Capítulo 71
—¡Un increíble gancho al cuerpo pone de rodillas a su rival! No creo que pueda levantarse de nuevo y el árbitro piensa lo mismo dando por finalizado el combate. Así termina la primera defensa por el cinturón nacional de Julia Mondi con un nocaut en el cuarto asalto. —La mujer ponía en alto el cinturón recibiendo aplausos y vitoreos desde las gradas. "—¿Lo estás viendo Lucio? De este modo cumpliré mi promesa." —Pensaba la ganadora sintiendo la calidez del público.
—¡Este es el reinado de Julia!
—Nunca dudé de ella, de seguro muy pronto va a retar a Yadira.
—¿Quién creés que será su próximo rival?
—Con cada pelea va mejorando su técnica.
Un rato después de la pelea, la campeona se relajaba en la banca del vestidor estirando un poco su cuerpo sacando toda la tensión de sus músculos. —Cada vez falta menos para encontramos de nuevo, Rosa. ¿También estás tan nerviosa como yo? —Se preguntaba la boxeadora con la mirada perdida en el techo sonriendo tímidamente tratando de imaginarse el día de su tan anhelada revancha.
—¡Una derecha monstruosa, señoras y señores! Una vez más la pugilista Rosario Reyes fulmina a su contraria con una fuerza demoledora. Con esto Rosa Reyes defiendo exitosamente el cinturón sumando más victorias en su camino hacia la cima —El titulo en la cintura de Rosa la hacía verse como una reina delante de todos sus espectadores.
—Es tan fuerte como toda su familia.
—¿De verdad retará a Julia Mondi y no a Yadira?
—Me recuerda mucho a su padre cuando estaba activo, a tí no?
—¡Te amamos, Rosa!
Durante su descanso en el camerino, la mujer no paraba de darle vueltas al mismo asunto dentro de su cabeza. Recordaba como su cuerpo falló en mantener su resistencia cuando tuvo el sparring con la campeona mundial. Esa amarga remembranza llenaba de furia a la mexicana quien apretando el puño soltó un golpe de rabia contra la pared dejando una notoria grieta. —Que estés enojada no cambiará el hecho de que perdiste contra Yadira. —La voz masculina llamó la atención de Rosario, conocía a esa persona sentada en las sombras del vestidor. —Sin importar cuántas victorias tengas, que no se te olvide que tú resistencia, tu arma insignia te falló contra una boxeadora de verdad. —Cada palabra se tornaba un guantazo que iba perforando el ego de la campeona, y dolorosamente tenía razón. —No pensé que fueras a venir; ¿Cómo estás, papá? —El hombre dejó su silla vacía mostrándose como un sujeto alto y corpulento que imponía miedo y respeto a partes iguales. Ricardo Reyes fue un impresionante boxeador de peso pesado que se mantuvo invicto durante 10 años retirándose invicto debido a una lesión en el ojo dejandolo incapaz regresar al ring permanentemente.
—Me decepciona que sigas insultando al deporte, que tengas tú el cinturón me enferma... No, lo verdaderamente repugnante es que una boxeadora sin talento sea quien tenga el título. —El silenció volvió a tomar partido en la oscura habitación, aunque no por mucho tiempo; Rosa dejó caer su maleta para tomar su guardia. —Sí creés que lo único que se necesita para ser campeón es tener talento entonces mira al esfuerzo superar al talento, anciano. —Con un gran salto, la campeona disparó sin piedad su recto de derecha llenándose de asombro cuando su padre detuvo el golpe con la mano desnuda. —No lo entiendes, hija. Ya llegaste al límite de tu fuerza, no importa que entrenes hasta el cansancio porque esa línea que separa al talento del esfuerzo no se puede borrar con nada. —La presión en la mano del hombre impedía a Rosa liberarse del agarre de su padre, cada intento por soltar su mano solo se hacía más complejo a medida que luchaba. —Yadira, La Bestia y tu amiga Julia tienen en mayor o menor medida talento para el boxeo... Tu por otro lado, solo sabes lanzar golpes sin técnica y si logras noquear a tu oponente es solo porque ya estás en el tope de tu fuerza. —De un empujón dado por por el padre, la hija prodigiosa cayó al suelo con un odio latente en sus ojos.
—¡¿Y entonces que quieres que haga?! ¿Qué renuncie? No, durante toda mi vida odié el boxeo y ahora que encontré a alguien que me mostró la verdadera belleza del boxeo estoy dispuesta a romper cada límite para poder superarla. —Por primera vez Ricardo Reyes veía una ferviente voluntad de superarse en la mirada de su hija pequeña. —¿Y cómo lo harás? Cada día que pasa Julia se volverá más y más fuerte, mientras que tú no tienes un camino por el que seguir... —El grito de la mujercita tomándolo por la solapa del saco lo dejó perplejo. —¡Entréname tú! Quiero un entrenamiento como si fuera un Peso Pesado, por favor papá. Ya sé que no tengo talento pero con tu ayuda estoy segura que ganaré.
Un bostezo resonaba en los pasillos del estadio, otra pelea había concluido esa noche. La gente aplaudía y festejaba la victoria de una poderosa boxeadora.
—¡Eres la mejor boxeadora de América!
—Pronto será la Campeona Indiscutible, ni Rosario Reyes ni Juliana Mondi será rivales para ella.
—Ganó en el segundo round, ese golpe de bomba es magnífico.
—¡Te amamos, Sophi!
La Campeona Unificada se moría de aburrimiento, cada pelea terminaba exactamente como ella lo planeaba. Sobre sus brazos reposaban los cinturones de Estados Unidos y Canadá pero, su avaricia no estaría en paz hasta conseguir cada campeonato en el continente. —¿Que obsesión tienes con esas muchachas? Tienes lo que se necesita para retar a Yadira y, sin embargo, sigues empecinada en conseguir sus puestos de campeonas. —Tampoco su entrenador era capaz de comprender a la boxeadora, solo la podía guiar hasta cumplir su tan extraño objetivo. —Parece que no viste la fuerza real de La Loba, si enfrentará a la campoena mundial ahora mismo; sería rápidamente derrotada. Y ya que planeo conquistar toda la división de Peso Gallo debo tener cada cinturón de esa categoría... Después de todo, una reina no debe darse el lujo de compartir.
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