Kim Taehyung y Jeon Jungkook eran inseparables, mejores amigos desde siempre. Al ingresar a la universidad, se convirtieron en dos de los chicos más populares entre las chicas. No es sorprendente que, con su impresionante belleza y su físico envidiable, ninguna mujer pudiera resistirse a su atractivo.

Entre ellos realizaban diferentes apuestas para determinar quién podía conquistar a más chicas o conseguir sus números de teléfono. Eran juegos inocentes, pero siempre competían por destacarse como el mejor.

Decidieron pasar sus vacaciones en la isla de Jeju; lo habían planeado desde hace mucho tiempo y sabñian lo que esperaban de esos meses: sol, playa, buenas olas y sobre todo las mejores fiestas en la casa de vacaciones de la familia Jeon; nada podría ir mal en sus planes.

Las primeras semanas fueron algo tranquilas ambos dormían juntos, se levantaban tarde y disfrutaban de hacer deporte marítimo. No fue hasta que llegaron sus amigos Jimin, Seokjin, Namjoon, Yoongi y Hoseok que no empezaron a cumplir sus planes; esa misma noche decidieron hacer una fiesta e invitaron a todos aquellos que quisieran unirse gracias a Instagram y sus publicaciones.

Taehyung y Jungkook se pusieron en marcha como anfitriones y organizaron todo; la noche fue tranquila, no había mucho desmadre y sus diversos juegos de conquista ya les resultaban aburridos. Jungkook decidió acabar la fiesta en la playa dando un paseo tranquilo para bajar el alcohol ingerido; sin embargo, Taehyung, con una sonrisa traviesa, le hizo una propuesta bastante atrayente y muy diferente a lo que normalmente hacían.

—Jungkook, ¿qué te parece si esta vez hacemos algo distinto? —sugirió—. En lugar de competir por números de teléfono, el primero que logre dar el beso más memorable gana.

Jungkook levantó una ceja, intrigado por el nuevo desafío.

—¿El más memorable? —preguntó, curioso—. ¿Y cómo se supone que medimos eso?

Taehyung se encogió de hombros, sonriendo.

—Supongo que lo sabremos por la reacción, ¿no crees? —respondió con un guiño.

Y así, la nueva apuesta comenzó. Ambos se embarcaron en la caza, buscando no solo el número de chicas, sino la conexión que podría llevar a ese beso inolvidable. Sin darse cuenta, esta competencia los llevó a explorar su capacidad de seducción y a tratar de llegar a conseguir un beso que los lleve a sentir algo diferente.

Lo que empezó como un juego tranquilo poco a poco se estaba transformando en una lucha por alcanzar la victoria primero. Jungkook conoció a una hermosa chica americana de pelo rojo y atributos remarcados, lo que empezó con una conversación normal los llevó a una batalla de besos y roces en el sofá del salón; aunque la lujuria entre ambos se notaba a leguas no era aquello que Jungkook buscaba y al ver que Taehyung estaba suguiendo su búsqueda con una chica en el jardín decidió llamarlo para que no siguiera a más ya que se lo veía más cerca de conseguir ganar la apuesta.

Ambos habían estado besando a más de la mitad de las mujeres presentes sin obtener resultados, y ya se sentían derrotados a medida que la madrugada se acercaba. Sin embargo, Jimin sugirió jugar al juego de la botella entre aquellos que aún permanecían despiertos y un poco lucidos por el alcohol, entre otros. Solo serían unas veinte prsonas y algunas chicas que aún no habían probado a besar así que sería un gran cierre a su juego.

Todos se sentaron en círculo y comenzaron, algunos fueron besos en broma y dieron mucha vergüenza entre ellos ya que a Jimin le tocó besar a su amigo Minho, consiguiendo que su pareja, Yoongi se lo llevara de la sala en dirección a una de las habitaciones entre silbidos, gritos de compación por Jimin y lo que futuramente le pasaría; Seokjin y Namjoon se fueron cuando a Namjoon le tocó desvelar un secreto comprometedor y contó lo que ocurrió en las vacaciones pasadas entre él y su novio en el jacuzzi de los padres de Hoseok.

Entre risas y con el enfado fingido de Hoseok, todos comenzaron a irse poco a poco. En la última tirada, la botella se detuvo en Taehyung, quien tenía que besar a un chico del grupo. Esto era algo inédito para él, pero debía afrontar el reto sin excusas, ya que no se consideraba un cobarde.