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Encuentro en el hospital

Día 6 - Hospital.  AU sin quirks. Momo tiene 25 años y Denki 23. Incluye un poco de ooc.

***

Momo había terminado sus estudios de enfermería y hacía poco había conseguido trabajo en el hospital local. Ese día se encontraba en un restaurante, junto con sus padres, celebrando su primer empleo como profesional. Por ser fin de semana había mucha gente. Ya habían realizado sus pedidos, pero estaban demorados. El padre de Momo estaba un poco gruñón porque tenía hambre y entre él y su hija se habían terminado los aperitivos que les sirvieron al llegar.

Mientras esperaban jugaban al veo, veo entre los tres.

—Veo, veo —dijo Momo empezando una nueva ronda.

—¿Qué ves?

—Una cosa.

—¿Qué cosa?

—Maravillosa.

—¿De qué color?

—Color, color... ¡Rojo!

—Los manteles son rojos —acotó su padre.

—Frío, muy frío papá.

Su madre recorrió el salón con la vista, encontrando a la distancia un florero con gerberas rojas sobre la barra.

—¡Las flores del fondo! —exclamó emocionada.

Momo miró en la dirección que señalaba la mujer.

—Caliente, está cerca.

Siguió buscando con la mirada por la zona, mientras Momo sonreía sintiéndose victoriosa.

—¡Ya sé! —dijo su padre— El pelo de la señora que está allá cerca de la ventana—señaló con mucho disimulo—, está sentada con un chico rubio.

—¡Sí! Esa eso, lo adivinaste muy rápido.

—Tengo ojo de halcón —se mofó el hombre.

Su madre chasqueó la lengua frustrada por haber perdido nuevamente.


La comida llegó justo después de eso, se detuvieron con el juego para poder disfrutar la cena. Los tres habían pedido cosas distintas y cómo hacían siempre, se convidaban entre ellos haciendo comentarios como "esto está riquísimo, tomá un poco", "mamá probá esta salsa", "¿qué es eso? Dame un poco".

En eso estaban cuando escucharon un ruido fuerte y un grito.

—¡Mamá! ¿Qué pasa mamá? —El chico rubio que habían visto mientras jugaban al veo, veo estaba de pie junto a la señora de pelo rojo. Se veía desesperado. La mujer tenía una mano en la garganta, parecía que quería toser, pero no podía.

—¡No respira! —gritó alguien y el miedo llenó el salón. Se escucharon pasos apresurados, alguien gritó que ya había llamado a la ambulancia y el chico rubio lloraba sin poder ayudar a su madre que se ahogaba frente a él.

Todos habían asistido para tener una noche agradable y ahora estaban a punto de presenciar una muerte.

Momo se levantó de su asiento como si algo la hubiese impulsado desde abajo y salió corriendo al fondo del restaurante. Sus padres también se pararon y la miraron con asombro viendo cómo se abría paso entre la gente. Su madre se acercó a su padre y lo abrazó.

Momo apartó al chico rubio, sin decir nada y ante la mirada atenta de todo el restaurante, levantó a la mujer de su asiento, tenía el rostro rojo e hinchado por la presión contenida en la cabeza y cuello. Se colocó detrás de ella sin perder tiempo, la envolvió con sus brazos y con las manos en puños presionó por debajo del esternón, con cuidado de no presionar las costillas.

Repitió el movimiento dos veces más, hasta que la mujer expulsó un trozo de comida y pudo volver a respirar, el alivio la inundo y sintió como su cuerpo se relajaba tanto que perdía la fuerza. Momo también relajó su cuerpo, la señora estuvo a punto de caer, pero su hijo la sostuvo antes de que caiga. Por suerte no había perdido el conocimiento.

Todos en el restaurante aplaudieron la labor de Momo, su madre llegó empujando a todo el mundo, gritando que era su hija. Cuando llegó hasta donde estaba la abrazó y la besó en la mejilla, dejándole una marca de beso color rosa.

El muchacho rubio se giró hacia ella después de ayudar a sentarse a su madre.

—Muchas gracias, la salvaste —dijo con los ojos llenos de lágrimas. Sin poder contenerse la abrazó fuerte—. ¿Cómo te llamas? ¿Sos doctora?

—No, soy enfermera —respondió con una sonrisa amable—. Me llamo Momo.

—Soy Denki. Gracias, muchas gracias. —Miró a la madre de Momo y también le agradeció, aunque ella no había hecho nada.

El personal del restaurante se acercó a ellos, le agradeció a Momo por su rápido actuar y se disculparon con Denki y su madre por lo ocasionado. Denki se mostró amable, diciendo que no había sido culpa de ellos. Momo se sorprendió ante esa actitud, otras personas se habrían enojado y exigido una compensación.

—Enfermera Momo, ¿qué debería hacer ahora? —preguntó Denki—. Tengo miedo de que pase algo así de nuevo.

Momo sintió mucha ternura ante la manera de dirigirse a ella, la estaba tratando como si fuese una persona de suma importancia. Además, estaba muy preocupado por su madre, claramente, y eso hacía que sienta empatía por él.

—Lo mejor es que vayan al hospital para que le hagan algunos chequeos para comprobar que no haya lesiones internas. Es muy probable que tenga dolor por un rato y puede que también esté ansiosa, pero es normal. —Puso una mano en su hombro y apretó con suavidad. Continuó hablando con una sonrisa—. Tu mamá es joven y fuerte, va a estar todo bien.

Pudo ver cómo los ojos de Denki brillaron con más intensidad por un momento y sintió su cuerpo relajarse debajo de su mano. Le recomendó llevarla al hospital local, asegurándole que iban a atenderla muy bien, pues ella trabaja ahí y sabía acerca del trato que recibían los pacientes. Denki le agradeció varias veces más. El personal del restaurante se negó a cobrarles la comida y les ofrecieron llamar a un taxi para que puedan esperar cómodamente en el salón.

Un par de días después, mientras su madre se recuperaba en su casa haciendo vida normal, Denki ingresaba al hospital local con un ramo de flores. No tenía idea a qué sector debería ir, en un hospital trabajaban muchas enfermeras. Quería encontrar a Momo para agradecerle correctamente por haber salvado a su madre.

Lástima que solo conociera su nombre y su apariencia, pero no descansaría hasta encontrarla. Preguntaría por ella en cada rincón de ese hospital. Vio a una chica con ambo caminar por el pasillo mientras empujaba un carrito con toallas. Se acercó a ella.

—Hola, perdoname que te moleste en tu horario de trabajo, sé que estás ocupada y eso parece muy pesado. Si queres lo puedo empujar por vos y así nos ayudamos mutuamente, ¿qué decís?

La chica lo miró un poco mal. Tenía ganas de ignorarlo y seguir caminando, sin embargo no lo hizo.

—¿Qué necesitás?

Denki sonrió con alegría, la chica frente a él podría jurar que brillaba. Recién se daba cuenta del ramo de flores que tenía en la mano, quizás estaba buscando las salas de internación.

—Estoy buscando a la enfermera Momo. Es alta, tiene el pelo negro, ojos grandes y oscuros, sonrisa amable y es muy bonita. ¿La conocés?

La chica lo miró como si estuviera loco. ¿Cómo se le ocurría ir a buscar a una enfermera a un hospital con esa descripción tan simple?

—¿Te das cuenta de que este hospital es muy grande y que hay muchas personas con esa descripción? —preguntó ella.

—Sí, ¿pero todas se llaman Momo?

Bien, él tenía un punto.

—Vení conmigo —dijo girándose hacia el carrito.

—¿La conocés? Vaya, eso fue rápido. Creí que tendría que preguntar por todo el hospital.

—Conozco a una Momo. No sé si es quién buscás, pero de todos modos quizás alguien la conozca. ¿Por qué la buscás?

—Quiero agradecerle por haber salvado a mi mamá.

La chica suspiró, ese chico se veía tierno y suertudo.


Después de caminar bastante llegaron hasta el sector de guardia. La muchacha que iba con él le pidió que espere un momento mientras ella ingresaba a un área restringida. Denki se acomodo el pelo y revisó que las flores estuvieran sanas y lindas. Estaba muy nervioso, decidió leer los carteles que había en las paredes, la mayoría eran sobre campañas de vacunación o prevención de enfermedades.

Un momento después salieron una chica bajita de pelo corto, marrón y un chico muy alto y corpulento a quien no se le veía la cara por el flequillo largo y el gran barbijo que usaba. Detrás salió Momo. Cuando Denki la vio todo su rostro se iluminó, sonriendo grande.

—Enfermera Momo —saludó ignorando las risas de los compañeros de Momo que se habían quedado observando la escena—. Em, ¿cómo estás?

—Hola Denki —lo saludó con una sonrisa y los ojos del rubio brillaron con intensidad, emocionado porque lo recordaba—. ¿Cómo está tu mamá?

—Está muy bien, todavía está un poco asustada cuando come, pero está haciendo vida normal.

—Me alegro mucho. Espero que los hayan tratado bien el otro día cuando vinieron a la guardia —Momo hablaba con un tono de voz muy suave, Denki sentía que no se cansaría nunca de escucharla.

—Sí, gracias enfermera Momo.

—Podés llamarme por mi nombre —dijo ella sonriendo enternecida por la manera de hablar de él—. ¿Pasó algo que me estabas buscando?

—Sí —sus mejillas se pusieron coloradas, bajó la vista—. Quería agradecerte bien por tu ayuda el sábado pasado. Esto es para vos —le entregó el ramo de flores volviendo a mirarla.

—Muchas gracias Denki, no tendrías que haberte molestado en venir hasta acá, pero lo aprecio mucho. Las flores son hermosas, gracias.

Las mejillas de Momo estaban sonrojadas. Denki se sentía muy feliz y verla así lo envalentonó.

—Además de eso quería invitarte a tomar algo o a comer o al cine. —La miró con ojos suplicantes, Momo sintió que no podía negarle nada, aunque en realidad no quería negarse.

Sus compañeros de trabajo que estaban detrás de ella le susurraban que diga que sí. Se dio vuelta molesta y los echó como si fuesen las palomas del parque. Se giró para ver a Denki nuevamente.

—El jueves tengo el día libre —le respondió ella sonriendo. Él sonrió encantado, se acercó y la tomó de la mano.

—Prometo no decepcionarte. El jueves voy a estar acá.

Ella no pudo responder nada ante esa declaración, se quedó mirándolo como si lo estuviera viendo por primera vez. Luego él se marchó. Sus compañeros, que volvieron como vuelven las palomas después de correrlas, se acercaron a ella felicitándola como si hubiese ganado un premio.

De repente vio que Denki volvía a paso apresurado y les pidió que hagan silencio. Resultó ser que luego de irse, se dio cuenta de que ella el jueves no trabajaría, por lo que no tenía sentido que pase a buscarla por el hospital. Intercambiaron números de teléfono y antes de volver a irse la miró con mucha seguridad.

—Voy a esperar ansioso hasta el jueves.

Momo se quedó mirándolo sorprendida, se sentía como si la hubiese besado. La manera en que la miró y le habló la dejó encantada, pensando en que ella también esperaría ansiosa a que llegue el jueves para volver a verse.

Fin ✨

Hola, estoy muy feliz de haber podido publicar un día más de esta week tan bonita. Me divertí mucho escribiendo, descubrí un nuevo ship y me emocionó ir publicando al mismo tiempo que otras personas. Aunque no haya participado todos los días estoy contenta porque disfruté el proceso y fue muy lindo leer las otras weeks.

¿Conocías juego del veo, veo? Con mis hermanos lo jugábamos mucho cuando éramos chiquitos. Me parecía un poco tedioso poner todas las preguntas y respuestas, pero me pegó la nostalgia y dije "ya fue, lo pongo completo". La verdad es que me alegro de haberlo hecho porque me gusta cómo quedó :D

Algo que me da mucho miedo es morir por asfixia y aunque suene raro me gusta tocar ese tema. Ya escribí un cuento donde un señor moría de esa manera. Me gusta mucho el terror y las historias donde los personajes mueren de manera trágica. ¡Chan! A que no te esperas que dijera eso, con lo que me gusta el fluff y las cosas cursis jaja. Pero bueno, volvamos, siempre me voy por las ramas.

Algo importante, no tomes este relato como un manual para auxiliar a alguien que se atragantó con la comida. Para describir la maniobra de Heimlich me basé en lo que leí en Wikipedia ¡! Esto es una historia de ficción, no debe ser tomada como un manual o un instructivo. Ninguna de mis historias.

Bueno, ahora sí me despido. La week sigue hasta el 9 de agosto, pero yo me voy a retirar acá. Muchas gracias por haber leído estos cuentos cortitos, espero que los hayas disfrutado 😊 Nos vemos en otra historia 💜

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