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ρlαcєя
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Lisa escuchó toda la historia atentamente, asintiendo en ocasiones. Al parecer, no era tan malo como pensaba.

   Priya no parecía una persona mala, sino que era todo lo contrario. Era, hasta incluso, muy amable como ella y se culpó de haberla juzgado sin haberla conocido.

   —Entonces eso pasó...— concluyó cuando su hermana terminó de hablar. Priya asintió.

   —Me gustaría saber una cosa, ¿cuándo empezó tu adicción al chocolate?— preguntó la rubia y Lisa lo pensó.

   —Hace como cuatro años y medio...

—¿JungKook lo sabe?

—No y no se lo digas— advirtió—. Le dará un ataque si se entera que empezó hace mucho tiempo.

—¿Por qué lo empezaste a consumir?

Lisa la miró. Parecía policía, o psicóloga, haciendo demasiadas preguntas. Lo encontraba raro, pero de todas formas, respondió.

El chocolate calma la tristeza— contestó mirando a un punto fijo.

—¿Por qué estás tris...?

—Oye, solamente te pedí que me contaras la historia, no que me hicieras tantas preguntas— interrumpió y suspiró—. No quiero ser grosera, pero, ¿puedes irte? Otro día tendremos más tiempo para hablar. Además, tengo otra visita y...

—Oh, JungKook, ¿no?— interrumpió ahora ella y rió—. Entiendo. Bueno, me voy y gracias por escucharme.

Se levantó y se retiró de la casa con una reverencia, dejando a una Lisa con el ceño fruncido. ¿Cómo ella conocía a JungKook? ¿Y por qué él no se lo había dicho? ¿Acaso hicieron algo que ella no sabía? ¡¿Por qué no se lo había dicho?!

—A ver, Lisa, cálmate— se tranquilizó a sí misma—. No saques conclusiones apresuras. Todo tiene una explicación, ¿no?

Respiró hondo y caminó hacia su habitación, en donde su JungKook descansaba, aunque se detuvo y fue a la cocina.

—Cierto, los platos.

Los lavó y secó rápidamente, acomodándolos en el lavaplatos.

—Bien, ahora sí.

Abrió la puerta y entró, notando que JungKook estaba acostado de lado a espaldas de ella. Tenía los auriculares puestos, por lo que no la escuchó entrar.

Miró por un rato su espalda, notando lo ancha que empezaba y lo pequeño que terminaba, debido a su pequeña cintura. Parecía una línea recta hacia abajo. Lisa jamás pudo ver su cintura hasta ahora, porque JungKook siempre usaba camisas anchas muy sueltas, marcando nada más el comienzo de su pecho.

Sonrió sin poder evitarlo y se acercó a él, luego le preguntaría sobre Panpriya, porque, ahora, quería estar con él.

Se acostó atrás suyo, abrazándolo por la espalda, sobresaltándolo. Él se quitó los auriculares y se volteó hacia ella, sonriéndole coqueto.

—¿Quién era? Bueno, no importa— la tomó de la cintura y acercó su rostro al de ella—. ¿Y bien? ¿En qué estábamos?— preguntó coqueto, mirando sus labios.

Lalisa le sonrió y lo besó, creando un beso apasionado con un par de sonidos no apto para menores.

   Cambiaron de posición, a como estaban antes de que Priya los interrumpiera: JungKook encima de Lisa. El ritmo de los besos cada vez se volvía más rápido, hasta el punto de parecer desesperado. El azabache dejó los labios de Lisa y empezó a besar el cuello blanquecido de ésta.

   La pelinegra estaba experimentando algo completamente nuevo, algo que lógicamente no había sentido antes. Aquel cosquilleo en su vientre era muy extraño, al igual que el inquietante calor que su cuerpo comenzaba a emanar. ¿Qué era lo que sentía?

   A pesar de todo, lo había sentido antes, pero no tanto como ahora. ¿Era acaso el dulce tacto que JungKook le daba? ¿O qué? No lo sabía, aunque de igual forma, le daba cosa preguntar. Porque, ¿qué tal si el ambiente cambiaba? No quería eso.

   Aunque... quería sentir más a JungKook. Quería sentirlo más cerca de ella, no sabía cómo, pero eso quería.

   La pijama que aún traía empezaba estorbar. Tenía tanto calor que quería quitarse todo, absolutamente todo. Aunque ahora que lo pensaba, ¿JungKook también se estaba sintiendo como ella o era la única?

   Los besos del azabache se fueron haciendo húmedos, bajando poco a poco, poniendo a Lisa más nerviosa de lo que ya estaba.

   —¿Q-Qué haces?— tartamudeó, con el rostro muy rojo. JungKook paró su acción y miró a Lisa, con el rostro igual, o inclusive, más rojo que el de ella.

   —¿T-Te mol-lesta?

   Él también tartamudeaba y también se le notaba lo nervioso que estaba. Entonces Lalisa concluyó que no era la única y sonrió en sus adentros. No era la única que se sentía de esa manera, notaba cómo JungKook empezaba a sudar debido al calor de sus cuerpos.

   —N-No, pero... me siento rara— confesó, mirando para otro lado.

   —¿Quieres que pare?

   —N-No sé...— cubrió su rostro con sus manos, en un intento de calmar su timidez. JungKook se puso en una posición cómoda, aún encima de Lisa, sin lastimarla y le quitó las manos de su bello rostro, sonriéndole con ternura.

—Nunca habías sentido esto, ¿no?— comenzó a acariciarle y besarle las manos—. Para mí, no es la primera vez que siento algo así, pero aún así no deja de ser extraño.

Lalisa tragó grueso y tuvo el valor de mirarlo.

—Es placer, Lisa— dictaminó, sonrojándose ligeramente—. Lo que sientes, es placer.

Miró a otro lado y mordió su labio inferior. "Así que era eso", pensó.

—¿Q-Quieres que siga o... lo dejamos así?— seguía mirándola, esperando que dijera o hiciera algo—. Porque si me dices que lo dejamos hasta aquí... lo entenderé. Habrá tiempo para eso, no tiene que ser ahora si no quieres.

—Es que... sí quiero, pero tengo miedo...— habló al fin, sin mirarlo.

—No quiero que te veas en la obligación de aceptar solamente porque te estoy diciendo esto— habló comprensivo—. Mírame, Lice— pidió y la pelinegra hizo lo pedido—. No te voy a obligar. Cualquiera que sea tu decisión, la respetaré.

La pelinegra se removió y JungKook se quitó de encima, obteniendo una respuesta, aunque se sorprendió al notar que Lisa lo besó de la misma forma en la que él la había besado antes.

Recostó a JungKook en la cama y se posicionó encima de él, tomando el control de sus acciones. A veces hay que divertirse y dejar los problemas atrás, además, si se le estaba presentando la oportunidad, ¿por qué no aceptarla?

—Te dije que sí quiero.

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Las vigilo, pecadoras -_-

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