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8. Cuenta la leyenda de Góngora...


(Lydia)

―¡Te juro que no entiendo a los chicos! ―gritó frustrada.

―Como si alguien pudiera ―apuntó Eli mientras cruzaba las piernas sobre el césped con tranquilidad y algo de diversión―. ¿De quién hablamos ahora? ¿Diego o Gael?

Lanzó una mirada asesina a su amiga y Eli levantó las manos indicándole que se calmase.

―¿Qué? Llevas días despotricando de forma alternativa de Diego y Gael, no leo pensamientos todavía ―protestó Eli mientras se colocaba un adorno en el pelo.

―¡Diego! ―gritó con enfado señalando a su amiga con el pincel que tenía en la mano―. ¡Lleva más de una semana sin aparecer por aquí! ¡Se suponía que este era nuestro mural!

―Le dijiste que no hacía falta que viniese ―recordó Eli pero ella resopló molesta y se cruzó de brazos.

―Le dije que no hacía falta mientras estuviese dibujando la base, pero la terminé hace cinco días ―enojada señaló hacia la pared mientras gesticulaba de forma exagerada―. ¡Ves! ¡Terminado!

―Creo que estás siendo un poco dramática, ya vendrá ―respondió Eli con tranquilidad lo que la hizo enojar más.

―No estoy siendo dramática ―murmuró de mal humor mientras metía el pincel en el bote de pintura y seguía pintando―. ¡Él es un idiota!

Escuchó a Eli suspirar pero decidió ignorarla. Estaba enfadada con Diego, no con Eli; no pagaría su enfado con su mejor amiga. Si él decidía comportarse como un idiota y no aparecer más por allí era cosa suya y que no intentase excusarse en que estaba ocupado, sabía perfectamente que no lo estaba; desde que él dejó de ir Eli le hacía compañía lo que significaba que de vez en cuando Aaron se dejaba caer y daba excusas de mierda de por qué Diego no iba.

―Ya puede aparecer con su mejor sonrisa que le tiraré el cubo de pintura igualmente ―murmuró molesta.

―¿A quién vas a tirarle un cubo de pintura?

Al escuchar la voz de Gael se llevó la mano izquierda al moño. Magnífico. ¡Él que faltaba! Volteó hacia Gael y lo encontró con las manos metidas en los bolsillos mientras la observaba.

―¿Qué haces aquí? ―preguntó de mal humor viendo de reojo como Eli formaba un corazón con sus manos, rodó los ojos y su amiga comenzó a reír.

Gael se encogió de hombros y ella puso los ojos en blanco. Si con Diego estaba furiosa porque no aparecía con Gael lo estaba porque no hacía sino buscarla, ¿qué demonios quería?

―¿Necesitas ayuda? ―preguntó Gael, ella colocó su mano libre en la cadera y lo apuntó con el pincel.

―¿Qué es lo que pretendes? ―Gael enarcó una ceja y escuchó a Eli suspirar. Según Eli estaba siendo demasiado desconfiada con Gael, pero ¿qué esperaba? Hasta hace menos de una semana ese chico no había parado de atentar contra su vida y ahora era todo amabilidad, ahí pasaba algo raro y no, no era que estuviese coqueteando con ella como Eli decía. Había algo más.

―¿Ayudarte? ―repitió Gael mientras señalaba los diferentes cubos de pintura que había en el suelo.

―Gracias pero no necesito ayuda ―respondió de mal humor dándole la espalda y comenzando a pintar.

―A no ser que te llames Diego, no dejará que toques ese mural ―dijo Eli mientras caminaba hacia ellos, luego se quedó cerca de Gael y la señaló―. Aunque ahora mismo tampoco creo que lo deje a él acercarse.

Gruñó molesta y continuó pintando.

Estaba enojada con Gael por empezar a ser tan amigable pero más enojada estaba con Diego por abandonarla, lo había llamado "nuestro" mural, así que ¿por qué había dejado de ir?

―¿Y eso? Pensaba que ella nunca se enfadaba con Diego ―quiso saber Gael.

―Y nunca suele enfadarse, pero Diego lleva sin aparecer por aquí cinco días y ayer vimos como le sonreía a Anabel. No sabe sobrellevar los celos ―la última parte fue susurrada por su amiga pero aún así la escuchó perfectamente.

―¡Eli!

―¿Qué? Él preguntó ―se defendió la rubia señalando a Gael que permanecía impasible.

―Es verdad, no sabes sobrellevar los celos; en la Biblioteca tenía miedo de que saltaras sobre Valeria y trataras de arrancarle las pestañas postizas ―recordó Gael haciendo que Eli se riese a carcajadas mientras ella fruncía el ceño. Eso no era cierto―. Debo admitir que la Lydia celosa me impresionó mucho.

Abrió la boca para contestarle pero no supo que contestar así que simplemente se dirigió hacia el bote de pintura y mojó el pincel.

―Que rojo más raro ―dijo Gael señalando al bote de pintura.

―Es magenta, uno de los colores primarios; junto con el cyan y amarillo ―explicó pacientemente sin poder evitar recordar a Diego, él le había dicho algo parecido la primera vez que la vio pintando hace casi cuatro años.

―¿Entonces puedo ayudarte? ―preguntó Gael de nuevo.

―No ―respondió esta vez más simpática.

Aunque Diego no estuviese, ese era su mural, daba igual lo enfadada que estuviese con él, no podía permitir que otra persona la ayudase; eso la hacía sentir como si lo estuviese engañando. Tonto, pero así era ella. Le gustaba sentir que pintar aquella pared era algo sólo algo entre ellos, por eso no había permitido ni que Eli la ayudase.

―Es un buen dibujo ―habló Gael mientras admiraba la pared, ella sonrió orgullosa.

―Espera a verlo pintado ―respondió Eli mirando la pared con emoción―. Estoy deseando que lo termine.

―Y yo ―dijo Gael mirándola fijamente.

―¿Qué hacer tú aquí?

Al reconocer la voz de Mario se dio la vuelta y se encontró con los gemelos mirando fijamente a Gael. Los dos niños vestían conjuntados y con los enormes gorros de jefes indios que en su momento llevaron Aaron y Lucas; ambos veían de forma nada amigable al pelinegro.

―¿Ocurre algo? ―preguntó confusa, los dos niños se miraron.

―Él no va ser feliz ―dijo Mario mirando a Miguel.

―No, él estar furioso cuando enterarse ―respondió Miguel.

―Pero nosotros cumplir nuestra parte ―indicó Mario a lo que Miguel asintió―. Lo demás ser cosa suya.

Lydia miró a Eli y su amiga se encogió de hombros, luego miró a Gael y el sacudió la cabeza. Ninguno entendía sobre qué hablaban esos dos.

―¿De qué habláis? ―preguntó Eli captando la atención de los dos niños que dejaron de murmurar entre ellos y miraron a Eli.

―¡Eh! Tú ser esposa de Aaron ―exclamó Miguel con felicidad por lo que ella puso los ojos en blanco. Genial, acababan de desatar al monstruo.

―Sólo porque me obligó a punta de lanza ―recordó Eli con frustración ambos asintieron como si lo comprendieran algo que sinceramente dudaba; esos dos admiraban a Aaron. Loco, pero sí; de los tres, Aaron era su favorito.

―Eso fue porque sabía que eras tímida y necesitabas un empujoncito ―exclamó Aaron con felicidad mientras Eli bufaba, junto a él caminaba Diego que ponía los ojos en blanco―. ¿Sabéis que Lucas tiene una enamorada?

―Eres un chismoso ―dijo Diego mirando a Aaron que se tiró del fleco antes de acercarse a Eli con un obvio brillo en sus ojos pero Eli tomó a Gael del brazo.

―¿Me acompañas a la cafetería? ―preguntó la rubia, pero ni esperó la respuesta de Gael antes de arrastrarlo lejos de allí―. Te veo en clase Lydia.

Aaron frunció el ceño desconcertado y ella rió antes de ver como Gael momentáneamente se daba la vuelta y le guiñaba el ojo por lo que sacudió su mano en señal de despedida. Aún no comprendía ese cambio de actitud hacia ella, pero era mejor tratar a un Gael simpático que a uno borde.

―¿A ella no le gusta Gael de verdad? Digo, siempre dice Gael esto, Gael lo otro pero realmente no está enamorada de él, ¿cierto? ―le preguntó Aaron con una notable preocupación en su voz, ella se encogió de hombros y no dijo nada por lo que Aaron la miró alarmado antes de salir corriendo por donde segundos antes Eli se había marchado.

―Eso ha sido cruel ―murmuró Diego observándola con la mejor de sus sonrisas, ella frunció el ceño y le dedicó una mirada furiosa. No iba a caer ante su primera sonrisa, la había abandonado durante cinco días, esperaba una muy buena explicación―. ¿Esa mirada significa que me has echado de menos?

Lo miró fijamente y abrió la boca para contestar pero entonces se dio cuenta de los dos pares de ojos que la observaban con expectación. Diego rodó los ojos y miró a Mario y Miguel por lo que los gemelos bufaron irritados.

―¿Tener que marcharnos? ―preguntó Miguel a lo que Diego asintió―. ¡Ahora que se ponía interesante, que injusticia!

―Os veo en el restaurante de Sonia ―dijo Diego con voz autoritaria, Mario y Miguel asintieron a regañadientes y se marcharon muy a su pesar; luego Diego volvió a mirarla y se puso a hacer pucheros pero ella se cruzó de brazos en un intento por no reírse―. Prometo que no volveré a faltar, realmente necesitas que alguien te vigile para no acabar con la ropa llena de pintura.

―¿Qué mierda de disculpa es esa? ―protestó pero él enarcó una ceja y la señaló por lo que se dio cuenta de que al cruzarse de brazos había pintado su camiseta; Diego se acercó a ella y le quitó el pincel de las manos mientras se reía.

―Magenta, mi color favorito. ―Diego admiró el pincel mientras ella estiraba su camiseta y trataba de quitar la pintura con las manos, no podía creer que acabase de pintar otra de sus camisetas―. Déjalo, si no estás llena de pintura no serías tú.

―Sigo enfadada contigo ―dijo molesta soltando la camiseta y limpiando sus manos en la camiseta de Diego que lejos de molestarse le sonrió―. ¡Deja de sonreír así, tengo ganas tirarte el bote de pintura por encima!

―Lo siento, estuve ocupado; pero no puedo dejar de sonreír, estoy contento, me echabas de menos. ―Diego amplió su sonrisa y quiso golpearlo, se juró que lo haría sufrir y rogar por el perdón pero le dedicaba dos sonrisas y olvidaba completamente porqué estaba enojada; volvió a mirarla como cachorrito apaleado y ella sacudió la cabeza por lo que él volvió a sonreír feliz.

―¿De verdad Lucas tiene una enamorada? ―curioseó separándose de Diego que la admiraba divertido, sacudió su cabello castaño claro y sus ojos brillaron.

―¿Recuerdas la chica que convirtió nuestra torre en una lavadora? ―asintió sorprendida y Diego rió―, pues ha tenido algo así como un flechazo con él y no para de seguirlo.

―¿En serio? ―preguntó asombrada, Diego jugueteó con el pincel antes de asentir.

―Sí, es bastante divertido ¿quieres verlo? ―preguntó Diego ansioso.

―Luego dices que Aaron es el chismoso ―se burló de él pero Diego se encogió de hombros.

―Es inevitable volverte un poco curioso cuando eres amigo de Triz ―contestó Diego antes de tomarla de la mano y arrastrarla al interior de Góngora.

Si su enfado había quedado medianamente olvidado cuando él le sonrió dos veces después de sentir su mano sobre su piel, había terminado de perdonarlo por todo. Era tan cálido y a la vez la sostenía con firmeza y suavidad, miró a Diego y suspiró; ¿por qué tenía que ser tan débil en todo lo relacionado con él?

―¿Por qué estaba Gael ahí? ―preguntó Diego en voz baja mientras caminaban.

―Quería ayudarme.

―¿Qué quería qué? ―gritó Diego deteniéndose y mirándola fijamente―. Vale, ahora sí que es verdad que no volveré a faltar nunca, ese es nuestro mural, tuyo y mío, él no puede tocarlo.

Diego se dio la vuelta y siguió caminando pero algo furioso por lo que no pudo evitar apretar su mano. Sabía que era una tontería pero ese pequeño arrebato por su parte la había hecho muy feliz, parecía algo celoso y eso hacía que las abejas de su estómago revoloteasen con fuerza.

Diego murmuró algo inentendible y guardó el pincel en el bolsillo trasero. Entraron en su torre y caminaron por los pasillos hasta que encontraron a Aaron, Eli y los gemelos asomados por una puerta.

―¿Eli? ―preguntó en voz alta, su amiga volteó hacia ella y le indicó que guardase silencio―. ¿Estáis espiando a Lucas?

―Claro, como que vosotros no venís a lo mismo ―contestó Aaron mirando a Diego con burla.

―¿No estabas con Gael? ―preguntó a Eli, su amiga se encogió de hombros.

―Estaba, decidió que yo era mejor compañía ―respondió Aaron con emoción pero Eli negó con la cabeza; no obstante Aaron le guiñó el ojo confiado.

―Lo ahuyentaste con la ayuda de estos dos ―contradijo Eli señalando a Mario y Miguel que sonreían orgullosos a Aaron―. Igualmente, no paraba de preguntarme cosas sobre ti. Te lo dije, le gustas.

Escuchó a Diego gruñir así que lo miró, realmente no se veía nada feliz. ¿Podría ser que estuviese celoso? Ante ese pensamiento no pudo evitar sonreír emocionada, si se ponía celoso eso quería decir que le gustaba aunque fuera un poco. ¡Podía tener posibilidades con él!

Notó como Aaron la miraba fijamente y no pudo evitar sonrojarse levemente; menos mal que no podía leerle los pensamientos sino sería la primera persona en morir debido a la vergüenza.

Eli la abrazó emocionada por lo que tuvo que soltarse muy a su pesar de Diego.

―Te lo dije, ese odio era pura coartada, le gustas ―canturreó Eli separándose de ella y mirándola con emoción―. La leyenda de Góngora no falla, está claro que siempre que te emparejan con alguien que odias acaba surgiendo el amor; es el cliché, no puedes huir de él.

De reojo vio como los gemelos miraban a Aaron que se encogía de hombros.

―Si, es irónico que no se dé cuenta que ella está en la misma situación; ¿no es adorable? ―murmuró Aaron mientras miraba a Eli con una sonrisa por lo que rió. Si, esa era su amiga; podía sacar las conclusiones más extrañas sobre la vida de los demás pero era incapaz de ver lo que pasaba en la suya.

―Lo que nos lleva a tu renovación de votos con Aaron ―habló Diego de muy mal humor, Eli lo fulminó con la mirada pero él permaneció impasible.

―Siempre que junto a Lydia con Gael, te pones de mal humor, cualquiera diría que estás celoso Diego. ―Eli sonrió con malicia.

Escuchó a Aaron silbar y le pareció ver cómo uno de los gemelos sacaba un móvil. Se llevó la mano al moño con nerviosismo, quería matar a Eli pero tenía tantas ganas de conocer su respuesta, si decía "si" era capaz de saltar sobre él y besarlo pero si respondía no o evadía el tema no sabía qué haría.

Apretó el moño con fuerza y miró a Diego que se veía muy pálido. Eli se cruzó de brazos y sonrió con malicia sin apartar la mirada de Diego que parecía querer asesinarla con la mirada.

―¿Qué hacéis aquí? ―inmediatamente todos dejaron de mirar la batalla visual entre Diego y Eli para voltear hacia un confuso Lucas que iba seguido de una sonriente chica de cabello negro y muy rizado―. Mira Nayra, chicas con las que puedes hacer cosas de chicas y ¡así dejar de seguirme de una vez!

Lucas las señaló y le dio un empujón a Nayra hacia ellas. Nayra dio un par de pasos hacia Eli con timidez y su amiga dio por finalizada la guerra visual con Diego.

―Siempre tan oportuno Lucas ―dijo Aaron con cierto tono de diversión, él lo miró confuso y Aaron se acercó a él para darle una fuerte colleja.

―¡Ay! ¿A qué ha venido eso? ―preguntó Lucas frunciendo el ceño.

―Mi ordenador a veces se arregla a golpes, a lo mejor tu radar amoroso también ―respondió Aaron con una sonrisa inocente algo que no gustó nada a Lucas.

―¡Pelea, pelea! ―gritaron Mario y Miguel con emoción moviendo las lanzas arriba-abajo.

Pero no pasó nada ya que todos escucharon el timbre de final del recreo y los pasillos comenzaron a llenarse de alumnos. Tomó a Eli del brazo y comenzó a arrastrarla hacia su clase dejando a todos los chicos atrás, Nayra al parecer siguió el consejo de Lucas y las siguió a una distancia prudencial.

―¿En qué estabas pensando? ―preguntó un poco furiosa por lo que Eli miró al suelo avergonzada.

―Lo siento, me dejé llevar ―se disculpó Eli pero en seguida sus ojos verdes brillaron―. Pero ¿y si hubiera dicho que si?

―¿Y si hubiera dicho que no? ―preguntó con miedo.

―Siempre tienes a Gael ―fulminó a Eli con la mirada y su amiga levantó las manos―. ¿Qué? Un clavo se saca con otro clavo; y Gael es tan sexy.

―Es verdad ―interrumpió Nayra con un suspiro―. Pero Lucas lo es más.

¡Vaya, si que era verdad que había tenido un flechazo con Lucas!

Tanto ella como Eli observaron a Nayra durante unos segundos y luego regresaron a su conversación.

―No creo que hubiera dicho que no, ¡ha estado sobornando profesores por dos años sólo para coincidir contigo! ―dijo Eli con emoción.

―Eso no lo sabemos ―rebatió rápidamente haciendo que Eli se llevase las manos a la cabeza con frustración.

―No lo sabemos porque no me dejas preguntárselo ―se quejó la rubia―. Lydia si quieres salir de la friendzone tienes que tomar riesgos.

Vio a Nayra asentir y frunció el ceño, involuntariamente habían hecho que Nayra tuviese conocimiento de sus sentimientos por Diego, esperaba que esa chica fuese de confianza.

―Soy feliz en la friendzone, déjame en paz ―murmuró irritada mientras Eli y Nayra negaban con la cabeza.

―¿Puedo opinar? ―preguntó Nayra con timidez, Eli asintió con fuerza y ella puso los ojos en blanco―. Él no te mira como si quisiera ser tu amigo; por eso la primera vez que os vi pensé que erais novios.

―¡Ves! Deberías hacerle caso a la enamorada de Lucas, así Gael dejará de ilusionarse contigo y yo tendré todo el camino libre ―anunció Eli.

―¡Que no le gusto a Gael! ―reclamó pero Eli la ignoró y se adelantó unos metros.

―Yo pensaba que a ella le gustaba Aaron ―susurró Nayra con timidez, volteó hacia ella y le guiñó el ojo.

―¿Te cuento un secreto? ―Nayra asintió y se acercó más a ella―. Yo también lo creo, pero tengo la teoría de que se está haciendo la dura por eso de que la obligó a casarse con él.

Nayra asintió lentamente y las dos compartieron miradas cómplices. Al parecer su teoría era apoyada.

―¡Cuidado va a explotar!

Un robot de un metro y con apariencia similar a R2-D2 apareció frente a ellas fuera de control, echó un par de chispas azules y explotó. Ambas se tiraron al suelo y como pudieron se taparon pero tardaron demasiado y la lluvia de metales cayó sobre ellas. Cuando terminó se miraron confusas.

―¿Estás bien? ―preguntaron a la vez mientras se examinaban la una a la otra y se ayudaban a incorporarse.

Nayra tenía unos pequeños cortes en las manos pero nada grave, le sacudió el pelo con cuidado y sacó un tornillo de él.

―Acabas de perder un tornillo ―se burló pero Nayra no rió.

―Odio a los de robótica ―murmuró antes de mirar con fastidio los restos del robot, luego volteó hacia ella y señaló su cuello―. Estás sangrando, y estás llena de rasguños.

―Tú también ―dijo viendo de reojo como Gael subía por las escaleras, al llegar hasta ella la miró fijamente.

―Deberías ir a la enfermería ―indicó él con seriedad haciendo que Nayra la observase con sorpresa, ella se encogió de hombros y negó con la cabeza―. No es una sugerencia, estás sangrando, vamos te acompaño.

¿Qué? ¡No! ¡No quería ir con él!

―Pero...―trató de protestar pero Gael la tomó del brazo y la arrastró escaleras abajo.

―¡Oh my God! ¡Esto es tan de película romántica! ―gritó Eli por lo que miró hacia atrás y vio como su amiga la despedía con un pañuelo y una gran sonrisa en su rostro―. Va cumpliendo todos los clichés, ahora sólo queda que bailen juntos.

Escuchó a Eli decirle a Nayra que abrió la boca con sorpresa y la señalaba mientras decía algo que no escuchó. Por favor que Eli no la convenciese de que ella y Gael estaban destinados, no quería odiarla.

Mientras bajaban comenzó a mirar a los lados con ansiedad, siempre podían cruzarse con Diego y que él la acompañase pero no tenía tanta suerte. Frustrada miró la mano de Gael que estaba sobre su muñeca, era cálido pero aparte de eso no sentía absolutamente nada más. No era como cuando Diego la tocaba, él sí que provocaba que las mariposas de su estómago se volviesen locas.

Caminaron en silencio hasta que llegaron a la enfermería momento en el que se separó de Gael y le indicó que se marchase pero él ni se movió.

―¡Cielo santo! ¿Y a ti que te ha pasado? ―preguntó la enfermera al verla.

―Un robot explotó ―contestó con simpleza sentándose en una de las camillas mientras Gael se apoyaba en la pared más cercana con su habitual seriedad.

―Suerte que tu novio te trajo, eso podría infectarse ―declaró la enfermera antes de ir a por vendas; Gael y ella se miraron y él levantó una ceja.

―No somos novios; y tampoco vamos a serlo ―afirmó con dureza.

―No deberías menospreciar la leyenda de Góngora ―habló Gael por lo que ella lo fulminó con la mirada.

¡Lo que le faltaba!

Como no tenía suficiente con Eli ahora también Gael empezaba con esa idiotez.

―Deberías ver tu cara ahora mismo ―se burló Gael mientras comenzaba a reírse por lo que ella rodó los ojos y le lanzó la almohada―. Empiezas a caerme bien, Lydia.

―Ya dejen de coquetear, voy a limpiarte las heridas ―anunció la enfermera, ella se cruzó de brazos y de reojo vio a Gael reír.

Realmente no entendía para nada a ese chico.



(Diego)

―Y ahí se fue tu oportunidad ―indicó Aaron mientras colocaba los brazos tras el cuello y veían a las tres chicas irse.

―¿Qué oportunidad? ¿Qué me he perdido? ―preguntó Lucas mirando alternativamente entre él y Aaron―. ¿Qué pasó?

―¡Nos reventaste la exclusiva! ¡Iba a declararse a Lydia! ―exclamó Miguel señalando a Diego mientras Mario a su lado asentía.

―¿Exclusiva? ―preguntó confuso luego puso los ojos en blanco y sacudió las manos con fuerza―. ¡Triz os ha comprado! Esa mujer no tiene suficiente con todo el lío entre Dafne y Damien que también pretende cotillear sobre mi vida; ¡ni se os ocurra pasarle información de mi vida amorosa!

