Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2. El chantaje


El último día de curso, Norma y yo fuimos a recoger las notas con el corazón en un puño. Todavía faltaba la selectividad, pero teníamos que saber de qué partíamos. Norma iba más nerviosa que yo, porque era más cabra-loca. Bueno, lo cierto es que a mi lado hasta un Lunni era más alocado...

Recogí las notas, y al abrirlas una sonrisa de satisfacción y descanso afloró en mi cara. Todo aprobado con excelentes.

Norma también estaba contentísima, lo había aprobado todo, ¿Con qué nota? Eso era lo de menos. Nos abrazamos riendo.

—¡Ritz! Que nos vamos a la playa... —me dijo sin poder contener la emoción, con los ojos brillantes.

—Siento ser aguafiestas; todavía nos queda la Sele...

—Va, tonti... que te la sacarás sin pestañear, llevas estudiando como una burra toda la vida. Y a mí con un... nada, me vale.

—Norma... —la advertí —, ni se te ocurra pensarlo.

—Estoy buena, éstas dos —se agarró los pechos — abren todas las puertas que necesito. Y sino, estarán Quique o Fran o... cualquiera...

Me enfadé. Lo decía medio en broma y lo sabía, pero no toleraba esa actitud.

—No empieces con esas chorradas, ¿Te crees que la belleza te va a durar siempre? Si te apetece vivir de tu cuerpo, hazlo, pero no abandones la cabeza y menos para subyugarte a ningún tío.

Estaba exagerando, Norma jamás se iba a dejar dominar por nadie, todo lo contrario, más bien todos caían rendidos a sus pies. Pero me enfadaba que buscara justificar sus ganas de fiesta y de vivir la vida en lugar de responsabilizarse con argumentos banales que la cosificaban.

—Eso es imposible —dijo sin perder la sonrisa —, porque para esto estás tú: Responsable, Incansable, Trabajadora y Académica.

—Norma, deja la acronimia... Sabes que tengo razón.

—Y tú, que yo también.

Me rendí resoplando. Con Norma era así. Por eso la quería. Siempre tenía planes, ideas, experimentos... cosas que hacer. El tiempo para estudiar era eso con lo que rellenar los huecos libres. Hasta el momento le servía para aprobar y con eso ya se contentaba.

Después de hacer la selectividad y como Leo aún tenía clases, disfruté de algo poco habitual, tiempo libre. Me veía con Norma y con Christian y hacíamos planes para el verano. Los tres contábamos con disfrutar del último verano antes de la universidad, si las notas lo permitían.

A finales de junio salieron las notas. En esta ocasión yo iba más nerviosa que Norma, que tranquila no iba, la pobre. Yo necesitaba mucha nota para entrar en la facultad y no quería tener que estudiar todo el verano para subir la media. Norma tampoco las tenía todas consigo. Sabía que la política de estudiar el día antes del examen tenía las horas contadas y temía haber excedido el cupo.

Nuestros miedos estaban infundados. Otra vez nos fundimos en un abrazo y nuestros perfumes se mezclaron. Los ojos nos brillaban. Sí, tendríamos el verano libre. Estaba emocionada, iba a ser la primera vez en mi vida que podría disfrutar sin pensar en estudiar. Había luchado y lo había logrado. Estaba lista para dar el siguiente paso, pero antes, me tomaría un descanso y viviría la vida.

Ahí estábamos las dos, abrazadas y saltando, riendo y llorando de alegría, cuando de pronto unas manos se posaron en mi cintura, haciéndome parar de golpe. Me giré sobresaltada, ¡Era Christian! Él había sacado una nota altísima y sumado a que tenía matrícula en casi todas las asignaturas, estaba pletórico. Y sin más, no me pude reprimir y le besé con efusividad. Estaba feliz.

Llegué a casa muy contenta y emocionada.

Mi madre estaba cocinando algo rico -se olía desde el descansillo- y entré sin demoras hacia la cocina.

Al verme tan contenta, me preguntó por la selectividad. Al saber el resultado y unido a las notas de los finales de bachillerato, me dijo lo orgullosa que estaba de mí y que el trabajo duro llevaba recompensas.

Aproveché la ocasión para preguntarle si podría pasar unos días en la casa de verano de los padres de Norma. Y me dijo que tenía que hablarlo con mi padre cuando éste llegara de trabajar.

Me fui a mi cuarto esperando la llegada de mi progenitor, mientras en mi mente ya volaban los planes y me encontré a Leo sentado en mi cama. Las ideas se me quedaron congeladas en la mente, y más cuando -al verme llegar- sus ojos centellearon:

—Muy bien, Rita-Irrita... Lo has aprobado todo, has sacado la nota que querías en la sele... Pero eres una embustera y tengo la prueba.

—¿De qué hablas, piojo?

Sacó su móvil con aire triunfante y me puso un video delante de los ojos. ¡El muy cabrito! Nos había grabado a Christian y a mí, dándonos el beso de las notas...

—Así me gusta, hermanita. Que te pongas nerviosa...

Maldije a ese petardo que compartía sangre y genes conmigo y opté por el único plan viable.

—Vale, enano. Me has pillado... ¿Qué quieres a cambio?

—No tan deprisa... Lo primero: que dejes de llamarme enano, microbio, piojo y cualquier otra cosa que no sea Leo. Tengo dieciséis años y ya no soy ningún niño.

—Vale, ena... Leo. ¿Cuánto me va a costar tu silencio?

—Ya veremos. Me lo tengo que pensar un poco... Te lo haré saber cuando lo sepa.

Y se fue dejándome con cara de idiota total, chantajeada por mi hermano menor.

A ver con qué frikada suya me salía... Algún libro caro de Tolkien, una litografía, algún comic o algún DVD, suponía. Pero ya veía venir que la broma me iba a costar cara... Pensé en contárselo a mis padres y acabar el chantaje por la vía rápida pero entonces recordé que mis planes, de irme unos cuantos días a la playa a solas, peligraban...

Llegó la cena y todavía le estaba dando vueltas a cómo sacarle a mi padre el tema de las vacaciones, cuando lo hizo mi madre por mí.

Como mis notas eran excelentes y Leo también lo había aprobado todo con buena nota, mi padre de muy buen humor, me dio permiso para irme esas tres semanas a la playa.

De forma inaudita, Leo estuvo callado. Demasiado callado. Y muy abstraído. Supuse que urdía su plan de chantaje, pero no iba a ser yo la que hiciera saltar la chispa. Si quería ignorarme, bendito desprecio.

Llamé a Norma y casi me dejó sorda con el grito que soltó, loca de contenta. Luego intercambié unos WhatsApps con Christian y empecé a organizarlo todo. Estaba nerviosa y feliz a la vez.

A la mañana siguiente, me levanté temprano y saqué una maleta del altillo, abriéndola encima de la cama, luego abrí las puertas de mi armario de par en par y comencé a sacar ropa para ver qué me iba llevar.

Dos horas después, dejaba de bucear entre trapitos y me disponía a cerrar la maleta, satisfecha con mi selección de vestidos, camisetas, shorts, y bikinis que había hecho. Justo entonces, entró Leo, como-Pedro-por-su-casa, y se sentó en mi cama.

Con total descaro, metió la mano en la maleta, sacó unos bikinis y se puso a mirarlos de arriba a abajo, después hizo lo mismo con unas sadalias de tacón.

—Leo, ¿qué haces? —le pregunté con evidente sorna.

—¿Yo? —dijo con aire de fingida inocente —. Te ayudo con la maleta...

Decidí no darle más comba, ni hacer bromas al respeto sobre su "inestimable" ayuda.

—Muchas gracias —contesté resignada —. Dime la verdad, ¿qué quieres?

—He pensado que... yo también quiero ir de vacaciones...

—Claro. Y eso harás. Te vas con mamá y papá a casa de los abuelos, al pueblo.

—Ya —contestó con desdén—. Me refería a que quiero ir a la playa contigo y con Norma.

—¡Se te ha ido la olla, Leo! —grité —. ¿Cómo te voy a llevar? Los padres de Norma no te han invitado...

—Sé perfectamente que vais solos. Norma, Christian y tú.

Joder con el enano... O era vidente o espía ruso.

—¿Y qué les decimos a papá y a mamá?

—¡Ah! Lo que tú quieras... pero como no lo logres, se lo cuento todo y les enseño el vídeo para que me crean.

Me cagué en la madre que parió al niño, que también era la mía y fui a hablar con la susodicha. Le conté que los primos de Norma irían también a la casa de la playa y que invitaban a Leo. Y lo rematé diciéndole que veinte días sin nosotros serían un descanso y que así podría estar a solas con papá.

Aún no sé cómo, pero la convencí.

Decidida a intentar hacer sufrir a mi hermano, alargué al máximo posible el decírselo. Dejé pasar todo el día y un poco antes de cenar entré en su cuarto como él solía hacer en el mío: sin llamar previamente.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro