Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6. Grandes Esperanzas


De nuevo en el apartamento, intenté no ir directa a la acción. Lo primero que hicimos fue ir a la ducha para limpiamos los restos de arena de los pies, y no ponerlo todo perdido; después nos acercamos a la nevera a tomar un zumo mientras manteníamos una conversación intrascendente. Conseguí, a base de indirectas/directas y de hacerme de rogar, que fuera él quién se acercara primero y me besara. Yo hice el beso más intenso y comenzamos a jugar.

Nuestras manos empezaron a tocarel cuerpo del otro mientras que nuestras lenguas chocaban y se separaban sin demasiado ritmo, pero con muchas ganas.

Sólo llevábamos los bañadores así que pronto estuvimos desnudos. Nos tumbamos en la cama mientras nos dábamos pequeños besos por toda la cara y luego volvimos a unir nuestras bocas. Las manos de Christian me recorrían con poca firmeza, y yo me desesperaba porque tenía ganas de más. De mucho más...

—¡Oh, Christian, por favor!... ¡Vamos, vuélvete loco!

—Mmmmmm —murmuró—. Claro cariño, eso hago...

No estaba dispuesta a quedarme a medias otra vez y volví a tomar las riendas. Lo tumbé debajo de mí, le agarré las manos e hice que me estrujara los pechos, aunque lo hacía sin ninguna gracia y de forma descoordinada. Cómo si estuviera eligiendo qué aguacates estaban más maduros en la frutería. Cambié de táctica, le agarré la mano y me la puse entre las piernas, indícandole cómo quería que me acariciara. No lo hacía mal del todo y con el balanceo de las caderas busqué más fricción, pero no terminaba de encontrar ni el ritmo, ni el punto exacto.

Cambié otra vez, me di la vuelta sobre él, sentándome en su estómago pero dándole la espalda. Le coloqué las manos en mis caderas y agarré de nuevo su miembro. Lo acaricié a bastante velocidad para erguirle en plenitud y le coloqué una gomita. Como la tarde anterior, elevé mis caderas y me deslicé, sintiendo como Christian entraba en mí. Era una postura muy placentera. Sentía torrentes de placer correr por mi vientre, llevándome de nuevo al borde del abismo. Quería que esa sensación se prolongara eternamente.

Y de pronto, oí los suspiros intensos de Christian (que no llegaban ni a gemidos) y cómo se volvía a detener. Puse los ojos en blanco. Me descabalgué y al girarme para hablar con él, noté por el rabillo del ojo un movimiento extraño. Miré hacia la puerta, pero no vi nada. Pensé que eran imaginaciones mías y me centré en lo que me ocupaba.

—Christian... —mi tono no era de enfado, pero si se notaba la desilusión.

—Amor, lo siento... No sé qué me pasa. Es que eres tan voluptuosa, tan fogosa...

—Sí, ya... —no iba a sentirme culpable por eso y tampoco lo veía como justificación —. ¿Y qué?

—No... nada... es que pensé que serías más tímida, más tranquila... Pero, me excitas de una forma tan brutal que no puedo evitar que... —era incapaz de terminar una frase y yo me estaba empezando a poner nerviosa de verdad, hasta que concluyó —: eres como una sirena o una venus... irresistible.

Era una ñoñería como un piano, pero saber que le ponía tanto, me halagó y le sonreí con dulzor. Mi desesperación quedó relegada. Quizás debía tomármelo con más serenidad...o quizás debía probar otras cosas, aunque no tenía demasiado claras cuales o cómo incorporarlas a la pareja.

Pasaron unos días en los que me tomé las cosas con Christian con mucha calma. Todo eran besos y arrumacos, como mucho nos acariciabamos por debajo de la ropa, pero nunca llegábamos a más que a masturbarnos mutuamente de forma ligera. Igual que hacía unas semanas, cuando estábamos en el instituto. Y no teniamos otro sitio que la biblioteca.

Seguía notando a Christian algo descoordinado y muy torpe, pero no podía negar que el chico se esforzaba y yo me sentía en mi elemento: libre, vital, con ganas de experimentar y de llevar mi cuerpo por las sendas del goce sexual a la búsqueda del placer máximo. Así que trataba de ser positiva y no desanimarme.

