Capítulo 0
El universo era un misterio para Jungkook.
Nada es eterno, Jungkook. Sus padres le decían.
Él pensaba que ellos no podían estar más equivocados, porque la bonita sonrisa que Taehyung le daba siempre en las mañanas nunca lo abandonaba. A veces, incluso, cuando estaba de mal humor, llegaban llamadas a su celular del chico cuya voz lograba calmarlo con un simple Hola.
Era uno de esos días excepcionales en los que pensaba que sus padres estaban en lo correcto. Pues, siendo medianoche, no podía conciliar el sueño.
Taehyung no lo había llamado para preguntarle sobre su día en la preparatoria, a pesar que lo necesitaba tanto, a un punto en el que el mismo Jungkook consideraba no normal.
¿Había algo normal en amar a su mejor amigo, después de todo?
Sí, pero no de la forma en la que él lo hacía.
Y era clavarle alfileres en el corazón, aun si no tenía sentido, la ausencia de Taehyung abrumándolo irremediablemente.
No le calmaba en absoluto la forma en que su hermano lo veía desde el otro lado del dormitorio que tenía las luces apagadas. Hubiera corrido despavorido, si no supiera que el par de ojos asechandolo eran de Jihoon.
Jihoon, era tan lindo como extraño.
–Me estás asustando.–Le dijo en un susurro. Su hermano lo siguió mirando, sin parpadear.–Hey, ya. No querrás que llame a mamá, ¿no?
–En ese caso, mamá te regañaría también. Oh, y sería la décima en esta semana, Jungkook hyung.
El azabache no era exactamente tranquilo, por más que su apariencia gritara inocente y sus ojos le reafirmaran aquello. A veces, los problemas solían lloverle a Jeon Jungkook, y no era que le desagradara toda esa atención extra que sus profesores le daban, por supuesto que no. Mas sus padres no merecían sufrir por sus constantes sutiles deslices, y Taehyung tampoco lo merecía. Ni escucharlo quejándose de sus castigos ni por lo mal que la vida lo trataba.
Necesitaba ahí a Taehyung, por medio de un sentimiento compartido, un pensamiento mutuo.
Por medio de un lazo.
Deslizó todo lo que estuviera en su mente, su alma ardía por dentro y por fuera.
–Soy tu hermano mayor por sí se te olvida, Jiho.–Le contestó. Sus manos estaban heladas e inquietas.–Ni se te ocurra darle más problemas a mamá y papá, por favor.
–Sabes que no quiero eso, hyung.–Respondió, sonaba diferente, Jungkook notó.–Me preocupa verte así y-y... saber que no hay nada que pueda hacer.
Nadie puede hacer nada, quiso responder.
Era la naturaleza, era el destino... o algún jodido plan en su contra.
Pero Jihoon no tenía que saberlo, de su boca nunca se enteraría.
–Taehyung hyung es muy lindo.
¿Eh?
El mayor no lo podía ver del todo bien en la oscuridad y el respiro calmado de su hermano no delataba un atisbo de algo, pero asomándose un poco mejor entre sus facciones, recorriendo su rostro hasta dar con sus ojos brillantes, pudo verlo.
Pequeños haces de luz destilar con la intensidad de una chispa que daría paso a un incendio.
Amor, se decía.
–¿Hay algo que deba saber? ¿Estás ocultandome algo, hm?
Jihoon rió suavecito en medio del silencio despues de la pregunta. Como si aquel brillo nunca hubiera existido, sus ojos se cerraron con un velo de seguridad frente a ellos.–Hyung está histérico porque Taehyung hyung no lo llamó hoy. Pero, Jungkook hyung, no tienes que desquitarte conmigo.
–Perdón, lo siento. Jiho, hoy no fue el mejor día de todos...
–Nunca lo es, ¿cierto, hyung?
Jungkook reprimió una sonrisa y se acurrucó en su cama, mientras enterraba su rostro en la almohada e inhalaba el aroma a lavanda de su hermano menor, que seguramente estuvo recostado allí tiempo antes.
–Jiho, te quiero preguntar algo.–Dijo y al momento recibió un sonidito de afirmación.–¿Te gusta lo que eres? Me refiero a lo que te tocó... ser.
El aroma a lavanda cobró fuerza. Siendo un beta con poca sensibilidad a los olores de alfas y omegas, logró percibir la vergüenza tiñendo la lavanda.
–Sí, me gusta ser esto. Me gusta ser omega, hyung.–Admitió, con el corazón agitado.–Sé que no fue mi elección, y ,si hubiera podido escoger en su momento, no lo pensaría dos veces al elegir ser beta.–Se estuvo para respirar y volvió a hablar.–Ahora me estaría arrepintiendo mucho. Los omegas y los alfas pueden crear algo precioso, más allá de la normalidad hasta rozar lo mágico. N-no estoy despreciando tu género, Jungkook hyung, solo me gusta el mío.
¿Jihoon no estará...?
–Estás enamorado, Jihonnie.–Dijo, una linda sonrisa pícara en sus labios. Su hermanito estaba flechado por alguien y su deber como respetable hermano mayor era molestarlo.–¡Nuestro lindo e inocente Jiho está enamorado! ¿Qué diría papá si se entera que el niño de sus ojos ya no es solo suyo?
–Es un poco obvio, ¿no?–Preguntó, a lo que Jungkook bufó.–Yo tampoco sabia que sentía, hm, esta persona m-me gustaba mucho. Siempre me gustó en verdad.–Corrigió, sus mejillas rosas.–Cuando me di cuenta que el sentía lo mismo por mí, bueno, en realidad, fue su lobo, pero es parte de él, a fin de cuentas. Lo sentí-
–Espera, ¿qué estás diciendo?
–Es mi d-destinado.
Bueno, eso era algo sorprendente.
Encontrar a la persona compatible contigo y tu lobo era tan difícil, que la mayoría de los alfas y omegas se emparejaban entre ellos por amor, eso era lo único importante en verdad. Sin embargo, la experiencia de encontrar a tu persona especial debía cruzar todos los límites de un sentimiento común y corriente.
Se decía que era fascinante. Desde las cosquillas en el estómago hasta la respiración agitada, cuando conectabas miradas y las almas se entrelazaban en un solo segundo que definiría el para siempre.
Y pensar que su hermanito lo estaba experimentando, lo llenaba de felicidad y satisfacción, sin dejar espacio alguno para cualquier emoción negativa.
Porque su hermanito estaba a unos metros de él, diciéndole que había encontrado lo que nadie, y que, en este momento, su yo interior seguramente moría con la dicha de aquello.
Dos almas unidas por y para siempre.
No había porqués, ni explicaciones, ni lógica para aquello.
Instinto y destino dictaminaba todo.
–¿Quién es el pobre chico que tendrá que lidiar con tus travesuras y berrinches, hm? Deberá ser un buen alfa en todo el sentido de la palabra, ¿bien? Tendrá que saber hacer los quehaceres de la casa, porque eres un desastre, sin ofender, mi bebé. Ah, y guapo, más atractivo que cualquier alfa que hayas conocido. Educado, para que le enseñes modales cada vez que se quiera pasar de listo. Y-y muchas cosas más.–Dijo, abrumado y afectado por las sensaciones a flor de piel. Dios, su hermano de 17 años le acababa de decir había encontrado a su destinado, y aún no lo podía creer. Estúpido, y sensible, y lento Jeon Jungkook.–U-Un buen alfa que esté a tu altura, ni más ni menos, ¿escuchaste? Pero espero saber el nombre de aquella persona, Jihonnie. Me lo dirás a mí antes que a papá o mamá, espero.
–Nop.
Frunciendo el ceño, lo volteó a ver molesto, sin percatarse de que estaba mirando con molestia la espalda de su hermano, en vez de su rostro, pues Jihoon ya se había cansado y no quería seguir hablando por el momento, era algo nuevo que lo agobiaba en demasía y prefería calmarse a sí mismo antes que revelar mucho más.
Por no mencionar el detalle que podría dañarlos a ambos, que podría dañar dolorosa e irrepaeablemente a Jungkook.
–Hablemos de eso mañana, hyung.
Estoy con mucho sueño y si no me dejas dormir le diré a noona que me estuviste distrayendo.
El universo seguía siendo un misterio para Jeon Jungkook cuando su hermano reguló su respiración y cayó dormido en un profundo sueño, ignorante de todo lo que pasaría en un futuro.
Pues ese día no recibió ninguna llamada de Taehyung, por más que esperó horas y horas hasta ver rayos de sol colarse en la habitación.
Universo, mundo, persona, alfa, omega, beta. Todo era inconstante, y en un lugar así, solo esperaba tener algo a lo que aferrarse.
Nunca me devolviste la pregunta, Jiho.
Y le alegraba no haber comentado nada para cuando su hermano decidió contarle, porque si no, hubiera guardado su secreto por más tiempo.
Pero, por si te interesa, no me gusto a mí mismo.
Beta.
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