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19. Samhaim

📅 SÁBADO POR LA NOCHE

Agito mi vaso pensando en ir a llenarlo de nuevo. Esta bebida a base de ron y moras está tan deliciosa que con una no tengo bastante. Luara rodea mi hombro con uno de sus brazos, balanceando sus caderas para que yo haga lo mismo.

-¿Te arrepientes de haber venido? -me pregunta ella por encima de la música, la cual está a un volumen bastante alto, pero que permite las conversaciones.

-Solo por esta bebida de dioses, ya merece la pena -choco mi vaso con el de ella mientras escuchamos como la gente de nuestro alrededor levanta sus manos a petición del dj.

-Están aparcando. Viene con Brahim en su coche. En unos minutos estará aquí. 

Luara me da un beso en la mejilla mientras yo me bebo la bebida hasta el fondo deseando ir a por más. Aproximadamente estaremos aquí unas 200 personas, las cuales son amigas de Camavinga, de sus hermanos y de algunos de los jugadores que pronto vendrán. De hecho, he visto a Aurelien, el cual me ha saludado antes de perderse por el bosque.

La fiesta se celebra justo en la parte de atrás de una casa de madera de la Sierra. Está algo escondida y por lo que me enterado, su alquiler vale una pasta precisamente para preservar la intimidad de quienes la alquilan. Lo que más me ha llamado la atención, es que hay unas tiendas de campaña un poco pijas, algo más alejadas de donde tiene lugar la fiesta. Luara me ha dicho que están puestas ahí para lo que surja, y me puedo imaginar que pronto se llenarán. 

Luara recibe un mensaje de Brahim y se separa de mi para ir a su encuentro. Mientras, yo voy hacia la barra que hay justo en una de las esquinas para pedirle al camarero que me rellene el vaso de ron con moras. Muevo mis caderas al ritmo de la música, llevándome una de las manos al cuello para acompañar mis movimientos. Intento calmar los latidos de mi corazón sabiendo que él pronto vendrá y no sé como va a reaccionar cuando me vea, aunque, sinceramente, como que me da igual.

-Aquí tienes, guapa -el camarero me guiña un ojo cuando me da la bebida, algo que me hace sonrojar. Le doy las gracias y me giro para apoyarme en la barra esperando que venga Luara.

Algunas personas tienen en la mano barras fluorescentes que mueven de un lado a otro, dándole a todo esto más un aspecto de una rave que una fiesta de "brujas". De nuevo me dejo llevar por la música moviéndome lentamente de un lado a otro. Apenas tengo frío gracias a este brebaje que tan rico sabe. Hasta que llega el inevitable momento.

-Lorena -ladeo mi cabeza mientras muerdo mis labios. Jude, efectivamente, acaba de llegar. Luciendo tan perfecto y tan atractivo como solo él sabe. Pantalones negros pegados. Un jersey del mismo color y un chaleco gris con capucha, completan su atuendo. Me mira sin poder creerse que estoy aquí algo que estoy disfrutando solo de ver su expresión tan perpleja.

Pero lo que más me hace temblar es como su mirada se demora en cada parte de mi cuerpo, pareciendo disfrutar de lo que ve, es decir, a mi.

-Hola, Jude -le contesto ignorándolo para centrar mi atención en mi vaso de bebida. 

-¿Qué haces aquí? -me pregunta sin poder quitar el gesto de sorpresa de su rostro.

-¿Y qué haces tú? -ladeo mi cabeza siendo yo la que le pregunto ahora. No le da tiempo a responderme cuando Luara me agarra del brazo y tira de mi hasta poner más distancia entre nosotros.

-Ha venido conmigo -le responde ella alzando su barbilla en tono desafiante- por lo menos yo si he sido capaz de invitarla porque ella si es algo para mi.

Intento reprimir la sorpresa tras las palabras de mi amiga y dejo que ella me arrastre hasta la improvisada pista de baile, alejándonos de los chicos.

-Oh, dios, Luara -le digo agarrándome de su brazo sin apenas contener la risa- no me atrevo ni a mirarlo.

-¡Que le den! las verdades, a la cara.

Bebo de mi vaso procurando no darme la vuelta para mirarlo, pues sé que si lo hago, toda esta confianza y determinación que tengo en mi misma, se vendrá abajo rápidamente. Ambas nos integramos en la fiesta bailando con los demás. Alzo una de mis manos al cielo y la muevo de un lado a otro mientras contoneo mis caderas. Me siento libre y me siento bien, y esta noche paso de dramas, solo quiero disfrutar. Porque me lo merezco después de todo lo que he sufrido. 

-Anda, vamos con los chicos -me pide ella agarrándome del brazo, minutos después de estar aquí bailando.

-Vale, pero voy porque se me está acabando el licor -agito mi vaso de un lado a otro ganándome una carcajada de parte de mi amiga.

-¿Cuántas te has bebido ya?

-No sé...creo que este es el tercero, pero ya sabes, no hay tres sin cuatro.

Luara aprieta sus labios pero acaba estallando en una carcajada después de mis palabras. Brahim está con Jude, con Fran García y con Eduardo sentados en una de las mesas de madera, muy cerca de la barra. En cuanto llegamos, mi amiga se arroja a los brazos de su novio y en ese momento me doy cuenta de que la he perdido. 

El británico no deja de mirarme con cierta molestia en su rostro, algo que me da exactamente igual. 

-¿Te puedo hacer una pregunta? -me dice Eduardo mirándome de arriba a abajo- pero es una curiosidad estética.

-Claro -le respondo terminando de beberme mi bebida y lanzándola a la papelera de al lado.

-¿Llevas sujetador? -no me da tiempo ni a contestarle cuando Jude le da una colleja bastante fuerte a Eduardo que le hace revolverse y quejarse con el británico- ¿porqué me pegas, joder?

-Otra pregunta de esas y mañana te recoge a ti también el camión de la basura -la amenaza de Jude hace que el pobre francés se disculpe conmigo, aceptando yo sus disculpas sin ningún problema.

-Toma, guapa, que ya he visto que se te ha acabado -el camarero de la barra pone en mi mano un vaso de ese ron con moras tan bueno que me estoy tomando. 

-¡Gracias! -le correspondo con una sonrisa y en cuanto se da la vuelta, arrojo el contenido de la bebida al suelo ante las miradas de asombro de los tres chicos.

-¿Porqué has hecho eso? -me pregunta Fran bastante alucinado.

-Porque nunca acepto una bebida que no haya visto como preparan delante de mi, y menos una bebida de un desconocido.

Llevo mis manos a mis brazos y me los acaricio un par de veces pues todo esto me ha hecho recordar un puto y malo momento de mi vida que por más que quiera no se me olvida. 

-Me voy a bailar.

Sin ni siquiera proponerles que me acompañen y sin mirar a Jude, me voy hacia la pista de baile para despejarme un poco y quemar toda esta adrenalina que corre por mis venas. Porque, o me alejo del británico o me pondré a llorar. Me integro con las personas que están a mi alrededor, dejándome llevar por la música y prometiéndome a mi misma que seré más fuerte de lo que soy.

Me muevo por inercia intentando contener mis nervios, y si, arrepintiéndome de estar aquí, pero, cuando siento unas manos alrededor de mi cintura, todo mi autocontrol se desvanece. No tengo que girarme para ver quien es, porque sé que es él. Dejo que me toque y que sus caderas se rocen con las mías. Me aparta el pelo de la coleta y deja un pequeño beso en mi espalda desnuda, uno que hace que toda la piel de mi cuello se erice. Decido girarme y encarar a Jude porque no pienso pasar dos semanas más tan incómoda como lo he estado con él. Pongo mis manos en su pecho mientras dejo que las suyas estén aún en mi cintura.

-¿Porqué no me invitaste a venir contigo a la fiesta? -Jude deja escapar un suspiro, echando su cabeza hacia atrás para mirarme de nuevo arrepentido.

-Porque no iba a venir. Este no era el plan que yo tenía para esta noche. Pensaba pedir hamburguesas con patatas de un sitio que hay al lado de mi casa e invitarte a cenar en mi coche en algún sitio donde pudiéramos ver las estrellas -no puedo evitarlo y sonrío ante su propuesta.

-Suena a planazo -deslizo mis manos hacia arriba dejándolas en su cuello mientras muevo mis caderas pegando más mi cuerpo con el suyo.

-Lo hubiera sido -Jude pasa su lengua por entre sus dientes, relamiéndose los labios mientras fija su mirada en los míos- pero ya que estamos aquí...

Jude pone sus manos en mis caderas y las baja hasta agarrarme el culo apretándomelo bien fuerte. El jadeo que sale de mi garganta, es devorado por su boca cuando él presiona sus labios con los míos. Esta vez no me besa tranquilo ni lento, son besos desesperados, de los que me roban el aliento cuando lo hace. Mi boca se abre recibiendo las acometidas de su lengua. Mis dedos se pierden en su cuello y mis caderas se restriegan a su pelvis, cegada ya por el deseo que siento por él.

Que tengo miedo. Lo sé.

Que lo deseo. También.

Pero, prefiero sucumbir a él que vivir toda la vida con miedo.

Jude deja de besarme fijando su mirada en mi. Como si me estuviera evaluando y decidiendo que hacer, o lo que yo le voy a dejar hacer. Mi agitada respiración hace que mi pecho suba y baje con rapidez. Su indecisión dura solo unos pocos segundos, hasta que toma una de mis manos para sacarme de la pista. Me dejo guiar por él. Confío en Jude y quiero dejarme llevar.

Nos alejamos de la gente. Del ruido y de la música. El bosque nos recibe y acabo apoyada en un árbol. Él eleva uno de sus dedos hasta posarlos en mi cuello. Muy lentamente, lo va deslizando hasta rozar mis pechos con ellos, haciendo que mis pezones se endurezcan tras la tela.

-Me gusta mucho este puto vestido, estás jodidamente sexy con él, Lorena.

Sus labios callan mi respuesta mientras siento su pelvis presionar contra la mía. Un gemido sale de mi garganta al sentir su erección en mi vientre y como deseo tenerla en otra parte de mi cuerpo. Su boca avasalla la mía con besos abrasadores que nublan mi razón. Me agarro a sus hombros por miedo a caerme cuando siento como levanta uno de mis muslos y le engancha en su cadera. Su mano se pierde por el, acariciándolo de arriba a abajo mientras siento la humedad impregnar mi ropa interior. 

Jude deja mi boca para besar mi cuello y succionar este con sus labios. Siento como lo muerde, lo que me lleva a agarrarme aún más fuerte y gritar su nombre consumida por el placer.

-Te deseo tanto -tres palabras me llevan a la locura. Tres que hacen que todo mi cuerpo vibre de ansías por él.

Me aparto para mirarlo y lo que veo en sus ojos no me asusta. Porque confío en él más que en mi misma. Durante segundos ambos nos miramos sabiendo lo que queremos. Aquí y ahora. Jude baja mi pierna y vuelve a tomar mi mano para llevarme hasta una de las tiendas de campaña que hay a unos metros. Mi corazón late presa de la anticipación y del deseo. 

Jude abre la cremallera de la tienda y tira suavemente de mi hasta estar los dos dentro de ella. No es muy grande pero lo suficiente para dos personas. Me dejo caer en el colchón para hacerle sitio a él. Siento los latidos de mi corazón azotándome en el pecho mientras mi respiración se agita aún más. 

-No sabes las ganas que tengo de desatar los nudos de ese vestido -el tono ronco de su voz envía una convulsión a mi vientre. 

Jude se inclina hasta poner sus rodillas en el colchón y toma los lazos que sujetan el escote de la sedosa prenda. Tira de ellos hasta deshacerlos del todo, bajando la tela hasta tener mis pechos al descubierto. Su salvaje mirada se torna aún más oscura, e intensa cuando mira el movimiento de mi pecho al respirar.

-Seguro que también son deliciosos.

Su lengua repasa sus labios haciendo que un jadeo quiera salir de mi boca. Una de sus manos se pone en mi estómago y me empuja con suavidad hasta hacer que me tumbe en el colchón. Pronto todo su cuerpo me aprisiona contra él, estando el mío temblando por su cercanía. Jude baja su cabeza hasta mis pechos y toma uno de ellos con su boca. Su lengua se enrosca en mi pezón con pequeños y precisos toques que desatan el placer en todo mi cuerpo. Un gemido escapa de mi garganta cuando él lo muerde suavemente. 

