Capítulo 6
Abrí mis ojos con dificultad, aun sentía una leve jaqueca, no me encontraba en el último lugar en el que había estado, esperaba ver de nuevo esas jacarandas rodeando el pequeño lago, pero en su lugar un tapiz de flores en un cuarto completamente alumbrado por los tenues rayos del sol que se asomaban por la ventana aguardaban mi estancia.
Me levante lentamente de la cama tratando de descubrir en donde me encontraba. Salí de la habitación y recorrí el pasillo que llevaba directo a las escaleras, baje sigilosamente pues no sabía con qué o quién mi iba a encontrar, al llegar al último escalón Astoria me regalo una sonrisa y se dirigió hacia mí dando saltitos.
-ya despertaste, ¿te sientes mejor?-pregunto mientras me llevaba del brazo hacia lo que parecía ser la sala.
-¿Cómo llegue aquí?- pregunte confundida.
-Yo te traje, magia, ¿lo recuerdas?-dijo mientras hacía destellar sus dedos.
-Astoria, contrólate hija, ella apenas lo está asimilando- una mujer de no más de 40 años se puso de píe y camino hacia nosotras.
-Hola Valkyria, soy Moira la madre de Astoria-Me acerco a ella y me apretó dulcemente. Estar en los brazos maternos de alguien tan solo por unos segundos me pareció la sensación más placentera. Mi madre había muerto en el momento de mi nacimiento y nunca había experimentado el abrazo protector de una. Suspire y sonreí a tal acto.
-Mucho gusto señora. Disculpe el atrevimiento y mi imprudencia pero ¿Usted es como Astoria?- pregunte apenada, directo al grano ¿no?
-No querida, yo no soy humana- dijo sonriendo mientras acomodaba un mechón de cabello detrás de mi oreja.
-¿Cómo que no es humana? Si usted se ve tan... normal- en verdad no sabía si quería escuchar la respuesta.
-Soy un Kriptid cielo- ¿Un qué? Pensé. Por mi expresión ella sabía que no tenía idea de lo que hablaba.
-Ven, siéntate. Mamá, cuéntanos la historia.-Astoria me tomó del brazo y me llevo hacia uno de los sillones de la confortable sala.-Te va a encantar-se dirigió a mi emocionada. Su madre sonrío dulcemente e inició con su relato.
***
-Hace mucho tiempo existió un mundo muy parecido a este, sin tanta edificación, cada lugar y paraje eran de lo más natural, un paraíso en su totalidad, a este mundo lo conocimos como Ecnyal.
Ahí habitábamos los Bèt, una especie completamente diferente a la humana, con habilidades mágicas y poderes elementales, entre otros más. Estábamos divididos en dos razas distintas, Kriptids y Fènwas.
Nosotros los kriptids, poseíamos muchísimas habilidades, entre ellas la magia elemental, pues 4 elementos eran nuestra fuerza vital y de donde obteníamos nuestra poder; Tierra, Agua y Aire eran los más comunes entre nosotros, muy pocos tenían la habilidad de manejar el elemento Fuego. Éramos seres pacíficos, pero si nos veíamos amenazados sacábamos todo nuestro poder para defender nuestra raza.
Los Fènwas a diferencia de nosotros, eran agresivos, unos asesinos, querían gobernar Ecnyal, obtenían su poder a través del nuestro; asesinándonos o simplemente succionando nuestra vitalidad como si de una sanguijuela se tratase, además eran expertos en el uso del cuarto elemento: el Fuego y de la magia oscura.
A pesar de eso, vivíamos tranquilamente, puesto que los vigilantes y los cazadores, que eran como un tipo de ángeles, se encargaban de nuestra seguridad y de mantener el orden...- Todo lo que la madre de Astoria estaba relatando parecía sacado de un cuento de hadas, no sabía realmente si era cierto o solo me estaba queriendo jugar una broma, aun así quería seguir escuchando.
-...Los Fènwas se encontraban a kilómetros de distancia de nosotros, solo pocos Kriptids tenían la osadía de visitar su área.
Vivíamos en paz, coexistiendo unos con otros lo más lejanos posibles, pero un día todo cambio; una joven Kriptid solitaria, de nombre Freyja se encontró con un Fènwa conocido como Aukan; ellos tuvieron una conexión completamente nueva en nuestro mundo, en Ecnyal no existían los sentimientos, exceptuando el miedo o la osadía. No conocíamos la alegría, la emoción, ni mucho menos el amor.
Ellos fueron los primeros en relacionarse entre especies, pues teníamos prohibido formar vínculos. Se veían a escondidas y compartían todo tipo de cosas; él, era el primero de los lideres Fènwas, el maestro del elemento fuego, muy poderoso y temido por muchos de nosotros y algunos de los suyos; ella a pesar de ser relegada era muy poderosa, era una enkibatè muy prodigiosa; tenía la habilidad de incubar las almas de los kryptids para el nacimiento de un nuevo ser, pues nosotros a diferencia de los humanos teníamos que darle la mitad de nuestra alma a un enkibatè para que la uniera con la mitad de otra para formar un nuevo Kriptid.
Además tenía la extraña capacidad de extraer el alma completa y causar una agonía eterna si así se lo proponía. Tal vez por eso estaba sola, causaba miedo saber que existía un ser capaz de quitarte el alma.
Se dice que cuando se supo de sus encuentros, los líderes de ambas razas no estaban dispuestos a permitir que siguieran juntos, entonces los vigilantes ordenaron la destrucción de Aukan, pero los Fènwas no iba a permitirlo, mandaron a un grupo de asesinos a terminar con la vida de ella, él la defendió a capa y espada, pero lamentablemente, los vigilantes kriptids, que estaban ocultos en las sombras lo asesinaron.
Freyja pensó que los Fènwas habían matado a uno de los suyos, algo completamente inusual; llena de ira emprendió un viaje al área Tenèb, la zona de penumbras, para hacer justicia de su propia mano, exterminó a todo aquel que se encontraba en su camino y al llegar a su destino, se dirigió hacia los líderes que ahí se encontraban y los asesino, al igual que con los Fènwas que intentaron destruirla, extrajo las esencias de cada uno de ellos y las destruyó entre sus manos, hizo lo mismo con él akanj más poderoso de nuestra especie, provocando el inicio de una guerra, que cobró muchas vidas Bèt.- era increíble escuchar que lo que había empezado como un cuento de hadas y de amor, se iba tornado en un horrible historia.
La señora Moira continúo con su historia mientras una deliciosa pizza era nuestra cena.
-Una profecía, marco el destino de nuestra especie, el nacimiento de un pequeño, marcaría el final de la guerra y una esperanza para nosotros. Ese bebé, era el alma, bueno la esencia de Aukan que estaba siendo incubada en el cuerpo de una joven mujer-
Continuó con el relato y explico que la guerra había extinguido a Ecnyal y con él a los Fènwas y que los pocos Kriptids que sobrevivieron, habitaban ahora en este mundo disfrazados bajo un cuerpo humano.
-Pero ¿Qué paso con Freyja y Aukan? O ¿El bebé?-pregunte aún sin comprender aquel relato, si era verdad lo que me estaban confesando, ese pequeño detalle me intrigaba.
-Nadie lo supo, cuando llegamos a Tierra nos esparcimos en diferentes puntos de este mundo, lo último que supimos fue que los últimos nueve líderes y la profeta se quedaron con Freyja. Algo es seguro, el bebé sobrevivió, por esa razón nosotros seguimos vivos, si hubiera muerto ningún Kriptid viviría, él nos daría la fuerza y vitalidad de Ecnyal al nacer aquí en Tierra.-
-Entonces, no son las únicas... diferentes-afirmé, recordando lo que Astoria me había dicho.
-No, estamos por todo el mundo, Kriptids, la raza pura, original si así lo quieres llamar. Y los Ibrid, que son el mestizaje entre humanos y nuestra especie.- concluyó.
Mi mente divago por unos instantes, tratando de entender toda la información que me estaban proporcionando.
-Es difícil de creer, es que se ven tan normales. No creería nada de esto sino es por Astoria al mostrarme su apariencia real, ¿Cómo es esto posible?-comenté confundida.
-Teníamos que pasar desapercibidos, los humanos tienen una extraña obsesión por experimentar o saber todo sobre lo que no conocen. Algunos Kriptids habían visitado antes este mundo, por curiosidad la mayoría de las veces. Pero los humanos se dieron a la tarea de catalogarnos, incluso nos nombraron como si fuésemos algo de su propiedad.-mencionó molesta.
-¿Cómo? ¿Alguien sabe de ustedes?-un dejo de preocupación se hizo presente.
-Podría decirse que muchos, los que visitaron este mundo trataron de ser lo más discretos, lamentablemente los vieron, de ahí surgieron esos estúpidos términos-no entendí a lo que se refería, Astoria me miró sonriendo.
-Val, has escuchado sobre criaturas mitológicas, extrañas y mágicas, ¿Cierto?-asentí- bueno déjame decirte que las hadas, duendes, ninfas, dríadas, grifos, centauros, unicornios, sirenas, dragones, entre otros, son reales... son Kriptids- finalizó.
-P...pero ¿cómo?-
-Algún humano que se creyó "genio", así nos nombró, es racista catalogarnos por nuestras características. Por eso los que sobrevivimos, no nos podíamos dar el lujo de llegar y mostrarnos como somos, cambiamos nuestra apariencia para poder estar aquí -refunfuño la señora Moira.
Era imposible que yo formara parte de tan increíble historia, no me consideraba tan especial como para sentirme diferente o de otro mundo, Astoria aseguraba que yo era Ibrid, pero eso era difícil de creer.
Mi celular comenzó a sonar, había olvidado por completo a mi padre, ya era tarde y seguro estaba preocupado. Preferí ignorar la llamada, era mejor afrontarlo cara a cara.
-Tus padres no te dijeron nada de esto, ¿Verdad?- preguntó Astoria adivinando mis pensamientos.
-No, mi madre murió cuando nací y mi padre, estoy completamente segura que no sabe nada de esto-
-Lo lamento, querida. Pero posiblemente tu madre era Kriptid, pero no tuvo el tiempo para decírselo a tu padre.
-Podría ser. Es mucho por procesar, lo mejor sería no tocar el tema con él, por el momento.- tome mis cosas, les agradecí y salí con dirección a mi casa. Seguramente papá estaba por entrar en colapso.
Iba caminando lo más rápido posible, mi padre insistía con las llamadas, agradecí que la casa de Astoria no estuviera lejos de la mía.
Mientras caminaba, pensando y procesando la información que me habían proporcionado, tropecé con algo, al retomar mi postura pude ver de cerca al bulto que había provocado mi caída, se trataba de un animal que en mi vida había visto, saque mi celular y tome una foto, posiblemente era un espécimen raro en peligro de extinción, quería asegurarme e investigar sobre el tema.
De pronto escuche como un rugido y movimiento entre los arbustos, iba a acercarme para ver que era, tal vez se trataba de la manada del pobre animal que yacía muerto en mitad de la calle, pero el sonido de mi celular me sorprendió y también asusto a lo que se encontraba mirándome desde ese escondite, pues solo escuche como el ruido se alejaba velozmente.
Al llegar a casa, mi padre se encontraba esperándome en el pórtico con el teléfono en la mano y cerca de su rostro, estaba llamándome nuevamente.
-Valkyria, ¿Dónde demonios estabas?- papá estaba rojo de ira, sin embargo su pregunta también expresaba preocupación.
-Lo siento papá, perdí la noción del tiempo, estuve con una ¿amiga?, bueno, es una chica del instituto, fue muy agradable. Me invito a comer a su casa y olvide avisarte-
-¿Una amiga? Vaya. Me tenías muy preocupado, no conocemos el vecindario, debes tener mucho cuidado.-su enojo se esfumo tras escuchar la palabra amiga. Beso mi cabeza y me abrazo.
Revise la pantalla de mi celular, en verdad ya era tarde. Tome mi mochila y le di las buenas noches a mi padre. Necesitaba dormir, el día había sido muy largo pero bastante interesante. Estaba ansiosa por saber que pasaría mañana. Me acomode en mi cama y me quede pensando en la historia de la señora Moira, no recuerdo en que momento caí completamente rendida en los brazos de mi amigo Morfeo.
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