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i. here we go again








i.
aquí vamos otra vez








Eran pocas las cosas que Aura Potter odiaba. No acostumbraba a odiar nada, solo a no agradarle ciertas cosas. Pero, sin duda, una de las cosas que ella odiaba eran las despedidas.

Otro año más, había ido hasta la estación de King's Cross con sus padres, que la acompañaban a ella y su hermano al andén nueve y tres cuartos, donde tomarían el tren que los llevaría a la escuela.

Aura había odiado despedirse desde que, en su primer año, vio a sus padres contener las lagrimas ante su marcha. Ella misma había estado a punto de llorar cuando el Expreso de Hogwarts partió, con Aura y James en su interior, y el andén y sus padres se perdieron de vista.

Solo la presencia de su hermano la había calmado. James le había recordado que se lo pasarían de maravilla en la escuela y que siempre podrían escribir a sus padres, a quienes les encantaría saber cómo disfrutaban allí.

Incluso cinco años después de aquello, a punto de comenzar su penúltimo curso en la escuela, Aura se sentía algo triste y James estaba allí. Aunque él no dijera nada, como cuando hizo eran niños, le pasaba el brazo por los hombros y sonreía, haciendo que Aura le imitara.

Eso era suficiente para ellos.

Sirius Black se mantenía algo apartado mientras los señores Potter abrazaban a sus hijos y les recordaban escribir, tener cuidado y, en el caso de James, no meterse en demasiados líos.

El primogénito de los Black había pasado la mayor parte del verano en la Mansión Potter, después de marcharse de forma definitiva de su hogar, pero aún seguía sintiéndose incómodo cuando los Potter actuaban como una familia, como si no quisiera entrometerse en aquello.

Por supuesto, Euphemia Potter no iba a permitir que se quedara solo y apartado, de modo que le obligó a unirse al abrazo familiar y le dio los mismos consejos que a sus propios hijos.

James y Aura sonrieron al ver la sonrisa que apareció en el rostro del pelinegro, así como el brillo fugaz en sus ojos, que solían permanecer sombríos la mayor parte del tiempo.

—Intentad no batir vuestro récord personal de conseguir una carta de McGonagall informando de vuestro mal comportamiento al segundo día —dijo la señora Potter, sonriendo y colocándole bien las gafas a James—. Ni el de perder cien puntos en la primera semana.

—Aún no puedo creer que no hayamos conseguido que envíen una carta a casa el primer día —se lamentó James, girándose hacia Sirius—. Somos un fracaso.

Aura rio y negó con la cabeza, dándole un codazo a su hermano.

—¿No decías que este año ibas a tratar de ser más responsable?

—Sí, pero me cansé se intentarlo nada más decirlo —bromeó James—. Y dudo que Sirius siquiera conozca el significado de la palabra.

—Claro que lo conozco, Cornamenta —se indignó él—. Otra cosa es que vaya a aplicar eso en mi vida. La convertiría en un completo aburrimiento.

Fleamont rio, pero súbitamente se puso serio y le puso la mano en el hombro a Sirius. Aura no comprendió por qué hasta que vio pasar cerca a Walburga, Orion y Regulus Black.

La mujer arrugó la nariz y esbozó una mueca, como si hubiera olido algo desagradable, mientras que su marido ignoró por completo la presencia de su hijo mayor. Regulus le lanzó una mirada a su hermano, antes de volver la vista al frente.

Sirius no dio señal en absoluto de haber visto a su familia. Como Orion, fingió no haber notado su presencia, aunque pareció perder las ganas de bromear.

—Deberíais subir ya —decidió Euphemia, lanzando una mirada a los Black—. Antes de que os quiten los asientos.

—¡Gran idea, mamá! —exclamó James, tal vez con demasiado entusiasmo—. ¿Vamos, Aura, Sirius?

