9. La importancia del magenta
(Lydia)
―¿Estás bien? Te ves deprimido ―preguntó a Diego que dejó de pintar y la miró fijamente luego suspiró y negó con la cabeza.
―No es nada ―contestó él con ojos tristes para luego agacharse y hundir el pincel en el bote de pintura verde.
Mentira.
Sabía que algo le preocupaba, no estaba tan feliz como lo estaba usualmente. De hecho lucía bastante miserable lo que no hacía sino preocuparla, Diego nunca lucía miserable, él siempre era alegre y estaba lleno de energía.
―¿Seguro?
―Si, no es nada que no pueda solucionar; espero ―murmuró la última parte mientras la miraba fijamente, luego suspiró de nuevo y siguió pintando.
Se llevó la mano al moño con preocupación, no quería presionarlo para que le contase qué le pasaba así que prefirió cambiar de tema.
―¿Cómo le va a Lucas con la catapulta? ―curioseó con entusiasmo, quería a su Diego de regreso y no pensaba parar hasta conseguirlo.
―Está muy emocionado con eso, creo que en unos días la terminará ―contó Diego, ella asintió pero no desistió.
―¿Y Nayra aún lo sigue? ―al preguntar por la chica vio a Diego sonreír un poco por lo que ella sonrió orgullosa.
―Eres una chismosa ―se burló Diego dejando de pintar para mirarla, ella se encogió de hombros y lo señaló con el pincel.
―Eso me pasa por pasar tanto tiempo contigo, entonces ¿aún lo sigue? ―volvió a preguntar.
Si tenía que ser una chismosa para que Diego sonriese, lo sería, quería ver esa brillante sonrisa adornar su rostro más que nada.
―Si, ahora incluso le trae comida ―dijo Diego por lo que ella pestañeó sorprendida y Diego se rió―. Al parecer escuchó a Dan decir que para conquistar a un hombre hay que empezar por su estómago y se lo ha tomado al pie de la letra.
―La verdad es que me parece adorable ―dijo con sinceridad pero Diego negó.
―Eso es porque no escuchaste preguntándole a Kyle si sabía hacer un filtro amoroso ―habló Diego entre risas, ella abrió los ojos con sorpresa y Diego rió más fuerte.
―¿Y qué dijo Kyle? ―preguntó cada vez más contenta.
―No le dio tiempo a decirle nada porque Matt escuchó lo del filtro y creyó que lo había usado con Ann así que tuvo que huir ―explicó Diego haciéndola reír.
―Me hubiera gustado ver eso.
―Fue todo muy loco, la verdad ―respondió Diego mientras la señalaba con el pincel y esbozaba una sonrisa por lo que ella le sonrió de vuelta, era tan feliz cuando él le sonreía―. Te has vuelto a pintar la camiseta.
―¡No! ―se quejó mirando la enorme mancha azul, dejó el pincel en el suelo y comenzó a restregar la mano por la mancha―. No puedo creer que esto siga pasándome.
―Te lo he dicho, si no acabas llena de pintura no serías tú. ―Diego le guiñó el ojo y se puso a pintar mientras tarareaba, ella entrecerró los ojos y metió la mano dentro del bote de pintura azul luego lentamente caminó hacia él.
No era venganza, era justicia. No podía creer que él no tuviera ni una sola mancha en su camiseta blanca, era muy injusto. Lentamente colocó su mano derecha en la espalda de Diego cuando él volteó escondió la mano tras la espalda y le sonrió como una niña buena.
―Espero que no hayas hecho lo que creo que has hecho. ―Diego enarcó la ceja y la miró fijamente.
―Mira, ahí viene Aaron ―mintió saludando con la mano limpia, Diego dudó un poco pero luego miró a dónde ella saludaba momento que aprovechó para pasar su mano llena de pintura por la parte delantera de la camiseta de Diego que la miró con indignación.
―Esto es la guerra ―anunció él antes de hundir sus manos en la pintura azul y comenzar a perseguirla.
