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   Todos, absolutamente todos, estaban empapados de sudor. Habían estado bailando por horas, tanto como sus amigos y Lisa. Ésta última sintiéndose emocionada y verdaderamente feliz por probar algo nuevo.

La mayoría de sus amigos estaban ebrios, siendo JungKook y ella los únicos que estaban completamente sobrios, bebiendo únicamente agua o algún refresco.

Lalisa se había divertido tanto en su vida, aunque su corazón estuviera doliéndole, a tal grado del que no se esperaba y no debía pasar. Hace meses había dejado de dolerle, cuidándose y dejando el chocolate para siempre. Porque si lo consumía, aunque sea un poquito, puede causarle daños muy graves de tan sólo una migaja.

Y Lisa no quería eso, no cuando su vida estaba mejorando de la mejor manera posible.

Llegó el momento en el que ella y JungKook tenían a llevar a sus amigos a sus respectivas casas. Por lo que se pusieron manos a la obra y jalaron hacia afuera a todo el grupo, quejándose o cayéndose por lo ebrios que estaban.

   Los subieron a la parte de atrás de la camioneta y JungKook empezó a conducir, parando en la entrada de las respectivas casas de los demás. Una vez hecho todo eso, el azabache condució hasta la casa de Lisa, poniendo música clásica en la radio.

   —¿Te divertiste, amor?— preguntó tomándole su mano y Lalisa entrelazó sus dedos.

   —Sí— respondió sincera—. Fue divertido.

   Llegaron a casa de la pelinegra y entraron, ambos dejándose caer en el sofá de la sala.

   —Me iré a dar una ducha— avisó la pelinegra parándose.

   —¿Nos bañamos juntos?— preguntó tímido JungKook, haciendo que ella volteara a verlo con las mejillas rojas—. Digo, para ahorrar agua.

   —¿N-No sería raro?

   —¿Por qué sería raro? Las parejas lo hacen— explicó.

   —Pero lo hacen cuando llevan años de novios y tú y yo llevamos meses— se cruzó de brazos.

   —En dos meses cumplimos un año— recordó— y te recuerdo que no es la primera vez que te veré sin ropa. ¿No recuerdas cuand...?

   —¡Y-Ya entendí!— interrumpió con la cara roja. Se volteó y caminó hacia el baño.

   —¿Entonces es un "sí"?— insistió y Lisa le lanzó una toalla que impactó en su cara, sacándole carcajadas por la graciosa situación.

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Lalisa despertó, encontrándose con el rostro de JungKook muy cerca, mirándola fijamente. Hace un buen rato el azabache había despertado.

—Eres hermosa, Lice— susurró—. Aún cuando duermes o lloras... eres hermosa.

La pelinegra se acercó a él y le besó los labios, acurrucándose en sus brazos.

—Buenos días, Kookie.

—Buenas tardes, de hecho— soltó una risilla—. Faltamos a la escuela, Lice, somos unos rebeldes.

—Supongo que no somos los únicos— dijo recordando a sus amigos—. ¿A quién se le ocurre ir a una discoteca un martes? ¡Exacto! Sólo a Jisoo.

—No la juzgues; tiene sus razones— rió—. Hoy es el cumpleaños de mi mamá y obviamente estás invitada.

—Oh, mi querida suegra— sonrió felizmente.

—Tenemos dos horas, así que es mejor que nos levantemos ahora— JungKook rodeó el delgado cuerpo de Lisa con sus fuertes brazos—. Pero no quiero levantarme— susurró.

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La fémina entró a la repostería "Kookie's", lugar en donde se haría una pequeña fiesta para el cumpleaños de HeeAe.

La cumpleañera abrazó a Lisa, dándole la bienvenida y diciéndole que se divirtiera. La fémina fue con el azabache y lo saludó con un beso y abrazo, haciendo que sonriera.

   —Bien, como el doctor dijo que no debes consumir nada de chocolate, me tomé la molestia en hacer los mismos postres con otros sabores— mencionó con una sonrisa orgullosa.

   —Aww, eres el mejor— le besó la mejilla—. Gracias, Kookie.

   La pequeña fiesta empezó bien, todos haciendo uno que otro juego didáctico para no aburrirse mucho. Tampoco es que haya sido una gran fiesta, era más bien una reunión.

La mesa de postres se veía tan exquisita. Cada uno con un pequeño domo cubriéndolo para evitar cualquier suciedad. Lalisa fue ahí y agarró una galleta de chocolate a escondidas de todos, pero sobretodo de JungKook.

Había extrañado tanto ese dulce sabor que era imposible no consumir aunque sea un poquito. Sabía que lo tenía prohibido, pero era algo que no podía dejar, a pesar de llevar meses sin comerlo.

"Sólo una pequeña mordida", pensó, pero para cuando se dió cuenta, se lo había acabado todo y había vuelto a agarrar otra.

Su corazón empezó a dolerle, asustándola por las fuertes punzadas que le daba. Agarró un poco de agua y bebió rápidamente, haciendo que se calmase por un rato cuando otra vez volvió a punzarle.

Le dolía mucho, por lo que no podía fingir que estaba bien.

   Diablos, ¿en qué estaba pensando? Si le dijeron que no, era un no, pero ella desobedeció y ahora estaba sufriendo las consecuencias.

La voz de JungKook llamándola hizo sentirla mareada.

—¿Lisa? ¿Te sientes bien?— tomó su rostro con sus manos, notando que estaba sudando—. Lisa, bebé, amor... ¿Qué tienes? ¡L-Lisa!

El azabache reaccionó rápido y atrapó a la pelinegra antes de que cayera al suelo. Se había desmayado y a él le entró un pánico enorme.

Alertó a su madre, quien pronto llamó a la ambulancia. Todo pasó en un parpadeo que no se pudo analizar bien la situación. Le aterraba lo que le fuera a pasar, pero la pregunta es, ¿cómo pasó?.

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