Advertencia: Recordemos que esto es ficción y que la mención de ciertos temas se da dentro del pacto de ficción. Agrego a esto: respeto.

Sensual.

Sobre su cuello la presión del grueso cinto se torna por momentos insoportable. Aquella tira de cuero que acarició hasta hacer calentar su culo cuando se estrelló contra él ahora arde en la piel de su garganta. Y lo excita, lo vuelve sensible a los estímulos: la mano pesada de SeokJin en su hombro; los muslos de Seokjin chocando en los suyos; sus cuerpos conectándose íntimamente, resbaloso; la respiración áspera de ambos. 

Sus párpados cerrados proyectan tenuemente la luz del ventanal y sabe que es mediodía, que es domingo, que está nublado, y que está cerca...

Seokjin no deja de empujarse en su maltratada entrada, y YoonGi carece de fuerzas para ir a su encuentro o para suplicar que le dé —valga la ironía— un respiro. Yace sobre la cama, con los codos apoyados en el colchón, el pecho pegado a la sábana, y las manos rasguñando los límites del cinturón que lo ahorca. El corazón ha migrado a sus oídos y le aturden sus propios latidos. Una necesidad repercute en su pecho, en un ruego por aire; oxígeno, más, más, más y nada alcanza, no parece suficiente. 

Con el rostro amoratado por el bochorno de tener encima el cálido cuerpo de Seokjin, y por el esfuerzo de obligarse a recordar que esto es, en términos peculiares, una demostración de amor, busca ciegamente un poco de aire para aliviar el temor. Barre con la lengua las gotas de sudor reunidas sobre su boca y saborea un rastro salado. Lágrimas gruesas, de un llanto hipócrita, se deslizan sin cesar por sus mejillas y saltan de su rostro a la cama cuando se remueve.

Las paredes de su interior resienten un calambre porque las embestidas del hyung están siendo impiadosas, sin ton, apenas una pasión desprolija que ya lo ha hecho correrse sin tocarse. La humedad pegajosa bajo su cuerpo es el recordatorio del gozo al que Seokjin lo empujó antes de cumplirle el capricho. Luego, él se mantuvo laxo, ofrenda de pecaminosa apariencia, mientras Seokjin, que no se había desvestido del todo en el primer asalto, se quitaba el cinturón y lo enroscaba en su muñeca dejando unos cuantos centímetros libres para los azotes. Fueron quince; los tres primeros tentativos, los siguientes una dulce tortura. Y el placer alcanzó a YoonGi mientras se retorcía buscando, sin convicción, escapar de su verdugo. 

—Enderézate y mira, YoonGi-ssi —mandó Seokjin, y YoonGi se percibió aletargado por lo que parpadeó y enfocó la vista al frente, al espejo que estaba al pie de la cama. Lugar donde lo dispuso Seokjin para que se vea.

Y lo que vio YoonGi fue morboso; aquella expresión que combinaba tanto el desconcierto como la lujuria, cabello mojado y despeinado, su boca mordida y los ojos acuosos. Pero no le importó esto, apenas sí la venda de cuero que cruzaba su cuello y que, como intuía, estaba magullando su piel por la presión. Detrás suyo, de rodillas, imponente: Seokjin lo dominaba. 

Esta visión le insufló adrenalina, lo arrastró casi a la fuerza contra otro precipitado orgasmo y mientras caía en la inconsciencia pudo escuchar maldecir a Seokjin, pero no mucho más. Se rindió satisfecho a la negra bruma.

Despertó rato después y estaba acomodado, en la dirección correcta, descansando en las almohadas de la cama. El cuarto de Seokjin —el que volvieron a compartir— permanecía en penumbras porque afuera una fina llovizna dio paso a la tarde. Estuvo pocos segundos adormecido, aunque enseguida tomó cuenta de su cuerpo y se percibió relajado, pleno. Despacio, las fichas de su memoria volvieron a su sitio y recuperó el eco de los besos, de los toques, los roces y los golpes. Pareció encenderse en fogonazo y no quiso extinguirse jamás. Sensible, la tela de la sábana lo animaba a regocijarse por lo compartido con...

Volteó a ver a su pareja, quien hacía vigilia de su sueño a su lado. Seokjin, sentado como si fuese a meditar, lo contempló en silencio antes de decir:

—Te has desmayado —Confirmó lo obvio.

—¿Agua...? —Le causó un vértigo delicioso comprobar que su voz enronquecida se debía a sus recientes actividades. No fue un sueño, fue real. 

Seokjin se apresuró a alcanzarle una botella de agua y YoonGi bebió sin preocuparse en derramarla. Le temblaban las manos y se sentía débil todavía. Su hyung lo rodeó y lo apretó en un abrazo que contrastaba con lo que le hizo antes. Pero YoonGi, aunque no lo necesitara, se dejó consolar.

—Gracias por esto.

—Te amo demasiado —Reprochó Seokjin, la voz amortiguada entre sus cabellos.

YoonGi sonrió escondiendo el rostro en el desnudo pecho del hyung, respiró hondo el perfume del sexo que los dos conjuraron.

No olvidaría este regalo de aniversario.

Nota:

Si esto fuese el famoso challenge 30 días de smut, o algo así, ya habría cumplido varios ítems, la verda'.

Hubiera recomendado canción para acompañar el cap, pero lo cierto es que estaba escuchando Love is the End  de Keane y se llegaría a temer que no acaben juntos. Y acá quería dejar en claro que acaban bien y juntos, vio?

Bien, anakaren296 no puedes quejarte ahora. Es todo lo que puedo hacer para demostrar el "y vivieron felices forever, you know?"

No quería hacer un "romance" del "mariposas en el estómago", sino del "nos queremos tanto que duele, pero, ¿no es eso amor también?".

Por cierto, publico ahora porque me quedaré sin datos mañana y no tendré para publicar hasta no sé cuando. Aunque SÍ PODRÉ LEER historias, así que no te liberas del trato, ok?

En fin.

Nuevas negociaciones, contrataciones de OS, firme aquí:

Jaja

Gente que no es Anaka y se pasea por aquí, ¡Aló! ¡Gracias por leer!

Bye :)