Capítulo 52
El combate ya se había decidido cuando la espalda enrojecida de Julia tocó suavemente la pared del recinto. Lo único que ella podía hacer era subir la guardia e intentar resistirse a la espera de algún milagro. Pero ningún milagro llegaba a su socorro, toda esperanza que su cuerpo albergaba ya no tenía cabida en aquel momento de su vida; sus piernas temblaban por el cansancio, su abdomen se convirtió en una cascada de sangre que no tenía un fin cercano. Y hablando del criminal, este hombre aún se encontraba en tan buen estado encontró la forma de romper la defensa de la mujer clavando con fiereza su metálica mano dentro de la herida abierta en el costado del cuerpo de Julia haciéndola gritar de agonía.
Mark se hallaba cubierto desde la mitad del antebrazo hasta la punta de los dedos con la sangre de la boxeadora y ella luchaba en su interior por mantenerse consciente, por mantenerse con vida. —Lo hiciste bien, Julia. Es una pena que esto ya haya terminado. Muchachos, llévatela afuera. —Los pocos hombres que aún quedaban en pie hicieron caso a su jefe cargando con desprecio el moribundo ser de quién alguna vez fue su compañera.
—Por favor perdónanos, Julia.
—Sabes que no podemos hacerle nada.
—Necesitamos el dinero.
—Lo siento mucho.
Ni todas las disculpas del mundo eran capaces de sanar todo el dolor que emanaba del interior de la chica. Mientras tanto, Dorian Mark caminó por su fábrica con algo de cansancio en su andar recogiendo su arma predilecta para dirigirse a la salida arrastrando los clavos por el suelo generando un sonido estridente que retumbaba por todo el lugar.
Al girar la esquina en dirección al callejón negruzco se encontró una imagen digna de sus más ocultas pesadillas. Los últimos de sus subordinados yacían inconscientes en el frío piso de la calle y esa mujer a la que ya consideraba en el filo de la muerte estaba de pie con los puños en alto lista para pelear por última vez a lo que Mark respondió alzando su arma y acercándose a ella.
Y así regresamos al inicio de todo. Los golpes terminaron pasarle factura al cuerpo de Julia quien terminó por caer derrotada a los pies de una farola de luz al final del camino
Respiraba con pesadez mientras un hilo de sangre y saliva caían de su boca. La luz que la iluminaba con escasez era la de una intermitente lámpara sobre la que su cuerpo maltrecho reposaba.
Sus manos se movían sobre el asfalto como si buscara algo, o como si estuviera tratando de saber si aún seguía con vida. Sin embargo, el zumbido que resonaba en su oído derecho le recordaba la agonía de seguir respirando, de estar consciente; dio unos cuantos tosidos mientras intentaba ponerse de pie con muy poco éxito, notando al segundo como sangre le salía de la boca a gran cantidad. Levantando la vista podía ver como un bate de béisbol recubierto con clavos viejos volvía a estamparse contra el lateral de su cara para hacerla sangrar, nuevamente caía al piso, derrotada.
Ya le temblaban las manos, pero sus ojos no se habían cerrado incluso luego de recibir el bate en toda la cara. —¡Oh, vaya! Que sorpresa que aún tengas los ojos abiertos. —Una voz pesada se burlaba sobre una mujer que no paraba de sangrar. —¿Por qué no contestas? Debe ser que el golpe te haya roto la mandíbula. —Dejando el bate de lado, la figura arrogante se agachó a la altura de la mujer sangrante para tomarla del mentón hasta acercar su rojizo y malogrado rostro. —Mírate, una cara tan dulce termino tirada aquí sólo para mí... Oh, qué dices? ¿Quieres que te bese? Lo hubieras dicho antes, mi amor. —La distancia se acortaba con cada segundo y la parpadeante luz de la lampara ilumino el rostro de satisfacción del hombre que se inclinó para besar a la chica por la fuerza.
Respiraba con pesadez mientras un hilo de sangre y saliva caían de sus labios. La luz que la iluminaba con escasez era la de una intermitente lámpara sobre la que su cuerpo maltrecho reposaba. Pero esta vez no se trataba del cuerpo ensangrentado de la tirada mujer, de hecho, ella seguía en la misma posición del inicio mientras parecía estar masticando un trozo de carne ajena. Y el agresor que la había apalizado permanecía sin vida tendido en las piernas de la chica; de forma lenta pero pesada, la mano de la chica levanto la cabeza de su atacante para poder observarla con detenimiento: tenía una expresión de pánico por haber perdido la lengua en ese beso fatal y su sangre ya caía en chorros grandes por su boca.
Con mucha dificultad, la chica pudo incorporarse lista para empezar a caminar con la vista baja y con torpeza por el callejón olvidado. De sus brazos escurría sangre tanto suya como de los cuerpos que adornaban la banqueta y que eran los silenciosos testigos de la violenta noche que el tiempo se encargaría de borrar.
Parada al final del callejón, la chica escupió por última vez antes de subir la mirada para que sus ojos se encontraran con los brillantes y cálidos brazos de un fantasma de su pasado. —Terminó...? —Dijo con cierta satisfacción mientras caía de rodillas frente a su radiante luz. —No.
Aquella luminosidad que irradiaba con su calidez era la figura pulcra y elegante de su madre quien se posaba delante de ella sonriente tan hermosa como cuando se encontraba viva, pero ante la negativa que esa ilusión le daba Julia sabia que esto estaba a un peldaño de terminar. Pues al girar la mirada hacia atrás vio incorporándose con lentitud al monstruo del Distrito 13 con la boca llena de sangre gritando palabras inaudibles por la falta de su lengua; dejando en el suelo su tan querida arma corrío lleno de desesperación para matar a esa mujer que lo acababa de humillar siendo recibido por un golpe mortal en el pecho que lo puso de rodillas. —Todo acabó, Mark. Con todo el alboroto que causamos es seguro que los vecinos llamaron a la policía; es curioso como solía tenerte miedo y amor al mismo tiempo incluso siendo capaz de matar por ti. Ahora serás encerrado y pagaras en la cárcel todo el mal que causaste... Nunca voy a olvidar todo lo que me hiciste me violaste y obligaste a asesinar al padre de Lucio. Así que espero que te pudras en la cárcel, perra.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro