02
[Jimin]
Me sentía estúpido.
¿Y es que cómo no? Tengo veinte años y acababa de masturbarme por un par de mensajes, y eso no era lo peor. Lo peor es que apenas tuve que masajearme unas cuantas veces para venirme.
Justo ahora veía el semen en mi mano, estaba asqueado y arrepentido de mi comportamiento. Fruncí el ceño y maldije en mi mente, auto recriminándome por lo hecho.
No me llevó mucho tiempo limpiar mi mano con papel higiénico, salí del cubículo y me miré al espejo, observando con desgano mi apariencia. Me sentía incomodo ya por no poder vestirme como me gustaba, sumándole que al salir temprano no pude peinarme, cabellos ondulados caían por mi frente, Namjoon solía decir que me hacía ver más joven, más atractivo, sin embargo, no me sentía así.
Miré mis mejillas sonrojadas y mis labios lastimados debido al fuerte agarre de mis dientes en ellos, obligándome a callar los absurdos jadeos involuntarios que minutos atrás deseaba soltar.
Me sentía molesto, sin saber bien qué me molestaba más. Podría ser el hecho de que un par de mensajes me pusieron tan caliente como para masturbarme en el baño de la universidad, ¡Dios! Me estaba convirtiendo en un pervertido. Me sentía sucio, enfermo, al concluir que no era tan simple, me había excitado enviar una foto tan reveladora a alguien que no conocía.
Tras la pantalla podía estar cualquier persona, incluso existía la posibilidad de ser un hombre mayor, pero no le conocía al fin de cuentas. Podría imaginármelo como yo quisiera, lo que me llevó a cerrar los ojos e imaginarme a quién me imaginaba tras la pantalla.
No estaba mal, un par de manos grandes, de tez pálida y dedos largos, podrían tomarme con fuerza mientras me repetía aquello que escribió, en una gruesa y pesada voz. Un jadeo se escapó de mis labios antes de poder retenerlo, dejé caer la cabeza al frente y apreté el agarre que mantenía en el lavatorio. Mordí mis labios de nuevo, sintiendo el sabor a hierro colarse en mi boca y solo jadeé de nuevo cuando imagine a aquel hombre sin rostro morderme los labios
Y el rostro de Min Yoongi apareció, susurrándome al oído que tan profundo se hundiría en mi culo, tomándome del mentón con fuerza para obligarme a verle.
Negué y abrí los ojos. No era la primera vez que fantaseaba con el simio Min salvaje, cada que intentaba tener una relación sexual, meramente carnal, en pleno acto el estúpido aparecía en mi mente. Lo odiaba, odiaba sentirme así por él, lo odiaba a él.
De todas formas, no quería pensarlo más, no lo necesitaba. Tenía un problema, tenía que ser consiente de ello.
Aun con mi respiración temblorosa, mojé mi rostro mientras intentaba relajarme. Sin embargo, la vida parecía odiarme.
La puerta se abrió de forma tan abrupta que salté y chillé del susto. Min Yoongi estaba ahí, sosteniendo la puerta mientras me miraba con molestia, no me importaba en realidad, solo quería tranquilidad, paz, después de la mierda que acaba de hacer, Yoongi podría irse a la mierda. Así que decidí ignorarle, aparté la mirada y volví a cerrar los ojos, concentrándome en bajar la erección que creció de nuevo en cuanto imaginé al simio Min salvaje tomarme con fuerza.
—Pero, ¿qué tenemos acá? —inquirió con burla, haciéndome bufar con molestia, solo quería calmarme e ignorarle, pero al parecer el idiota tenía otros planes. Levanté la mirada y la sonrisa arrogante que se levantó en sus labios solo me hizo bufar nuevamente—. Park Jimin acaba de jalarse la polla en los baños de la universidad.
Sí, acaba de hacerlo y eso no era asunto suyo, quise decir. Pero antes de hacerlo, sonreí con diversión al notar que él tenía un pequeño gran problema entre sus pantalones. Hipócrita. Me miraba con arrogancia, creyéndose ganador cuando ambos nos encontrábamos en el mismo escalón.
—Sí, Min, acabo de masturbarme —sonreí ladino y me acerqué a él con lentitud. En su lugar, Min se tensó y dio un paso a atrás—. Pero, ¿de qué te burlas si, evidentemente, venías a lo mismo?
Ensanché mi sonrisa al verle fruncir el ceño, Dios, Yoongi era tan sexy como estúpido. Tragó pesado y su nuez de adán se movió en el proceso, pude ver su mandíbula apretarse, y joder, tenía que calmarme justo ahora. Bufé y negué con mi cabeza, finalmente me alejé y volví al lavamanos, suspiré y cerré los ojos, mis pantalones comenzaban a incomodar y lastimar mi polla erecta.
Mientras me lamentaba en mi desgracia, el simio Min salvaje chasqueó la lengua, le miré de reojo y le vi sonreír con sorna. Fruncí el ceño y me alejé del lavamanos, dando pasos atrás cuando le vi acercarse a mí sin desvanecer su maldita sonrisa que lo hacía ver jodidamente caliente.
—Deberíamos ayudarnos, Mimi —canturreó la sugerencia, mi apodo dicho con burla— ¿No crees?
Le analicé e inevitablemente mi mirada cayó en sus labios y supe que lo notó cuando los lamió con lentitud. Joder, estaba tan asustado y excitado que mi respiración con cada segundo se volvía más pesada.
Yo, en definitiva, odiaba a Min Yoongi, eso era un hecho. Odiaba su carácter fuerte, arrogante y egocéntrico. Es insoportable, su mera presencia me resultaba en un malestar horrible. Nunca nadie me había sacado de mis casillas como Yoongi lograba hacerlo, solo Taehyung, cuando peleamos por comida, pero eso es otro asunto. En fin, ¿Yoongi y yo, "ayudándonos"? ¡Eso jamás podría ser!
Pero joder, Yoongi miraba mis labios con hambre, lo que me llevó a morderlos por inercia, me sentía atrapado en sus oscuros ojos. Su mano se apretó en mi cintura y hasta ese momento fui consiente de que me estaba tocando, estaba incluso tan cerca que nuestras narices se rozaban, si me movía unos cuantos centímetros, podría juntar mis labios con los suyos.
Yo podía odiarle, pero no era ciego. Yoongi es atractivo, muchísimo. Su piel blanca y suave hacía contraste con la oscuridad de su cabello negro y sus labios rosáceos, sus pequeños ojos rasgados me miraban atentos, me sentía presa de un depredador mucho más fuerte que yo.
Intimidado, así me sentía y eso solo me calentaba más. Joder, sería un completo idiota si desaprovechaba una oportunidad como esta, aunque me jodiera aceptarlo, todos querían con el simio, quizá por la curiosidad de que no había estado con nadie en la universidad o quizá porque era realmente atractivo.
Solo sería una vez, luego podríamos volver a insultarnos como lo hacíamos usualmente.
—¿Ayudarnos cómo? —pregunté al fin, en un tímido susurro que me hizo sentir estúpido y le hizo sonreír a él y casi parecía ronronear.
Me sentí débil cuando la sonrisa de Yoongi se desvanecía a poco, para luego lamer sus labios. Supe de inmediato que él sabía que me sentía intimidado, pero no me molesté en ocultarlo, por alguna razón quería que supiera lo que provocaba en mí.
—¿Tomo tu silencio como un sí, Park?
Cerré los ojos y asentí, regocijándome en lo gruesa que su voz se volvía. Mi pene parecía saltar dentro de mis pantalones de solo escucharle hablar, mi apellido había salido con sensualidad de sus labios y yo solo quería atraparlos en los míos. Abrí los ojos y le miré directamente a los ojos, él tomó una gran bocana de aire y asintió también.