Mientras, por las noches, por la tarde o a primera hora de la mañana, mi hermano y Norma, que parecía que los habían unido con pegamento extrafuerte, nos deleitaban con una completa sinfonía de gemidos y palabrotas obsecnas las cuales sin duda eran fruto de espectaculares orgasmos, que me hacían pensar que yo lo hacía todo mal o que algo en mí no estaba bien.

Empecé a sentir absoluta frustración. Harta de no encontrar la sincronía por ninguna parte, de no obtener el placer que sabía que podía obtener, mandé a mi hermano y a Chris a comprar algunas chorradas y decidí hablar con Norma, que tenía mucha más experiencia y parecía haber encontrado a la perfección «esa fórmula mágica» que sin duda a mí se me escapaba. Además, sabía que mi hermano no había sido el primero para Norma.

—Joder, Norma. No sé qué hacer...

—Ya... ¿Qué os pasa? ¿No se le pone dura?

—No, no. Ese no es el problema.

—¿La tiene muy pequeña?

Me quedé parada. No había visto ninguna más. Bueno la de Leo, en ese fugaz momento que no quería rememorar para nada, pero que en ese instante me vino a la cabeza y me di cuenta de que eran bastante diferentes, pero claro... me daba vergüenza explicárselo a Norma, por si me tomaba por una degenerada.

—No sé, no tengo con que comprar... Es normal, creo... No me hace daño ni nada. ¿Eso del tamaño es importante?

—La teoría dice que no. Aunque claro, en algo sí repercute. No es lo mismo una salchicha de cóctel que un calabacín, a ver si nos entendemos. —Me dijo haciendo gestos y con una gran sonrisa.

Exploté en risas... Norma era demasiado gráfica a veces.

—A ver, me da corte preguntar, y ya sé que es mi hermano, pero ignorando ese dato, necesito detalles. Cuándo él se corre ¿tú también?

Dio una risa nasal, antes de contestar.

—No siempre, Rita. Conseguirlo a la vez es muy difícil. En este caso concreto, Leo tiene mucho aguante y si no me he llegado yo primero, él sigue hasta que yo lo consiga.

Esa era la clave.

—Pues ese es el problema, Norma. Chris se corre y se apaga. Como un interruptor...

—Bueno mujer, no todos los hombres tienen el mismo aguante después del orgasmo. Lo que tienes que hacer es lograr correrte tú antes.

—Ya... es que no me da tiempo, o no sé cómo hacerlo. Debo ser idiota... —Comenté desesperada.

—¡No digas sandeces, Ritz! Qué idiota ni tres cuartos... A veces es díficil encontrar la sincronía, nena. Llegar a conocerse no es fácil con todo el mundo...

Me estuvo animando más rato y dándome una serie de consejos desde su experiencia, para que probara cosas distintas con Christian. Y sobre todo me recomendó paciencia y que no desespera que si no encajaba con él, ya encontraría con quién lo hiciera.

La verdad es que a tesón no me suele ganar nadie, cuando algo se me pone entre ceja y ceja voy a por ello. El tema es que hasta el momento, lo único que se me había puesto en el ceño eran los estudios. Datos, fechas, lugares, fórmulas, figuras literarias o tiempos verbales. Y en las clases de educación sexual habíamos aprendido mucho acerca de la teoría del acto y de las posibles enfermedades de transmisión sexual (algo que ya nos había contado también mi madre, enfermera veterana), pero nadie te explicaba como te tenías que sentir o qué tenías que hacer. Y aunque con mi madre siempre había hablado de todo sin problemas, todavía no me había atrevido a comentarle que tenía novio, así que sentía que estaba vendida.

Traté de aplicarme en todo lo que Norma me había dicho e incluso busqué algo de información en internet. Nos costó, pero al final, cuando ya casi no nos quedaban días de vacaciones, Christian y yo lo logramos. Yo lo logré.

No fue tan espectacular como Norma me lo había descrito, ni siquiera hubo palabrotas ni gritos, sólo jadeos muy profundos y una vaga sensación de eufória, sin embargo tenía esperanzas de que siguiera mejorando.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro