II
LA BODA
Mi cabeza no soporta el peso de mi peinado, las trenzas enroscadas, gruesas y ajustadas, hace que mis sienes se estiren hacia arriba llevándose la vista de mis ojos, apenas y puedo distinguir sombras, o tal vez sea el vino cambiando mis sentidos. El dulce, amargo y seco vino que no he parado de beber desde el inicio de este fatídico día, ayuda a digerir mi fracaso. Me preparé durante dos semanas para ver a mi hermana y a su nuevo esposo intercambiar sus promesas ante los dioses, su amor eterno.
La música enreda cada parte del castillo, cantos de ebrios, silbidos, risas y zapateo en el gran salón; no puedo soportarlo. Se siente tan alegre el ambiente, los tres grandes reinos han llegado para ver la unión, ha sido una gran oportunidad para que mi padre me presentara antes varios herederos de casas aliadas, pero me sentía como una forastera en mi propio hogar, camino por el pasillo acariciando las paredes de piedra, cierro mis ojos y divago con mi mente donde esta sería mi boda, el tacto de mis dedos se topa con madera.
Es la puerta de la habitación de mi madre. Me sorprende que solo dos noches al mes comparte cama con mi padre. Escucho voces murmurando, acerco el oído a la puerta intentando ser silenciosa para evitar algún crujido.
—Tienes que cumplir lo más pronto posible con tu deber como esposa —es la voz madura de mi progenitora, al parecer es Kassia, creí que estaba en la fiesta.
—Aun sigo sin entender tu prisa —le reclama Kassia.
—Rhiannon debería estar en tu lugar, pero no soportaste la envidia y tuviste que arruinar todo —responde mi madre con firmeza en su voz, mi corazón se siente presionado ante su comentario —. Escúchame muy bien, tu hijo debe ser el heredero, los dioses son crueles y me castigaron con dos mujeres; si te pasa lo mismo a ti, no sé qué haríamos, he cumplido con mi trabajo como madre siempre he deseado lo mejor para ambas, hasta hice el trabajo sucio con su tío.
¿Tío?.
—Habla claro madre, no logro entenderte, ¿Cuál tío?.
—Cuando estabas en mi vientre, tu padre tenía como sucesor al trono a su hermano menor; Scorpius—habla pausadamente mi madre, mi asombro sigue en aumento, nunca escuché de él —. Pero yo tenía esperanza que después de Rhiannon tendría un varón, como sabes no sucedió, pero con la fuerza de mi alma yo odiaba a ese presumido, fue fácil deshacerme de Scorpius, en ese entonces creo que él tenía la edad de Rhiannon, era ingenuo así que solo le pagué a un naviero para que lo vendiera como esclavo en Grey Waters, nadie le creería su palabra de príncipe sería un loco más, lleno de pescado muerto y plaga se pudrirá, pero soy benevolente podría haberlo matado, pero es demasiado para mí.
—¿Y papá que dijo?.
—Solo le dije que su valiente hermano decidió emprender un viaje a la Isla Químera, fue doloroso para él, nadie sale vivo de allí, pasaron meses y lo olvidó.
Enderezo mi postura y me alejo de allí, mis oídos no procesan aquella vil confesión, Kassia es perversa como nuestra madre, eso quiere decir que el único heredero de la corona es mi tío; Skorpius. Nunca fue de nosotras. Y ahora entiendo el plan de los dioses, mi deber es buscar a Skorpius y traerlo a reclamar su derecho de nacimiento, la enfermedad de mi padre avanza, el tiempo se agota, pero hoy han renacido mis esperanzas. Corro por las empinadas escaleras que llevan al salón de recuerdos, tomo descansos para recobrar el aliento, limpio las gotas de sudo que se escurren por mi frente y maldigo este vestido pomposo, mientras más subo más estrecho se hace el espacio hasta que me topo con la puerta negra de metal, tomo la llave que abre todas las puertas que mi padre me obsequio ya que el confía en mí o bueno eso era cuando pensaba que yo sería la señora de Lance, lo perdí a él pero no a la llave.
La inserto en el agujero, giro de lado a lado, empujo con fuerza hasta que un chirrido estruendoso se manifiesta de par en par se abre la puerta, huele horrible, logro escuchar el sonido de las ratas corriendo de un lado a otro, ingreso en la habitación sumidad en casi oscuridad al menos algunos rayos de la luz del día logran colarse por las aperturas de la madera que tapa la ventana en extremo pequeña. Hay copas de acero en su totalidad oxidadas, artefactos de guerras pasadas, y un viejo retrato que se asoma, su marco es dorado ya descolorido, una vieja tela blanca lo cubre me adelanto a quitarla levantando un gran capa de polvo que me nubla la vista y la respiración.
Las manos me tiemblan y no entiendo el porqué, mi abuelo se ve sonriente con su corona llena de esplendor verde gracias a las piedras elficas que la adornan, mi padre en una versión mas juvenil y fresca, a su lado...Un joven con sus ojos azul violáceos, idénticos a los del abuelo...a los míos. Skorpius.
No debo esperar más tengo lo que necesito. Su rostro, así lo podré encontrar.
Solo tengo que planear mi escape ahora que no soy el centro de atención, me detengo al pensar que mi tiempo fuera y de búsqueda le daría tiempo a mi hermana para embarazarse, debo buscar un plazo, algo que me ayude. Y como un rayo lleno de iluminación, solo un nombre viene a mí.
La druida del bosque. Dynah.
Tener un hijo es una bendición, solo hay una forma de impedirlo; lanzando una maldición.
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