I
Parpadeo infinitas veces intentando auto despertarme de esta pesadilla. No puede ser real. Deslizo la mirada por la pareja frente a mis ojos, giro buscando el rostro de mi padre. Se ve radiante como un rayo de sol matutino, mi madre no logra sostener sus lágrimas de felicidad.
Un dolor agudo recorre mis venas como un incendio en medio del bosque, se propaga con tanta velocidad hasta llegar a mi rostro, mis ojos se humedecen, pero trato de mantenerme impasible ante la noticia, solo me queda el último recurso; tomar la espada bracamarte y clavarla en mi vientre hasta morir desangrada. O solo sonreír, fingir, y aceptar.
—¿Acaso no dirás nada, hermana mía? —pregunta mi hermana Kassia ladeando su cabeza, desplegando sus labios en forma de una gran curva hacia sus orejas, sus ojos naranjas brillantes disparan directo a mí con la hipocresía y satisfacción más perversa que he presenciado —. Espero tu dicha.
—Y la tienes —respondo sin pensarlo demasiado, bajo los dos escalones para aproximarme a los viles traidores, abrazo a mi hermana sintiendo el terciopelo de su vestido verde oscuro; el color favorito de Lance, finalizo el abrazo con mi semejante y me dispongo a mirarlo a él —. Sir Lance Silverday, bienvenido a la familia.
Inexpresivo y helado solo se limita a un asentimiento con la cabeza y una media sonrisa, doy la espalda y me dirijo a mi lugar, al lado de mi padre.
—Ordenaré siete días de festín por la boda —manifiesta mi padre exaltado alzando sus brazos.
—¿Cuándo será la boda? —pregunto sin notar la preocupación marcada en cada palabra.
—En dos semanas, quiero que todos los sirvientes trabajen sin descanso para la boda de mi adorada Kassia, se merece lo mejor, ¡inimaginable que mi hija menor sea la primera en casarse! —dice mi padre dejando claro que el comentario es para mí, bajo la cabeza con la vergüenza escrita en mi ser.
Pido permiso para retirarme, antes de irme miro por la periferia de mis ojos a los traidores con felicidad esparcida en sus bocas. Con cada paso que doy mis planes se hunden; Lance iba a ser mi esposo, nuestro hijo sería criado para ser el futuro rey. El camino directo a la corona; me ha sido arrebatado, mi futuro ahora es de mi hermana. El sabor de la traición es como lamer hierro y relacionarlo con la sangre, evito las miradas y susurros de algunos sirvientes, demandando respeto con solo rodar mis ojos.
Abro la puerta de mi habitación y cierro tras de mí, dejando salir mi dolor en cada lagrima, las preguntas inundan mi cabeza y hacen callar mis pensamientos cobardes de acabar con mi vida. Lance me ha deshonrado, me usó como una puta solo para su placer.
Dos toques a la puerta detienen mi llanto he intento limpiar mi rostro agresivamente.
—Adelante —ordeno, la puerta se abre y la pequeña cabeza de serpiente de mi hermana se asoma, entiendo porque Lance la ha escogido a ella. Su rostro como porcelana; tan delicado como una camelia, ojos saltones y nariz diminuta. La maldigo.
—El hilo del destino nunca se sabe que camino escogerá, ¿no crees? —me pregunta acercándose a mí con una sonrisa tímida y casi inocente pero salpicada de perversidad —. No deseo tu rencor; te quiero a mi lado en mi boda, eres mi hermana, y aunque no lo creas, te amo, sé testigo de mi amor con Lance.
La ira ardiente posee y responde por mí llevando la palma de mi mano con fuerza sobre la mejilla pálida de mi hermana. Se acaricia tiernamente, y acomoda su cabello en dos partes que cubren sus hombros.
—Eso tienes de mí, y siempre lo tendrás —digo apretando mis dientes —. A partir de hoy, dejaste de ser mi hermana y te trataré como ello, una mujerzuela, maldito será tu casamiento y tus descendientes, ahora lárgate.
No responde, su postura es recta e intento leerla, pero no me transmite nada, sabe que ha ganado. No veo a mi hermana la miedosa de la oscuridad, veo una mujer vil que usó cada palabra que dije sobre mis encuentros clandestinos con Lance a mitad de la noche. Ambos jugaron sus estrategias, mi escasa inteligencia no logra llegar al punto de la crueldad de ambos. ¿Qué fui?
¿Quién soy? Sin pretendientes, deshonrada, traicionada y sin valor. Cada detalle fue planeado desde mi niñez, mi educación para ser madre y esposa; ya no existe.
¿Quién seré?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro