Una de las peores cosas que podemos impedirnos hacer por temor es: a amar.

Muchas veces por temor a perder, por miedo a sufrir, a salir lastimados, nos privamos de vivir, de sentir todos aquellas emociones que la mera existencia te ofrece. Sin darnos cuenta que lo único que obtenemos al encerrarnos en una burbuja, es pasar el resto de nuestros días en monotonía y muchas veces provocándonos una extensa agonía.

¿Por qué agonía?, debido a que luego de nunca dar más, de nunca arriesgar llegará un instante en donde te arrepentirás. Y te cuestionarás: qué hubiera sido de mi vida si, qué hubiera pasado si han solo lo hubiera hecho, si tan solo lo hubiera dicho.

Y es ahí cuando por fin de das cuenta de las miles de oportunidades que dejaste ir, de todo aquello que no te permitiste vivir, experimentar y todo por un sentimiento que parece muchas veces inofensivo pero tiene gran poder para orillar a un ser humano a hacer cosas o a dejar de hacer otras.

Ese horrible pero necesario sentimiento que es propio de un humano, el cual está ahí para intentar arruinarte, destruirte pero así como te acecha para tu mal, puede servirte para luchar, para salir a flote.

Pues vivir es gozar y reír, así como, sufrir y llorar, pero sobre todo está para amar...

La juventud está llena de ellos, pues es propio de nosotros, gritamos, lloramos, reímos y amamos. Y todo esto lo hacemos con asombrosa intensidad, apabullante profundidad y deslumbrante fuerza. Dándolo todo y arriesgando, todo en una ola de problemas, en un vaivén de dulces emociones y en agridulces sensaciones.

Y todo esto lo entendí cuando estuve a punto de perder a mi mejor amiga, a quien se convertiría en el amor de mi vida.

Quizá todo hubiese sido más fácil si ella me hubiera dicho todo, pero todo pasa por algo y todo pasa de una forma.

Pero de algo que si estoy seguro es que gracias al temor de perderla, al temor de nunca más sentirla conmigo, de ya no escuchar su risa, ver sus hermosos ojos y sonrisa, me motive a actuar, a salir de la zona confort, a arriesgarme por ella, porque valía la pena, y si el tiempo regresará, y si volviera a nacer, lo haría de nuevo.

Después de haberle dicho todos mis sentimientos a Lía, sentí como un gran peso se quitaba de mis hombros, reemplazándolo con una sensación de tranquilidad y sobre todo de plenitud.

Me sentía completo, poderoso con ella a mi lado.

— ¿En qué piensas? —preguntó cerca de mi oído, para luego desviarse a mi mejilla y darle un suave beso.

—En ti..., en todo lo bueno que haz traído a mi vida, en lo que me haz convertido. —Su rostro fue una mezcla de asombro, felicidad y ternura.

— ¡Oh vaya!, alguien anda muy dulce —bromeó.

—Y es porque estoy feliz. —Tomé su mano y la llevé a mis labios, para besar cada uno de sus dedos—. De tenerte.

— ¿Acaso quieres verme llorar? —Negué con la cabeza y sonreí.

—Bueno... —Sospecé mis próximas palabras—... A menos que sean de felicidad, si. —Me empujó juguetona—. Para besar cada una de tus lágrimas. —Comenzó a reír.

—Si quieres besarme solo tienes que hacerlo —dijo, y dudaba mucho que hubiera querido decir aquello. Y lo confirmé al ver como sus mejillas se teñían de rojo—. Oh maldición —murmuró.

— ¿Quieres que mejor te bese? —cuestioné divertido.

—Yo no quise decir eso...

— ¿O sea que no quieres que te bese? —Observé como se chequeo la lengua.

—No... o sea si, quiero decir que tal vez... que yo... —Reí, disfrutando de sentirla nerviosa—. Estas disfrutando esto, ¿cierto?

—Y no sabes cuanto —Acerqué ni boca hasta su mejilla y la sentí suspirar, amaba ver las reacciones que provocaba en ella, sentirla tentarse cada que comenzaba a besarla para luego notar como se derretía como chocolate bajo el sol de verano—. Noah... —musitó quedito.

—Si... —respondí.

—Deberíamos de entrar al auditorio —gruñí, pero tenía razón. Seguro nos andarían buscando. Pero quería tenerla para mi solo, aun más después de verla con ese vestido negro que le quedaba perfecto.

