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20. Y que todos se den cuenta

-Ve tu primero, así nadie se dará cuenta de que nos hemos ido juntos. 

El tono de voz de Lorena se no quiere decir eso. Lo sé por como de nerviosa me habla y como parece rehuirme con la mirada. Decido darle cierta intimidad para que se vista, colocándome bien el chaleco mientras salgo de la tienda, abriendo la cremallera. La música está en su punto más álgido, aunque hay muchas parejas deambulando por esta zona. Respiro el aire fresco de la noche y sonrío feliz. Lo hago porque acabo de vivir uno de los mejores momentos de mi vida. Y ella piensa que no le estoy dando la importancia que se merece a lo que hemos hecho. 

Segundos después, me giro para ver si ella ha terminado de arreglarse. Lorena aparece abandonando la tienda, y es entonces cuando alza su mirada para percatarse de mi presencia, que le ofrezco mi mano para ayudarla a salir. Lorena me mira algo sorprendida por lo que hago, pero, la determinación de mi gesto la hace agarrarse a mi. En cuanto lo hace, tiro de ella hasta aprisionarla con mi cuerpo.

-Mejor volvemos juntos. Así todo el mundo se dará cuenta de que lo estamos -intento contener una sonrisa al ver su expresión perpleja tras mis palabras, y aliviado al ver que no hace ademán por zafarse de mis brazos. 

-Pero, Jude -protesta ella mostrándose algo nerviosa por lo que le pido.

-Estamos juntos, ¿verdad? -intento que el tono de voz tras mi pregunta sea tranquilo y sosegado y no muestre la desesperación que siento por el hecho de que ella me diga que no. Pero Lorena me sonríe y acaba poniéndose de puntillas agarrándose a mi cuello.

-Si, estamos juntos. 

Sus labios impactan con los míos esta vez de una manera lenta. Los besos que le he dado antes no han hecho sino hinchar aún más sus labios y que estos luzcan muy rojizos. Acaricio los suyos con los míos saboreando su boca y dejando que sea ella la que lleve el ritmo. Pego de nuevo mis caderas a las suyas y acabo poniendo mis manos en su cintura abrazándola contra mi pecho. Sentir la calidez de sus labios y como se amoldan a los míos, hace que todo mi cuerpo responda de nuevo a ella y lo que Lorena me hace sentir. Un jadeo suyo muere en mi garganta, cuando mis dientes atrapan su labio superior y tiro de él suavemente, hasta separarme de ella. 

-Lorena, pero es estar juntos, de salir -su boca se abre dejando que un pequeño gemido salga de ella. Esta vez es Lorena la que toma mis labios y me besa con desesperación, como si nunca lo hubiéramos hecho. Bajo mis manos hasta posarlas en sus caderas y tirar de ella para pegarla más a mi. Lorena hunde su lengua en mi boca buscando la mía, la cual toma acariciándola con la punta de la suya. Mis labios succionan los suyos y tiro de ellos para chuparlos con las mismas ansías que ella.

Esta vez, cuando nos separamos con la respiración agitada, recibo una sonrisa de ella, una que no hace sino incrementar aún más, los alocados latidos de mi corazón. 

-Vaya, cuando creo que no puedes sorprenderme más, lo haces, Jude. 

Le guiño un ojo en respuesta a sus palabras. Me coloco detrás de Lorena rodeándola con mis brazos, dejando que su espalda descanse sobre mi pecho. Caminamos así, de esta manera, para volver a la fiesta. Con pequeños pasos lentos y nada presurosos que nos llevan a detenernos de vez en cuando al no estar acostumbrados al bosque y a la oscuridad de la noche. Ella se ríe cuando tropezamos con alguna piedra mientras caminamos así de juntos. 

-Eres muy patoso, Jude, me vas a tirar -Lorena no para de reír por mi torpeza, algo que en vez de molestarme me divierte.

-Y tú eres muy pequeña. Tengo que agacharme para poder guiarte -la pego más a mi pecho cuando casi estamos llegando. La música se escucha cada vez más fuerte, aunque ya no hay tanta gente en la pista de baile como había antes.

-Antes no te quejabas tanto de que fuera pequeña -subo una de mis manos y acabo haciéndole cosquillas en los costados mientras ella se retuerce entre mis brazos. 

-Ni tú tampoco, que aún suena en mi oído tú Más, por favor -no puedo evitarlo y me pongo a reír aún caminando con ella entre mis brazos. 

-Ay, por favor, que vergüenza -siento cual abochornada está por la forma en que se aferra a mis brazos. Me acerco a su oído y después de darle otro beso en el cuello le susurro las palabras que tanto deseaba decirle.

-Me ha gustado mucho estar contigo -detengo mis pasos y dejo que ella se dé la vuelta para mirarme. Podría decirle tantas cosas. Tanto que he sentido estando juntos. Todo lo que hemos compartido y tanto que Lorena ha provocado en mi.

-A mi también -su mirada se torna brillante cuando se posa en la mía. Sus labios aún siguen hinchados y sus mejillas están rojizas. Me inclino para besarla de nuevo cuando la voz de Brahim me desiste de hacerlo. 

-¡Ei, Bellingham! -me aparto de Lorena sin dejar de abrazarla. Brahim viene hacia nosotros de la mano de Luara, quien nos mira a ambos bastante divertida.

-¿Qué pasa, tío? -le contesto cuando están ya a nuestra altura.

-Nosotros nos vamos, ¿os venís? -nos propone señalando la zona donde antes él dejó su coche. 

-¿Tú quieres irte? -miro a Lorena quien se ha refugiado en mi pecho mientras hablamos. Ella asiente con su cabeza y después, vuelve a esconderse en mi cuerpo, deslizando sus manos por mi cintura y afianzándolas en ella como si lo hubiera hecho toda su vida. Y maldita sea si no se siente de puta madre estar así con Lorena- pues, vámonos.

Caminamos detrás de Brahim, con ella tan abrazada a mi que pareciera parte de mi cuerpo. Durante el trayecto, me despido de algunos compañeros y conocidos, los cuales fijan su mirada en Lorena observándola con curiosidad. 

Una chica morena, con un vestido bastante apretado y un escote que casi lo muestra todo, nos corta el paso impidiéndonos avanzar. Le da una mirada asqueada a Lorena, que provoca que ella se enderece y clave sus dedos en mi cintura. 

-¿Te haces una foto conmigo, Bellingham? -ella se muerde los labios mientras me mira, haciéndolo de una forma que me revuelve el estómago. Porque odio tanto que las tías me miren así. 

-Lo siento, no es el momento -le respondo intentando apartarla de delante nuestra de la forma más educada posible. 

-Solo una foto, por favor. Que nos la haga ésta -la morena hace un gesto de desagrado señalando a Lorena, uno que no hace sino aumentar mi enfado.

-Ya te he dicho que no, tía. Y esta es mi chica, así que, no le hables así.

Ahora si consigo apartarme de ella y dejarla con su evidente estado de embriaguez encima. Miro a Lorena la cual me muestra una sonrisa tan preciosa, que juro que podría derretir toda la nieve de Alaska.

-¿Tu chica? -me pregunta ella mientras nos detenemos, pues Luara ha entrado dentro de la casa a buscar su chaqueta y la de Lorena. 

-Así es, pensé que te había quedado claro cuando te dije que estábamos juntos -mis palabras suenan rotundas y sinceras cuando se las digo, pues es lo que siento y lo que quiero de ella.

-Bueno, si tenía alguna duda, ya me la has aclarado tú. Gracias -ella aprieta sus labios conteniendo otra sonrisa, y esta vez lo hace con una expresión emocionada a la que doy gracias que tenga, pues no querría yo haberle dicho algo que la molestara. 

-No te digo mi chica como si fueras mi posesión -le aclaro para que no haya ninguna confusión por su parte, porque lo único que me faltaría es empezar de esta manera con ella. 

-Lo sé, Jude -me responde ella en un tono calmado, a la vez que de su boca sale un pequeño suspiro- nena. Mi chica. Cuando tú lo dices es tremendamente sexy.

