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fιиαl
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Lalisa descansaba pacíficamente en la cama del hospital. Esta vez no había demorado tanto tiempo en despertar, fueron solamente cuestión de minutos para que lo hiciera. Lo primero que vió fue la potente luz del techo, brillando tanto que le causó un mareo.

Se acostumbró a la luz y miró a su alrededor, encontrándose con el azabache con las manos en la cara.

—¿C-Cómo pasó e-esto?...— susurraba, sollozando.

Lalisa se sintió terrible al ver esa escena, que prontamente también le dieron ganas de llorar. Se sentía culpable y creía que todo era su culpa en ese momento.

Su maldita culpa.

Era mejor dejar de existir para ya no sufrir más. Ya no quería ver sufrir a las personas que amaba, porque siempre era su culpa.

Lo de su madre fue su culpa, porque ella no la valoró lo suficiente.

Lo de JungKook era su culpa, porque ella se metía en problemas.

Estaba tan harta de todo ese dolor que la mejor opción era dejar de vivir. Dejar que todo se alivie y todo vuelva a como era antes de que se conocieran. No era culpa de JungKook de eso, sino suya.

Todo era su culpa.

JungKook se limpió las lágrimas y decidió levantar la cabeza, encontrándose con su amorcito despierta, con una mirada perdida viendo a la nada. Rápidamente se acercó a ella, tomándole su mano y soltando más lágrimas.

—L-Lisa...— pronunció entrecortadamente, ahogando un grito que en verdad quería dar.

La pelinegra retiró su mano de la de JungKook, para acariciarle la cabeza y decirle débilmente que todo está bien.

—N-Nada está b-bien, L-Lice— hipaba, por lo que casi nada se le entendía.

   Pasaron varios minutos en donde ninguno de los dos decía nada, solamente se escuchaban los sollozos del azabache. Eso era lo único que se oía en ese incómodo silencio.

   Una vez que se calmó quiso preguntarle qué había pasado para que acabara en esta situación, aunque lo suponía, pero quería que Lisa se lo confesara.

   Al fin y al cabo, no tuvo que preguntar.

   —Perdón... fue mi culpa— habló débilmente. Se sentía cansada, con la respiración irregular.

   —No es tu culpa, amor— dejó salir unas cuantas lágrimas—. Fue mi culpa al haber hecho cosas con chocolate cuando sé que lo tienes prohibido— bajó la cabeza—. Fue mi error y lo siento.

   ¿Por qué se disculpaba si la que había desobedecido había sido ella? Él no tenía la culpa de nada y jamás tendría la culpa de algo.

   El doctor hizo acto de presencia en la habitación, junto con un enfermero.

   —¿Por qué no avisó que había despertado, joven Jeon?— preguntó reclamante el doctor—. ¿Hace cuánto está despierta?

   —Hace cinco minutos— mintió.

   El doctor asintió y se acercó a la paciente, pidiéndole al enfermero que sacara de ahí a JungKook. El azabache salió de ahí y se sentó en la sala de espera, con el corazón dolido y con inmensas ganas de llorar.

   Una chica se sentó a su lado, saludándolo, haciendo que él levantara la vista para encontrarse con la persona que menos deseaba.

   Panpriya.

   —¿Qué haces aquí?— preguntó mirando a otro lado.

   —Por si no sabes, mi hermana está aquí y obviamente vine a ver cómo está— respondió—. Cuando está contigo, siempre le suceden cosas.

   Él la miró indignado.

   —¿Disculpa? Al menos yo no aparecí de la nada y me inventé toda una historia para encontrar un lugar donde quedarme— se defendió.

   —¡No me inventé nada!— gritó—. Si me hubiera inventado algo, ¿cómo explicas que tengo su cara? Obviamente somos gemelas.

   —Ay, por favor, ya para— cubrió sus oídos con sus manos—. Me estás dando migraña.

   La rubia iba a responder, pero no lo hizo. No valía la pena pelearse en medio de un hospital. Suspiró y cruzó sus piernas, mirando al azabache.

   —Hace poco Lisa me contó algo que, probablemente, no sepas— empezó, pero él no la miró ni hizo nada para que prosiguiera—. ¿Sabes cuándo empezó su adicción? Probablemente digas que hace casi dos años, cuando la viste por primera vez. Pero eso no es cierto, sino que lleva más años consumiendo eso.

   El azabache decidió mirarla, buscando en su mirada si lo que decía era verdad y al ver que sí... se sintió traicionado. Lalisa le había dicho que aquello comenzó cuando entró a la preparatoria, pero tal parece que le mintió.

   —¿Q-Qué?

   —Ahora me prestas atención, ¿no? Bueno, continuaré— se acomodó en el banco incómodo de la sala de espera y suspiró—. Hace como ya cinco años, empezó su adicción al chocolate, por lo que lo comía diariamente en cantidades excesivas y notó que estaba engordando a paso rápido y que su nivel de azúcar estaba subiendo demasiado— hizo una pausa—. Asimismo, su madre la llevó al doctor para ayudarla con su adicción y el doctor le dijo que tenía que mantenerse en forma sino quería dejar el chocolate. Y como Lisa era demasiado floja como para hacer ejercicio, decidió que la mejor forma de quemar grasa era por medio del baile.

   —Por eso le gusta bailar...— se dijo a sí mismo.

   —Exactamente— le dió la razón Priya—. Y así, es como Lalisa cada día practica una o dos coreografías, ya sean fáciles o difíciles. Realmente no importa, pero conque sude, es suficiente para quemar grasas. Aunque...— se mordió el labio y prosiguió—, estos últimos días no ha estado haciendo para nada ejercicio, pero sí se había cuidado hasta ese día.

   JungKook la miró con el ceño fruncido.

   —Verás, me contó que el anterior día había comido una bolita de chocolate y que no le había dolido el corazón como el doctor le había dicho, por lo que consumía pequeñas cantidades— miró a otro lado y empezó a jugar con sus dedos—. Pero, las cantidades reducidas que antes comía, ahora eran mayores— lo miró de nuevo—. Por eso le empezó a doler el pecho en la parte del corazón y por eso es que ahora Lisa está en riesgo de morir sí o sí.

   Terminó de contar todo lo que sabía y empezó a morder su labio. Notó como JungKook había empezado a llorar; había tocado un punto demasiado sensible.

   —¿Cómo no me di cuenta?— se preguntó a sí mismo con las manos en la cara—. S-Soy un idiota...

¿Qué debería hacer Priya en estos momentos? No sabía cómo lidiar con esta situación, por lo que nada más se mantuvo en su lugar, llorando en sus adentros.

El doctor salió minutos después, avisándole al novio que podría ingresar a la habitación. JungKook se paró y entró, mirando con mucha tristeza a Lalisa.

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