Jadeé inevitablemente cuando me acercó a él, tan cerca que nuestras erecciones se rozaron y comenzó una deliciosa fricción entre ellas que me hacía gemir con descaro.
—Park, si sigues gimiendo así, perderé el control —dijo, hundiendo su rostro en mi cuello mientras aumentaba la fricción.
Y eso fue todo. Gemí nuevamente, esta vez en su oreja mientras él lamía mi cuello, llevé mi mano a su nuca y acaricié los cabellos de la zona, le acerqué más a mi cuello y ladeé mi cabeza dándole más espacio, en una silenciosa confesión de que aquello me gustaba.
—Entonces, no te contengas —solté con sensualidad y sonreí satisfecho cuando le oí gruñir.
—Te odio, te odio tanto —confesó lo que yo ya sabía, lejos de sentirme mal solo asentí y gemí cuando empujó su pelvis contra la mía—, pero justo ahora, quiero follarte y escucharte gemir por lo bien que sientes mi polla hundiéndose dentro de ti.
Lamí mis labios y cerré los ojos, suspirando de placer. Yo también lo quería, también quería escucharle gemir, por mí y para mí.
—El sentimiento es mutuo —mordí mis labios y agregué: —Hazlo, antes de que me arrepienta.
Sus manos bajaron con velocidad a mis muslos y me levantó, por reflejó rodeé su cintura con mis piernas y mis brazos en su cuello. Jadeé cuando mi espalda pegó a la pared y Yoongi me tomaba con fuerza de mis nalgas y comenzaba a masajear. Dio una falsa embestida tras otra, su pelvis golpeaba mis testículos y yo solo podía gemir por el placer que aquel golpe me otorgaba.
Estaba perdido en placer, mi juicio nublado por la lujuria, solo atinaba a pedir por más y más. Gemía sobre los labios de Min, él no parecía dispuesto a besarme, pero aprovechaba la cercanía, sus labios rozaban los míos mientras yo tenía la boca abierta para gemir.
—¿Qué esperas, Min? —le quise retar con burla, mas la suplica en mi voz fue más evidente.
Yoongi frunció el ceñó y yo abrí los ojos con sorpresa cuando atrapó mis labios con los suyos. Comenzó un fuerte pero lento vaivén, me comía la boca y yo solo pude gemir ahogado por lo satisfactorio del contacto de sus labios con los míos. Cerré mis ojos y me dejé acariciar por la suave textura de sus labios mientras él colaba una de sus manos por mi ropa y rozaba sus dedos por mi columna.
Yo siempre fui consiente de mi sexualidad, había besado muchas bocas ya, pero los labios de Min Yoongi siempre serían mis favoritos. Una lágrima bajó por mis mejillas al recordar el pasado a su lado, y me encontré deseando más de él. Yoongi se separó, juntó nuestras frentes y dejó un casto beso en mi lagrimal y yo bajé la mirada avergonzado.
—¿Puedo continuar? —me preguntó, con un tono tan dulce que solo me hizo soltar más lagrimas, él las limpió y yo asentí.
Me sentía ridículo en sus brazos. Él me besó de nuevo, esta vez con cariño y eso solo me enfureció. Llevé mis manos a su nuca y profundicé el beso, tomé el control e hice que todo el cariño desapareciera en el beso, le besé con fuerza y él entendió que eso era lo que yo quería.
El timbré sonó, y solo así fui consciente de lo que hacíamos y donde lo hacíamos. Yoongi me separó de la pared y se acercó, aún conmigo en sus brazos, a la puerta y pasó el seguro en la puerta. Volvió a pegarme en la pared de antes y con las voces desapareciendo a la lejanía, los chasquidos del beso y mis suaves gemidos ahogados en su boca era lo único que se escuchaba.
Yoongi segundos después se separó y me miró con lujuria, yo sabía que debía parecer un desastre pero eso parecía gustarle. Sus labios estaban hinchados, sus mejillas teñidas de carmín y sus ojos humedecidos, sonreí. Sonreí porque nunca creí que Yoongi pudiera verse tan sensual de aquella forma.
