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✪ Capítulo 25.5. Los motivos del lobo

21 de Marzo de 1980.
Nueva York, Nueva York.

Soy un desconocido que no podrías identificar la segunda vez que te toparas con él por la calle. Un hombre que pasa desapercibido, llamo la atención cuando salgo de noche, siendo la sensación de las fiestas. Incluso me ofrecieron trabajo como suplente de un stripper una vez, me sentí tan alabado.

Muchos lo detestaban, envidiosos. ¿Cómo alguien podía llegar a despreciar a un alfa? Malditos betas sin profesión. Los omegas morían por mí, hembras y machos. Y si no, les daba un empujón al dopar sus bebidas, pero solo lo hacía con quienes me dieran indicios antes. No era un violador.

Me seducían y rogaban por más, solo busco satisfacerlos y hacerlos sentir bien.

Solté el cigarrillo a mitad de la calle, el frío se escondía, huyendo del inicio de la primavera. Una lluvia fuerte cayó, borrando los rastros de nieve que sobreviven desde la última nevada de hace unos días. La oscuridad alrededor resaltaba los brillantes charcos iluminados por las luces del bar.

Dejé mi lugar de descanso, escondido tras la pared de un callejón, con las manos ocultas en mis bolsillos. Mojé las suelas y tela de mis zapatos, el aire húmedo me golpeaba, trayendo los olores putrefactos de Nueva York.

Descolgué el teléfono público, tecleando el número escrito en el papel sucio que me ofrecieron días atrás. Antes de que pudiera decir una palabra, luego de oír que tomaban la llamada, me dictaron una dirección. Colgaron de inmediato.

–Demasiado secretismo para un juego de adolescentes –caminé en busca del número de la calle. La cita era para hoy.

Las calles nunca se quedaban vacías, gracias a la enorme cantidad de personas y actividad nocturna. A pesar de la llovizna que empapó a la mayoría que, como yo, no fuimos lo suficiente precavidos para obtener un paraguas.

Golpeé la puerta metálica de color rojo tal como me dijeron que lo hiciera. Cerca no había ni un alma, aunque de todas formas la capucha me cubría parcialmente el rostro.

Tras unos largos segundos la puerta se abrió, presentando una escena digna de una película de acción. Repleta de armas enormes, como si los hombres y mujeres ahí reunidos se estuvieran preparando para una guerra. No reconocía a ninguno, eso era un alivio. Tampoco me forcé a grabarme sus rostros en mi mente, ellos parecían hacer lo mismo.

–Eres el último invitado de la noche, bienvenido –me recibió un chico de ojos verdes y cabello rubio. Un alfa musculoso y con pantalones holgados.

–Me gustaría irme luego de decir lo que tengo que decir –aunque fuesen solo problemas de niños, esas armas seguían siendo muy reales, no quería verme envuelto por el fuego cruzado.

–Ni siquiera te has instalado y ya quieres irte, pensaba que eras diferente –había una mesa de bebidas, se dirigió ahí. Alardeando muchas más cosas en el camino. Tomó un vaso grueso de cristal, de una fuente de hielos y con ayuda de una palita de metal rellenó el vaso a la mitad, antes de servir el alcohol–. Creí que eras como nosotros.

Me ofreció el trago. Lo tomé sin sentirlo como una obligación.

–¿Como ustedes?

–Un alfa –él mismo bebía de un trago similar al mío.

Su comentario me molesto.

–Soy un alfa –ladré, bebiendo de un solo trago toda la bebida.

–Entonces, te interesará la conversación que tendremos esta noche.

Todos me parecían sospechosos, pero picado por la curiosidad, decidí escuchar a aquel desconocido.

–Creí que esto sería otro trabajo absurdo, pero veo que me equivoqué.

–¡Perfecto! –el desconocido se alejó, caminando por el amplio cuarto. Además de nosotros, nos acompañaban unas 30 o 40 personas más, todas repartidas y sin apretujarse. Pusieron atención cuando el hombre se puso a la cabeza–. Comencemos con las presentaciones. Mi nombre es Frederick Arthur. Mucho gusto, un placer.

Los murmullos corrieron por la habitación. La mayoría conocíamos ese nombre, la antigua mano derecha de Dino Golzine.

–¿Qué es lo que quieres de nosotros? –una mujer alta, esbelta y de cabello corto, expuso la primera pregunta.

–Iremos por partes –él levantó las manos, para apaciguarla, pero los murmullos no pararon–. Recesivos, todos los aquí presentes somos alfas, sí, pero compartimos otra cosa más importante en común.

–No entiendo... –una voz sobresalió, pero pronto se ocultó.

–¿No están hartos? –continuó con su monólogo–. Hartos de que los dominantes se pavoneen como los reyes de la sociedad, recibimos sus burlas, los malos tratos, hemos sido reemplazados por ellos en nuestros puestos de trabajo –él hablaba desde un punto muy personal en cuanto a esto–. Y los omegas los prefieren a ellos antes que a nosotros, incluso si ellos mismos son recesivos. Me dan asco –escupió a un rincón de la sala.

Esta vez, más de uno se sintió identificado.

–¿Qué está proponiendo? –otro alfa más atrás levantó la mano. "No estamos en un maldito salón de clases", pensé.

–Antes de pasar a eso –dio una vuelta hacia mí, con un golpe amistoso en mi espalda me puso al frente–. Él y otros cinco tienen cosas importantes que contarnos.

Y aquí venía la parte en que me tocaba trabajar. El turno fue primero de los cinco que él mencionó antes.

–Jefe –incluso usaban esos títulos de respeto con él–. Los rumores que se esparcieron sobre que Ash odia a los omegas han comenzado a extinguirse, desde que defendieron las entradas de "Paraíso" –resumió–. Incluso han incluido "lobos" omega a su manada, más que antes.

–Se confirmó que Ash ha estado movilizándose, parece tener algo planeado –fue el turno de otro–. Pero desde hace 3 días se comporta de manera extraña, como cada 6 meses, su celo pasó pero normalmente tarda 2 días.

–¿Dónde estuvo el día que sobra? –alentó al siguiente miembro a continuar.

–Perdonen, pero... ¿esto qué tiene que ver con nosotros? –los demás comenzaron a seguir su inquisitiva, porque para ellos esta era solo una conversación de la que no entendían nada.

Pasamos a ignorarlo, era mi turno de hablar.

–Tal como me pidió seguí al objetivo con discreción todo el día –saqué la caja de cigarrillos, encendiéndolo y dándole una calada antes de continuar. El resto de los cinco vieron esto como un insulto, pero Arthur los frenó antes de que me dieran una golpiza por ello–. Pasó todo el día con un omega, o un beta, su olor era demasiado bajo como para sentir nada.

–¿Estás seguro de lo que viste?

–Sí, Ash estaba caminando lado a lado de un omega –dejé caer la basura de la colilla al piso, antes de agregar datos extras–. Puedo confirmar al 100% que es un omega, lo conocí antes, en una reunión que exponía únicamente omegas –luego en voz baja, presumiendo de mi suerte–. Estuve a punto de acostarme con él, es una puta.

–¿Será su pareja?

–Por lo menos, alguien importante para él.

–Entonces...

–Sí, tenemos nuestro cheque justo frente a nosotros.

–Es momento de usar "eso" que hemos estado planeando –luego, elevando los brazos, en dirección a los alfas formados ante nosotros exclamó–. ¡Todos pueden unirse a la diversión!

❀❀❀❀❀

✒Nota de la autora

Recuerden que en este Universo la organización de Yut–Lung no existe, así que Lao trabaja para Arthur.

Y si, le tengo mucho rencor a este personaje, así que lo volví un asco en la historia para que ustedes puedan odiarlo igual :3

¡Hora de hacer teorías! ¿Qué está planeando Arthur? ¿Qué es eso que estaba haciendo Ash antes de la pasarela de modas? Muchas incógnitas y pocas respuestas.

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