Ambos asintieron. Aura abrazó una vez más a sus padres, tomó el asa de su baúl y siguió a James y Sirius hacia el tren. Su hermano le susurraba algo a su amigo. Aura estaba bastante segura de que era sobre la broma que le habían comentado aquella mañana.

—Así que, ¿broma de inicio de curso?

—Broma de inicio de curso —confirmaron ellos.

—Como habéis dicho que lo de ser responsables no va con vosotros, supongo que será un curso entretenido —comentó, tranquilamente—. Volveré a pasármelo persiguiéndoos para castigaros, ¿no?

—No seas mentirosa, hermanita —se burló James—. Tú nos cubres siempre. ¿Ya se te ha ocurrido alguna historia buena? De verdad que nos hace ilusión empezar sexto dándole a Quejicus y compañía una agradable sorpresa, pero no queremos que Minnie nos grite en el banquete.

—Es un agradecimiento por su divertida bromita a Macdonald a final del curso pasado —añadió Sirius.

Aura perdió la sonrisa solo de recordarlo.

—Se me ocurrirá algo —aseguró—. ¿Le lanzaréis una bomba fétida a Mulciber por mí?

—Cuenta con ello —aseguró James, esbozando una sonrisa amenazadora—. Estoy bastante seguro de que te gustará lo que tenemos planeado.

Aura asintió, preguntándose qué habrían preparado aquellos dos bromistas. Probablemente, algo que los ridiculizara. James y Sirius siempre hacían bromas así cuando aquel grupo se metía con alguno de sus amigos.

Los tres permanecieron junto a la ventana hasta que el tren arrancó, agitando la mano como despedida para los señores Potter. James y Sirius no tenían prisa, los merodeadores tenían su compartimento reservado. Nadie se sentaba en él, principalmente porque habían escrito en la madera una advertencia para aquellos que se atrevieran a ocuparlo.

—Y ahora —dijo Aura, cuando el andén se perdió de vista—, debo ir a cumplir mi trabajo como prefecta de la escuela.

—Suena terriblemente aburrido —comentó Sirius—. Diviértete, Potter.

—Muy poco contradictorio, Black —ironizó ella—. ¿O acaso estás llamándome aburrida?

—No creo que alguien que comparta los genes con James pueda ser aburrido —respondió Sirius, dando un codazo a su amigo.

—No sé cómo tomarme eso —admitió Aura.

—No te lo tomes de ningún modo —aconsejó James—. Lunático estará ya en la reunión, con Evans. ¿La saludas de mi parte?

—No voy a coquetear con Evans por ti, Jem —respondió ella, ocultando una risa—. Marchaos a gastar la broma y dejadme pensar en una buena historia.

—¿Nos dejará en ridículo esa historia? —quiso saber Sirius.

—Estaba pensando en vosotros dos haciendo el tonto y casi cayendo del tren en el momento en que se produzca un gran desastre en el vagón de Slytherin. ¿Qué opináis?

Ambos intercambiaron una mirada.

—Nos sirve —decidió James—. Iremos a prepararla.

Se despidieron con un "hasta luego" y se alejaron corriendo por el pasillo. Aura sonrió y negó con la cabeza para sí, antes de echar a andar en dirección contraria, hacia el primer vagón.

Jason la estaba esperando en la puerta, cruzado de brazos y apoyado en la pared. Lucía terriblemente aburrido, aunque una sonrisa apareció en su rostro al ver a Aura acercarse.

—¡Pensaba que se te había olvidado! —exclamó, claramente contento—. Ahora podemos aburrirnos dentro juntos.

Aura le abrazó con fuerza. Había pasado gran parte del verano preocupada por él. Era sabido por todos que los mortífagos iban tras antiguas familias de magos y brujas que se opusieran a ellos.

Los Potter eran una de ellas, igual que los Bones.

—¿Por qué no te marchas simplemente? —preguntó Aura, apartándose de él—. Podríamos irnos los dos.

—No eres capaz de hacer eso y lo sabes —se burló Jason, al tiempo que ambos entraban al vagón—. Te pasarías todo el viaje preguntándote qué han dicho en la reunión, si nos hemos perdido algo importante y si nos castigarán.

—No negaré eso.

Aura no se sorprendió demasiado al ver a Regulus Black en el interior del vagón de prefectos. Acababa de sentarse junto a una chica rubia de Hufflepuff, que lo contemplaba con temor. Aura se preguntó, divertida, si creía que iba a atacarla o algo similar.

Aunque, teniendo en cuenta lo que había pasado en los últimos años con Carrow, Snape, Mulciber y otros, comprendía que otros alumnos no se sintieran completamente tranquilos en compañía de los Slytherin.

Ella y Jason se sentaron en los últimos asientos. Al final, Aura sí tuvo que saludar a Lily Evans, que estaba sentada con Remus Lupin al otro lado del pasillo, aunque se abstuvo de mencionar a su hermano.

La reunión fue tan aburrida como había esperado en un inicio. Después del discurso de bienvenida, Aura ya quería marcharse de allí. Y mientras explicaban sus obligaciones como prefectos, así como sus privilegios, Aura comenzó a preguntarse si no habrían añadido una docena más desde el año anterior.

Jason tuvo que mantenerla despierta a base de codazos, aunque eso podía deberse a las pocas horas que había dormido en los días anteriores, como le explicó a su mejor amigo entre susurros.

—¿Tú no te pasabas el día durmiendo? —se extrañó Jason.

Aura se encogió de hombros.

—Será la edad —bromeó.

En cuanto la reunión acabó, Aura y Jason se pusieron de pie. Mientras los Premios Anuales recordaban que debían hacer guardia por los pasillos del tren, ambos salieron del vagón, seguidos por el resto de prefectos.

—¿Dónde vamos ahora? —preguntó Jason, mirando a su alrededor—. ¿Castigamos a unos cuantos de Slytherin o vamos directamente a buscar a Sel y Mary?

—Hagamos la guardia y veamos qué pasa primero —decidió Aura, echando un vistazo a su alrededor—. Eh, ¿ese niño va a lanzar esa...? Oh, por Merlín, sí que ha lanzado la tarántula.

Estuvieron al menos diez minutos intentando tranquilizar al pobre alumno de primero al que el arácnido le había caído en la cabeza y se negaba a estarse quieto, haciendo más complicada la tarea de quitarle el animal de encima, lo que los retrasó bastante en su guardia.

Para cuando llegaron al compartimento donde estaban Selena y Mary, ya estaban cansados de ser prefectos aquel curso, a pesar de que acababa de empezar.

—¿Muchos castigos en la primera guardia? —quiso saber Selena, después de que los cuatro se abrazaran y se preguntaran por el verano.

—Solo cuatro, por ahora —respondió Jason, dejándose caer en el asiento—. Pero podrían aumentar si los que están sentados al otro lado del pasillo siguen haciendo ruido.

—Son mi hermano, Sirius, Remus y Peter —dijo Aura, sentándose junto a Jason—. Van a gastarle una broma a los de Slytherin.

Mary sonrió levemente al escuchar aquello. A Aura no se le pasó por alto que estaba bastante más delgada que el año pasado. Por las cartas de Mary, sabía que no había sido el mejor verano de su vida, pero parecía haberlo pasado peor de lo que Aura había querido imaginar.

—¿Sabes que tienen planeado? —preguntó Selena.

Aura negó con la cabeza.

—Estoy preparando una historia para contarle a McGonagall y evitar su castigo, aunque me parece que es una pérdida de tiempo hacerlo. Solo a ellos se les ocurre hacer cosas así.

—¿La historia les deja en ridículo? —quiso saber Mary.

—Ya sabes que sí.

Sus amigos rieron cuando les explicó su idea de James y Sirius casi cayendo del tren.

—Es algo que podría pasarles —dijo—. Si James tropieza y accidentalmente se lleva a Sirius por delante, cuando la ventana está abierta, y solo mi aparición estelar los salva...

—Es demasiado surrealista —interrumpió Jason—. Dudo que McGonagall lo crea, pero espero estar presente cuando se lo cuentes.

—Su cara será increíble —fantaseó Mary—. Y probablemente James y Sirius intenten parecer serios e inocentes, lo que mejorará todo.

Aura había presenciado escenas así en incontables ocasiones, ya que llevaba ayudando a su hermano con sus bromas desde primer curso.

Y para ella, que tenía la maldición de reírse en los momentos menos oportunos, mirar las expresiones de James, Sirius y McGonagall mientras trataba de narrar una historia completamente fantasiosa, era una tortura mantener el rostro serio.

Sobretodo si, como a veces pasaba, alguno de los que habían sufrido la broma estaba presente. Quedarse seria se volvía mil veces más difícil si Severus Snape estaba mirándolos lívido de rabia y lleno de odio, con unas alas de murciélago en lugar de orejas.

Más de una vez, había tenido que camuflar su risa con un ataque de tos. Que, por supuesto, nadie se había creído, aunque no hubieran hecho comentarios con respecto a eso.

—Sea lo que sea que hayan planeado, será genial —decidió Selena, práctica—. O, por lo menos, divertido. Nunca está de mal reírse un poco, sobretodo después del curso pasado.

—No me recuerdes los TIMOs —suspiró Aura, echándose hacia atrás en el asiento.

Jason le lanzó una mirada indignada.

—¡Pero si tú aprobaste todos con E o S!

—Aún así, fue estresante —protestó ella—. ¡Y tú aprobaste todos menos uno!

—Y solo porque se negó a estudiar —apuntó Mary.

—Aún así —se defendió él—.  Mis padres no terminaban de estar contentos con las notas, pero qué más da. ¿Y tú, Mary? ¿Al final sí vas a estudiar para sanadora?

Ella asintió, orgullosa.

—Hablé con McGonagall a finales del curso pasado y dice que podré conseguirlo sin problemas —dijo, emocionada—. Incluso se ofreció a ponerme en contacto con algunos sanadores conocidos suyos para que me orientasen.

—Trabajaremos juntas en San Mungo —anunció Selena, sonriendo—. Siempre que nos vaya bien en los ÉXTASIS, claro, pero estoy bastante segura de que podremos con ello.

—A base de sangre, sudor y lágrimas —bromeó Mary—. ¿Y tú, Aura? Serás pocionera, ¿no?

—Como mi padre —asintió ella—. He estado la mayor parte del verano en su estudio, probando cosas. La mayor parte de las pociones experimentales han salido mal, lo admito. Pero tengo una idea en mente y estoy trabajando en ella.

—¿Nos dirás algún día alguna de tus ideas? —se interesó Jason.

—Sabes que no, al menos hasta que no sea famosa y millonaria —bromeó ella.

—Bueno —respondió su amigo—, ya eres ambas.

Aura le dio un codazo.

—Por mí misma, quiero decir. Y aún me queda bastante para eso.

—El viejo Sluggy no piensa eso —rio Mary.

—Lo bueno de haberme quitado de Pociones es que ya no tendré que escucharlo alabando tu eterno talento —bromeó Jason—. Aunque será una lástima perderme las competiciones entre Evans, Snape, Belby y tú.

—Son lo más interesante de Pociones —comentó Selena—. Slughorn ni se fija en qué hacemos los demás.

—El momento ideal para echarse una siesta —declaró Mary.

Aura negó con la cabeza, aunque reía.

—Slughorn me hace una pregunta y yo respondo, no es mi culpa si otro me corrige —protestó—. ¿Por qué me corrigen si estoy en lo correcto? No tiene sentido. Por eso respondo y empieza todo.

—Y el viejo lo disfruta —apuntó Jason—. Le encanta ver a sus alumnos estrella debatiendo.

—Más que debatir, parece que van a agarrarse de los pelos —señaló Selena—. Al menos, por las caras de Snape y Belby.

—Es una lucha a muerte para ellos —explicó Aura—. Belby quiere demostrar que es el mejor de la clase y Snape no quiere quedar en evidencia. Yo solo me meto porque es divertido discutir.

Lo último hizo a sus amigos reír y rodar los ojos. Aura no solía discutir demasiado, a no ser que estuviera completamente segura de que tenía razón en algo. Y en lo que respectaba a las pociones, siempre tenía razón.

Y si alguien se atrevía a decirle que se equivocaba, o hacía cualquier cosa que la molestara, Aura le lanzaría un maleficio. En los que era bastante experta, a decir verdad.

Sirius solía ser su principal diana, pues al primogénito de los Black le encantaba molestarla hasta hacerle perder la paciencia, pero algunos otros también habían recibido un maleficio mocomurciélagos por decirle algo que no debían a Aura.

—¡Aura!

La puerta del compartimento se abrió y James y Sirius se precipitaron en su interior, yendo ambos a parar al suelo. Aura contuvo una carcajada. Estaba claro que habían recorrido corriendo, al menos, la mitad del tren.

—¿Ya les habéis dado la bienvenida a nuestros queridos amigos? —inquirió, mientras se hacía a un lado para que James se sentara en el asiento con Jason y ella.

—Ha sido un éxito —declaró Sirius, dejándose caer entre Mary y Selena—. Lunático y Colagusano se han quedado para asegurarse de que nada va mal y cubrirnos las espaldas, pero llegarán en seguida.

—¿Vais a contarnos qué habéis hecho? —preguntó Aura, muerta de curiosidad. En su cabeza, imaginaba posibles escenarios, pero ninguno terminaba de convencerla—. ¿Le habéis lanzado la bomba fétida a Mulciber?

—No y sí —respondió James, con satisfacción—. Tendréis que esperar a verlo vosotros mismos.

—¿Es mejor que la broma de final de cuarto? —se interesó Jason.

—Sin duda.

—¿Y la de Navidad de tercero? —intervino Mary.

—Ajá.

—¿La de Halloween del año pasado? —quiso saber Selena.

—No —dijero James y Sirius al unísono.

—Esa fue nuestra mejor broma —comentó Black.

—Por ahora —replicó James—. Tendremos que superarla, Canuto. Será nuestro próximo objetivo.

—Me parece un buen objetivo —asintió su amigo.

Cuando, poco después, Remus Lupin y Peter Pettigrew llegaron y tomaron asiento, los ocho se vieron demasiado apretados en el vagón, de modo que los cuatro Gryffindor regresaron a su propio compartimento, dejando a los demás preguntándose qué les habrían hecho a los de Slytherin.

Lo descubrieron al llegar a la estación de Hogsmeade. Aura fue la primera en bajar al andén y, al instante, un olor nauseabundo le llegó a las fosas nasales. Se detuvo de inmediato, haciendo que Jason chocara con ella.

—¿Qué te pa...? —empezó el rubio, pero no llegó a terminar la oración.

Aura fue la primera en soltar una carcajada, aunque Jason le siguió casi al instante. Mary y Selena, curiosas, apartaron al chico para mirar ellas mismas y pronto se unieron al coro de risas.

Snape, Mulciber, Avery, Rosier y Carrow estaban en mitad del andén, tratando de huir hacia los carruajes, pero la multitud les dificultaba la tarea.

Los cinco apestaban —era evidente que el mal olor venía de ellos— y cada uno llevaba el pelo de un color chillón diferente. Las túnicas escolares, antes negras, eran blancas y tenían estampados de colores tan brillantes como sus pelos.

Incluso en la distancia, resultaba evidente que no estaban felices en absoluto. De hecho, Aura juraría que parecían dispuestos a asesinar a alguien.

