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☾ Capítulo 8. Fijo en el mapa

15 de Marzo de 1980. 

Queens, Nueva York.

Mi mano se había lastimado al momento de caer. La palma sangraba y tenía cortadas en el brazo derecho, bajo la manga larga del suéter, seguramente de cuando escapé corriendo casi pegado a la pared. Igual tenía un moretón en mi esternón, como el alfa rubio que me sostuvo contra la pared por largo tiempo, con sangre seca y costras. Dentro de la casa no necesitaba usar ropa de nieve, así que fue fácil no olvidar ninguna de las heridas que saltaban a la vista.

Con suerte él se llevó la peor parte y se le habían quitado las ganas de seguir molestándome o a cualquier otro omega. Si no, la próxima vez no dudaría en utilizar la pistola aturdidora; era un tipo peligroso y no podía comprometer mi integridad por la suya. Se lo ganó, me lo dejó muy en claro luego de atacarme sin motivo.

Le mostraría que podía morder y defenderme.

Por ahora, mi primer día en Nueva York no ha acabado aún y no dejaría que se arruinara por esta mala experiencia. Planearía a detalle mis siguientes destinos, trataría de no dejar pormenores fuera de lugar, así no volvería a pasar por nada similar de nuevo. Con un poco de precaución, evitaría estas situaciones. "¡Lo superaré!", pensé.

Me lavé en el baño, con agua y jabón, las heridas y la cara. No tenía ninguna marca en el rostro, mi madre me mataría si regresaba con alguna cicatriz en esa zona. Los gatos jugaban en la sala con un hilo, afuera había silencio y dentro era acogedor.

Más tranquilo y relajado, fui a la mesa de la cocina.

Puse nuevamente el diario de mi hermana frente a mí, sin distracciones, sin mapas. Éramos simplemente sus recuerdos del pasado y yo. Seguiría leyendo, hasta sacar nuevo contenido de él.

–"20 de agosto de 1970" –leí en voz alta.

"El bosque junto a la casa es enorme, nos ha tomado todo el día hacer una réplica en papel y creo que no hemos llegado ni a la mitad."

A continuación, había un intento de mapa dibujado, con marrón para marcar el camino donde pasamos, verde para el pasto y azul para el lago.

"21 de agosto de 1970.

Rubio, nos dijo que no le digamos así, que su nombre es Aslan. No creo que sea su nombre real, sospecho que no le gusta cómo suena. Creo que podría conseguirle uno mejor."

Leí nuevamente ese pedazo. "¿Aslan?". No había error, había leído bien. Ese era su nombre, interesante, olvidé acerca de eso.

Por ese tiempo yo no llevaba un diario, creo que hubiera apuntado datos que me ayudarían a recordar más, era el mayor y sabía escribir mejor que ella. De saber lo que ocurriría con mi hermana, me obligaría a escribir sobre cada pequeño detalle a los 10 años. Pero el pasado es algo que podemos cambiar, forma parte de su encanto.

"22 de agosto de 1970.

Estoy aburrida de escribir todos los días, así que solamente escribiré lo que pasa, no hay fecha, lo importante es que sucedió, ¿verdad?".

Me reí muy fuerte, mi estómago dolía, ¡era una niña! Actuando como una. Tan adorable. Era obvio que no aguantaría una rutina tanto tiempo, por lo menos, no a su edad. Debía prestar atención y tomar notas, lo siguiente sería bastante confuso porque, como prometió, no continuaba poniendo los días.

"No he ido a la escuela, me dolía la cabeza y sentía el cuerpo como si tuviera moretones. Me llevaron al doctor, no ha sido muy bueno conmigo, diciendo que debo quedarme mejor en el hospital".

Ya pronto sería el momento cuando ella dejase de escribir sobre sus momentos fuera, ahora pasará a la época en que sólo podía contar sucesos dentro de su cuarto en el hospital. Uno de los gatitos brincó con maestría natural a mi regazo, me sorprendió, todavía era muy pequeño para conseguirlo sin esfuerzo. Los otros dos, abandonaron el soso hilo y jugaban con el estambre que Jessica les consiguió. Quisiera o no, tal vez tendría que dejarlos con ella cuando regresara a Japón. "¿Sería muy costoso llevarlos conmigo?".

