viii. your idiot
viii.
tu idiota
Aura había pasado los días siguientes al incidente que había llevado a Jason a la enfermería realmente distraída. Había olvidado hacer su redacción de Pociones, lo que escandalizó al profesor Slughorn, que le tenía por la alumna perfecta, le costaba más concentrarse en los estudios y había olvidado asegurarse de que había pista libre antes de entrar en su dormitorio.
Había encontrado a Marlene y Dorcas en una situación bastante comprometida y, aunque no era la primera vez que le pasaba, seguía siendo vergonzoso.
Se quedó unos segundos en la puerta, sin saber dónde meterse, mientras las dos la miraban.
—Esto... No es lo que parece —dijo por fin Marlene.
Aura tardó dos segundos más en reaccionar: cerró rápidamente la puerta y bajó a toda prisa a la sala común, con las mejillas sonrojadas.
Por Merlín, cómo odiaba cuando aquello pasaba.
Jason la vio volver con una ceja alzada.
—¿No habías ido a dejar los libros?
—Estaban ocupadas.
—Comprendo. —Jason adoptó una expresión burlona—. ¿Y esa cara, Au? Espero que tus inocentes ojos no hayan visto nada inadecuado.
—Desde que saliste de la enfermería estás más insoportable que de costumbre, Jason.
—Creo que la señora Pomfrey me dio alguna poción rara. ¿No crees que hubiera sido divertido ir drogado a clase?
—¡Jason! —Aura golpeó a su amigo en el hombro—. ¡Los niños de primero están a tu lado!
El grupo de alumnos menores los observaron, algunos con curiosidad, otros casi escandalizados. Aura reprimió una risa.
—Ups. —Jason miró a Aura, entre avergonzado y divertido—. ¿Y qué tal con Black?
—¿Qué debería pasar con Sirius?
—Los polos opuestos se atraen —recitó él, burlón—. Solo te quedaba añadir que te gusta. ¿Vas a hablar con él o no?
—No hay nada que hablar —protestó Aura.
—¿Seguro que no? —se burló Jason—. ¿No te gusta Black?
Aura abrió la boca para responder, pero se quedó en silencio. Lo pensó unos instantes. ¿Sirius? ¿Sirius insoportable Black? ¿El mejor amigo de su hermano?
—Oh, mierda —suspiró—. Oh, genial, me gusta un gran idiota. Por Merlín, mátame.
—El primer paso es la aceptación —se burló Jason, dándole un beso en la mejilla—. Felicidades, Aura, solo te queda hablar con él. Se nota que babea por ti como si fuera un perro, así que no será tan difícil. Pero intenta no hacerme tío hoy, cuando...
—¡Jason! ¡Los niños de primero!
Éstos volvían a mirarlo, con los ojos muy abiertos.
—¿No deberíais estar estudiando? —improvisó Jason, tratando de recuperar la compostura—. O incluso yendo a la cama. Es tarde ya.
—Tenemos clase de Astronomía —dijo una niña, adelantándose al grupo—. La profesora Sinistra quería qué examinásemos la luna llena.
—No sé si... ¿Luna llena? —exclamó Aura, poniéndose de pie de golpe y dándose una palmada en la frente—. Hay algo que tengo que hacer, lo había olvidado. Tengo que irme.
Oh, mierda. Jason la miró, interrogante, pero ella no tenía tiempo para dar explicaciones. No podía ser. Había olvidado la luna llena.
—¿Aura? ¿Qué?
Salió prácticamente corriendo, dejando a Jason y los niños y niñas de primero totalmente confundidos. Según su reloj, debería haber estado donde siempre junto a James, Sirius y Peter diez minutos atrás.
Se cruzó con Selena, que iba junto a Ariadne Weasley, pero no tuvo tiempo para pararse a charlar con su amiga. Esquivó a Carrow y Mulciber al escucharlos ir en dirección a ella por un pasillo y se las arregló para no toparse con Filch ni su gata, llegando a los jardines tan pronto como pudo.
Su hermano y sus dos amigos la esperaban junto al árbol de siempre. Sacaron las cabezas de por debajo de la capa invisible al verla acercarse, lo que le hubiera hecho reír si no estuviera ocupada intentando no ahogarse.
—Eh, Arión, pensábamos que no venías —comentó Sirius.
La chica se detuvo, jadeando. Se sentía incapaz de mirar a Black a los ojos.
Había aceptado que le gustaba. ¿Qué hacía ahora?
—Ya viene Pomfrey con Remus, tapaos con la capa —avisó James, mirando el Mapa del Merodeador.
Los cuatro se taparon, aunque estaban bastante apretados. Se les veían los tobillos, pero nadie notaría eso a tanta distancia.
A veces, Aura se preguntaba en qué momento todos ellos habían crecido tanto. A excepción de Peter, que medía aproximadamente lo mismo que ella, todos le sacaban una cabeza. Aún recordaba el verano de tercero a cuarto, cuando James ya le sacaba una altura excesiva y no dejaba de burlarse de ella.
Aún lo hacía, en ocasiones, pero ya aquella burla había terminado. Aura había aprendido a hacer como si no le importara, y James y Sirius no encontraban divertido molestarla si ella no mostraba fastidio.
—Peter, me estás clavando el codo en el estómago —protestó la chica.
—Perdón —susurró él, moviéndose y empujando a Sirius en el proceso.
Black gruñó, pero James les mandó a callar. Vieron a la señora Pomfrey acompañando a Remus al Sauce Boxeador, como todos los meses. Cuando la enfermera se marchó, los cuatro chicos se prepararon para ir hacia el árbol.
Peter se metió entre las raíces y apretó el nudo que hacía que el árbol se quedara inmóvil. Los otros tres entraron inmediatamente en el pasadizo y recorrieron la distancia que había hasta la Casa de los Gritos en silencio. Mientras se acercaban, escucharon aullidos de dolor y gruñidos.
—Se está mordiendo a sí mismo —dijo Aura, preocupada—. Eso no pasaba desde hacía mucho. ¿Es seguro salir hoy al pueblo?
—Ahora veremos —respondió Sirius, antes de transformarse en un gran perro negro.
James adoptó la forma de un ciervo y Peter de una rata. Aura hizo una mueca de asco. Puede que Peter fuera su amigo, pero eso no significaba que no odiara a los roedores.
Sirius le dio unos golpes con el hocico, diciéndole que se diera prisa. Aura asintió y se transformó en una yegua blanca. Eso le produjo cierto alivio. Sus sentimientos ya no eran tan complejos, tan humanos, así que no estaba tan preocupada por Remus ni por toda la situación con Sirius. Dio un golpe en el suelo con la pezuña delantera y los cuatro se dirigieron al interior de la Casa de los Gritos, donde estaba Remus, ya completamente transformado.
Los días tras luna llena le costaba comprender cómo se sentía tan natural el ser un animal, pero en aquel momento no le preocupaba aquello.
El licántropo se tranquilizó al verlos, tanto que decidieron salir a dar una vuelta por el pueblo. Aura, James y Sirius se aseguraban de que no se alejara demasiado, mientras Peter intentaba no quedarse atrás, aunque le costaba.
Los remordimientos aparecerían al día siguiente, cuando se parara a pensar en lo peligroso que era aquello. Pero, en ese momento, ¿qué importaba? Lo tenían controlado. No dejarían que nada pasara. Nunca hubieran hecho eso de no haber estado seguros de que podían controlar a Remus.
Pasearon por Hogsmeade, fueron al Bosque Prohibido y, antes de que acabara la noche, regresaron a la Casa de los Gritos.
Al amanecer, Remus volvió a ser humano. Los demás recuperaron sus formas humanas y se ocuparon de las heridas que se había hecho el hombre lobo antes de que ellos llegaran a la Casa de los Gritos. Luego, agotados, se dirigieron de vuelta al colegio. Remus fue la enfermería para que la señora Pomfrey le viera, y los otros cuatro se dirigieron a sus dormitorios.
Aura se quedó junto a Sirius, por detrás de James y Peter. Mientras que los dos primeros charlaban, ellos dos permanecían en silencio.
No sabía qué hacer. ¿Debía seguir el consejo de Jason? ¿O era mejor esperar?
Miró a Sirius por el rabillo del ojo, al mismo tiempo que él la miraba a ella. Sirius sonrió. Y Aura decidió que era el momento de decir algo.
—Canuto, ¿podemos hablar? —preguntó Aura, armándose de valor.
—Arión, ¿podemos hablar? —dijo Sirius al mismo tiempo.
Los dos sonrieron levemente.
—¡Cornamenta, Colagusano, os veo en el dormitorio! —gritó Sirius.
James le mostró el pulgar hacia arriba, a modo de respuesta.
—¡Nos vemos luego, Aura! —se despidió de su hermana.
Sirius agitó la mano en su dirección.
Señaló una puerta que había a su derecha. Aura asintió y entraron en el aula de Transformaciones, que estaba vacía en esos momentos.
—¿De qué querías hablar? —preguntó Sirius.
Aura se mordió el labio, nerviosa.
—Tú primero —dijo.
—Tú has hablado antes.
—No es verdad.
—Sí, lo es.
—¡No lo es!
—¡Sí lo es!
Ambos se miraron en silencio unos instantes, y luego Aura negó con la cabeza.
—Parecemos dos niños pequeños —comentó—. Muy bien, yo hablaré primero.
Evitó mirar a Sirius, mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas. No podía creer que le costara tan poco hacer una redacción de tres pergaminos de Historia de la Magia, pero que fuera incapaz de decirle a Sirius lo que sentía.
—¿Y bien? —preguntó Black, impaciente.
Aura se mordió el labio. Jason le había dicho que a Sirius le gustaba ella. Que solo tenía que decírselo. No era para tanto, ¿no? Jason le había animado a hacerlo. Podía hacerlo.
—Me gustas —soltó.
Sin pensarlo mucho, sin enredarse hablarlo. Lo dijo directamente. Sus mejillas se tiñeron de rojo.
Sirius se sorprendió, pero inmediatamente esbozó una sonrisa burlona, ocultando sus auténticos sentimientos.
—¿Te gusto? ¿Qué tenemos? ¿Doce años?
Aura se sonrojó aún más, solo que ahora era debido a la furia.
—¿Sabes, Black? Creo que es imposible hablar en serio contigo. Me largo.
Sirius reaccionó rápidamente, dándose cuenta de su error. Le tomó la mano, tratando de pararla.
—No, espera, lo siento —dijo.
La chica se soltó, pero no se fue. Miró a Sirius fijamente.
—Eres un idiota, Black.
—Pero podría ser tu idiota, Potter.
—¿Qué acabas de decir?
—Justo lo que has escuchado.
Aura tardó unos segundos en responder a aquello.
—Mira, Sirius, la cuestión es simple. Acabo de decirte que me gustas. Tú solo tienes que decir si yo te gusto a ti o no.
Le observó fijamente, esperando su respuesta. Ésta tardó unos segundos en llegar.
—No me gustas, Aura —respondió Sirius, y la morena sintió unas ganas incontrolables de llorar.
Giró la cabeza, para que Black no la viera así.
Era humillante.
—Muy bien. Ya nos veremos, Canuto.
—No, espera, Aura. —Sirius se colocó delante de la puerta, impidiéndole irse—. No hablemos como niños, por favor. Pensaba que me gustabas, pero me di cuenta de que no, de que es algo más. No me gustas, estoy enamorado de ti.
La morena dirigió su mirada a los ojos de Black. Supo que no mentía.
—¿Es verdad? —preguntó, a pesar de que no dudaba de su sinceridad.
—No mentiría en algo así.
Aura tragó saliva.
—Eres un dramático, ¿sabes, Black?
Él rio entre dientes.
—Me lo dicen mucho, sí.
—Sabes que casi lo estropeas todo dos veces en un minuto, ¿no?
—¿Qué es la vida sin un poco de riesgo?
Aura apretó los labios, intentando no sonreír.
—¿Y ahora qué?
—Te pediría que fueras mi novia, pero...
La morena, que por un momento se había sentido la persona más feliz del mundo, suspiró y se apartó un par de metros de Sirius. Claro que había un pero. Siempre había un pero.
—¿Pero? —preguntó.
—Pero James nos hizo jurar a todos que nunca intentaríamos nada contigo.
Aura le miró, sorprendida.
—¿Es solo eso?
—Sí.
—¿Y aún conserváis una promesa absurda que hicisteis hace años? —repitió Aura, sin dar crédito.
—Sí. Fue en cuarto, cuando...
—No me interesan los detalles. Ven conmigo.
—Pero...
—Si tú le hubieras hecho jurar a James que no saldría con tu hermano, ¿esperarías que lo cumpliera? —cuestionó Aura.
Sirius hizo una mueca.
—¿James y mi hermano?
—¿Por qué los chicos sois tan absurdos? —suspiró Aura—. Sirius, entiendo que no quieras arruinar la confianza de James en ti ni nada por el estilo, pero eso es absurdo. ¿Y en serio crees que James va a prohibirme salir con alguien? Venga ya, le lanzaría un encantamiento mocomurciélago y cambiaría de opinión enseguida.
Sirius rio.
—¿Estás segura, entonces?
—¡Claro que sí, idiota! ¿Quieres que te lo diga en francés? Je t'aime, connard.
—¿Dices je t'aime como un me gustas o como un te amo?
Aura sonrió.
—Tendrás que imaginártelo tú solito.
No tuvo tiempo a decir mucho más. Un instante después, Sirius la había rodeado con sus brazos y la besaba.
Aura tardó unos segundos en reaccionar y responder al beso, con una sonrisa en los labios.
No fue un beso perfecto, ni largo, sino algo torpe incluso, pero estuvo bien para ser el primero que se daban. Ella se separó primero, aunque sonriendo. Sirius rio.
—James me matará si se entera de esto, pero es divertido correr el riesgo.
Aura rio también.
—Iremos a hablar con mi hermano. Ya verás que no te odiará por salir conmigo ni nada. Te lo demostraré.
Aura le cogió de la mano y abrió la puerta. Empezó a caminar rápidamente, casi arrastrando a Sirius. No se dio cuenta de que iba de la mano del chico hasta un par de minutos después. Estuvo a punto de soltarse, pero Sirius le sonrió y negó con la cabeza.
—Me gusta ir de la mano contigo —dijo, así que Aura no se soltó.
Se detuvieron frente al retrato de la Señora Gorda, que estaba durmiendo. Sirius gritó la contraseña, despertándola. El retrato empezó a protestar, mientras les dejaba pasar a la sala común de Gryffindor.
—¿Qué vas a hacer?
—Voy a matar a mi hermano —respondió Aura, sonriendo.
—¿Podrías dejarle vivo? Es uno de mis mejores amigos, y esto sería muy aburrido sin él.
—Me lo pensaré.
Subió al dormitorio de los chicos de sexto curso, seguida por Sirius. Abrió la puerta sin llamar. Afortunadamente, todos estaban presentables. Frank Longbottom la miró, sorprendido.
—¿Puedo ayudarte? —preguntó.
—¿Mi hermano está en el baño? —preguntó Aura.
Peter asintió con la cabeza, observando a la morena y Sirius con atención. Aura fue a la puerta del baño y la golpeó con fuerza.
—¡James Fleamont Potter, sal de ahí!
Sirius hacia esfuerzos por no reír.
Su mellizo abrió la puerta. Llevaba el pelo húmedo y fruncía el ceño.
—Pero, ¿qué...? —se interrumpió cuando la punta de la varita de Aura le rozó el cuello—. Aura, hermanita adorada, ¿qué estás haciendo? —preguntó, asustado.
—Solo quiero dejar una cosa clara. No tienes ningún derecho a prohibir a chicos que salgan conmigo. ¿Queda claro?
James tragó saliva y asintió. Aura apartó la varita y sonrió. Abrazó a James y le dio un beso en la mejilla.
—Lo siento por el susto —dijo, antes de salir de la habitación.
Los cuatro chicos se miraron. Frank no entendía nada, James tampoco, Peter seguía mirando a Sirius y este último no sabía qué cara poner.
—Yo... —empezó.
—Sirius, ¿vienes? —preguntó Aura.
Black miró a James, dudando.
—Ve con ella —dijo el de gafas—. Y más te vale tratarla bien.
—¿Después de este espectáculo? Ten seguro que lo haré —respondió Black, sin poder evitar sonreír.
Bajó con Aura y ambos salieron de la sala común, que ya empezaba a llenarse de Gryffindors.
—¿Me he pasado? —preguntó la morena, divertida.
—Ha sido alucinante —respondió Sirius.
Aura rio.
—Bueno, ahora que el problema de James está solucionado...
No pudo seguir hablando, porque Sirius la besó. Aura no pudo evitar pensar en lo diferente que era ese beso del primero que se dieron. Sirius la sujetó por la cintura, y ella rodeó su cuello con los brazos. A su alrededor, escuchó algunas exclamaciones de sorpresa de los alumnos que ya iban al Gran Comedor.
—Besas bien —comentó la morena cuando se separaron, sin poder evitar sonreír.
No había podido decirlo antes, pero lo había pensado.
—Lo sé —respondió Sirius.
—Creo que, teniendo en cuenta que acabas de besarme en medio del pasillo, podemos decir que ya estamos saliendo —dijo Aura, mirando a los alumnos que pasaban por ahí.
—En dos horas, todo el colegio sabrá que nos hemos besado —comentó Sirius, sonriendo—. Y, si tú quieres, podemos decir que estamos saliendo.
Aura sonrió.
—Sí, me parece que quiero —dijo—. Pero necesito tener segura una cosa antes.
—¿El qué? —preguntó Sirius.
¿Se preocupaba demasiado? Tal vez. Pero había algo que a Aura siempre le había asustado tener novio.
—Para hacer esto —respondió, mirando fijamente al chico a los ojos—, necesito tener la seguridad de que no me fallarás. No quiero sufrir por amor. Dicen que un corazón roto duele demasiado.
Él asintió con la cabeza.
—Te prometo que no te haré daño. Nunca. Además, si te hiciera daño, estoy seguro de que tú me lo devolverías cien veces más doloroso.
Aura sonrió.
—En eso tienes razón —dijo, dejando a un lado la seriedad anterior.
Sirius volvió a besarla. Luego, se tomaron de la mano y fueron hacia el Gran Comedor.
—No te molestará si Jason te amenaza un poquito, ¿verdad?
—¿A qué te refieres con un poquito?
—¿Recuerdas a aquel chico de Ravenclaw, el año pasado? Salimos un par de días, no fue mucho, pero Jason se lo tomó bastante en serio.
—¿Le pasó algo?
—Bueno, no murió.
—¿Qué clase de respuesta es esa?
Aura rio.
—No creo que sea nada muy exagerado. Tampoco quiere ahuyentarte. Básicamente él me ha animado a decirte todo.
—¿Así que ahora estoy en deuda con él?
Aura rio.
—¿De verdad no me hubieras dicho nada si yo no me hubiera atrevido?
—Bueno, no lo sé —admitió Sirius—. James...
Aura bufó.
—Si James te dice algo, hablaré con él otra vez.
—Siento lástima por él —comentó Sirius.
—No creo, James suele hacerme caso. Puede que te amenace también, pero no va a hacer nada más. Aunque yo que tú iría con cuidado. Me contó una ve que había pensado en varias amenazas terroríficas.
—¿Cómo de terroríficas?
Aura le dio un beso corto.
—No te preocupes. Confía en mí.
—Confío en ti. No en James y Jason —dijo, haciéndola reír.
Sí, definitivamente Aura estaba enamorada de Sirius Black.
O, al menos, estaba empezando a enamorarse de él.
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