—Vamos. —Lía asintió y comenzó a caminar en dirección a la salida del patio del instituto—.Pero antes debo hacer algo... —La halé con mi mano y la atrajé hasta mi, llevando mis manos a su cintura y apretándola con fuerza, acaricié con mi nariz su oreja, su mejilla, su respingada nariz, hasta llegar a su boca, inhalando su aliento, deseando llenar mis pulmones de este, para luego buscar su boca y estampar mis labios sobre ellos. Amaba besarla, siempre fue así, aun el día de hoy amo hacerlo.

Todos estábamos en nuestros respectivos asientos, escuchando como llamaban uno por uno de nuestros compañeros y esperando que nuestro nombre fuera dicho.

—Samantha Hill. —Nuestra amiga se levantó y todo hicimos una ovación—. Luca Growler. —Él se levantó y camino eufórico. Estaba feliz, y como no estarlo él era de los posibles candidatos a quedarse. Cuando estuvo ya enfrente del maestro de historia, una de las materias que más piedra en el camino le resultó, tomo su título y camino rumbo a las gradas, pero antes de eso tomó el micrófono.

—¿Creíste que no me iba a graduar? —preguntó, enfocándose en el profesor de historia—. ¿Qué iba a fracasar? —Extendió su diploma—. Pero oye, ¿qué tengo aquí?

—¿Qué tienes ahí? —todos gritamos. Luca sonrió, listo para su gran salida.

—Mi pase, ¡oh si!, mi pase de salida para su clase de mierda.

—Turn down for what —gritó Bruce y todos empezamos a gritar, "uhh".

Luego que el director nos callara, haciendo un gran esfuerzo por no partirse de la risa prosiguió el evento y los llamados.

—Amalía Clark —Hicimos nuestra ovación y mi chica subió a recibir su diploma—. Melody Grace. —Mi gran amiga se levantó y con una radiante sonrisa subió a recoger el resultado de todo su esfuerzo durante el curso. Pude observar que Lía la esperaba, cuando se encontraron se dieron un fuerte abrazo. Y me alegra ver que después de todo, se habían hecho muy unidas. Unos cuantos nombres pasaron más—. Y por último, al mejor de la generación 2016, un aplauso por favor, Noah Smith.

Subí, recibí mi recompensa y baje ansioso, de poder ver a mi novia. Todos salimos al patio y esperamos estar todos juntos, para cerrar con broche de oro el evento, lanzamos nuestros birretes había el cielo al tiempo que gritabamos.

Busqué a Lía y al encontrarse nuestros ojos nos aproximamos. La abracé con fuerza.

—Felicidades cariño, te lo mereces —dije, besando su sien.

—Felicidades para ti también, el mejor de la generación —parafraseó sonriente.

—Eso es secundario —dije, acercándome a su rostro—, lo bueno de todo este año fue que ahora te tengo —murmuré ya sobre sus labios.

Besándola y al mismo tiempo sintiendo como todo iba a mejorar, que después de todo arriesgarse siempre vale la pena, buscar más, darlo todo cuando amas de verdad, y como la vida te otorga eso por lo que tanto luchaste, felicidad y amor.

Créditos:

— ¡Oye!, ese es mi birrete Luca.

— No amor... este es el mío. Ve y busca uno con brillo, ese seguro es tuyo. Shine bright like a diamond.

— ¡Que no maldición!

***

— Entonces al final lo lograste Melody, te graduaste.

— Oh si... ¿Cómo te llamas?

—Connor, solo dime Connor. Y dime... ¿Quieres salir conmigo?

—Ouh, discúlpame, ya quede con alguien... ¡Bruce, cariño! Adiós... Co-connor.

—Al cabo que ni quería.

***

—¿Nos escapamos?

—Noah, ¿estás loco?

—Si... tú y ese vestido me tienen loco.

—Ah si... ¿No crees que muy corto?

—¡Oh, Mierda!, ven. Voy a saltarme la primera y segunda base, contigo.

Y se fueron a quién sabe dónde y a hacer quién sabe que cosa.

N/A: Tengo una sonrisa como el gato de Alicia en el país de las maravillas, 😏 espero les haya gustado esta historia. Me divertí mucho escribiéndola, espero ustedes igual leyendo.

Hasta aquí llego Noalía y... nos vemos en "Contigo, siempre", quedan más que invitados. Les prometo que les gustará.

Besos Fugaces y si tienen un mejor amigo y están enamorados de él, ¡Vamos, díganle! *le da una palmada en el hombro* no dejen que el temor les impida vivir, y luego queden matizándose pensado en los hubieras.

Chau 😘❤