joder.

Jude marca un ritmo pausado y a la vez desesperado dentro de mi. Es cierto que no quiere ir muy deprisa por miedo a dañarme, pero eso no le impide, penetrarme profundamente y salir de nuevo, provocándome varias veces con este movimiento.

-Jude.

Grito su nombre enloquecida cada vez que sus erráticas embestidas, marcan mis paredes. Jude me agarra de las caderas, hundiendo sus dedos en ella, y tirando de mi. Su posición de rodillas le permite pegar su pelvis con la mía, golpeándome una y otra vez con ese constante ritmo que me tiene enloquecida.

-No puedo más, maldito.

Una arrogante carcajada sale de su boca, por mis palabras y por como muevo las esposas. Es algo frustrante estar amarrada de esta manera y no poder tocarlo. Pero, cuando él arremete de nuevo con ese demente ritmo, no puedo evitar dejarme llevar y rendirme. 

El orgasmo me posee de forma rotunda, tomando cada parte de mi cuerpo. Sus gruñidos de placer, compiten con mis gemidos, los cuales reverberan en las paredes de mi habitación. El cosquilleo que se forma en mi vientre, me destensa cuando el placer me hace estallar. Jude echa su cabeza hacia atrás, dejando su marca en mi. No ha querido aguantar más y se ha venido conmigo.

Nuestras respiraciones, intentan acompasarse y dejar de estar tan agitadas. Recibo una sonrisa por su parte, mordiendo mi labio inferior al percibir su intensa mirada aún sobre mi.

-Me parece que las esposas me las voy a llevar a mi casa. 

📆 UNA SEMANA DESPUÉS

Luara me llamó cuando estaba entregando mi parte de alta en administración, para que fuera a verla a su casa. Pensaba esperar a que Jude terminara de entrenar para irnos juntos, pero su voz tenía tanta desesperación, que le dije a mi novio que me recogiera en casa de ella cuando terminara. 

Me bajo del ascensor y no tengo ni que llamar al timbre, cuando Luara me abre la puerta con el rostro desencajado. Tira de mi sin casi saludarme y me arrastra hasta el comedor.

-Pero, ¿Qué te pasa? -le pregunto preocupada al ver sus mejillas coloradas y como sus ojos están hinchados. 

-Que me parece que estoy embarazada. 

No sé ni que contestarle a sus palabras. Ahora entiendo porqué quería verme con tanta prisa. Mi amiga se arroja a mis brazos, sollozando con mucha angustia. Trato de calmarla como puedo pero sinceramente, no sé lo que hacer para que se sienta mejor. Unos eternos minutos después, ella por fin se separa de mi, llevándose la mano a la boca.

-¿Te has hecho la prueba? -le pregunto a lo que recibo una negativa por su parte.

-Llevo una semana que no me baja la regla. Y cuando lo del Tapersex, Brahim y yo lo hicimos en el coche sin protección. Dios, Lorena, estoy muy asustada -pongo mi mano en la mejilla de mi amiga acariciándola muy despacio e intentando transmitirle calma.

-Vale, tranquila. Lo primero es que te hagas un test de embarazo, y después ya veremos.

-He comprado uno, Lore. Está en el lavabo y no me atrevo a hacerlo sola -su tono de voz tan alterado me hace tomar las riendas de todo y ser la que ponga coherencia en todo esto.

-Y has hecho bien en llamarme. Estoy contigo, Lua. Venga, vamos a hacernos ese test.

Cojo de la mano a mi amiga para llevarla al baño. Al entrar en el, veo la prueba que descansa en la encimera, y sin dudarlo, la abro, sacando el envase y las instrucciones. Me sorprendo a mi misma por la seguridad con la que estoy encargándome de todo, pero es que mi amiga no está para pensar en nada.

-Pues cinco minutos y a esperar -me dice Luara mientras deja la prueba encima del lavabo. Ambas salimos del baño dirigiendo de nuevo nuestros pasos al comedor.

-No pensemos en eso, ¿vale? -le propongo sentándome a su lado en el sofá, para, segundos después, tomar sus manos entre las mías.

-De acuerdo -me admite ella con el tono de voz bastante cansado- ¿has encontrado ya piso?

-Casi. Hay dos que me gustan mucho y me falta que Mario vea uno de ellos, y si le da el visto bueno, creo que hasta me podría mudar en un par de semanas -Luara ladea su cabeza hasta mirarme fijamente haciendo eso que ella siempre hace, agudizar su mirada y fruncir el ceño.

-Algo no me cuentas -esbozo una pequeña sonrisa porque mi amiga me conoce bastante bien.

-Pues que una parte de mi, una muy tonta, esperaba que Jude me pidiera que me fuera a vivir con él, y como no lo ha hecho, me siento un poco... decepcionada -le admito encogiendo mis hombros a la vez que me dejo llevar por la melancolía con la que le hablo a Luara. 

-A lo mejor él no te lo dice porque piensa que quieres estar sola -opina ella dándome ese punto de vista en el que yo también había pensado- aunque, piénsalo bien, solo lleváis seis meses juntos, es pronto para irse a vivir juntos. Y también para tener un bebé.

Chasqueo mi lengua y aprieto la mano de Luara mientras los minutos pasan. En cuanto se cumple el tiempo estipulado para la prueba, ambas nos levantamos con la incertidumbre de saber que saldrá. Pero cuando entramos en el baño y el test refleja claramente una sola raya, Luara deja de contener todos los nervios que había aguantado y vuelve a echarse a llorar en mis brazos.

-¡Oh, gracias, dios mío, gracias! -exclama ella un par de veces haciéndome reír y todo por el dramatismo de sus palabras- prometo que de ahora en adelante, tendré más cuidado.

-No, Lua, no. Lo que tienes que hacer es ir al médico que te mande pastillas, que a ti y a Brahim os gusta vivir al límite. 

📆 POR LA NOCHE

Espero que Jude termine de hacerse un par de fotos con unos niños y ajusto mi chaqueta, pues la noche está refrescando. Hace solo media hora que terminamos de cenar en un restaurante cercano al Museo del Prado, un sitio que le recomendó uno de sus compañeros, y después mi novio se empeñó en que paseáramos por el Barrio de las Letras.

-Ya está, Lore -Jude pasa uno de sus brazos por encima de mis hombros para continuar con el paseo. Tengo que admitir que caminar entre las estatuas de escritores y poetas tiene su punto romántico. Uno que a lo mejor soy la única que veo- quería preguntarte una cosa.

-¿El qué? -busco su mirada ladeando mi cabeza mientras mantenemos un ritmo pausado y tranquilo, disfrutando del paseo, que de eso se trata.

-El domingo es el cumple de mi abuela, de la madre de mi madre. Cumple 80 años y va a hacer una pequeña fiesta, solo para la familia. Y me gustaría que vinieras conmigo.

Siento un escalofrío recorrer todo mi cuerpo y como los latidos de mi corazón empiezan a golpear mi pecho de forma furiosa. Un zumbido en mi oído me aleja de todo lo que pasa a mi alrededor intentando procesar lo que Jude me acaba de pedir. 

Volver a pisar el Reino Unido. A un lugar cerca de Birmingham, que quizás es la ciudad que más odio del mundo. De donde tuve que huir o corría el riesgo de que mi salud mental se desquebrajara aún más. Me prometí que jamás volvería a pisar el país. Que jamás respiraría ese aire. Pero, tuve que salir con un británico que quiere que conozca a su familia y que falte a mi promesa, aún a riesgo de que yo sufra en el intento.

-Lore, ¿me has escuchado? -la voz de Jude me hace volver de mi letargo e intentar sonreírle escondiendo lo que realmente me sucede.

-Si, perdona. Estaba pensando en lo que me has dicho -le respondo sin mentirle pero sin querer contarle nada.

-Ya sé que una vez me dijiste que Birmingham te da ganas de vomitar, pero ni siquiera iremos allí. Estaremos en la ciudad donde nací. Y a mi abuela se muere por conocerte, bueno, no en el sentido literal...

Detengo mis pasos al escucharlo hablar tan atropelladamente. Sé que lo hace porque está nervioso y porque espera que mi respuesta sea afirmativa y acepte ir con él. Sería un gran esfuerzo por mi parte. El enfrentarme a todos mis miedos, de algo que pasó ya hace más de un año. Me muerdo el labio de forma nerviosa mirando a este chico, este que siempre me hace sentir tan única. Y tan suya.

-Me encantará ir contigo al cumpleaños de tu abuela. 

*** El que avisa no es traidor, y se acabó la calma...

RETO NÚMERO DOS: os propongo otro reto para que no os aburráis. Si este capítulo, de aquí al domingo llega a los 200 votos (si 200, no estoy loca), al día siguiente subiré otro capítulo en agradecimiento por darle a la estrellita. Y creedme, después de leer el capítulo del domingo, querréis leer el lunes el siguiente. 

Así que, OS RETO¡¡¡ ***

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