Continué mi lectura.

"Me han regalado una nueva maleta rosa, mamá metió mis mejores juguetes y muñecos ahí, también tengo libros y dulces. En realidad, es muy grande. Los doctores convencieron a mis padres de dejarme sola en el hospital, estaré las 24 horas, por muchos días. Extrañaré ir a la escuela y ver a Eiji. Tampoco podré jugar de nuevo con Aslan en el bosque".

Y ahí estaba, prácticamente el final de la etapa de juegos de la niñez de mí hermana.

Sentía mucha curiosidad por Aslan, mis padres no lo habían mencionado en todo ese tiempo y llegué a la idea probable que no lo conocieran, o que también lo hubiesen olvidado. En mí caso, lo olvidé, ni siquiera el nombre me parecía conocido. Solo tenía las palabras de mi hermana y hasta el momento ella limitaba nuestras interacciones a un solo lugar, el parque. No lo describía, por el primer nombre que le dimos, quizá tuviera el cabello claro.

"¿Cuándo fue la primera vez que lo vimos?". Regresé las páginas del diario de mi hermana, hasta que volví a toparme con el mapa que hizo sobre el parque. Estuve analizándolo unos segundos, tuve una idea.

Saqué el mapa que traía en la mochila e intenté comparar todo. Como había supuesto, el lago era la mancha azul, aunque, ahora había un puente y un camino seguro para llegar ahí. Si tan sólo pudiese recordar un poco de la apariencia de Aslan, no, eso tampoco serviría. Teníamos una década sin vernos, ese niño ya no era un niño, no podría reconocerlo, aunque quisiera. Ni él tampoco a mí. Seguro que también me había olvidado.

Miré el reloj de la cocina, donde había estado trazando rutas y confirmando nuevos lugares para visitar, eran las 8 de la noche. Me había propuesto no volver a salir tan tarde, para evitar toparme problemas, si en el día ya me iba mal por la noche sería peor. Revisé la pequeña nevera, tenía carne congelada y algunas verduras, podría cocinar algo sencillo para cenar. Me había saltado el almuerzo, y lo que comí en la cafetería por la mañana no fue suficiente.

Mi estómago comenzó a rugir mientras freía la carne, avergonzado, observé como los gatitos se reunían a mi alrededor, atraídos por el olor. Chillando, mostrándome sus diminutos colmillos y escalando mis piernas con sus garritas.

–No sé si pueda darle un poco –debían tener unos cuantos meses de nacidos. Tenían dientes afilados, pero quizá su organismo no estuviera listo para ello, "¿eran muy pequeños aún?". Incluso les había comprado alimento en la tienda. Secándome las manos en un mandil, les serví en un platito con bordes que evitaba que la leche se derramara. Las duras croquetas se humedecieron con la leche y pude oírlos comer gustosamente–. Son simplemente adorables.

Me enamoraban con cada una de sus acciones.

Volví a fijarme en mi propia cena. No fue por mucho tiempo, mi mente voló fuera, por la ventana frente a mí. Pensando en el motivo del porqué estaba aquí, había viajado miles de kilómetros para volver a ver a mi hermana, sí y también porque sentía que había dejado olvidado algo aquí. Pronto...

La voz de mis pensamientos se quedó en silencio, apagué de la estufa para evitar accidentes, ya que el recuerdo que me golpeó fue muy fuerte. Apoyé ambas manos en la mesa, mirando las cosas revueltas, hojas, libretas, carpetas, lápices de colores y más. Respiré hondo con mis ojos registrando cada objeto frente a mí.

–Ya lo recuerdo –dije con un hilo de voz. Nadie me oía, pero se sentía más real si lo decía en voz alta–. Aslan.

❀❀❀❀❀

✒Nota de la autora

Este será el calendario de actualizaciones del mes de mayo (ahora serán los DOMINGOS):

Capítulo 8.5: 9 de mayo

Capítulo 9 (I): 16 de mayo

Capítulo 9 (II): 23 de mayo

Capítulo 10: 30 de mayo

¡Llegamos a 7k lecturas! Estoy muy feliz, y agradezco su apoyo. Voy avanzando poco a poco con las actualizaciones. Muchas gracias por comentar y votar, por recomendarla también.

Nos vemos la próxima semana.

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