-¿Te gusta que te muerda? -sus dientes mordisquean mi pezón mientras su mano me apriete el otro. Asiento pues la presión de sus dientes en mis pechos es muy placentera- perfecto, porque a mi me encanta probarte.

Apenas puedo hablar consumida por el placer. Mi cuerpo se retuerce debajo de él ofreciéndole mis pechos para que haga lo que quiera con ellos. Su boca aún sigue poseyéndolos siendo su lengua la que toma el control lamiéndolos como si yo fuera su postre de esta noche. Mis pezones sufren las acometidas de su boca y mi vientre convulsiona con cada succión de estos. Mis pezones reciben pequeños toques por parte de su lengua, a la vez que sus dientes los arañan, entreteniéndose Jude bastante rato con ellos.

-Me resulta muy difícil separarme de ti ahora mismo. Lo quiero todo de ti, Lorena. 

Sus palabras impactan directamente en mi pecho, consiguiendo que este convulsione a causa de estas y de los alocados latidos de mi corazón. Él se incorpora hasta ponerse de rodillas y se quita el chaleco arrojándolo a un lado. Su camiseta sigue el mismo camino mostrándome esos definidos y apretados músculos que hacen que la boca se me haga agua pensando en recorrerlos con mi lengua. El sonido de su cremallera me hace bajar la vista y ver como también se deshace de sus zapatillas y de su pantalón, de donde saca un preservativo color rosa que reconozco como uno de los que nos han dado nada más llegar. 

-Me gustan las vistas -le digo por rellenar el nervioso silencio que se ha creado entre nosotros,  más por calmar los furiosos latidos de mi corazón.

-Yo llevo rato disfrutándolas. 

Él levanta su cabeza para regalarme una sensual sonrisa que no hace sino de nuevo, enviar un espasmo a mi vientre, uno que desea ser sofocado lo antes posible. Una oleada de deseo me recorre al contemplar como se deshace de su ropa interior. Cuando deja a la vista su miembro, mi boca ya clama por él. Su mano está sobre su pene acariciándolo despacio. Sus marcadas venas sobresalen a través de su piel y esa visión solo provoca que mis ganas se acrecienten. 

Jude se coloca entre mis piernas tomando mis rodillas. Las abre hasta colocarse en medio de ellas. Su salvaje mirada solo me provoca escalofríos y que mi garganta se seque pues la anticipación y el deseo me está matando. Sus dedos recorren uno de mis muslos deslizándose suavemente hasta la unión de estos. Los presiona por encima de mis braguitas, lo que me lleva a gemir ya sin poder contenerme. Él deja de tocarse y alza mi vestido hasta ayudarme a quitármelo. Estoy desnuda. Expuesta a él. Y a pesar de todo, nunca me he sentido tan segura.

-Joder, que bonita eres.

Sus palabras solo hacen darme aún más confianza. Llevo mis pulgares a mis braguitas y soy yo las que me las acabo quitando, dejándolas a un lado. Agradezco que sea de noche y que apenas esté todo iluminado, pues mi cuerpo esconde aún secretos que en este momento no deseo que él descubra. 

Sus dedos se posan en mi sexo, perdiéndose entre mis mojados pliegues. Arqueo mi espalda por inercia, saliendo al encuentro de esas caricias, esas que lleva a cabo con movimientos circulares que no hacen sino excitarme aún más de lo que lo estoy. Uno de sus dedos roza mi entrada, provocándome con él, pues solo lo introduce un poco, acariciándome alrededor.  Su pulgar presiona mi clítoris, mojándose él sus dedos pues parece querer tocar cada parte de mi sexo.

-Jude -jadeo su nombre retorciéndome en ese maldito colchón mientras mi pelvis se levanta buscando que acelere el ritmo de sus caricias. Mis temblorosos músculos lo desean. El querer estallar bajo el toque de sus dedos. 

-La primera vez, quiero te corras conmigo dentro.

Él aparta sus dedos de mi, causándome cierta frustración, una que escondo al ver como abre el preservativo y lo desenrolla en su pene. Mojo mis labios uno contra el otro, a la vez que paseo mi lengua por ellos. Su mirada se torna oscura y peligrosa cuando se posa en mi cuerpo, observándome como si yo fuera su premio de hoy. 

