Capítulo XII
Sacrificio del humano por su amado, logró leer en uno de los tantos libros que BaekHyun insistió que leyese. Aquella frase se encontraba en un capítulo que llevaba por título «Amar es sufrir». ChanYeol se rio sin verdadera alegría cuando lo leyó. ¿Qué era el amor realmente? Nadie lo sabía a ciencia cierta, de eso estaba seguro. Siendo así, ¿por qué su novio parecía tan ensimismado con que este sacrificio era sinónimo de amor?
Durante tantos años no fue más que un fenómeno enjaulado en esa capucha de ropa negra, encerrado entre temores insufribles que lo hacían caer cada vez más y más en un pozo sin fondo lleno de agonía y desvarío. No quería eso para BaekHyun. Lo quería demasiado y, por lo mismo, no podía permitirse ser tan cruel con quien creía amar hasta el cansancio. No obstante, su novio estaba empecinado en hacerle creer que era una buena idea. Se pasaron una semana así, en un tirar y aflojar con BaekHyun, discutiendo por un futuro incierto. ChanYeol seguía pensando que lo mejor era que se quedasen como estaban, él siendo un monstruo bestial y el contrario un humano. Creía que lo que le tocase vivir en la segunda vida al castaño podrían averiguarlo cuando llegase ese momento.
Se interesó en el tema simplemente por curiosidad, por un deseo de conocerse más a sí mismo y a los suyos. Por eso insistió en conocer al tal MinSeok. Al final no pudo hacer mucho más que mirarlo desde lejos. Aparentemente, aquel joven trabajador tenía una aversión contra los monstruos bestiales, incluso cuando él mismo era uno. El chico parecía tener algo así como una fobia incluso. Por lo mismo fue BaekHyun quien se acercó más al chico, incluso JongDae, quien, como humano, podía preguntar por libros que ChanYeol quería conocer sin que BaekHyun supiese, especialmente aquello que tuviese que ver con la parte mala de toda esa aparente transformación de humano a monstruo.
También se esforzó en buscar en otro sitios respecto al tema, pero averiguó que la mayor información de los monstruos bestiales, al menos en el país, se encontraba en la pequeña e insulsa librería que maquinaba una pareja de monstruos bestiales. Esa era la librería de MinSeok. Al parecer, BaekHyun se encargó de hacer una buena investigación y por lo mismo ChanYeol accedió a escucharlo en cada momento. Lo siguió cuando el chico quiso conocer a los padres de MinSeok y solo suspiró cuando se encontró en aquella pequeña sala de una casa pequeña, donde una pareja amorosa le ofreció galletas y jugo frutal mientras MinSeok se escondía en una esquina, espantado con ChanYeol como monstruo bestial.
—Entonces, ¿es posible? —preguntó BaekHyun con ilusión hacia la mujer, una humana transformada en monstruo bestial.
—Sí, realmente se puede. Solo debes asegurarte de ser su pareja destinada y, al momento de morir, debes sacrificarte por él. —La monstruo lo dijo de un modo tan calmado que ChanYeol no pudo evitar hacer una mueca.
Lamentablemente, la seguridad de aquella mujer y todos los textos que parecían hablar sobre los suicidios de los humanos hicieron que BaekHyun se empeñara en que matarse era una buena idea. Maldición, hablaba de morir, morir por él. ChanYeol no podía dejar de pensar que era una terrible idea y probablemente lo pensaría así siempre. Por eso se rehusó a seguir los deseos de su novio por muchos días, al menos hasta que pasaron unas dos semanas y BaekHyun le dijo una tarde luego de salir de clases que tenían que hablar.
—¿Qué piensas? —Ambos se encontraban en una cafetería. BaekHyun jugaba con sus manos desde el otro lado de la mesa mientras sus palabras eran pronunciadas con tono bajo, como si temiese de su respuesta—. Durante estos días solo me has escuchado y te niegas a que convertirme sea una buena idea, pero yo... —El chico tomó aire y buscó sus manos por sobre la mesa, dejando un suave apretón—. Realmente creo que esto podría funcionar, Yeol.
—¿Estás convencido de ello? —preguntó con los ojos fijos en el contrario, quien asintió con ímpetu al ver que no hubo una negativa inmediata de su parte—. Si eso es lo que quieres, lo haré, lo haremos. —Asintió, convenciéndose a sí mismo de que era lo que debía hacer—. Sin embargo, tengo una condición.
—Claro. ¿Qué te gustaría? —La sonrisa ajena se mostró amplia frente a él y ChanYeol tuvo miedo de decepcionarlo.
—Quiero que cumplamos un año de novios. —BaekHyun elevó ambas cejas, sorprendido—. Luego de cumplir un año de novios haré lo que quieras, te apoyaré si lo que deseas es convertirte en un monstruo bestial.
—Eso sería en seis meses, ¿no? —Asintió ante la pregunta del contrario—. ¿No crees que es mucho tiempo?
—¿Y tú no crees que llevamos saliendo muy poco tiempo? —regañó, a lo cual el contrario desvió la mirada y se mordió el labio inferior—. Aún me cuesta creer que estés haciendo esto cuando llevamos saliendo tan poco tiempo.
—Me gustas desde hace más de un año —insistió el otro con voz baja, como si no quisiese realmente rememorarle eso—. Además, han pasado nueve meses desde que tuvimos el trabajo con el que no conocimos de verdad. Creo que ha pasado el tiempo suficiente.
—Esta es mi condición, BaekHyun. —El chico tuvo intenciones de quejarse, pero él se apresuró en continuar—: Si sigues con la misma idea cuando finalicen estos seis meses, entonces te apoyaré.
A pesar de que sonó convencido de sus propias palabras, en realidad esperar tanto tiempo no era el plan de ChanYeol. Seguía creyendo que la peor decisión que podría tomar BaekHyun era convertirse en un monstruo bestial y siguió pensando lo mismo cuando pasó un mes y luego otro. Su relación siguió igual que siempre, esta vez un poco más afiatada porque ChanYeol avanzó en su proceso de aceptar lo inevitable: Nunca podría convertirse en humano. Aceptar aquello y soltarlo lo hizo retomar una relación saludable con BaekHyun, sumando, además, que tenía un plan para todo eso.
Solo le quedaban cuatro meses para disfrutar de BaekHyun, ni más ni menos. A pesar de que le prometió al chico que, una vez que ese acabase el tiempo, él lo apoyaría con lo que decidiese, la verdad era que no quería que el chico cometiese el error de convertirse. Terminaría con él cuando cumplieran el año de noviazgo, estaba decidido. Por ello disfrutó de su novio lo más que pudo todos esos meses, lo acarició tanto como pudo, lo besó profundo y le hizo el amor todas las veces que pudieron y quisieron. Lo llevó de viaje cuando tuvieron el tiempo, disfrutaron de unas montañas frondosas y un lago que reflejó la luna en las noches. ChanYeol estaba seguro que esa sería su única oportunidad de tener un noviazgo, así que haría con él todo lo que siempre deseó y, de paso, se aseguraría de hacer feliz a BaekHyun, al menos hasta volver a encontrárselo en otra vida.
—BaekHyun —susurró una noche mientras jugaba con el cabello del más bajo, quien estaba recostado a su lado en la cama de su habitación luego de que hicieron el amor—, sabes que me he sentido muy insatisfecho todos estos años con mi físico, ¿cierto? —El chico asintió y buscó sus ojos. ChanYeol le regaló una sonrisa—. Sin embargo, a veces, cuando estoy contigo, no me siento nada feo.
BaekHyun sonrió dulcemente—. Porque no lo eres.
Volvieron a hacerlo y después bajaron a comer a eso de las dos de la mañana, cuando todos en la casa dormían. Intentaron hacer el menor sonido posible, pero al final terminaron botaron un vaso y ambos se empaparon por una licuadora a la que no le pusieron la tapa. ChanYeol no pudo haberse sentido más contento cuando se rio con su novio mientras limpiaban el desastre.
Quizás las cosas comenzaron a ponerse un poco tensa cuando quedaron dos meses. Ahí BaekHyun pareció idear un plan, quiso llevarlo con sus amigos de la universidad y se esforzó por salir cada vez que pudiesen. Incluso, en una oportunidad, ChanYeol terminó en un local nocturno mientras sudaba y tenía las caderas de BaekHyun presionando contra las cuyas. Nunca había salido de fiesta y, ciertamente, lo único que le gustó fue tener a su novio tan caliente bailando contra él.
Insistirle tanto con que saliese solo significaba una cosa: Exponerse. A pesar de que le encantaba pasar tiempo con BaekHyun, ChanYeol no podía disfrutar por completo de él cuando se encontraban en el exterior, con tantas personas pendiente de su cuerpo. Poco a poco fue dejando las cosas que lo cubrían, principalmente porque el cubrebocas y la bufanda era un problema para el castaño cuando quería besarlo. Por suerte, la gorra y la capucha de la sudadera se la aceptaba.
—No importa cómo te ven los demás, importa como te ves a ti mismo —dijo un día de esos mientras él se encontraba frente al espejo del baño de su habitación, donde se esforzaba por ponerse el lente de contacto.
BaekHyun le dijo algo que ya sabía, algo que su psicóloga repitió muchas veces y que él leyó otras tantas en libros adolescentes. Sin embargo, era difícil llevarlo a la práctica. A pesar de todo, ChanYeol estaba feliz, progresó en varias cosas respecto a la aceptación, BaekHyun le ayudó a superarse a sí mismo, a temer menos de los monstruos bestiales, a aceptar las pesadillas, las heridas, a sí mismo... Indudablemente, BaekHyun era para él, aunque dudaba que él fuera para BaekHyun.
Luego la fecha llegó y el corazón de ChanYeol no pudo sentirse más martirizado. Solo le quedaba un mes para disfrutar de su novio y, así como esperó, se tornó un proceso difícil. Le hubiese gustado que durante todo ese tiempo el chico se olvidase de lo que decidieron hace seis meses, pero por supuesto que no se le fue de la mente.
—¿Puedes imaginar tanto amor? —preguntó una vez el castaño mientras ambos se encontraban mirando la ciudad desde lo alto. Fueron en su moto a un mirador y, para su desgracia, hablaban de BaekHyun convirtiéndose en monstruo—. Tanto amor que incluso se puede cambiar a una persona.
Guardó silencio, sin saber qué decir. El chico lo miró con una sonrisa y posó una mano sobre su mejilla para dejar una suave caricia. ChanYeol solo suspiró y lo besó con las lágrimas peligrando por caer. Sabía que pronto debía apartarse, desaparecer de la vida de BaekHyun como si solo fuese un sueño.
—Baek, creo que... —Se detuvo un momento. No quería insistir con lo mismo que enojaba al contrario, pero aun así lo intentó—. ¿Qué tal si dejamos las cosas como están?
El castaño puso mala cara—. ¿Nuevamente insistes en que no me convierta?
—Creo que no vale la pena, cariño —dijo con lentitud, temeroso de que el contrario se enfadase.
—Un pequeño sacrificio de mi parte puede hacer que tú seas feliz —instó el otro con ilusión, provocando en su rostro una mueca.
—¿De verdad crees que eso me hará feliz? —susurró agobiado.
—Es lo que siempre has querido, Yeol.
—Pero te quiero más a ti —gimoteó sincero, provocando un sonrojo en el contrario—. Quiero que seas feliz, maldición. Quiero que tengas la oportunidad de arrepentirte; si te conviertes en monstruo bestial no hay vuelta atrás.
—Lo sé.
—¿Y aun así estás dispuesto a sacrificarte? ¿Qué tanto debes quererme como para sacrificar tu vida? —gruñó por la insistencia del contrario, porque sentía que hablaba con un niño pequeño que no entendía lo complejo que era la vida y quizás por eso BaekHyun frunció el ceño, dolido, cuando lo escuchó.
—Sacrificamos cosas que queremos por cosas que amamos, Yeol —susurró el contrario con apacibilidad, pero dolor a la vez—. Estuviste ahí en los peores momentos. Tu monstruo bestial evitó que me matase y me apoyó todo este tiempo.
—BaekHyun... —se lamentó.
—¿Crees que no me costó aceptarme? —El chico tiró de su propia sudadera, mostrando su cuello herido—. Usé bufandas durante años y no me saqué la camiseta frente a otras personas por ningún motivo. —BaekHyun tomó un poco de aire antes de continuar. El tema era delicado para él y ChanYeol lo sabía perfectamente bien—. Me sentí terrible y no solo por el físico, sino por mis padres, por la pérdida, por el dolor, por estar malditamente solo con un hermano herido, con una familia rota, con...
La situación se rompió en ese momento. BaekHyun no aguantó más y simplemente lloró sobre la fría banca en la que se sentaron para apreciar la noche. ChanYeol no dudó en abrazar a su novio e intentó tranquilizarlo con pequeños arrumacos.
—Y-Ya pasó el tiempo que pediste. —El llanto se interpuso en el diálogo del contrario—. Me prometiste que me apoyarías.
ChanYeol suspiró profundamente y apretó los dientes, conteniéndose para no decir que sí, para no complacerlo en todo lo que quisiese con tal de tenerlo en sus brazos para siempre. No, él no podía ser tan egoísta, no podía traerle ese destino a BaekHyun. Con eso en mente se armó de valor y se alejó del contrario para mirarlo a los ojos; se encontró con dos perlas oscuras que parecían desesperadas por un abrazo, un beso, un cariño, un resguardo. BaekHyun buscaba tantas cosas en él que por un momento ChanYeol se sintió claustrofóbico.
—Creo que es mejor que terminemos —susurró con calma, como si no dijese nada, como si no se le rompiese el corazón en ese mismo momento.
—¿Qué dices? —BaekHyun rio, como si dijese algo completamente ilógico y ChanYeol no se dio cuenta hasta ese momento que todo parecía un drama terrible.
—Hablo en serio. —Los ojos duros del contrario se detuvieron en él, buscando la mentira—. Terminemos.
—No quiero.
—Pero yo sí. —Se mordió la lengua para creer en su propia mentira y apreció tan solo unos segundos como el labio inferior del contrario temblaba, no pudo mirarlo durante mucho tiempo antes de apartar la mirada—. Creo que es mejor dejarlo hasta aquí. Te llevaré a casa.
Se puso de pie con la intención de dar por terminada la conversación y caminó hacia su moto, la cual estacionó a unos pocos metros. No logró llegar muy lejos antes de que BaekHyun se atravesase en su camino, deteniéndolo.
—Yeol, ¿te volviste loco? —El chico soltó una pequeña risa, como si pensase que todo era un chiste—. En una semana cumpliremos un año de novios. Te amo. Somos pareja destinada, lo sabes. —BaekHyun negó, confundido. ChanYeol solo guardó silencio, de repente sintió un dolor intenso en el estómago—. Nosotros no podemos separarnos.
—Es lo que quiero —insistió como si ninguna emoción habitase en él.
Esquivó a su exnovio para ir en dirección a la moto mientras buscaba en sus bolsillos las llaves para liberar el casco de BaekHyun, como si lo que anteriormente hablaron no tuviese ni un poco de importancia.
—¿Por qué? —Se giró a mirar al castaño, quien tenía los ojos vidriosos y apretaba fuertemente las manos a sus costados—. ¿Quieres terminar conmigo porque quiero convertirme en monstruo? —La rabia se filtró a través de esas palabras—. ¿Es eso? —ChanYeol esquivó su mirada y se subió sobre la moto—. ¡Dijiste que me apoyarías!
—Esto es lo que quiero ahora —dijo como si no importase ni un poco y extendió el casco hacia BaekHyun, quien no se movió de su lugar y lo miró con incredulidad.
—¿No estás mintiendo? —Tomó aire profundamente para no arrepentirse de sus propias palabras y negó—. ¿Quieres terminar? —Asintió y el otro dejó la primera lágrima caer. Esta vez ChanYeol sintió un dolor en el pecho—. Bien, terminemos, chico valiente. —Para su sorpresa, BaekHyun tomó el casco de sus manos y lo tiró al suelo. No le causó nada más que un rayón—. Espero que no sea demasiado tarde cuando te atrevas a hacerte cargo de tus propios problemas.
A pesar de que estaban en medio de la noche y en un mirador, BaekHyun simplemente pasó por su lado y se dirigió por una de las calles que bajaban. Estaban en un sector donde habían muchas casas, cerca de la vivienda de BaekHyun, pero aun así ChanYeol se bajó de la moto y caminó hacia el chico para tomarlo de la muñeca con la intención de detenerlo, sin embargo, el contrario se deshizo de su agarre con un manotazo.
—Al menos déjame llevarte a casa.
—No —zanjó el otro sin siquiera mirarlo y él solo suspiró al ver la espalda ajena perdiéndose por las calles.
No dudó y con rapidez buscó su moto para avanzar con ella a la par mientras seguía a BaekHyun, quien se detuvo en seco cuando lo escuchó. Se quedó unos segundos mirando su espalda y ChanYeol se tensó, pensando que el castaño se voltearía e iría a abofetearlo, pero al final solo se encontró con sus mejillas bañadas en lágrimas y el sollozó sonó por entre sus labios apenas sus ojos se encontraron.
—Por favor, déjame solo. Y-Yo... —BaekHyun sollozó nuevamente tan fuerza que por un momento estuvo tentado a soltar la moto y correr hacia los brazos del contrario—. Te amo —susurró el otro con los labios temblorosos. BaekHyun dio un paso hacia atrás, alejándose de él—. Te amo tanto...
No hubo nada más. El castaño le dio la espalda y caminó a paso apresurado hacia una calle principal, concurrida. ChanYeol vio desde lejos que el chico tomó un taxi, así que simplemente pateó la pata de la moto para estabilizar esta a su lado. Se quedó un momento mirando el casco de BaekHyun que sujetó improvisadamente contra el manubrio y respiró profundo dos veces, luego tres y cuatro.
—Cinco, seis, siete...
Sus labios temblaron en el siguiente número y el llanto lo trizó a tal punto que cayó sentado sobre la calle, sobre la solera peatonal. Se esforzó en calmarse a sí mismo, luchó contra los pensamiento avasalladores que lo consumieron, que le devoraron la mente y el alma hasta el punto que no contuvo el sollozo.
Llevó las manos a su rostro y con frustración se apartó las lágrimas del rostro, borracho de enfado porque terminar con BaekHyun fue su propia decisión, porque creyó que era lo mejor, así que ahora debía hacerse a la idea de que el chico ya no estaría más a su lado, que se acabaron los besos en los labios, las caricias sobre las heridas y las sonrisas preciosas que aparecían cada vez que lo miraba. Recordó que hizo lo correcto, lo que debía, lo que BaekHyun se merecía. Con eso en mente aseguró el casco de su exnovio y se subió a la moto para ir en dirección a su casa, donde entró más silencioso de lo que esperó, como un muerto. Era tan tarde que de seguro ya todos dormían, así que solo caminó a su habitación y cayó en su cama, cayó en un abismo doloroso donde solo se encontró él y su corazón roto.
Pasó ahí un mes, metido entre ese calor y con MinRa acariciando su cabeza en un intento inútil por calmarlo. Las películas infantiles pasaron por su televisión como si ese fuese su único cable a Tierra, como si intentase de forma desesperada encontrarse con aquello que tuvo antes de conocer a BaekHyun, como si buscase a su ChanYeol de niño con la esperanza de que él le impidiese morir.
Era doloroso, perder a alguien que se amaba era increíblemente doloroso y ChanYeol se lo esperó, pero no logró estimar para nada lo que se sentía. De repente estaba nuevamente solo frente al espejo, viendo a ese monstruo insufrible que parecía reírse del pobre ChanYeol que anhelaba amar. Las heridas volvieron, como era de esperarse. Aparecieron dos nuevos tatuajes y uno de ellos era el nombre de BaekHyun, teñía su mejilla izquierda, eran pequeño y sobrio, pero dolió como la mierda. Era el único tatuaje que no odió.
Su parte bestial estaba furiosa con él, ChanYeol nunca lo sintió más presente que hasta ese momento. Las pesadillas vinieron como avalanchas intolerables llenas de dolor y agonía. No hubo noche que no soñase con BaekHyun, con sus ojos cubiertos de lágrimas, con un mundo lleno de desconsuelo donde todos parecían querer hacerle daño y él se encontraba allí, solo mirando y sin hacer nada. Las heridas se abrieron, como fue de suponer. Recibió latigazos en la espalda que solo presenció en pesadillas, pero que sufrió una vez que despertó, cubierto de sangre y con las sábanas manchadas y pegadas al cuerpo. El cuerpo le dolió en todas partes y llegó un punto donde un médico cambiaformas llegó a su habitación para entablillarle el brazo, curiosos porque un monstruo bestial tuviese la capacidad de quebrarse un hueso a sí mismo, maldición. ChanYeol supuso que no viviría mucho tiempo.
Los primeros días odió a BaekHyun por ponerlo en esa situación, detestó la insistencia de su exnovio respecto a hacer algo tan terrible como suicidarse y convertirse en un fenómeno para contentarlo, especialmente porque la finalidad de todo eso era hacerlo feliz. Lo odió por pensar antes en él que en sí mismo. No obstante, el odio hacia el castaño duró poco, luego vino el odio hacia sí mismo y eso fue peor, especialmente porque su monstruo estuvo de acuerdo en que era la mierda más grande del mundo, que no quería vivir. De igual forma resistió porque sabía que no sería un «adiós» para siempre, solo debía esperar un poco más y volvería a encontrárselo, volvería a ver su sonrisa, a probar sus labios, a enamorarlo, a perderse en él, a acariciarlo, a hacerlo suyo. Tenía otras oportunidad, si se mantenía vivo, si lograba sobrevivir el maltrato de su monstruo bestial, quien parecía querer matarlo de dolor, podría volver a encontrarlo.
A pesar del insólito dolor físico y mental, logró apaclarse a sí mismo poco a poco. Se esforzó en mantenerse estable, en no dejarse caer, pero todo se tornó demasiado oscuro cuando, una fría mañana de domingo, recibió una llamada de JongDae.
—¿Hola? —susurró con la voz ronca, usualmente no hablaba con nadie. Apenas le dirigía la palabra a sus padres o las personas que trabajaban en la casa—. ¿JongDae? —preguntó extrañado al no recibir respuesta, sin embargo, apenas dijo el nombre de su excuñado sonó un sollozo del otro lado—. ¿JongDae?
—ChanYeol —nombraron desde el otro lado con una voz increíblemente rota—, BaekHyun murió.
Algo se rompió en él ese día. Un dolor inclemente se apoderó de su ser. Tanto humano como bestia estuvieron de acuerdo en que la situación no podía ser más fantasiosa. No obstante, no hubo mentira detrás de las palabras de JongDae; logró descubrirlo minutos después, cuando pudo tener control de su propio cuerpo para tomar su moto y dirigirse al hospital. JongDae apenas dijo palabras coherentes cuando contestó la llamada, pero logró llegar a la habitación donde hospitalizaron a BaekHyun.
—Sobredosis —dijo JongDae en un sollozo apenas lo vio y llegó hasta él para darle un golpe en el pecho. ChanYeol solo se quedó estático en su sitio—. ¡Murió de una maldita sobredosis!
Los médicos intentaron hacer el lavado de estómago, pero lo encontraron demasiado tarde. Murió apenas lo recostaron en la cama de hospital. Fue JongDae quien lo encontró desmayado sobre su cama, al principio pensó que estaba durmiendo, pero por más que intentó despertarlo no lo consiguió.
—Pensé que lo hiciste a propósito, pensé que querías darme un susto —habló JongDae sin llegar de llorar mientras se paseaba por el pasillo, aún no tenían permitido entrar y ver a BaekHyun.
ChanYeol solamente estaba ahí, en silencio. Tomó asiento en una de las sillas de plásticos que estaban apegadas en la pared, dado que sus piernas no soportaron el peso de su propio cuerpo. Ahí se quedó, estático, como si fuese una gran estatua lúgubre e insípida, con las pupilas sin luz, como una escultura.
—¿Lo mataste? ¿Fuiste tú? —cuestionó JongDae un poco después, cuando cayó a su lado sobre una de las sillas, al parecer el hombre se cansó de gritarle cosas. ChanYeol no escuchó nada de lo que dijo.
—No... —susurró sin aire, sin voz, tan dolido como lo estaba aquel que perdía a su amado.
—Terminaste con él —continuó JongDae mientras las lágrimas aún caían. El castaño jugaba con sus dedos de forma nerviosa, al borde de la crisis de pánico—. L-Lo heriste.
—Lo sé —volvió a murmurar con la vista fija en la pared de enfrente.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó JongDae con la misma calma en su voz, aunque sus manos temblaban, erráticas.
—Porque me amenazó con suicidarse —musitó, como si no fuese nada.
El cuerpo de JongDae se puso tieso, como si por un momento se contuviese del autosabotaje que provocaba la ansiedad.
—¿Qué quieres decir?
—Dijo que quería convertirse en un monstruo bestial. —Giró la cabeza para mirar a JongDae y le costó un poco verlo. No se dio cuenta hasta ese momento que estaba llorando—. Para convertirse en monstruo bestial debe suicidarse.
JongDae apuntó hacia el frente, donde se encontraba la puerta de la habitación de BaekHyun.
—¿No es eso lo que hizo? —preguntó el hombre con calma, aparentemente tranquilo—. ¡¿Esa no fue la mierda que hizo?!
—N-No... —sollozó, interrumpiendo su diálogo—. No es lo mismo.
—¡Lo mataste de pena, imbécil de mierda! —gruñó JongDae con un enfado que se sintió con una bofetada. El sujeto lo tomó por el cuello de la sudadera y luego lo sacudió. ChanYeol acordó que aceptaría todo aquello que JongDae creía que se merecía—. ¡Se sintió tan triste que simplemente lo murió!
—¿Cómo podría...? —Su diálogo fue tan débil que de seguro no se escuchó, aunque eso no fue lo importante, la respuesta a esa pregunta no lo fue tampoco.
Él era su pareja. Cuando conoces a tu pareja y no la tienes, mueres de pena, recordó de uno de los libros que BaekHyun, hace unos meses, insistió que leyese. Quiso recordar más acerca de ello, pero justo en ese momento salió el médico de la habitación de BaekHyun.
—¿Familia de Byun Baekhyun?
JongDae fue quien se levantó. ChanYeol solo se quedó ahí, mirando desde lejos. Ciertamente, dentro de su cabeza aún cabía la posibilidad de que BaekHyun estuviese bien, que lo dicho por JongDae no fuese más que una equivocación producto del descarrilado momento. Sin embargo, confirmó que no hubo error tras sus palabras en el momento que el hombre cayó en el piso sin fuerzas, sin ganas, sin vida. ChanYeol fue hasta él para auxiliarlo y JongDae, como una marioneta, se dejó maniobrar para que pudiese tomar asiento sobre la silla de plástico en la que anteriormente estaban.
—Está muerto de verdad —dijo JongDae sin más mediante un susurró ligero, como una pequeña brisa.
A pesar de que ChanYeol quiso preocuparse del propio dolor en su corazón, se concentró en auxiliar a JongDae cuando este estuvo al borde de la crisis de pánico; sus manos se movieron desenfrenas, su boca se abrió y cerró como un pez y no dejó de llorar en ningún momento. ChanYeol intentó calmarlo, algunas de las enfermeras también, pero al final solo lo abrazó y dejó que llorase en su hombro con todo aquel dolor que ameritaba perder a un ser querido. Él solo logró aguantar unos pocos minutos más antes de largarse a llorar también, como un niño.
ChanYeol apenas tuvo oportunidades de verlo. Apenas JongDae comunicó a su familia poco a poco llegaron tíos, abuelos y primos. No eran muchas personas, pero sí las suficientes como para contener al mayor de los Byun y hacerse cargo del papeleo correspondiente. Él solo miró dese lejos, casi omnipresente; su lado bestial lo obligaba a estar ahí siempre, atento a cada cosa, cada detalle. Esperanzado, así estaba el monstruo dentro de él y con el cual llevaba conviviendo una vida.
No creo que vuelva, pensó para sí mismo en un intento de que dejase de buscarlo en todos lados, en cualquier parte. Para convertirse en un monstruo bestial ameritaba un sacrificio. No estaba seguro que BaekHyun tomase esa decisión para convertirse en un monstruo, después de todo, terminó con él. No tenía razones para volver a buscarlo.
Su etapa de duelo comenzó con una negación increíble que acarreó que sus padres le diesen sonrisas incómodas y que MinRa solo llorase a su lado mientras le acariciaba el cabello, como si tuviese que cuidar de un niño pequeño que no decía más que incoherencias. No obstante, ChanYeol sabía que había algo mágico detrás, podía sentirlo. Con esa esperanza como su única fuente de propulsión se enfocó en leer cada libro que recolectó BaekHyun, cada apunte, cada palabra en su antigua agenda, todo con la intención de buscar ahí una respuesta, algo que le dijese que podía volver a la Tierra, incluso si no era a su lado.
La realidad lo golpeó cuando decidió mostrarle todo eso a JongDae, quien, deprimido y al borde del colapso mental, le dio una golpiza por atreverse a hablar de su hermano con tanta superficialidad. Había pasado un mes, por lo que las ceremonias de despedida de BaekHyun ya se llevaron a cabo, al igual que su entierro. JongDae se negó a quemar a su hermano, igual como cuando se negaron en quemar a sus padres luego del accidente. El fuego no estaba permitido en la vida de los Byun. Oficialmente lo habían dado por muerto y el único que no lograba aceptarlo era ChanYeol, incluso cuando este lloró durante horas delante del ataúd del chico mientras vestía un traje negro y se cubría con un sombrero elegante.
—ChanYeol —susurró su psicóloga con calma y extendió las manos hacia él, sujetándolo. Recién en ese instante se dio cuenta que empezó a temblar—, es momento que lo sueltes.
Como buen ente mágico, sabía que había algo irreal dentro de todo lo ocurrido. ChanYeol llevaba mucho tiempo fantaseando con ello, ideando un plan de cómo sería su vida después con BaekHyun, con un BaekHyun que ya no existía. Le costó un par de sesiones más darse cuenta que efectivamente su exnovio no volvería y fue eso mismo lo que lo hizo volver a una oscuridad que lo marchitó.
Al cabo de otro mes ChanYeol estaba en la mierda de nuevo, sin comer, sin dormir, sin vivir. Las pocas veces que dormía estaba recubiertos de pesadillas de cualquier tipo, cada vez que comía todo se sentía insípido y en un punto, al saber que BaekHyun no volvería, simplemente tomó la decisión que quería acabar con su vida. Ocurrió en una de esas noches que despertó sudando después que, dentro de la pesadilla, batalló por salir a la superficie en un mar inquieto. Al despertar entendió que no había razón para continuar ahí, sufriendo todo eso. Entendió que la culpa fue suya, que efectivamente mató a BaekHyun de pena por el perenne amor que debía concederle a su destinado. Eso fue lo que más aprendió de todos los libros mágicos sobre monstruos bestiales: No había amor más puro que aquel que se le concedía al destinado, tanto así que vivir sin él no era posible.
Fue por eso que empezó a planificarlo todo. Darse muerte a sí mismo era demasiado complejo, así que recurrió a una real planificación, con puntos a seguir y todo. Primero debía hacer cartas, pedir disculpas y todo eso. Hizo una para su madre, su padre, MinRa, JongDae incluso y BaekHyun...
Oh, mi querido BaekHyun. ¿Debería soñar con tenerte nuevamente mirándome con esos relucientes ojos? Tachó lo que escribió y empezó de nuevo, así una y otra vez, durante horas, días. Escribirle a BaekHyun fue sumamente difícil, quizás por eso siempre lo postergó. Aprovechó sus propias pesadillas para trasladarse al plano bestial, para hacer de sí mismo el monstruo que siempre debió ser. Sin embargo, su intento no fue para nada atormentar a humanos, ellos le daban igual, su objetivo era encontrar a un monstruo bestial lo suficientemente fuerte y desdichado que quisiese matarlo. Sí, ChanYeol simplemente quería irse sin más y qué mejor que con alguien que supiese cómo matarlo. Por eso intentó contactarse con aquellos entes que tanto odiaba y repugnaban, que tanto daño le hicieron.
—¡Hey! —llamó al monstruo que vio sentado en una esquina de la habitación, un sitio oscuro y tenebroso. Se hallaban en la habitación de un pequeño niño, ambos en el plano bestial—. Necesito hablar contigo.
Aquel ente de un solo ojo lo miró.
—¿Conmigo? —Una risa se filtró en sus palabras—. Sabes que no podemos molestar a los muertos.
Claro. Ese fue el monstruo bestial de BaekHyun.
—Necesito... —Tomó aire y se apegó como sombra a la pared al escuchar al niño sollozar sobre la cama. Como pudo suponer, el monstruo bestial hacía su trabajo.
Poco tiempo después las luces por fuera de la habitación se encendieron, así que ellos debieron moverse de escenario. Aparentemente, el monstruo bestial lo llevó a un pequeño parque desolado, todo agrietado y derruido. El ente tomó asiento sin preocupación en una de las bancas y ChanYeol suspiró antes de sentarse a su lado.
—Supongo que vienes a preguntar sobre él. —El monstruo se cruzó de brazos y miró hacia el frente con una sonrisa autosuficiente—. Fue un chico fuerte. Necesitó de muchos monstruos para acabar con él.
—¿Qué quieres decir? —preguntó con poca voz, inseguro y temeroso de la respuesta.
—Hablo de matar a BaekHyun. —El monstruo lo miró y sonrió—. Logramos hacer que se suicidase. Sin ti ahí, protegiéndolo, fue mucho más fácil.
—¿Fueron ustedes? —cuestionó asustado y él otro solo rio.
—Bueno. El chico ya estaba lo suficientemente roto, pero fuimos de ayuda, supongo. —El monstruo, de un momento a otro, desapareció de su lado y se posicionó frente a él—. Le generaste un nuevo trauma, una nueva herida, una preciosa fisura donde nos pudimos colar. —La sonrisa amplia frente a él lo hizo apretar los puños con fuerza—. Un corazón roto por amor, ¿qué podría ser mejor para destruirlo?
El monstruo bestial desapareció de su visual y en el próximo pestañeo ChanYeol se encontró a sí mismo recostado en su cama, mirando el techo y recubierto de sudor. Apenas separó los labios un sollozó salió de entre ellos y él no hizo más que rodar en la cama para quedar en posición fetal, mirando en dirección al balcón. Suspiró con la vista en aquello que siempre consideró su mejor alternativa. Quizás no necesitaba de otros para morir, quizás bastaba consigo mismo.
Fue un dos de mayo cuando tomó la decisión de acabar con su vida. Si BaekHyun aún estuviese vivo y siendo su pareja, ese día tendrían su aniversario. Llevaba días pensándolo y, a pesar de que sabía que cuando BaekHyun reencarnase se lo volvería a encontrar, no creía que lo mejor para el chico era encontrarse nuevamente con él, no quería que pasase por todo eso o algo semejante en el futuro. Quería que fuese feliz sin él, que encontrase una pareja que lo quisiese, protegiese y le hiciese feliz. ChanYeol no tenía la capacidad de hacer todo eso. Además, la culpabilidad lo mataba, calaba tan profundo en su interior que lo hacía temblar cada vez que pensaba en ello. Debió estimarlo cuando tomó la decisión, tuvo seis meses para pensarlo, sin embargo, aun así no consideró lo doloroso que podía resultar para BaekHyun su ruptura, no solo porque lo amaba, sino porque también había algo inmaterial que los unía, una fuerza intrínseca que tiraba de ellos cada vez que se encontraban lejos, obligándolos a unirse, a encontrarse.
ChanYeol compró una cuerda, la necesitaría. También se esforzó todo el día en terminar de escribir la carta para BaekHyun. Sabía que este no la leería, no había posibilidad de que un muerto se hiciese con un objeto terrenal y, para cuando BaekHyun renaciese en otro cuerpo y otra vida, ChanYeol debería ser un tema que quedará en el olvido. Con eso en mente preparó todo, aunque en sueños, por supuesto. Si alguno de sus familiares se enteraba que él planificó todo eso lo encerrarían en un psiquiátrico.
Lloró mucho durante todo el proceso, mientras colgaba la cuerda y se desnudaba. Quedó solo en ropa interior. A BaekHyun, por alguna extraña razón, le gustaba su cuerpo, así que conmemoraría eso, aquello con lo que siempre tropezó, que siempre dolió, que nunca sanó.
Se miró unos minutos al espejo y se preguntó cómo lo vio BaekHyun. ¿Cómo era él sin heridas, tatuajes ni magulladuras? ¿Se veía bien? ¿Sería guapo?
—Por supuesto que sí. —Escuchó susurrar a sus espaldas, por lo que, asustado, miró sobre su hombro, aunque no vio a nadie.
Se encontraba dentro de ese plano inmaterial, el de los sueños. Los monstruos bestiales solo podían morir ahí. Imaginó que algún ente mágico se metió en la intimidad de su dolor para reírse de su desgracia, para instarlo a acabar con todo de una vez.
Salió del baño y apagó todas las luces. Justo en ese momento escuchó una risa, cosa que lo puso tieso. Urgido por encontrar al causante buscó en cada rincón, en cada sombra, en cada punto oscuro. No halló nada, sin embargo, otra risa se hizo presente, luego otra y otra. Eran niños, creyó. Niños corriendo y riendo, jugando quizás. ChanYeol se sintió mareado, como si estuviese en medio de unos niños que corrían, reían, se burlaban. ¿Se estaban burlando de él?
—Detente —demandó casi sin voz. Supuso que fue un monstruo bestial quien causó la imagen.
—¿Por qué? —La voz sonó distorsionada esa vez, un poco más grave y sombría—. ¿No es esto lo que quieres, un impulso para acabar?
—Puedo hacerlo solo —susurró sin muchas fuerzas y caminó hacia el balcón.
—ChanYeol. —Se detuvo en seco al escuchar su nombre ser pronunciado con ese tono. Lo reconocería en cualquier lugar, donde fuese. BaekHyun tenía una forma particular de nombrarlo, como si siempre tuviese la sonrisa entre los labios—. No puedo creer que estés dispuesto a dejarme, chico valiente. —A pesar de lo doloroso que sonó eso, ChanYeol le dio la razón a esa voz que sonó igual que su exnovio.
Él no era para nada una persona valiente, nunca lo fue y probablemente nunca lo será. Siempre acomplejado, siempre dolido, siempre roto. ¿Cómo alguien así tendría la fuerza para combatir al mundo austero y cruel? Sobrevivió veintitrés años, eso era poco tiempo para un monstruo bestial, incluso para un humano promedio, pero fue el tiempo suficiente para hacer que ChanYeol encontrase las razones suficientes para acabar con su vida.
—No seas tonto. —Sorprendido por lo real de la voz se giró hacia la cama, encontrándose con un monstruo bestial sentado en ella—. Ven aquí y hazme el amor.
El silencio fue sepulcral. ChanYeol no tuvo fuerzas para responder a esa invitación, no cuando delante de él estaba la misma imagen de BaekHyun, ahí como si nada, igual de joven como lo recordaba, pero con una apariencia demacrada que le trizó el corazón. BaekHyun tenía una línea horizontal en el cuello, como si lo hubiesen decapitado. Su cabello seguía donde mismo, aunque era muy poco, como si estuviese a prontas de caer. Los ojos, oscuros y brillantes como alguna vez lo miraron, parecían opacos y enojados por debajo de unas cejas constituidas en una especie de trenzado de mental, quizás en un esfuerzo por humanizar lo aterrador que era un monstruo bestial.
El sujeto vestía de negro, así que no pudo apreciar mucho más. Solo notó sus delgados dedos cubiertos en tatuajes, su mano derecha estaba llena de ellos y su mano izquierda parecía demasiado herida, como si la hubiese metido dentro de un tarro con ácido. Sufrió ante la imagen, pero se acercó para verlo mejor, siempre en silencio.
La nariz de BaekHyun parecía algo rebajada, como si hubiese tenido un problema con ella y la hubiese perdido. Sus labios, por el contrario, estaban intocables y parecían igual de apetitosos que siempre, solo que sobre el arco de cupido se asomaba un pequeño metal, parecía un piercing, pero supuso que era la cabeza de un clavo. Lo que más le llamó la atención fue que, sobre su mejilla izquierda, pudo ver un tatuaje que ponía «ChanYeol».
—¿Sorprendido?
La sonrisa ajena lo hizo jadear. Era BaekHyun.
—¿C-Cómo...?
El ente se puso de pie y caminó hasta él, solo entonces notó que el otro tenía una pequeña cojera.
—Aún no sé cómo curar mis heridas —explicó el otro como si leyese su mente y se subió un poco el pantalón. ChanYeol hizo una mueca cuando notó la gangrena en la zona de la tibia.
—Te ayudaré —dijo sin más mientras se dirigía al baño, olvidándose por completo de la cuerda colgada en el balcón ni de que aparentemente tenía a BaekHyun detrás de él.
Escuchó al muchacho reír desde atrás y él solo pensó que era una alucinación. Maldición, ¿cómo podía ser que tenía a BaekHyun ahí mismo como monstruo bestial? Era inconcebible y con ese mismo pensamiento encendió la luz del baño con la intención de abrir el botiquín, pero quedó completamente estático cuando vio su reflejo en el espejo. Unos segundos después apareció BaekHyun tras suyo. El BaekHyun sano, aquel que siempre conoció, le sonrió con los ojos de lágrimas a través del espejo. Miró sobre su hombro, pero siguió encontrándose con ese BaekHyun herido.
—Pero ¿qué...?
—Así te veía en el espejo, Yeol —susurró él con una sonrisa mientras lo miraba a través del reflejo.
Claro, ahí se encontraba el ChanYeol que siempre esperó ser, con los ojos oscuros, el cabello negro y sin ningún tatuaje ni herida. Simplemente era un muchacho normal.
—Debemos llamar un médico —dijo después de superar el asombro inicial. No pudo quitarse de la cabeza que detrás tenía a un sujeto que se parecía a BaekHyun sufriendo.
—Sí, sería bueno —susurró el otro con una sonrisa, aunque se notaba el dolor en sus palabras—. ¿No me besarás? Lo que más cuidé fueron mis labios. Esperé mucho tiempo para que me volvieses a besar.
—No sé qué pasa —susurró al final, sin apartar por ningún segundo los ojos de los contrarios.
Por suerte, no tuvo que pensar mucho más en ello, ya que por la puerta de su habitación entró su madre acalorada, teniendo a su padre detrás, ambos como monstruos bestiales. La mujer, al verlo, de inmediato se llevó la mano al pecho y se dejó caer sobre los brazos de su esposo mientras sollozaba.
—¿Qué pasó? —preguntó entonces con confusión y su padre suspiró.
—Tu madre tenía un mal presentimiento. —El hombre dio un vistazo al final de la habitación, donde se encontraba el balcón, e hizo una mueca—. Me alegra saber que llegamos a tiempo.
Lo único que se escuchó en la habitación fue el sollozo de su madre. ChanYeol sintió pena por ella, de seguro porque algo en su instinto de madre la hizo correr hacia su pequeño para saber que, dentro de la depresión que lo albergaba, no hizo algo terrible. Se acercó a ella con remordimiento y la abrazó.
—Mamá, todo está bien —susurró apenado.
—¡Las cosas no están bien, Yeol! ¿¡Cómo puedes...?! —La mujer se calló a sí misma, al parecer porque recién notó que había alguien más en la habitación—. ¿BaekHyun?
—Buenas noches, señor y señora Park. —El joven sonrió.
ChanYeol lo sintió tan real que se mareó, quizás fue eso u otra razón, pero no pudo soportar el momento mucho más y simplemente cerró los ojos, como si se hubiese desmayado, aunque eso solo lo llevó a su propia cama, sacándolo del mundo bestial y despertándolo. Al encontrarse solo en la habitación se dio cuenta que, quizás, aquella imagen de BaekHyun no fue más que un gesto cruel que hizo algún monstruo bestial. Incluso pudo ser su propia madre evitando que se matase.
—No, no fue el caso.
Delante de él, como vio hace unos segundos, se encontró a aquel BaekHyun herido que le sonrió entre lágrimas. ChanYeol solo sollozó al verlo. Esta vez, era real.
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Espero que nadie muriera en el intento de leer esto. 🤣
Este es el último capítulo, pero aún me queda un epílogo. 🙊
Espero que les haya gustado el capítulo. Muchas gracias por leer, votar y comentar. ♥️
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