Me separó nuevamente de la pared pero esta vez se dirigió a uno de los cubículos, donde se sentó en el retrete y me dejó sentado sobre él. Se acercó y me besó el cuello con lentitud, tomó mis nalgas y me obligó a moverme sobre él.
—Móntame, siéntate en mi polla.
No tuvo que pedirlo dos veces, yo también quería aquello. Yo estaba maravillado con como se dejaba ver el imbécil de Yoongi, tan caliente. Asentí y sonreí coqueto, aun si él no me miraba porque se comía mi cuello. Me levanté y antes de desvestirme me aseguré de que me miraba, le sonreí y él trago pesado cuando cuando desabroché el botón de mi pantalón.
Me miraba atento y bajé con lentitud mis pantalones, vestía un hilo negro de Calvin Klein que apretaba mi pene y dejaba a la vista mis glúteos.
[Yoongi]
Intentaba contenerme, mi autocontrol estaba a punto de explotar y, ver a Jimin vestir un hilo, fue mi perdición. Casi gemí y sentí una gran cantidad de saliva llenar mi boca. Él sonrió satisfecho por mi estado y no me importó ocultarlo, Park Jimin me tenía mal, muy mal.
Su culo gordo estaba a la altura de mi rostro, Jimin se giró y me miró sobre el hombro, pero yo no pude apartar la mirada de su trasero, yo quería hundir mi lengua allí.
—Mierda Park, no me hagas esperar más y siéntate en mi maldita polla de una jodida vez —casi supliqué con enfado.
Él cerró la puerta del cubículo donde estábamos y se inclinó a ella, pegó su mejilla en la fría hoja de metal, sin apartar la mirada de mi rostro, Jimin separó sus nalgas y yo boqueé sintiendo mi boca hacerse agua, lo tenía tan cerca de mí. Alcé la mirada y él asintió como si me leyera la mente.
Tragué pesado y me acerqué a su culo, aparté sus manos y tomé yo sus glúteos, separándolos para ver su entrada, Jimin corrió el hilo y por fin pude ver la rosada entrada, gemí y me mordí los labios. Lentamente pasé la lengua por la zona, cerré los ojos y volví a lamer, mi pene palpitaba y yo solo comencé a lamer con vehemencia.
Con dificultad hundí un dedo y comencé a follarle con el al mismo tiempo que mi lengua humedecía. Los gemidos de Jimin eran deliciosos, tan vulgar. Introduje un segundo dedo y Jimin atrapó con sus pequeñitos dedos mi cabeza, los coló por mis hebras de cabello y los jalo al mismo tiempo que gemía y me empujaba más a su culo.
Yo estaba encantado, disfrutaba los gemidos de Jimin, nunca creí terminar de este modo con él, probablemente en unas horas nos estemos arrepintiendo, pero por el momento yo solo deseaba complacerlo. No solo eso, quería protegerlo, mi corazón dolía de una forma tan extraña desde que vi sus lagrimas que me impulsaba abrazarle y besarle con cariño; eso quería, sin embargo, estaba fallándolo con mi lengua y mis dedos.
—¡Oh, Yoongi! —sollozó de placer, con una suave voz que me erizó la piel— Mhm, se siente bien, sí, uhm.
Sonreí orgulloso de complacerlo, él estaba gimiendo por mí, esos gemidos me pertenecían. Bajé su ropa interior e ingresé tres dedos de una vez, él gimió y empujó sus caderas contra mis dedos, yo gruñí y mientras le follaba me dediqué a sacar mi pene.
Gemidos suavecitos abandonaban la boca de Jimin, yo ya no podía aguantar más. Saqué los dedos de su culo y me recosté a la pared, él me miró mientras masajeaba mi propio pene y se acercó con timidez, tan lindo.