Estuvo huyendo entre risas todo lo que pudo hasta que finalmente Diego consiguió capturarla, algo que no le fue muy difícil dado lo inútil que era para todas las actividades físicas. Estuvieron forcejeando por el suelo y derribaron unos cuantos botes de pintura, pero no le importó; al fin había logrado hacerlo reír.
Cuando se cansaron de pelear se sentaron sobre la sábana blanca que usaban para no ensuciar el suelo y comenzaron a mirar a su alrededor.
―Creo que vamos a tener que comprar más pintura ―anunció Diego, ella asintió.
―Si, la mitad del magenta está sobre ti ―indicó ella señalándolo con diversión, Diego se pasó la mano por el pelo y luego la miró.
―¡Ah! Mi color favorito.
―¿Por qué es tu color favorito? ―preguntó curiosa, los ojos de Diego brillaron y la miró fijamente―. No es el típico color que un chico elegiría como su favorito, ¿sabes?
―Lo sé ―dijo él con seriedad.
―Entonces, ¿por qué magenta?
―Hace cuatro años estaba aterrorizado por empezar en Góngora, este instituto tiene una fama horrible, pero entonces vi a una pelirroja sentada en la entrada pintando...
―¿Yo pintando? Qué extraño en mí ―dijo guiñándole el ojo a Diego que le sonrió y comenzó a reducir la distancia entre ambos por lo que ella abrazó sus piernas con timidez.
―¿Quién dijo que eras tú? ―preguntó Diego con voz ronca, ella puso los ojos en blanco y Diego rió―. El caso es que no sabía cómo decirle "hola" hasta que la vi pintando con un rojo muy raro y fue entonces cuando tuve la excusa perfecta para hablar con ella.
―Así que gracias al magenta conociste a esa pelirroja que no soy yo ―afirmó ella cada vez más nerviosa y ansiosa por lo íntimo que se estaba volviendo todo, ladeó la cabeza y miró con interés los labios de Diego.
¡Por favor que la besase! ¡Por favor que la besase! Le daba igual estar a punto de sufrir un infarto, sólo quería que la besase ¡ya!
Diego sonrió y asintió.
―Exacto, gracias al magenta conocí a una pelirroja que no eres tú ―murmuró Diego mientras respiraba contra su boca―. Y por eso es mi color favorito.
Susurró Diego contra sus labios.
¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! No podía creer que estuviera a punto de besarse con Diego, ¡adiós friendzone! ¡Hola noviazgo!
―¡¿Dónde está?! ―el grito de Eli los sobresaltó y Diego se alejó de ella mientras murmuraba algo que no entendió pero se le notaba bastante enfadado.
Su por ahora amiga (y decía por ahora porque después de fastidiarle ese increíble momento iba a replantearse su amistad) caminó con pasos firmes hacia Diego, se colocó frente a él y lo señaló con una notable ira.
―¿Dónde está Aaron? ―preguntó Eli con furia; Diego se cruzó de brazos molesto y entrecerró los ojos; Eli lo fulminó con la mirada y colocó los brazos en jarras―. Dime dónde está.
―Eli, ¿se puede saber qué pasó? ―preguntó entre dientes, estaba molesta con su amiga por interrumpir pero Eli estaba enojada como nunca; sus ojos verdes brillaban con una notable ira y todo su cuerpo estaba tenso.
―Pregúntale a él ―indicó Eli señalando a Diego, ella lo miró pero él continuaba mirando mal a Eli.
―Yo llevo aquí todo el maldito recreo, sea lo que sea que te hizo Aaron hoy, yo no tengo nada que ver ―contestó Diego claramente irritado aunque no lo culpaba, ¡habían estado a punto de besarse! Y por lo menos para ella eso había sido increíble, tenerlo tan cerca, respirar su olor...
―¡No te hagas el inocente conmigo! ―gritó Eli comenzando a perder la paciencia por lo que se puso en pie e intentó tranquilizarla pero la rubia se alejó de ella―. ¡Tú y Aaron sois unos malditos embusteros!
―Eli, trata de calmarte ―pidió a su amiga mientras Diego suspiraba y se ponía en pie.
―¡No me calmaré hasta que baile sobre la tumba de Aaron y Tomy! ―gritó su amiga por lo que Diego y ella se miraron con terror.
Que Eli quisiera matar tanto a Aaron como a Tomy sólo podía significar una cosa, se había enterado de que podían divorciarse.
―Así que, ¿dónde está? ―preguntó Eli con frialdad a Diego.
―¡Ves, te dije que no los íbamos a molestar! ―saludó Aaron llegando con Lucas y Nayra, Eli volteó y tanto Lucas como Nayra se detuvieron pero Aaron siguió caminando―. Parecéis un arcoíris.
―Corre ―bramó Diego, Aaron se detuvo confuso y de reojo vio como Diego señalaba a Eli por lo que la sonrisa de Aaron desapareció.
―¿Qué pasa? ―preguntó el pelinegro sin entender.
―Pasa que escuché a Gisela decir lo triste que estaba el día que se divorció de ti ―el rostro de Aaron se puso pálido―, ¡me has estado mintiendo durante tres años!
―Puedo explicarlo ―exclamó Aaron levantando las manos en señal de rendición.
―¡Eres indio muerto! ―gritó Eli caminando hacia el pelinegro que se tiró del fleco con nerviosismo antes de salir corriendo perseguido por Eli.
Escuchó a Diego bufar y vio como Lucas y él intercambiaban miradas pero ninguno fue tras Aaron y Eli. Por su parte Nayra la saludó emocionada y se acercó a ella.
―¿Sabes que la pintura es para el mural, verdad? ―curioseó Nayra con una sonrisa, ella asintió y vio como Lucas y Diego comenzaban a hablar; notó como Diego la miraba fugazmente y ella se llevó la mano al moño con nerviosismo.
¡Casi se besan!
Estaba tan emocionada que podría gritar.
Nayra la tomó del brazo y la arrastró al interior del instituto, allí entraron en un baño y con ayuda de la pelinegra se limpió la pintura (la que pudo) del cuerpo porque la de la ropa era imposible. Una vez que terminaron caminaron juntas hacia sus clases, Nayra intentó conversar con ella pero estaba demasiado absorta recordando todo lo que había pasado entre Diego y ella.
Miró la camisa y vio una mancha magenta por lo que sonrió como una tonta.
―¿Pasó algo con Diego, verdad? ―curioseó Nayra colocándose delante de ella y mirándola con interés.
―No. ―Nayra enarcó una ceja y se cruzó de brazos.
―No me engañas, pero entiendo que no confíes en mí; prácticamente nos conocimos hace dos días, pero que sepas que me gustaría ser tu amiga y vivo en el Parque Lorca, puedo espiar a Diego por ti ―se despidió Nayra guiñándole el ojo, ella rió divertida y entró en clase.
Rápidamente buscó a Diego con la mirada pero ni él ni Aaron estaban, vio a Gael al fondo de la clase y lo saludó antes de tomar asiento al lado de Eli. Su mejor amiga estaba con el ceño fruncido y miraba fijamente a la pizarra.
―¿Qué tal estás? ―preguntó con cuidado; Eli resopló y la miró con ojos vidriosos.
―Furiosa ―contestó ella mientras se llevaba las manos a la cara y se frotaba los ojos―. Cuando creía que no podía sorprenderme más, va y lo hace. Dijo que se divorció de todas menos de mí.
―¿Y qué hiciste?
―Le pegué un puñetazo. ―La miró con asombro y Eli sonrió orgullosa antes de abrir los ojos con sorpresa y comenzar a hacer aspavientos―. ¡Oh Dios! ¡Le pegué un puñetazo a Aaron! ¡Yo! ¡Ay Dios mío!
―Se lo merecía ―dijo no muy segura ya que Eli parecía al borde de un ataque.
―Claro que se lo merecía, me estuvo mintiendo durante tres años ―aseguró Eli entrecerrando los ojos con enfado pero a los pocos segundos volvió a estar histérica―. ¡Un puñetazo! ¡Le di un puñetazo! ¿En qué me he convertido?
―¿En una alumna de Góngora? ―preguntó divertida.
―¡Lydia! ―gritó Eli escandalizada.
―¿A quién le diste un puñetazo? ―preguntó la profesora de Lenguaje mirándola fijamente pero justo en ese momento entraron Diego y Aaron, este último traía hielo sobre el ojo derecho por lo que la profesora le guiñó a Eli antes de caminar hasta su mesa―. El amor es doloroso, ¿verdad Aaron?
―Más bien diría que duele como el infierno ―se quejó Aaron haciendo que todos en la clase riesen.
* * * * * * * * * * * *
Levantó la mirada del libro y vio como Gael escribía en un folio. Nerviosa se llevó la mano al moño sin apartar la mirada de él, era la primera vez que ambos estaban solos en la Biblioteca. Su relación había mejorado bastante pero aún así se sentía raro no tener a Eli cerca, había intentado convencerla para que fuera y le hiciera compañía pero su amiga era demasiado testaruda cuando se lo proponía; además, estaba empeñada en que sólo molestaría. ¿Qué iba a molestar?
Ni Gael tenía interés en ella, ni ella tenía interés en Gael.
Sinceramente pensaba que Eli sólo había buscado una excusa para quedarse en casa pensando. Puede que hubiese golpeado a Aaron pero hubo cierto momento en clase de Historia que pareció emocionada cuando él hizo referencia a que ella era su única esposa. Lo había negado fervientemente, pero a ella no la engañaba.
―¿Ya te aburriste? ―preguntó Gael dejando el libro sobre la mesa.
―No, sólo pensaba en otras cosas ―respondió con timidez, Gael la miró pero no dijo nada―. ¿Cómo llevas tu parte?
―Bien, pero ya estoy cansado. ―Gael se rascó las sienes con los ojos cerrados, ella lo miró fijamente y maldita sea, sí que lucía muy bien aún sin proponérselo―. ¿Te importa dejarlo por hoy?
―Claro, sin problemas ―respondió contenta―, iba a ir mañana a comprar más pintura pero voy a aprovechar e ir ahora.
―Suena interesante, te acompaño ―indicó Gael poniéndose en pie y comenzando a recoger sus cosas.
Suspiró irritada pero no dijo nada. No podía enfadarse con él por ser amable, pero es que iba a llamar a Diego para pedirle que la acompañase.
―¿Seguro que no tienes nada mejor que hacer? ―curioseó con inocencia.
―La verdad es que no, además alguien tiene que ayudarte a cargar los botes de pintura ―asintió intentando ocultar su molestia; no es como si él supiese que estaba fastidiando sus planes.
―Gracias ―murmuró con fastidio.
Gael hizo un ligero movimiento de cabeza y ambos recogieron sus cosas. Abandonaron la Biblioteca y caminaron hasta la tienda.
―¿Qué colores necesitas? ―preguntó Gael mientras tomaba un bote de pintura violeta.
―Mmm... amarillo, azul y verde ―indicó un poco dudosa, bueno si faltaba algún color siempre podía volver con Diego, al pensar en él sonrió―. Y magenta.
―De acuerdo. ―Gael dejó el bote de pintura violeta en su lugar y comenzó a mirar a los alrededores.
Estuvieron en la tienda durante un buen rato y le enseñó a Gael la diferencia entre los colores primarios y secundarios, además llamaron su atención algunos colores metalizados por lo que también le explicó para qué servían. Casi dos horas después caminaban cargados hacia su casa mientras hablaban y reían, sinceramente aún no podía creer que pudiesen reír así y hacer bromas entre ellos cuando hasta no hace mucho él casi la mataba haciéndole la zancadilla en las escaleras.
―¿Nunca te quitas ese pincel del pelo? ―preguntó Gael mientras depositaba las bolsas en el suelo y se frotaba los brazos.
―No, nunca ―respondió con orgullo tocando el pincel que sujetaba su moño.
―Eres muy rara.
―Para raro tú, has pasado de intentar matarme a ayudarme a comprar pintura ¿eres bipolar o qué? ―preguntó muy en serio pero pareciendo despreocupada, Gael frunció el ceño y comenzó a acercarse a ella.
¿Por qué se acercaba?
Ella permaneció quieta y Gael continuó acercándose, a continuación levantó la mano y colocó el pulgar sobre su mejilla por lo que tragó saliva nerviosa.
¡Ay no! ¡Eli tenía razón! ¡Le gustaba! ¡Eli tenía la jodida razón! Le gustaba. A Gael le gustaba.
―Tengo mis motivos ―susurró Gael mirándola fijamente a los ojos, a continuación se separó lentamente y le mostró el pulgar donde había una pestaña―. Tenías una pestaña.
―¿Gracias? ―murmuró muy muy confusa.
Gael se encogió de hombros y ella resopló un tanto irritada y aún con los nervios a flor de piel.
¿Qué había sido todo eso?
(Diego)
Se detuvo y admiró el instituto Góngora.
Hoy era el día.
Hoy se declararía a Lydia.
Se había pasado todo el fin de semana rememorando lo que casi había pasado entre ambos y había llegado a la conclusión de que ya era hora de dar el paso. Si Damián había sido capaz de pedirle o más bien ordenarle a Dafne que tuvieran una cita, él podía declararse a Lydia. Además, cada vez podía contenerse menos cuando estaba con ella; en el próximo recreo dudaba ser capaz de mantener la compostura y no saltar sobre sus labios y quitarle el maldito pincel del pelo para que éste se liberase.
Así que hoy era el día.
―Voy a descojonarme de Lucas cuando lo vea ―saludó Aaron mientras señalaba el ejemplar de Noticias Tatata-chan en cuya portada había una foto de Dafne, Ren y Damián―. Que Ann y Ren pegaban, es gafe; te lo he dicho. ¿Por quién votaste en la encuesta?
―¿Te has puesto maquillaje? ―preguntó al notar que el morado que tenía bajo el ojo había desaparecido, Aaron comenzó a frotarse el ojo y al poco volvió a aparecer.
―Le dije a mi hermana que no iba a colar ―él rió y Aaron hizo una mueca de dolor―. ¿A quién votaste?
―Ren; y hablando de eso, todo Góngora debe votarlo, Ann y Dafne dijeron algo de hundir el ego de Damien y no sé qué, y que votásemos por Ren ―explicó, Aaron levantó el pulgar apoyando la idea y se agacharon a tiempo para esquivar lo que los tenistas se lanzaban; luego escucharon un grito y los alumnos comenzaron a correr justo cuando aparecía el profesor con un extintor.
―¿Has visto a Eli? ―preguntó Aaron con interés, negó con la cabeza y Aaron resopló―. Se ha pasado todo el fin de semana ignorándome, pensaba que después de pegarme un puñetazo entraría en razón pero no. ¡Mujeres!
―Te dije que tenías que contarle lo de los divorcios ―Aaron lo miró mal pero él se encogió de hombros―. Y sinceramente no entiendo cómo no se enteró antes.
―Porque cuando doy una orden, se cumple ―anunció Aaron con seriedad, él enarcó una ceja.
―Vamos que tuviste suerte ―habló Lucas apareciendo de la nada, Aaron lo miró mal durante unos segundos pero luego sonrió con maldad y le estampó el periódico en el pecho―. ¿Y esto qué es?
―La prueba de que eres un gafe, a Ren le gusta Dafne ―comunicó Aaron con orgullo, Lucas miró el periódico con sorpresa y a continuación lo miró.
―¿Me tomáis el pelo?
―No ―dijo entre risas al ver la cara de indignación de Lucas.
―Bueno, esto no demuestra que sea gafe ―indicó Lucas devolviéndole el periódico a Aaron que sonreía con burla―. ¡No lo soy!
―Haz otra predicción por favor ―pidió Aaron por lo que se mordió el labio para no comenzar a reír ante la cara de enfado de Lucas que hizo chirriar los brackets.
―¿Quieres que te ponga el otro ojo morado también? ―curioseó Lucas, Aaron rodó los ojos y se alejó un par de pasos de él.
―Odio que te aprieten los brackets, te pones de un humor horrible ―indicó Aaron mientras se tiraba del fleco, Lucas gruñó e intentó golpear a Aaron pero Diego al darse cuenta de sus intenciones trató de pararlo y los tres cayeron al suelo―. ¿Pero qué hacéis?
―Salvarte la vida ―indicó mientras evitaba un nuevo ataque de Lucas hacia Aaron.
―Siempre supe que me querías ―habló Aaron por lo que Lucas lo miró y él le soltó las manos, Lucas sonrió con malicia y golpeó a Aaron en la cabeza mientras él se ponía en pie y sacudía sus pantalones―. ¡Joder era broma! Que mal humor que traéis por la mañana los dos.
―¡Escondedme! ―gritó Lucas de repente ocultándose tras Aaron y tomando una de sus piernas para ocultarse mejor, por curiosidad buscó el motivo de pánico de Lucas y vio a Nayra mirando hacia los lados, al no encontrar a su amigo se encogió de hombros y entró en Góngora para alivio de Lucas que soltó el aire de golpe―. ¡Esa chica está loca! ¡No para de seguirme y darme comida! Diego, ella vive en el parque Lorca, es tu responsabilidad.
―¡Ah no! A mí no me metas en tus problemas amorosos que bastante tengo con los míos ―dijo cruzándose de brazos pero Lucas ladeó la cabeza.
―¿Qué problemas amorosos? ¿Qué dices? ¡Quiere matarme! ¡Está clarísimo! ―exclamó Lucas con estrés, Aaron que estaba a su lado comenzó a rodar por el suelo mientras se reía a carcajadas―. Es vecina de Kyle y me trae comida todos los días, está claro que está probando algún veneno conmigo por eso finjo que me como su comida.
Se masajeó la sien para intentar no reírse, pero de verdad que deseaba tirarse al suelo y reírse a carcajadas tal y como estaba haciendo Aaron. Pobre Lucas, nunca se enteraba de nada, si Matt había dicho que José era la persona más despistada del mundo eso era porque no había tratado mucho a Lucas, él lo superaba por goleada.
―Quiere agradarte, no asesinarte ―indicó pero Lucas lo miró con serias dudas.
―No, no... quiere asesinarte, no le mientas Diego ―intervino Aaron que se limpiaba las lágrimas, él lo miró mal y Aaron se golpeó la cabeza con la mano―. ¡Ah, se me olvidó contarte! Esto no va a gustarte nada. El viernes mientras huía de alumnos de Quevedo vi a Lydia con Gael y...
―¿Y? ―preguntó empezando a enojarse.
―¡La culpa es de Lucas que te gafó! ―exclamó Aaron poniéndose en pie y señalando a Lucas con el dedo.
―¡Que no soy gafe!
―¡Aaron al grano! ―gritó agitado, por suerte las discusiones entre los tres eran tan comunes que nadie les hizo caso.
―¡Vale! Él la estaba acompañado a casa y vi como Gael se acercaba a ella y le tocaba la cara mientras se acercaba más...
―¿La besó? ―preguntó con ira.
―No sé.
―¿Cómo qué no sabes?
―Estaba huyendo, todo pasó muy rápido; quise ir a golpear a Gael por intentar tocar a tu chica pero Tomy me arrastró en dirección contraria, y cuando volví ellos ya no estaban...
Escuchó la voz de Aaron cada vez más lejana y tuvo que sentarse. Sabía que sus dos amigos lo miraban esperando algún brote de ira pero por ahora sólo se sentía muy triste. No podía creer que fuera a perder a la chica de la que había estado enamorado los dos últimos años, respiró profundamente y se llevó las manos a la cabeza.
¿Qué iba a hacer?
No podría volver a hablar con Lydia, ella lo consideraba su amigo y como amigo acabaría contándole sobre ella y Gael y sinceramente eso rompería lo que quedaba de su corazón en pedacitos que jamás volverían a unirse. Y pensar que no volvería a hablar con ella lo mataba de otras muchas formas.
Se puso en pie como pudo y comenzó a caminar, escuchó a Lucas y Aaron llamarlo pero los ignoró. No estaba de humor para soportarlos. Eran sus mejores amigos pero ahora sólo quería golpear algo. Si, ya comenzaba a llegar la rabia y era muy bien recibida.
Caminó hasta los huertos de los indios y se dejó caer en el suelo frente al mural que estaban pintando. El viernes estuvieron a punto de besarse y ahora quizás la había perdido. ¡No entendía nada!
―No debería haber subestimado esa maldita leyenda ―murmuró con amargura.
Iba a golpear a José cuando lo viese, por su culpa se había creado en primer lugar toda esa tontería. Suspiró con depresión y escuchó el timbre sonar.
No pensaba ir a clase, allí estaban Lydia y Gael y no tenía ninguna gana de verlos sonreírse, murmurarse palabras de amor o besarse. En serio, como los viese besarse mataría a alguien, concretamente a Gael. O lo enviaría una buena temporada a trabajar en el huerto de los indios o cualquier tortura que se le ocurriese.
Resopló de nuevo y admiró el dibujo de la pared.
―¡Estás aquí!
Parpadeó sorprendido y lentamente se giró. Lydia estaba a unos metros de él observándolo preocupada, ella se llevó la mano al moño y lo miró con nerviosismo.
―¿Qué haces aquí? ―preguntó confuso.
―¡Tenía una pestaña! ―exclamó ella por lo que frunció el ceño.
―¿Qué?
―¡El viernes! ¡Tenía una pestaña por eso Gael se acercó a mí, no pasó nada! ―explicó Lydia para a continuación llevarse la mano al moño y apretar los labios con nerviosismo mientras esperaba por su reacción.
―¿Cómo?
―¡Tenía una pestaña! ―repitió Lydia con ansiedad.
Asintió lentamente y trató de analizar qué estaba pasando. ¿Cómo sabía que él sabía eso? ¡Aaron! Y quizás Lucas. Sus amigos debían haber ido a buscar una explicación al verlo tan deprimido y por eso ella estaba dándole una explicación.
Abrió los ojos con sorpresa y apretó los labios con fuerza. ¡Ella estaba dándole una explicación! No dabas una explicación a un amigo por qué si, era correspondido. ¡No estaba gafado! Leyenda de Góngora 0; Diego 1.
Se puso en pie como pudo y contempló a Lydia, estaba entre preocupada y ansiosa y no paraba de pasarse la mano por el pincel del moño mientras lo observaba con nerviosismo.
―¿Sabías que llevo dos años sobornado profesores para que me emparejen contigo? ―Lydia apartó la mano del moño y una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
―Algo sospechaba ―murmuró ella.
Asintió y dio un paso hacia ella.
―¿Y sabías que me sentí tan frustrado cuando no nos emparejaron en Historia que le pedí a Mario y Miguel que destruyeran el viejo mural sólo para poder ayudarte a pintar otro y así pasar tiempo contigo?
Lydia lo miró con indignación y él rió antes de dar otro paso hacia ella.
―¡Diego! ―gritó ella mirándolo mal por lo que sonrió divertido.
―No puedes culparme, estoy algo así como locamente enamorado de ti ―declaró con firmeza.
¡Lo había dicho! ¡Al fin!
Tenía un poco de miedo y estaba realmente nervioso pero tenía la corazonada de que por fin todo iba a salir bien y si no, él era Diego. No por nada era jefe de Góngora.
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Y ahora es cuando decís lo mala que soy por cortarlo justo aquí xD
Justo en el capitulo anterior había dos usuarios "discutiendo" por cómo sería la declaración.... (vosotros sabéis quiénes sois) pues aquí está, ¿qué os ha parecido?
¡Nos leemos en el siguiente! ;)
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