—Me quedaré contigo sí respondes lo que pregunté. —Por fin se atrevió a hablar la mujer con una furia comparable a la que desató hacía un rato para pelear. —Te lo diré, eres la única persona a la que le contaré quien soy realmente... Cuando era un niño o quizá un adolescente, ya no lo recuerdo, mis padres se divorciaron por problemas familiares. Hablaban mucho sobre infidelidades y robos mutuos pero, al final llegaron a un acuerdo económico e íbamos de camino al juzgado para finiquitar el divorcio hasta que un camión salió de la nada provocando un accidente donde perdí a mí madre junto con la movilidad en ambas manos y mis antebrazos. Entonces, mi padre usó el dinero del seguro para intentar arreglarme introduciendo barra de hierro en donde se supone que deberían haber huesos.

Dorian hizo una pausa para contemplar su propia mano como si fuera la primera vez que veía una en su vida. Dió un suspiro y continúo su historia. —Ese día en el que perdí a mí mamá tuve una revelación en medio de los ruidos del motor y la explosión del auto. Te preguntaré algo, Rachel ¿Cuál crees tú qué es la peor forma de morir? —Cada palabra parecía ser una bomba para la mujer que no encontraba forma de soportar la historia de Mark. —No lo sé, tal vez morir sin haber amado. —Aquella respuesta iba cargada de dolor, cosa que Dorian notó. —Error, la peor forma de morir es cuando te vas de este mundo creyendo hasta el último momento que aún hay salvación. Esa es la forma más cruel de morir y también de vivir. Y esa chica Julia, es un claro ejemplo de esa filosofía. Por eso no interviene cuando se tomó todas esas drogas, porque quería ver qué tan lejos podías llegar con tal de ser tú quien viviera. 

Mientras este relato se contaba, Lucio era ayudado por todos los empleados de Mark para que pudiera escapar. Pues pese a lo que todo el mundo pudiera creer, nadie que trabajaba para el criminal porque realmente le tuvieran aprecio, sólo trabajaban por la paga. —¡Rápido, curen sus heridas y sáquenlo ya! El jefe aún sigue con esa mujer en su oficina y no sé cuánto más van  a tardar. —La misma secretaria de Mark contribuía espiando al jefe para darle tiempo al chico de recuperarse para poderse marchar pese a la tormenta que estaba en aumento allá afuera. —M-Muchas gracias, tengo que irme... Si me apresuro quizá llegué a casa antes de que el aguacero vaya a peor. —Cuando el chico estuvo medianamente estable fue apoyado por los trabajadores que le daban ropa seca y una sombrilla para que no la pasara tan mal ahí afuera, inclusive un poco de dinero. —Ve con cuidado chico y si quieres un consejo, vete de esta ciudad. El Distrito 13 está podrido.

—V-Vaya, nunca me había detenido a pensarlo d-de esa forma. —Rachel estaba tan metida en las palabras de Mark que todo dejó de existir para ella. —Bueno, pasó mucho tiempo hasta que comprendí que no hay forma de librar la muerte así que ¿Por qué no hacer algo para que el mundo nos recuerde? Yo decidí salir a las calles para volverme lo que soy ahora: Un señor del crimen que contrala la producción y distribución de drogas en todo el distrito; he matado, Rachel. Todo por llegar hasta donde estoy ahora y poder dejar mi huella en el mundo ¿Y tú?—La mujer no lo sabía pero estaba empezando a sentir algo macabro por el criminal, meneaba la cabeza negando una y otra vez como si eso fuera a cambiar el hecho de que se encontraba delante de un asesino, del hombre más poderoso del Distrito 13.

—Ahora que lo sabes todo ¿Qué tal si nos ponemos cómodos? —La actitud de Mark era un enigma, ¿cómo podía pasar de ser un hombre serio y tenebroso a un sujeto común y galán delante de Rachel? Dorian se acercó a la mujer quien aún seguía en shock por la situación en la que se encontraba. —No me digas que mi historia te conmovió. Vamos, no es para tanto. —No hubo ninguna respuesta, en los ojos de Rachel estaba viviendo un recuerdo acompañado de las palabras de Mark. Dicho recuerdo era la ocasión en que casi terminaba con la vida de la mujer con la qué Anthony la había engañado. Ese día se convirtió en una verdadera Bestia y sin importar cuánto lo negara había disfrutado lo que le hizo a esa mujer. —Otra vez... —Susurró la mujer agachando la mirada dejando desconcertado al hombre que tenía delante. —Otra vez quiero ser boxeadora, quiero ser La Bestia ¡Quiero sentirme viva otra vez! —Los ojos de Mark se abrieron como platos al oír tal deseo de Rachel pero no dijo nada, en su lugar se puso de pie para extenderle su mano a tan preciosa mujer ante sus ojos. —Rachel, de mi cuenta corre que vuelvas a ser una boxeadora. Sin importar que pase tú serás La Bestia otra vez.

El tiempo siguió caminando, específicamente un par de meses transcurrieron después de esa noche. Lucio tomó un autobús fuera del maldito distrito con rumbo a la ciudad vecina. Julia no volvió a ser vista por nadie, era como si su existencia nunca hubiera sido real solo dejando atrás el recuerdo de sus derrotas pasadas. Rachel Williams volvió a su gimnasio con una nueva forma de pensar que le hizo centrar su entrenamiento en recuperar ese estilo salvaje de pelea, la mujer no tuvo que preocuparse por los gastos que tuviera a partir de ahora ya que Mark cumplió su palabra de hacer lo que fuera necesario para traer de vuelta a La Bestia. Y así, tantas duras semanas de entrenamiento con el viejo Simón fueron más que suficientes para que aquel monstruo que reinó por mucho tiempo volviera.

Llegó el día en que La Bestia haría su regreso de vuelta, fue anunciado como un evento de proporciones nacionales. Pese a la mancha que le había dejado su último combate mucha gente pagó por ver el regreso de La Bestia y descubrir de una vez quien era la mujer detrás de la capucha.