―Pero dijo que nos pagaría bien ―fulminó a Mario con la mirada y el niño asintió lentamente―. ¡Está bien! ¡No le contaremos nada de tu inexistente vida amorosa!

Lanzó una nueva mirada asesina a Miguel pero se distrajo ante la risa de sus dos amigos.

―La culpa es tuya, eres un gafe ―recriminó a Lucas que dejó de reírse y lo miró mal.

―¿Yo? Eres tú el idiota que no se declara ―dijo Lucas a lo que Aaron asintió.

―Eso, lo tenías a huevo; sólo tenías que decir que sí, que estabas celoso pero ni eso pudiste hacer, la vas a perder contra Gael ―habló Aaron, se mordió el labio irritado.

No iba a perder a Lydia, y todos ellos veían tan sencillo declararse, pero no lo era. ¡No lo era en absoluto! Era mirar a Lydia y las palabras se le atragantaban por no mencionar el terrible miedo que tenía a que ella dijese que no, si lo hacía ya nada sería igual entre ambos y odiaba esa idea. ¡No podían culparlo por tener miedo de perder a su mejor amiga!

―Bueno, ¿vamos a clase o seguimos metiéndonos con Diego? ―preguntó Lucas con burla, los gemelos levantaron la mano con ilusión pero les pegó una colleja a cada uno.

―A clase ―ordenó de mal humor.

―Jo Diego, que agresivo te vuelve estar celoso ―murmuró Mario rascándose el lugar del golpe por lo que Aaron soltó una fuerte carcajada.

―Te lo dije, estar enamorado te vuelve más agresivo ―se burló Aaron antes de salir corriendo con los gemelos, él suspiró irritado y se despidió de Lucas que le dio una palmada de ánimo.

No necesitaba ánimo, necesitaba reunir coraje para decirle a su pintora favorita lo mucho que la quería. Subió las escaleras con muy mal humor y se cruzó con lo que parecían restos de algún artefacto electrónico.

Los de ciencias siempre dando problemas.

Entró en clase y encontró a Aaron hablando con Eli, no, si al final iba a lograr quedarse con la chica el muy descarado. Caminó hacia ellos con intenciones de hablar con Lydia pero su asiento estaba vacío por lo que frunció el ceño y miró a Eli esperando una explicación que sabía que no iba a gustarle al ver la cara de lástima de Aaron.

―¿Y Lydia? ―preguntó con voz áspera, Eli sonrió con malicia.

Definitivamente su respuesta no iba a gustarle.

―Se lastimó con la explosión del robot y Gael la acompañó a la enfermería ―contó Eli sin apartar la mirada de él ni un solo segundo.

Apretó los labios con fuerza y se dio la vuelta directo hacia la puerta. Iba a ir a la enfermería, golpearía a Gael y le diría a Lydia lo mucho que la quería, puede que lo rechazase pero antes eso que verla de la mano de Gael.

―A tu sitio ―ordenó el profesor de Filosofía entrando por la puerta y golpeándole la cabeza con la carpeta que traía.

―Pero...

―Ni pero ni peras, a tu asiento ―ordenó el profesor con seriedad, por lo que bufó irritado y caminó de mala gana a su lugar donde Aaron lo esperaba con los brazos abiertos―. Un consejo chicos, no tengáis novia.

―¿Se ha peleado con la profe de Lengua? ―preguntaron de fondo pero él ya no escuchaba, estaba demasiado preocupado por Lydia.

Suspiró y miró hacia la puerta fijamente hasta que Lydia y Gael entraron, ambos se disculparon con el profesor y se dedicaron una mirada cómplice antes de dirigirse cada uno a su lugar. Bufó y se dejó caer sobre su mesa con depresión.

Estaba jodido, muy muy jodido.

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¡Tarán! Y hasta aquí el capitulo 8, ¿qué os parece?

Nos leemos en el siguiente :D

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