Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10. La misma cadencia


Esos arranques pasionales de Norma, que habían empezado el verano anterior, me desconcertaban y me gustaban a partes iguales. Pero es que ella era así: alocada, divertida, despreocupada...

Cómo me había prometido, después de desayunar se llevó a los chicos al salón y yo aproveché para hablar con Christian.

No podía postergarlo más. Tenía que haberlo hecho antes, lo sabía. Ni siquiera tenía que haber permitido que la cosa llegara a los extremos que llegó la tarde anterior y con las consecuencias nocturnas, pero ahora eso no tenía remedio.

Tampoco me gustaba tener que hacerlo así, no quería dejarlo por teléfono, pero me apetecía aun menos vestirme e ir a su casa y tener que hacerlo en la calle, para que sus padres no nos escucharan. Cogí el móvil y abrí Zoom. Por lo menos, se lo diría mirándole a los ojos.

Esperaba que se enfadara o por lo menos que se molestara y que me pidiera explicaciones, pero se lo tomó como todo. Con una deportividad fría acojonante. Como si le hubiese comentado que quería cortarme el pelo o que estrenaban una nueva serie en televisión.

Y me dolió que hasta el final fuera incapaz de demostrar lo que sentía. De pelear mínimamente por lo que hasta entonces teníamos. Porque estaba segura de que se había quedado, cuanto menos, tocado. Porque esa tampoco había sido la mejor forma de terminar. Aunque los dos nos hubiésemos estado negando la realidad y en el fondo supiéramos que lo nuestro ya no tenía sentido. Aunque en cierta forma fuera un alivio el pasar página.

Cuando colgué estaba abatida. Quizás fuera infantil por mi parte, pero me hubiera sentido mejor con un poco de drama, con cuatro gritos... con algo que demostrara que yo era importante para él. Pero su comportamiento tan civilizado, tan racional... como si solo fuera una cuestión de probabilades, un juego de equilibrio matemático, me hundió. Eso de que no hacer aprecio es el peor desprecio, era cierto.

Regresé al salón dónde los chicos y Norma estaban riendo mientras veían alguna chorrada en YouTube. Al entrar, no me hizo falta decir nada; mi mejor amiga ya me vio la cara e iba a levantarse cuando la mano de Mini se puso en su codo y la frenó para levantarse él.

Me cogió de la mano y regresamos a mi habitación. Al entrar, sin decir nada, me abrazó. Con su enorme cuerpo me envolvió por completo y me meció entre sus brazos. Luego se sentó en mi cama y me hizo un gesto cariñoso para que me sentara en su regazo.

Me dejé hacer. Sentada en sus rodillas, él siguió sin decir nada. Sólo abrazándome. Dándome calor con su cuerpo. Luego con una ternura infinita me soltó lentamente y me posó un dedo por debajo de la barbilla para que nuestros ojos se encontraran.

—¿Estás mejor? —Su voz era un susurro.

Sonreí, asintiendo.

Se acercó a mí y nos besamos. Su boca sabía igual de dulce que anoche pero algo en mí no estaba igual. Me aparté un poco sin querer.

—Rita, ¿prefieres que me vaya? ¿Quieres estar sola?

Negué con la cabeza. No, ahora lo que menos me apetecía era estar sola con mis pensamientos.

—¿Quieres hablar?... ¿Llamo a Norma, mejor?

Volví a negar y hundí mi cabeza en su hombro buscando una paz que no sentía. Aspiré su aroma, y cerré los ojos con fuerza... quería fundirme con su piel y desaparecer. Que la cabeza dejara de darme vueltas...

—No quiero hablar. No quiero nada. Solo quedarme así, aquí.

—Perfecto. Pues nos quedamos aquí, para siempre. O hasta que tu quieras.

Héctor era como un ángel, solo con esa frase me quitó gran parte del desasosiego que sentía con el ninguneo que acababa de padecer. Hice una ligera presión con mi hombro y se dejó caer hacía atrás con lentitud llévandome con él. Quedamos así sobre mi cama. Abrazados y con mis piernas enrosacadas a las de él. Yo en pijama y él vestido con sus tejanos y su camiseta del día anterior y descalzo.

No sé cuanto tiempo pasó. Cuánto tiempo estuvimos ahí sin decir nada. Solo oyéndonos las respiraciones acompasadas. Estaba muy cómoda sobre Héctor. Su cuerpo y el mío encajaban. Y hasta parecía que nuestros corazones se habían sincronizado y latían con la misma cadencia.

Como me había dicho, no se movió hasta que yo lo hice, y también fui yo la que rompió el silencio:

—Creo que te debo una explicación... —musité, decidida a contárselo. A darle una mínima aclaración sobre lo que había sucedido en la cocina después de desayunar. No era justo tenerle en la inopia, y menos con lo bien que se estaba portando.

—No hace falta... Acabas de cortar con tu novio —respondió con tranquilidad y en voz baja.

—Pero yo no te... Yo no dije nada de... —me había dejado completamente descolocada. ¿Cómo sabía que había cortado con él? Y lo más importante, ¿cómo sabía que yo tenía novio? Estaba completamente segura de no haber mencionado a Christian ni remotamente.

—Lion me ha hablado varias veces de él —dijo, explicándose—. No le cae demasiado bien... cree que te mereces algo mejor —su voz susurrante seguía sonando muy tranquila, pero noté como dulcificaba las palabras de mi hermano para no hacerme aún más daño.

—Héctor... —suspiré profundamente— Esto no significa que yo... —Callé abruptamente. No me apetecía iniciar esa conversación ahora. Ni hablar del que ya era mi ex en sí, ni de lo situación en la que estábamos Héctor y yo.

Pero él habló de nuevo, sereno y pausado, respondiendo a mis palabras no dichas.

—Rita, tranquila. No te asustes, que no me estoy embalando. Sé lo que te ha ocurrido. Lo has hecho porque eres honesta, no porque un polvo conmigo signifique nada más que eso.

Seguíamos semitumbados y me levanté con rapidez, mis fantasmas acababan de hacer acto de presencia en su plenitud. No quería pensar en eso, pero menos aún quería repetir los errores del pasado. Me llevara donde me llevara, iba a hablar hasta el final. Nada de tragarse las palabras.

—¿N-No... ha s-significado... nada? —tartamudeé un poco, al sentir como un vacío se abría bajo mis pies.

—¡Eh! —rezó él con dulzura, mientras también se incorporaba un poco—, yo no he dicho eso, pequeña... Ha sido maravilloso, quisiera repetirlo un millón de veces si tú quieres. Pero no quiero que pienses, ni por un minuto, que te pido nada. Me importas, Rita. Me importas mucho. Hace muchos años que me gustas. Sé que para ti yo no he sido nadie, lo sé. He sido invisible... el amigo de tu hermano y poco más. Y ahora que por fin me has visto, no quiero que dejes de hacerlo. Claro que no. ¡Estaría loco! Pero también tengo claro que no voy a exigirte nada, jamás.  Como tú quieras, si quieres. Sin prisas, sin agobios, sin etiquetas...

Me dejó absolutamente anonadada. Incapaz de pensar. Incapaz de decir ni una palabra. Pero me gustaba lo que acababa de oír y sin encontrar otra manera de responder, me lancé a su boca y le besé largamente. Sus labios carnosos y su boca dulce apagaron mi cerebro y encendieron mi cuerpo. 

Sin separar mi boca de la suya y con nuestras manos envueltas ya en caricias, pedí lo único que en ese momento tenía claro:

—Házmelo, por favor. 



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro