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xvii. from bad to worse








xvii.
de mal a peor








Aura llevaba días encontrándose horriblemente mal. Tanto física como anímicamente. Y las burlas de ciertas personas no le ayudaban con ello.

—¡Eh, Potter! Black se dejó esto el otro día, en mi dormitorio. ¿Podrías devolvérselo? Ah, espera, que ya no estáis juntos.

Aura dirigió una mirada de desprecio a la chica que tenía enfrente. Tenía una expresión burlona en el rostro y sujetaba una corbata de Gryffindor.

—¿Te has acostado con Sirius, Carrow? Enhorabuena. ¿Debería importarme?

Maya hizo una mueca desdeñosa.

—Dásela tú, Carrow —acabó diciendo Aura—. Devolver una corbata no es algo que requiera demasiado esfuerzo mental, no te costará mucho.

Jason se acercó a las dos chicas y observó un segundo a Maya con desprecio.

—Vámonos, Aura, tenemos clase de Pociones.

La morena no se hizo de rogar. Recogió sus cosas y ambos Hufflepuffs salieron de la biblioteca. Jason observó a Aura por el rabillo del ojo, esperando a su reacción. La última semana había estado actuando de manera algo extraña, furiosa un momento y alicaída al siguiente. Maya no era la primera chica que se acostaba con Sirius en los últimos días, pero sí la primera que iba a presumir de ello ante Aura.

Ella había querido creer que era por lo que él le había confesado semanas antes. Que había algo mal con él, que no sabía que era y que le asustaba. Había tratado de convencerse de ello.

Pero le era imposible no culpar a Sirius de lo que estaba pasando. No podía siquiera mirarle a la cara, porque él tampoco la miraba a ella.

—Estoy bien, Jace, no hace falta que me mires como si fuera a echarme a llorar de un momento a otro —suspiró la morena—. Sirius puede hacer lo que quiera con quien sea, y si es con la estúpida de Carrow, allá él.

—Bueno, a mí me molestaría si cortara con alguien y dos días después un tío viniera diciéndome que se han acostado —respondió Jason.

Aura se encogió de hombros.

—No voy a contarle a Sirius la verdad —anunció—. Entiendo que se pusiera furioso al vernos a Remus y a mí besándonos, pero podría haber dejado que se lo explicara o hablar conmigo un par de días después, no empezar a hacer como antes y salir con cinco chicas en una semana. Se está comportando como un perfecto idiota.

—¿Y hablarás con Lupin? —preguntó Jason.

Aura agachó la cabeza.

—Él es quien me debe una disculpa. Hasta que no me pida perdón, prefiero mantenerme alejada.

Jason suspiró.

—Supongo que hice bien al terminar con él lo que fuera que tuviéramos.

Aura trató de sonreírle débilmente.

—Somos tan buenos amigos que teníamos que quedarnos solteros al mismo tiempo.

Lo que le dolía de verdad a Aura era que los Merodeadores parecían haberse roto. Peter se había puesto del lado del "bando de Aura", como él lo había llamado, al igual que James. En el dormitorio de séptimo curso de los chicos de Gryffindor había habido más de una pelea, según le habían contado Selena, Lily, Marlene y Mary. Las chicas habían estado con Aura la mayor parte del tiempo, aunque Jason era su apoyo principal, como siempre.

—¡Ah, Aura, empezaba a pensar que mi mejor alumna no vendría! —exclamó Slughorn a modo de saludo cuando entraron en el aula de Pociones—. Sentaos los dos, rápido.

—Sentimos el retraso, profesor —dijo Aura, antes de obedecer al maestro.

Ambos se sentaron en la única mesa vacía, donde estaban Selena y Damocles. Ambos saludaron a su amiga y Aura le dedicó a Belby una débil sonrisa.

La clase continuó y Aura consiguió varios puntos para Hufflepuff antes de que llegara a su fin, igual que Damocles los obtuvo para Ravenclaw, Lily para Gryffindor y Snape para Slytherin. Cada casa tenía su representación en Pociones.

Siempre había sido divertido competir entre ellos, pero últimamente a Aura le costaba más reír. Incluso antes de lo de Sirius.

Las últimas clases de Pociones se habían basado en ella anotando más modos para mejorar la elaboración de Pociones en su libro, mientras ignoraba completamente al profesor. Su libro estaba tan lleno de notas en los bordes que apenas había espacios en blanco. Llevaba casi dos cursos con ello y se sentía bastante orgullosa de cómo había ido conociendo mejor las Pociones.

Tras acabar la lección, Aura recogió lentamente sus cosas para no coincidir con Sirius ni Remus en la salida. Slughorn se acercó a la mesa en la que ella se había sentado.

—Aura, Damocles, este fin de semana habrá otra reunión del Club de las Eminencias. Iréis, espero.

Aura soltó un bufido, aprovechando que estaba de espaldas al profesor. Se giró, esbozando una sonrisa.

—Lo siento, profesor, pero creo que no será posible. Damocles y yo tenemos aún mucho que trabajar en nuestra poción. ¿No es cierto?

Le lanzó una mirada elocuente al chico, que se apresuró a asentir. Esa excusa era la que habían usado ambos durante los últimos meses para evitar las reuniones de Slughorn.

—Oh, qué pena —se lamentó el profesor—. Una verdadera lástima. Pero entiendo que queráis ocuparos de ello. Estoy convencido de que será un gran éxito cuando la terminéis.

—Eso esperamos, profesor —respondió Aura, aliviada—. Aunque lamentamos perdernos la reunión.

Jason, que estaba detrás de Slughorn, articuló la palabra "mentirosa". Aura se colgó la mochila al hombro y se despidió del profesor, antes de salir en compañía de Jason, Selena y Damocles.

—¿Cuánto tiempo vas a seguir utilizando la excusa de la poción? —preguntó Jason.

—Todo el que pueda. Ahora mismo la tenemos pausada porque nos falta una cosa esencial, así que lo seguiré usando hasta que resolvamos eso.

Aura le había dicho que no había conseguido la colaboración de su amigo hombre lobo, así que ahora ambos estaban tratando de localizar a alguno que quisiera ayudarles, aunque no era tarea fácil. La mayoría de los hombres lobo estaban del lado de los mortífagos y vivían de manera "salvaje". Y no era como si fueran a pedirle ayuda a Fenrir Greyback, el conocido —y temido— hombre lobo.

—Vamos ya a comer —dijo Aura.

Así que los cuatro fueron al Gran Comedor. Al entrar, Aura saludó a Lily, Marlene, Mary, James y Peter, que ya estaban sentados en la mesa de Gryffindor. Tomó asiento junto a Jason en la de Hufflepuff y contempló el estofado que había aquel día para comer. Una mueca de asco apareció en su rostro.

Se empezaba a encontrar mucho peor.

—¿Qué te pasa? —preguntó Jason, que ya había llenado su plato—. Pensaba que te encantaba el estofado de cordero.

—Eso pensaba yo también —respondió ella—. ¿Quieres lo mío?

No tuvo que insistir demasiado. Jason se sirvió la ración de Aura y la chica se dedicó a observarle en silencio, levemente mareada.

Mary, Marlene, Lily y Selena fueron hasta ellos al terminar el almuerzo.

—¿Venís el sábado a Hogsmeade? —preguntó Marlene—. Iremos a las Tres Escobas con James y Peter. Jason, tú haz lo que quieras. Aura no tiene opción, va a venir sí o sí.

—Yo pensaba...

—Hemos dicho que no tienes opción —interrumpió Lily.

Aura soltó un bufido.

—Chicas, el sábado es San Valentín. Si Lily está con Selena, Marlene con Dorcas... Mucho romance. No lo necesito.

—Será salida de amigos, lo juramos —aseguró Lily.

—Ven con nosotros, por favor, Aura —pidió Mary, mirándola suplicante.

Aura chasqueó la lengua.

—Está bien —aceptó a regañadientes.

—¡Genial!

La morena se puso de pie y recogió su mochila.

—Creo que voy a ir a la enfermería a ver si Pomfrey me da algo. Os veo en clase.

Los otros se despidieron y Aura salió del Gran Comedor. Soltó un suspiro en cuanto estuvo en el pasillo. No le apetecía nada ir a Hogsmeade. Llevaba unos días sintiéndose somnolienta y cansada todo el rato, y salir al día siguiente no la entusiasmaba.

—¡Eh, Aura!

Selena había corrido tras ella. Aura se detuvo a esperarle.

—Creo que es mejor que te acompañe —dijo, ofreciéndole el brazo para que se enganchara a él—. No es por ofender, pero tienes mal aspecto. Jason quería venir, pero le he dicho que se termine el estofado tranquilo. ¿Estás en esos días del mes? Yo acabo de terminar y juro que hacía mucho que no me encontraba tan mal.

—No lo sé —admitió, frunciendo el ceño—. Mi ciclo es bastante irregular. Pero Pomfrey sabrá qué darme. Esperemos que funcione.

—Vamos, entonces.

Aura aceptó. Las dos fueron juntas hasta el ala del hospital, donde Pomfrey estaba atendiendo a un chico de Slytherin que se había lesionado jugando al quidditch. Aura advirtió que era Regulus, el hermano de Sirius. El chico también se fijó en ella. Le lanzó una mirada extraña que Aura no pudo descifrar.

—Muy bien, ahora quédate quieto durante media hora —dijo la enfermera—. Si ya se ha curado, podrás irte. ¿Qué queréis vosotras?

Selena le dio un codazo a Aura, que se había quedado mirando a Regulus. La chica carraspeó.

—Llevo unos días encontrándome mal y no sé qué puede ser —dijo Aura, que realmente no tenía que fingir eso último. Pomfrey parecía haber adivinado que le pasaba algo con tan solo verla—. Esperaba que pudiera darme algo.

—Hum, será mejor que te revise entera —declaró Pomfrey—. Si es un virus contagioso, quiero saber cómo curarlo bien antes de que la mitad de los alumnos se pongan enfermos.

Así que tumbó a Aura en una cama y comenzó a examinarla con ayuda de la varita. Su expresión seria pasó a ser una sorprendida.

—Oh, por Merlín —exclamó, dejándose caer en una silla cercana.

Selena miró asustada a Aura. La morena se sentó al borde de la cama.

—¿Madame Pomfrey? ¿Qué pasa? ¿Es algo malo? —preguntó la Gryffindor, preocupada.

Pomfrey miró a Aura, que continuaba pálida, casi esperando escuchar algo de una enfermedad mortal o algo similar. La mujer parecía tratar de encontrar la manera de decirlo con delicadeza.

—Si es grave, solo dígamelo —pidió, tratando de no hacerse horribles imágenes mentales.

Pomfrey vaciló.

—¿Grave? —La enfermera negó con la cabeza—. No es grave, está embarazada.

Un profundo silencio que siguió a aquellas palabras, Aura estaba petrificada. Sentía su corazón latiendo con fuerza. Los oídos le pitaron. Instintivamente, cubrió su vientre con las manos, como si eso fuera a hacerle saber que aquello no era verdad.

Aquello no podía ser verdad.

Selena no sabía cómo reaccionar, y la señora Pomfrey se dedicaba a negar con la cabeza, incrédula. Le puso la mano en el hombro con delicadeza.

—Encontraremos la manera de solucionar esto —le dijo, tratando de calmar tanto a Aura como a Selena y a sí misma—. No te preocupes, cariño. No es... no es algo tan malo. ¿Sabes quién es el padre?

Aquello hizo reaccionar a Aura. Tragó saliva.

—Sí, sé quién es.

—¿Quieres que le llame?

—¡No! —gritó Aura de inmediato, haciendo pegar un salto a la enfermera.

—Ruptura complicada —explicó Selena, mirando a Aura fijamente—. Creo que es mejor no avisarle aún. ¿De cuánto tiempo está?

—De cinco semanas. ¿No te habías dado cuenta hasta ahora?

El tono de la enfermera pretendía transmitir tranquilidad, pero no estaba funcionando con Aura. Ella negó con la cabeza.

—Ni siquiera había pensado en esto. Yo no quería...

—Lo entiendo, lo entiendo —se apresuró a decir la mujer—. ¿Quieres que avise a alguien, cariño?

Aura vaciló.

—No, t-tengo que pensar qué... Por Merlín, esto no me puede estar pasando, yo... —Sus ojos se llenaron de lágrimas y trató de contenerlas—. Esto no tenía que pasar...

—El aborto es legal desde hace una década —dijo Selena, tratando de buscar una solución—. Siempre puedes...

—No quiero pensar en eso ahora —interrumpió Aura, que trataba de no entrar en pánico. Lo cierto era que el aborto era más bien tabú en el mundo mágico, mucho más conservador que el muggle—. S-solo...

—Puedo darte una poción calmante —propuso Pomfrey, sonriéndole y tratando de darle seguridad—. Encontraremos una solución, Potter. Te ayudaré en lo que necesites. Pero no es el momento de ponerse nerviosa, ¿vale?

Aura respiró hondo y cerró los ojos por unos segundos. Asintió lentamente.

—Una poción calmante estaría bien —dijo, con voz entrecortada.






























—¡Sel, Aura, os estaba buscando!

El grito de Jason fue lo primero que escucharon al salir de la enfermería. El rubio llegó corriendo y se detuvo ante ellas, jadeando.

—¡Ya ha nacido! —exclamó, emocionado—. ¡Edgar acaba de mandarme una lechuza, Roxanne acaba de dar a luz a una niña! ¡La han llamado Jessica, yo sugerí el nombre! ¡Mirad!

Les mostró la foto de su pequeña sobrina recién nacida. La bebé dormía en una cuna del hospital.

—Victor y Emily están muy emocionados —siguió hablando Jason—. Aunque a Ojoloco no le gusta hayan salido todos de casa. Tiene a un grupo de veinte autores vigilando el hospital. Pero Edgar está tranquilo, sabe que han ido con cuidado. Amelia está con ellos.

El rubio continuó hablando durante varios minutos, entusiasmado por el nacimiento de su tercera —y última, según su cuñada— sobrina. Finalmente, recordó algo.

—¿Cómo estás, Au? Qué ha dicho Pomfrey?

Selena y Aura intercambiaron una mirada. La morena tragó saliva.

—Bueno, yo... —empezó a decir atropelladamente—, fuimos a ver a la señora Pomfrey para que dijera qué me pasa y me hizo un chequeo completo para asegurarse de que todo estaba bien, y no estoy enferma, no te preocupes por eso, pero resulta que estoy...

La palabra se le atascó en la garganta.

—¿Estás qué? —preguntó Jason, frunciendo el ceño—. ¿Te pasa algo grave?

Aura carraspeó.

—Según Pomfrey, yo... —Bajó la voz sin apenas darse cuenta, volviéndola apenas un susurro—. Estoy embarazada, Jace.

Jason se la quedó mirando fijamente. Abrió la boca para decir algo, pero pareció quedarse sin habla. Aura sonrió débilmente.

—Sí, yo también me he sorprendido —dijo.

Tenía los ojos llenos de lágrimas y las manos le temblaban, incluso a pesar de la poción calmante de Pomfrey.

—Tómatelo con humor, por favor —le pidió—. Lo necesito.

Jason lo intentó.

—Yo... Vaya, no me lo esperaba —confesó Jason, sonriendo un poco—. Felicidades, supongo. ¿O prefieres que no te felicite?

Aura casi rio.

—No lo sé —respondió ella—. Aún no me lo creo. Nunca pensé en quedarme embarazada. No tan pronto, al menos. Mi madre siempre... —La chica palideció—. Oh, por Merlín, mis padres van a morirse. O primero me matarán y luego morirán ellos. Y James... ¿Cómo se lo digo a todos?

—No tienes que decírselo aún, Aura —le dijo Selena, tomándole la mano—. Por ahora, solo tienes que hacerte a la idea de estar embarazada y ya decidirás después de eso qué hacer.

—Es que no sé cómo les diré...

—Eh, tranquila. —Jason le pasó el brazo por encima de los hombros—. Se sorprenderán y ya está. No va a pasar nada malo. De verdad.

—Es que... Estoy embarazada con diecisiete años. ¿Cómo voy a...? —Aura se mordió el labio—. Siempre he escuchado hablar de las chicas que se quedaban embarazadas a esta edad. La gente decía que eran unas imprudentes, unas insensatas. Nunca pensé que me pasaría a mí.

—Las cosas pasan y ya —dijo Selena—. Mi madre se quedó embarazada de mí cuando tenía dieciocho años y me contó que al principio se sentía como tú, pero luego se hizo a la idea y dice que no se arrepiente nada.

—Victor nació cuando Edgar y Roxanne tenían dieciocho —añadió Jason—. Y se las apañaron bastante bien.

—No es algo raro tener hijos joven en el mundo mágico, especialmente en la situación que tenemos —dijo Selena, tratando de tranquilizarla—. Y estamos contigo, Aura. Te ayudaremos en lo que necesites, decidas lo que decidas.

Aura asintió con la cabeza, pero había algo que la preocupaba aún más que estar embarazada. ¿Cómo iba a decírselo a Sirius?

—Cuando se lo digas a Black, iré contigo —dijo Jason, sorprendiendo a Aura.

Le miraba totalmente serio.

—¿Cómo has sabido...?

—Tu expresión. No te preocupes, Au, no vas a estar sola. Seguro que los demás piensan igual que nosotros. Y por muy idiota que sea Black, él tendrá que aceptar su responsabilidad en esto. No es como si te hubieras quedado embarazada tú sola.

Aura asintió.

—Tendré que contárselo —masculló—. No puedo ocultárselo, no a él. Pero no sé cómo ni cuándo, ni...

—Acabas de enterarte. No tienes que contárselo ya, Aura, tienes meses hasta que esa cosa salga de ahí dentro —trató de bromear Jason.

Y Aura rio al mismo tiempo que se le escapaban las lágrimas. Jason la abrazó con fuerza.

Un abrazo de Jason siempre hacía sentir mejor a Aura.

—Sabremos qué hacer, ¿vale? —le prometió.

Aura asintió lentamente.

—Quiero decírselo a James —murmuró—. Pero no sé si esperar. No sé cómo se lo va a tomar, no sé...

—Aura, estás hablando de James —le recordó Selena—. ¿Cómo crees que se lo va a tomar?

—Tienes razón. —La morena suspiró—. ¿Venís conmigo? Voy a hacerlo ya, pero necesito vuestra ayuda. Es posible que a James le dé un ataque y yo no voy a saber cómo lidiar con eso.

Selena sonrió y asintió con la cabeza.

—Claro que sí —dijo Jason.

Los tres se dirigieron a los jardines, donde la mayoría de los estudiantes salían a descansar después de comer y antes de regresar a las clases. Aura dirigió su mirada hacia el árbol donde habitualmente se sentaban y encontró a James, Peter, Lily, Marlene, Dorcas y Mary juntos. Marlene estaba tumbada, con la cabeza apoyada en el regazo de Dorcas.

—No te acobardes —murmuró Jason, notando su nerviosismo—. A no ser que quieras esperar.

—No estoy asustada, Jace —respondió ella—. Puedo con esto.

Fue hacia sus amigos, seguida por Jason y Selena. James fue el primero en verla. Su hermano la saludó con entusiasmo, pero Aura solo le devolvió una sonrisa nerviosa.

—¿Pasa algo? —preguntó James, observándola fijamente mientras llegaba junto a ellos.

Se puso de pie y miró a su hermana, aguardando una respuesta. Los demás también la miraron. Aura tragó saliva. ¿Tan evidente era lo nerviosa que estaba?

—James, ¿podemos hablar un momento?

Él asintió al instante. Jason y Selena se apartaron un poco y dejaron que los hermanos se alejaran del grupo. Los otros les dirigieron miradas interrogativas, pero ninguno hizo preguntas.

—¿Qué es, Aura? —preguntó James, observándola con preocupación.

Aura respiró hondo. Era mejor que lo dijera con más tranquilidad que antes o solo empeoraría todo con su nerviosismo.

—Antes he ido a la enfermería, pensaba que estaba enferma —dijo la morena—. La señora Pomfrey me ha examinado y ha notado algo.

La mirada de James se ensombreció.

—¿Estás enferma? —preguntó James, nervioso—. ¿Es grave?

Aura negó con la cabeza. Su hermano advirtió que las manos le temblaban.

—No, no estoy enferma. Es otra cosa. Yo...

Las palabras se le atascaban en la garganta. Su hermano le sujetó las manos con delicadeza.

—Aura —dijo, con voz suave—. Sea lo que sea, puedes decírmelo.

Aura asintió.

—Lo sé, pero esto... —Sintió ganas de llorar por enésima vez en el día—. James, estoy embarazada.

La reacción de James le sorprendió. Estaba pálido, pero decidido. Solo le tomó unos cinco segundos decir algo.

—Voy a matar a Sirius —declaró, sacando la varita al instante—. Ahora mismo. ¡Bones, ven aquí!

Jason, que había estado atento, observándoles desde lejos, se acercó, intrigado.

—¿Ya se lo has dicho? —preguntó, mirando a Aura.

—Voy a matar a Sirius —le comunicó James, tranquilamente—. ¿Te apuntas?

Jason arqueó las cejas.

—¿Vas a dejar sin padre a tu sobrino o sobrina? —preguntó Jason.

—Cállate, Bones. Esto es un asunto familiar. Voy a matarlo, Aura.

—Yo no digo que no sea una idea tentadora, pero...

—Lo voy a hacer —insistió James.

—No lo harás, Jem —respondió su hermana, firme—. Él aún ni lo sabe. Tengo que ver cómo decírselo. Ni siquiera sé si va a querer escucharme.

—Te aseguro que te escuchará —gruñó James—. Le obligaré. Se lo dirás y luego lo mataré.

—No vas a matar a nadie, James —insistió Jason—. No te dejaré hacerlo porque sé que a Aura no le ayudará en absoluto. Así que nada de homicidio, Potter.

Aura veía en los ojos de James que estaba teniendo un gran debate interno.

—Jem... —dijo, suavemente.

James abrazó a su hermana. Aura suspiró y apoyó la cabeza en su hombro.

—Voy a matar a Sirius de todas maneras, lo sabes, ¿no?

—No lo harás, Jem. Lo mataré yo, si hace falta, pero no tú. Prométemelo, ¿vale?

Él sonrió.

—Está bien —aceptó—. Seré su tío favorito, no lo dudes. No tengo demasiada competencia, solo a Regulus, así que será fácil.

—Jem, acabo de enterarme de que estoy embarazada, no empieces a hablar de ser tío, por favor.

James le pasó el brazo por encima de los hombros a su hermana.

—¿Se lo has dicho a mamá y papá?

Aura agachó la cabeza y negó. Aún ni siquiera les había dicho a sus padres que había roto con Sirius. ¿Cómo iba a decirles que estaba embarazada?

—Eh. tranquila —se apresuró a decir James—. Iré contigo, lo prometo. No pasará nada.

Jason se había alejado discretamente.

—Me van a matar, James —murmuró, con los ojos llenos de lágrimas contenidas—. No saben que he roto con Sirius, voy a tener que darles dos noticias no muy buenas al mismo tiempo. Y no tengo ni idea de cómo contárselo a él.

James la abrazó de nuevo y ella dejó escapar unas pocas lágrimas, antes de tranquilizarse un poco. Aura trató de ralentizar su respiración, mientras los brazos de su hermano, que tantas veces le habían ayudado a encontrar consuelo, la rodeaban con fuerza.

Después de lo que parecieron minutos, pero que a Aura se le hicieron cortos, James rompió el abrazo para cogerla por los hombros y mirarla directamente a los ojos.

—Mamá y papá lo entenderán —aseguró—. Te lo juro, Ra. —Aura sonrió un poco al escuchar su apodo de la infancia—. Y Sirius lo aceptará y te ayudará con lo que sea o me enviarán a Azkaban por lanzarle una maldición asesina. Él es culpable de esto, no solo tú, así que aceptará la responsabilidad y cuidará al bebé le guste o no.

—Gracias, Jem —murmuró Aura—. Creo que sí serás el tío favorito.

Él soltó una pequeña risa.

—Ven aquí, anda.

Ambos hermanos volvieron a fundirse en un abrazo.
















amo a james, como hermano, como persona, como ciervo y como todo, se viene prontito fanfic de él de esta saga jsjsjsjs

(es una nota de la versión anterior, pero necesitaba dejarla para recordar cuánto adoro a <james3, anyways, lean easier for clear skin, james y ariadne son superiores)

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