Se sentó sobre mí, dejó sus piernas de forma que estas estaban flexionadas sobre las mías, sus muslos traseros pegaban a sus pantorrillas y sus tobillos quedaron en mis rodillas. Gruñí con molestia, Jimin tenía experiencia y eso solo me enfadó.
Jimin me besó de nuevo, pasando por alto mi entrecejo fruncido. Su lengua se coló por mi boca y no pude evitar gemir pesado. Me besaba delicioso, con experiencia y eso solo me estaba jodiendo, tanto negativa como positivamente. Se levantó un poco y tomó mi pene, lo masajeó y lo alineó a su culo. Yo cerré los ojos y dejé caer la cabeza hacía atrás, lleve mis manos a su cintura y apreté el agarre.
—Dios —gemí.
Mi glande rozaba su culo, delicioso. Con lentitud Jimin se dejaba caer sobre mi polla, tan lento que podía sentir la textura de su estrechez abrazarme, él gemía suave, su melodiosa voz se colaba por mis oídos y caía directamente en mi pene mientras se perdía en su culo.
—Joder —volví a gemir cuando mi pene estuvo completamente dentro, Jimin dejó sus manos en mis hombros.
Mientras él se acostumbraba a mí grosor, yo acaricié sus muslos, deleitándome con la suavidad de su piel, recorrí sus glúteos, su columna y me detuve en su nuca. Alcé la mirada, él miraba con una expresión suave, no supe como interpretarla, así que le sonreí y le acerqué a mí. Rocé mis labios con los suyos antes de besarle, mis parpados pesaron y finalmente los cerré para tomar su boca. Sus gruesos labios eran deliciosos. Le besé con cariño, con miedo de lastimarle y volver a ver sus lagrimas.
Con el beso, Jimin comenzó a moverse y con el primer vaivén ambos gemimos.
Su culo estaba tan estrecho aún, apretaba mi pene en una deliciosa fricción que me volvía loco, llevé mis manos a sus nalgas y le hice moverse más rápido, él gimió complacido y yo me dediqué a besar su cuello y clavículas que se dejaban ver por la camisa que vestía, deje mordidas, succioné y besé mientras su culo se comía mi pene.
—¡Ah~! —gimió con fuerza y dejó caer su cabeza en mi hombro— ¡Sí, sí, sí! ¡Oh, Dios!
Aumentó la velocidad de su vaivén y yo masturbé su pene, yo estaba pronto a venirme y sus gemidos me dejaban saber que él también. Sentía tan exquisito mi pene en su interior, sus movimientos eran tan rápidos, llegaba tan profundo.
—Ngh, oh, ¡Jimin! —gemí cuando jaló mi cabelló y aumentó aún más la rapidez de las embestidas.
—¡Dios, Dios, Dios! ¡Yo-Yoongi! —clavó sus uñas en mis hombros.
Me mordí los labios y alcé mi pelvis para encontrarme con su culo, mi pene entró con más fuerza y yo me sentí morir de placer cuando el semen salió disparado de su pene y el líquido mojó mi mano y mi camisa. Su entrada se contrajo al rededor de mi pene, en un delicioso agarre que me hizo temblar y venirme dentro de él.
Él se dejó caer en mi pecho y ninguno dijo nada más, yo me dediqué a acariciar su columna mientras ambos descansamos de nuestro reciente orgasmo.
Era extraño, nos odiábamos, sin embargo tuvimos una gran química sexual.
Jimin se levantó de mi pecho y me miró con neutralidad, paseó su mirada por mi rostro, y mientras miraba mi cuello y clavículas recorría con su índice la zona. Yo suspiré gustoso ante el tacto, fue delicado y mi pecho se contrajo en dolor cuando se alejó.
Se vistió frente a mí sin decir ni una sola palabra y antes de irse se detuvo frente a mí, le presté atención pensando que quizá algo diría, pero nada salió de sus gruesos labios, me dio la espalda y se marchó.
Por alguna extraña razón me sentí decepcionado.
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