—Bastante buena, ¿no? —preguntó James, apareciendo súbitamente a su lado—. No especialmente inteligente, pero sin duda divertida.

—Dime por favor que habéis hecho fotos.

—Sirius y Peter se están encargando del reportaje. Se han llevado la capa de papá.

—Quiero una copia de todas esas fotos —pidió Aura—. Las colgaré en mi dormitorio y, cada vez, que necesite reírme, las miraré. Estoy seguro de que funcionarán bien.

James pareció complacido al escuchar aquello. Se giró para hablar con Mary, que parecía incapaz de parar de reír. Remus estaba entre Jason y Selena, comentando entre los tres la broma.

Aura se sobresaltó cuando alguien le dio unos golpecitos en el hombro. Al girarse, no vio a nadie lo suficientemente cerca, pero recordó que James le había dicho lo que Sirius y Peter estaban haciendo con la capa invisible mientras ellos contemplaban la broma.

—Muy divertido el susto, Black —se burló.

Sirius y Peter se quitaron la capa, apareciendo junto a ella. El pelinegro tenía una sonrisa torcida en el rostro, mientras su amigo sostenía una cámara de fotos.

—¿Te ha gustado la broma, Potter?

—Ha superado con creces a la de finales de cuarto —admitió la chica—. Quiero una copia de las fotos.

—Apuesto a que varios más las querrán —dijo Black—. ¿Crees que sería buena idea venderlas, Colagusano? Nos haríamos de oro.

—Tú ya eres rico, Canuto —protestó el rubio.

—Lo era —corrigió éste—. Oh, Peter, no sabes lo dura que es la vida del pobre.

Aura le dio un codazo.

—No seas mentiroso, no conoces siquiera el significado de la palabra pobre.

—¿Qué tenéis hoy los Potter conmigo y no saber los significados de palabras? —protestó Sirius—. ¿Me tomáis por inculto? Sé qué significan tanto responsable como pobre.

—Pero no eres ninguna de las dos —respondió Aura—. No dramatices con tu vida en la pobreza, porque solo son mentiras. Sabes que puedes pedir lo que sea que necesites y nosotros o nuestros padres te lo compraremos.

Sirius pareció no saber qué expresión poner. Se encogió de hombros. El grito de James, que llamaba a sus dos amigos, le dio la excusa perfecta para no decir nada.

Sirius y Peter corrieron al carruaje en el que James y Remus ya estaban subidos, mientras Aura subió al de Jason, Selena y Mary.

Los thestrals, invisibles para Aura, echaron a andar hacia la escuela, arrastrando las diligencias tras ellos. Mary se preguntó si el banquete sería tan genial como el de despedida del año pasado y Selena cómo harían para comer con la peste que emitía el grupo de Slytherin a los que James y Sirius habían gastado la broma.

—Supongo que McGonagall o Flitwick lo solucionarán con un simple hechizo —respondió Aura, encogiéndose de hombros—. La broma es buena, pero no pienso estar en una misma habitación con ellos mientras huelan así.

—Y mientras no huelan, tampoco —añadió Jason, consiguiendo hacer a las tres chicas.

Cuando el carruaje se detuvo, Aura se apresuró a bajar. Aunque había que recorrer andando una corta distancia, el castillo y sus torres eran perfectamente visibles, al ser una noche poco nublada.

Aura sonrió y contempló Hogwarts con cariño.

—Aquí otra vez —suspiró—. ¿No parece mentira que ya sea nuestro penúltimo año?

—Genial, ahora me has puesto nostálgica —bromeó Mary.

—No penséis en eso ahora —aconsejó Selena.

—Exacto, pensad en toda la comida que nos espera en el Gran Comedor —dijo Jason.

—¿Alguna vez piensas en algo que no sea comida? —preguntó Aura.

—Venga ya, todo el mundo piensa en comida. Pero yo soy el único que lo expresa en voz alta.

Riendo, los cuatro se encaminaron en dirección al castillo.
















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