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Llegar a Hogwarts después de una Navidad entera sin ver a JiMin fue como una brisa de aire fresco en pleno verano del nuevo milenio. No lo encontró durante las dos primeras horas en el tren, y cuando por fin chocó con él en el pasillo, sonrió tanto como para atontar a cualquiera que estuviera cerca. JiMin le sonrió de vuelta de la misma forma, y se encerraron en uno de los compartimentos vacíos que aún quedaban. Cerraron la puerta con seguro y se abrazaron durante todo el viaje.
— La carta que mandaste para Navidad... me hizo llorar. — admitió el más bajo mientras jugueteaba con la bufanda azul y verde que había recibido de su parte, mirándola de soslayo como si decir aquello le diera timidez. JeongGuk gritó mentalmente de emoción, sin dejar de verlo atentamente.— Me gustó mucho. ¿Te gustó mi regalo?
— Me lo comí todo ésa noche. No me pude aguantar, soy un cerdo y lo admito. — respondió en voz alta JeongGuk, haciendo que JiMin riera en una voz pequeña que le sentaba muy bien. Ellos no se dieron cuenta porque estaban metidos en su mundo, pero Olivia Hans miraba desde afuera con rabia, para luego alejarse con pasos fuertes hacia el compartimento que compartía con sus amigas.
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La primera semana de clases fue un martirio total: Sean lo acompañaba cuando podía, pero ya no hablaban tanto como antes, y recibía miradas hostiles fuera a donde fuera. Algunas palabras horrendas se cruzaron en su camino, pero no respondía a ellas intentando usar la calma a su favor. Pretendía ignorar para siempre aquel trato por parte de sus compañeros, pero quedaba la mitad del año y uno más para terminar el colegio, y no estaba dispuesto a dejar que se arruinara todo por culpa de sus cercanos. Mierda, ellos tenían que estar con él en las buenas y en las malas, ¿no eran ellos mismos los traidores de la situación?
JiMin siempre lo acompañaba con una sonrisa, e intentaba hablar de forma positiva de su día a día, pero YoonGi tampoco le hablaba mucho ya, y prefería leer solo en la torre de Astronomía en su tiempo libre, y ahora terminaba hablando de los libros que se devoraba en vez de la compañía de su amigo de cara gatuna. Honestamente, JeongGuk estaba ya cansado de todo, pero no hallaba manera de hacérselo saber al mundo.
Sabía que las cosas tenían que caer por su propio peso, y en éste caso no eran ellos los que caerían al abismo.
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El primer jueves de enero JeongGuk comía su desayuno en tranquilidad, mirando a la nada a través de sus gafas circulares. Se llevaba pedazos de tostada con mermelada a la boca, pero no esperaba a Sean entrado al Gran Comedor en una discusión acalorada contra Olivia, seguidos de un JiMin que intentaba meterse en la situación y era ignorado. La gente de repente detenía sus quehaceres para levantar la cabeza y mirar un duelo de palabras. Discutían en voz alta y poco a poco se fue notando más hasta ser lo único que se escuchaba en el sitio, haciendo que JeongGuk frunciera el ceño porque no era cualquier discusión.
No, era el infame tema de conversación que todos tenían en la punta de la lengua desde hacía meses.
— ¿Y qué me importa a mí? Park es de Slytherin, y los Slytherin no deben involucrarse con traidores a la pureza como ustedes. — vociferó Olivia Hans con la voz agresiva y alta, mientras JeongGuk se levantaba para unirse al círculo que la gente formaba alrededor de ella, Sean y JiMin. Todos susurraban ahora en vez de hablar, y ella disfrutaba el hecho de que nadie quisiera decirle lo contrario.— Claramente es un complot de Jeon.
— ¿Un complot para qué? Ustedes tienen ganas de sembrar la ideología de Voldemort, no nosotros. Es Park quien le lavó el cerebro a Jeon, no hay otra forma en la que se hayan dado las cosas.
— ¡Por las barbas de Merlín, déjenme hablar!
— No, hay miles de otras formas en las que Jeon y Park pudieran haber terminado juntos. Y todas tienen que ver con Jeon intentando quitarnos a Park de nuestro lado. No al revés.
— ¡Escúchenme! — reclamó JiMin, pero Olivia sacó la varita de su bolsillo y lo mandó a callar con un Silencius sin siquiera evocarlo en voz alta. Ahí fue cuando JeongGuk entró al círculo y sacó su varita para apuntar a Olivia, con el ceño fruncido y claramente molesto. JiMin hacía lo mismo aunque no pudiera decir hechizos en voz alta.
Todos dieron gritos ahogados ante la escena, en la que JeongGuk se acercaba cada vez más a la Slytherin, y JiMin a su vez se acercaba al Ravenclaw ignorando la presencia de Sean. Los estudiantes susurraban y murmuraban estupideces alrededor de ellos, y la tensión crecía con las miradas mortíferas que se daban. Era muy temprano para una situación como aquella, pero en Hogwarts jamás se descansaba con tal de tener alguna forma de difamarse entre las casas, repitiendo una y otra vez la maldición de Slytherin.
— Escúchenme bien ahora. — gritó JeongGuk, ganándose el silencio absoluto de la gente a su alrededor. JiMin tomó su mano libre y la apretó de inmediato, observando cómo todos se quedaban hacia adentro, sorprendidos de que alguien como JeongGuk estuviera llamándoles la atención a bade de gritos. Pero estaba cansado. Igual que todos, la verdad.— Es cosa nuestra si estamos juntos, si decidimos compartir tiempo, si hay algo más entre nosotros. No de ustedes. Dejen de meterse en asuntos que no sean los suyos propios. Sí, nos juntamos cada vez que podemos, somos pareja, nos damos besos en el campo de Quidditch. ¿Y qué ganan ustedes hablando de nosotros y por nosotros?
El silencio caló hondo y helado a los presentes, de fondo se podían escuchar a los profesores que llegaban al Gran Comedor estar atónitos ante el comportamiento de los alumnos. JiMin tragó saliva pero nunca bajó la varita, y JeongGuk parecía rojo como un tomate sólo por pararse a defender lo que creía correcto.
— ¡Exacto! Absolutamente nada. ¡Nada! Yo amo a JiMin, no busco lavarle el cerebro ni nada. Ustedes son los que tienen los sesos podridos.
El Ravenclaw quiso soltar la mano de JiMin para salir del Gran Comedor, pero finalmente el Slytherin le siguió la marcha rápidamente, sus compañeros observando cómo se alejaban hacia los infinitos pasillos de Hogwarts. De ambiente a ambiente, los lugares cambiaban, y pasó un buen rato antes de que el Ravenclaw se detuviera y suspirase para calmar los humos. JiMin miraba su espalda fuerte subir y bajar con la respiración acelerada, y poco a poco, en medio de las escaleras, JeongGuk se dio vuelta con lágrimas saliendo de sus ojos.
Tras el cristal de sus gafas, parecía un niño pequeño, frustrado, aliviado a la vez por sacarse de encima tal rabia que llevaba acumulando en sí por un buen tiempo. JiMin lo abrazó sin dudarlo ni un segundo, y JeongGuk le devolvió el abrazo al agachar su cabeza en el hombro ajeno y sollozar. Era un llanto silencioso pero violento, que sacudía su cuerpo de arriba a abajo y hacía a sus piernas temblar.
— JeongGuk, fue asombroso. — dijo apenas el Slytherin, sonriendo porque se había deshecho el encantamiento de Olivia. Su dientecito torcido salió a lucirse, y al nombrado se le derritió el corazón sin siquiera detenerse a observarlo más de dos segundos. Más lágrimas salieron de él.— También te amo.
es un final satisfactorio ??
aaaa
se viene epilogo tvt
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