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Capítulo 11

Después de pasados algunos minutos, sequé mis lágrimas y junto a mi padre nos incorporamos. La habitación había pasado de un ambiente tenso y hostil a uno tranquilo. Moira bajo la guardia y se acercó a su hija, ambas parecían sorprendidas y esperaban algún tipo de explicación a lo acontecido.

Estaba por hablar cuando mi espalda comenzó a arder de una manera extrema e inexplicable. El dolor me hizo caer en mis rodillas, me abrace a mí misma tratando de apaciguar el dolor, un alarido salió de mi boca. Papá se acercó y me tomo de ambos brazos.

-Está pasando, Valkyria déjalas salir, dolerá más si te resistes-comentó mi papá mirándome a los ojos preocupado pero con una seguridad en sus palabras. No entendía a qué se refería, como podía entregarme a tal dolor si sentía como mi espalada parecía desgarrada por miles de navajas.

-Son navajas, mamá, Valkyria tiene navajas en la espalda- grito asustada Astoria. Mi angustia creció aún más y con ella el dolor se hacía más grande. ¿Cómo que tenía navajas en la espalda?

-¡Maldita sea!-grito papá aún más preocupado.- Hija por favor, te desangraras si no les permites salir, entrégate a ese dolor, deja que salgan.-él trataba a cuestas de sostenerme entre sus brazos sin si quiera hacer por tocar alguna parte de mi espalda. Dolía mucho, miles de alaridos chocaban con los cristales de la casa.

-Val, hazle caso a tu padre, es doloroso la primera vez, deja que se extiendan, solo así pasara el dolor, estás perdiendo mucha sangre...Astoria regrésala- ordenó Moira, sus palabras me confundieron más. Mi pequeña amiga se acercó y con sus manos iluminadas, comenzó a desvanecer la sangre que me estaba rodeando. A eso se refería su madre, Astoria era sanadora y eso estaba haciendo, pero el dolor aún seguía.

Hice caso a las constantes peticiones de mi padre y de Moira, me entregué al dolor esperando que de verdad desapareciera. Emití un grito desgarrador cerrando los ojos que la fuerza produjo en mí, haciendo que toda cristalería de la casa explotara y se convirtiera en simple polvo. El dolor ceso, ya no dolía, pero me hallaba bastante cansada. Al abrir los ojos, mi padre y Moira, ya no estaban a mi lado, ahora se encontraban mirándome asombrados desde el suelo.

Me encontraba suspendida en el aire a unos dos metros de distancia del piso, ¿cómo era esto posible? Mire a mí alrededor tratando de deducir que era lo que me mantenía en el aire. Mis ojos se abrieron como platos al notar las enormes alas, que parecían ser de algún material metálico, en lugar de plumas miles de navajas adornaban ambas alas, eso explicaba el dolor.

Les ordene a ambas alas que me bajasen, para obtener una respuesta a las miles de preguntas que se estaban formando en mi cabeza. Descendí en medio de la sala y mi papá me miraba como suplicando perdón.

-¿Por qué Valkyria tiene alas de Akanj?- preguntó curiosa y un poco seria la madre de Astoria. Papá suspiro y comenzó a relatar la misma historia de Aukan y Freyja, pero con la otra parte de la historia que hacía falta.

-... ella es la primer Sendika-Ibrid-concluyó mi padre. Cada palabra hacia que mi mente comenzara a recordar las miles de veces que mi padre conjuraba el mismo hechizo una y otra vez, el cual provocaba que perdiera la memoria, y otros recuerdos que eran falsos aparecieran.

De entre todos los recuerdos que regresaron, estaban los que me mostraban cuando aparecieron los tatuajes, los cuales ocultaban una habilidad mágica o psíquica diferente. Otros me mostraron como desde muy pequeña podía cambiar de forma, usar mi magia, manejar los elementos; pero lo que me altero un poco de entre todos mis recuerdos, fueron esos en los que todos y cada uno de mis sueños y pesadillas se hacían realidad.

-Tenemos un grave problema, Los Kriptids no fueron los únicos en huir de Ecnyal- mencioné rompiendo el silencio que se había presentado, al tiempo en que hacía que mis alas volvieran a ocultarse. Podía acostumbrarme a esto. 

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