Ahora soy yo el que sonrío después de sus palabras. Sus mejillas adquieren un tono rosado al decírmelas y sus labios se mojan uno contra el otro mientras ambos nos mantenemos la mirada. Y que mirada, joder. Podría perderme toda la vida en el azul de sus ojos y no desear regresar nunca. Bajo mi boca hasta alcanzar su oído, dejando un pequeño beso en el lóbulo de su oreja antes de hablarle.

-Nena, tú si que eres lo más sexy que he visto en mi vida.

Me separo de ella después de dejarle otro beso en el cuello, algo que consigue hacerla estremecer por la forma que temblequea en mis brazos. Luara aparece con las chaquetas y le tiende la suya a Lorena. Antes de ponérsela, ella revisa sus bolsillos para comprobar que tiene las llaves, el móvil y su monedero. En cuanto se la abrocha, emprendemos el camino hacia el coche de Brahim, el cual está bastante cerca de la casa. 

-¿Ya os vais? -Camavinga detiene nuestros pasos cuando estamos casi llegando al aparcamiento. Su mirada va de Lorena a mi y por la expresión de su rostro, sé que quiere saber que está pasando entre nosotros. Porque aquí el francés es cotilla por naturaleza y uno de los que más ha insistido en saber que pasaba entre ella y yo. 

-Si, tío -le respondo dándole un pequeño golpe en el hombro, pero sin soltar a Lorena- gracias por la fiesta. Nos lo hemos pasado muy bien.

-De eso se trataba -responde él para, a continuación, fruncir el ceño- ¿vosotros dos...?

-Si, estamos juntos -le contesto cortando así su pregunta y sus especulaciones. Pues ni él ni nadie necesita saber nada más. 

 Afianzo más mi agarre en ella importándome una buena mierda que nos miren. Porque yo no tengo nada que esconder.

Y menos la voy a esconder a ella. 

📅 MÁS TARDE

-Venga, Brahim, si no tienes ni que salir del coche -Luara le ruega a su novio por tercera vez que pare en el Burguer King porque se le ha antojado un helado.

-Dios, está bien. Lo hago por no oírte -Brahim chasquea su lengua un par de veces y toma una de las salidas que nos llevan al restaurante de comida rápida para satisfacer los deseos de su novia.

-¿Tú también quieres un helado? -Lorena lleva recostada en mi pecho desde que nos sentamos en el coche. Desde que le dije que estábamos juntos, las barreras entre nosotros han caído y ya no hay distancia que nos separe.

-Pero con chocolate caliente -su mano se pierde en mi cintura agarrándose a ella como si fuera algo que hemos hecho siempre.

-Mañana me gustaría llevarte a un sitio -acaricio su mejilla muy despacio disfrutando de la calidez de su piel, esa que he tocado esta noche y de la que ni mucho menos me he saciado del todo.

-¿Dónde? -Lorena busca mi mirada, esbozando una pequeña sonrisa tras su pregunta. 

-Es una sorpresa, pero estoy seguro de que te va a gustar -recibo de nuevo, una dulce sonrisa de su boca, una que hace que los putos latidos de mi corazón choquen en mi pecho una y otra vez por su culpa. 

-¿Y qué me pongo? no quisiera ir yo en chándal a un sitio bonito -una pequeña carcajada sale de su garganta nada más decirme sus palabras. 

-Ropa cómoda. Solo estaremos tú y yo -Lorena levanta su mirada y tuerce la boca en una sonrisa. Acerca sus labios a mi mejilla dejando un beso en ellos, uno que hace que esa parte de mi piel cosquillee a causa de su caricia.

-Tú y yo suena tan bien.

Su mirada lo dice todo. Aún recuerdo la primera vez que la vi. Salía tan alterada de aquella sala que ni siquiera me vio. Pero yo si la vi. Me llamo tanto la atención como su rostro lucía tan molesto. Con esas mejillas encendidas y su labios fruncidos. Chocó conmigo y tenerla en mis brazos evitando que se cayera, creo que es una de esas sensaciones que no voy a olvidar en la vida, como tenerla ahora aquí refugiada en mi pecho.

Brahim detiene el coche al lado de la ventanilla de Burguer King. Pide un par de helados, llevando uno de ellos el chocolate caliente que Lorena quería. En cuanto nos dan nuestros pedidos, el malagueño aparca en un lateral del restaurante para que las chicas puedan comerse su dulce.

-¿Quieres? -Lorena me ofrece helado con su cuchara, algo que acepto acercando mi boca para que ella pueda darme. El sabor del helado con el chocolate es delicioso, más si sus ojos miran mi boca mientras lo saboreo.

-A riesgo de meter la pata... -Luara comienza a hablar haciendo que ambos apartemos la mirada el uno del otro para centrarnos en la morena- ¿estáis...?

-Juntos -le respondo yo viendo como ella luce una pequeña sonrisa tras mis palabras.

-Oh, genial, ya sabía yo que ese vestido iba a ser la bomba -Luara comparte una sonrisa cómplice con su amiga que hace que ambas se rían a carcajadas. 

-¿Algún antojo más que tenga la señorita? -le pregunta Brahim a su novia chasqueando su lengua con fastidio.

-Pues mira, si, me apetece dormir en tu casa, pero que si también eso te molesta, me voy a la mía -Luara alza una de sus cejas como si quisiera provocar a Brahim, algo que no consigue a juzgar por como él la mira.

-Peque, tú a mi no me molestas en la vida. Yo nací para servirte, amor.

Las palabras del malagueño provocan en Luara una gran sonrisa, así como una pequeña carcajada nerviosa dirigida hacia su novio. En cuanto las chicas se terminan el helado, Brahim arranca el coche y emprendemos el camino de vuelta a casa. A Lorena la vamos a dejar primero, por ser la que vive más cerca. Durante el trayecto, ella apoya su cabeza en mi pecho, dejando que la abrace mientras puedo sentir los calmados latidos de su corazón. Estar así con ella me parece de lo más natural, como si fuera algo que siempre hubiéramos hecho. La siento tranquila y relajada. Sus dedos se entrelazan con los míos y puedo escuchar como suspira un par de veces.

 Y lo que no sabe, es que yo estoy igual que ella.

Minutos después, llegamos a su casa, y me bajo del coche para acompañarla. Lorena se despide de Brahim y Luara, para, segundos después abrir la puerta y dejar que yo entre dentro para despedirnos sin público, aunque bueno, mi amigo ya está comiéndole los morros a su novia en cuanto nos hemos puesto un pie en el suelo.

-¿Te viene bien mañana a las 19.00? -pongo mis manos en su cintura y espero su respuesta mientras mi boca se acerca a la suya.

-Si, me parece bien.

Mis labios presionan los suyos probando de nuevo su boca. Siento como estos tiemblan y se abren despacio, dejando que su sabor impregne los míos. Mi lengua se abre paso a través de sus dientes buscando la suya, esa que tanto quiero acariciar. Sus manos se deslizan por mi cuello poniéndose de puntillas para poder alcanzar mejor mi boca. Nos besamos lentamente, explorándonos el uno al otro sin prisa ninguna.

 Besarla se está convirtiendo en una adicción. En una locura cuando tomo su boca buscando como marcar cada centímetro de sus labios. Me separo de Lorena rozando mi nariz con la suya sabiendo que llega ya el momento de la despedida. Y mis ganas de dejarla son las mismas que de hacer una semana de entrenamiento físico.

-Lorena, ¿Te compraste ese vestido para seducirme? -le doy una sonrisa juguetona tras mi pregunta que no hace sino hacerla reír y que ella se muestre hasta algo tímida tras mi pregunta. 

-Te mentiría, pero, si. Lo hice. 

Busco su boca y la beso de una forma lenta, disfrutando del sabor del chocolate que aún está en impregnado en ella. Al separarme, repaso sus labios con la punta de mis dedos notando cuan hinchados aún siguen. Solo tengo que alzar mis ojos para mirarla y perderme en esa mirada que está causando tantos estragos en mi y en cada parte de mi cuerpo. 

-Pues te funcionó, nena.

*** El capítulo de hoy se lo quiero dedicar a aamaandaa23, Espero que te haya gustado y te haya quitado un poco el sufrimiento por el final del capítulo anterior. Muchos besos para ti, bonita ***

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