Él se inclina hasta casi cubrirme con su cuerpo. Levanto mi cabeza buscando su boca y casi chillo de placer al sentir sus labios sobre los míos besándome de forma tan rotunda. Su lengua, paladea la mía como si yo fuera su sabor preferido de helado. Siento su pene entre mis pliegues, rozándolos y frotándose con ellos, haciendo que el dolor que siento en mi vientre se intensifique.

-Jude -casi le estoy rogando. No puedo evitar temblar y desearlo. Querer tenerlo dentro de mi y acallar de una vez este fuego que amenaza con consumirme por su causa.

Su sonrisa algo malévola hace que todo mi cuerpo se retuerza. Solo tiene que inclinarse un poco más y llevar la punta de su miembro a mi entrada. Contengo el aliento cuando lo siento entrar. Cada parte de mi, se abre para él, para acogerlo y dejar que se entierre tan profundamente, que todo mi cuerpo temblequea desesperado.

-Dios, que caliente estás, joder, Lorena.

Apenas soy consciente de sus palabras. Oleadas de placer me invaden cuando él mueve su pelvis hasta hacer que choque con la mía. Me agarro a sus brazos casi clavándole las uñas en ellos. Los vaivenes de sus caderas me cortan la respiración, siendo mis latidos casi lo único que escucho.

Alzo mi pelvis queriendo salir al encuentro de las suya. Sus manos se anclan en mis caderas hundiendo sus dedos en ella. Avalanchas intermitentes de placer provocan los gemidos que mi garganta no quiere callar. La profundidad de sus embestidas son cada vez más rotundas y a cada segundo que pasa, deseo más de él.

-Más, por favor -apenas reconozco mi voz, esa que le está rogando y a la que él está atento dándome lo que le pido. 

Sus movimientos comienzan a ser más frenéticos, estrellándose una y otra vez contra mi piel. Mi cuerpo entero tiembla de deseo y se mueve al compás que él marca. Su fiera mirada sigue en mi, no ha dejado de hacerlo, de mirarme y de saborear mi boca cuando sus labios están a centímetros de los míos.

-Tan exquisita, joder.

Cada una de sus palabras, provocan que los latidos de mi corazón se aceleren y enloquezcan. Jude se desliza tan fácilmente dentro de mi que la contundencia de sus embestidas es algo que deseo una y otra vez.  Siento un espasmo en mi vientre y como un cosquilleo empieza a nacer en el.

-¡Jude! -mis manos se abrazan a su espalda y mi boca se hunde en su cuello en cuanto siento el rotundo y avasallador orgasmo que se apodera de mi.

Todo mi cuerpo convulsiona y tiembla. Estallo en mil pedazos cuando la tensión me abandona y es sustituida por el placer más absoluto. Siento como él echa su cabeza hacia atrás y su cuerpo entero se arquea. Su pene se aprieta y se hincha aún más dentro de mi. Su gruñido al correrse coincide con los últimos vestigios de mi orgasmo. Un escalofrío recorre todo mi ser cuando él se levanta dejando espacio para que pueda respirar.

-¿Estás bien? -me pregunta mientras intenta recuperar el aliento. Asiento con mi barbilla pues aún no soy capaz de hablar después de lo que ha pasado. Porque me siento viva y plena, pero a la vez siento un cúmulo de sensaciones muy difíciles de explicar. 

Jude sale de mi, dándome la espalda. Puedo escuchar como se deshace del preservativo y empieza a buscar su ropa con la respiración aún agitada. Busco mis bragas para ponérmelas sintiendo una frialdad en todo mi cuerpo, pues que él se aparte de mi, es algo que me produce cierta inquietud. Y antes de que él diga nada, prefiero facilitarle las cosas. 

-Ve tu primero, Jude, así nadie se dará cuenta de que nos hemos ido juntos.

*** Este es mi segundo capítulo favorito, por razones obvias. Y esta es una de mis escenas favoritas de sexo de todas las que he escrito. Espero que hayáis disfrutado el capítulo, porque a partir de aquí, se abre la veda y vais a tener mucho contenido adulto, porque vosotras lo merecéis y yo necesito escribirlo ***

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