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нιѕтσяια
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El azabache salió del hospital y caminó hacia la casa de su amorcito. Todo el camino estuvo serio por fuera, con la mandíbula apretada y el ceño demasiado fruncido, pero por dentro estaba triste, destrozado. Quería que todo esto acabara de una vez por todas y de la mejor manera.
Había llegado a la casa, abrió la puerta y entró, encontrándose rápidamente con la chica a la que buscaba. No pensaba encontrarla tan rápido, pero estaba agradecido por ello.
La examinó de pies a cabeza, era exactamente igual que Lisa, solamente que el color de su cabello era otro y el estilo de ropa que usaba era distinto. Era como uno más rockero.
—Tú eres Panpriya... ¿no?— preguntó sin poder creerlo y la chica asintió, asustada al verlo ahí.
—Tú debes ser su novio, ¿no?— preguntó de la misma forma y el azabache asintió—. ¿Por qué estás aquí?
—Vine porque quiero escuchar todo lo que Lisa no quiere oír.
La rubia lo miró con seriedad y se sentó en el sofá, cruzando tanto los brazos como sus piernas.
—¿Como por qué te lo contaría?— se metió una paleta en la boca—. No eres relevante en esta historia.
Era cierto en cada sentido de la palabra. Él no merecía meterse en lo que no debía, pero Lisa tampoco quería hablarlo y él lo quería saber para poder ayudarla, para hacerle ver que ella no era la mala de esta historia. Aunque por su carácter, decía lo contrario.
—Tienes razón— sonrió de lado, paseándose por la sala—. No soy ningún personaje en tu historia, pero en la de Lisa sí.
La rubia empezó a carcajearse, como si le hubieran contado el chiste más gracioso del mundo.
—Cariño, así no funcionan las cosas— sonrió maliciosamente—. Pero, te la contaré, chico bonito— le guiñó el ojo.
JungKook se sintió tímido y a pesar de que ella se parecía mucho a Lisa, no dejaba de ser otra persona. Otra persona que era casi idéntica a su chica.
—Tengo novia y esa es tu hermana— se defendió y Priya rió.
—Tengo su cara, así que físicamente estás hablando con ella.
—Pero no con ella.
La chica frunció el ceño, enojándose, pero se tranquilizó porque no valía la pena molestarse así como así. Aclaró su garganta y le sonrió.
—Bien, todo empezó cuando mis padres se divorciaron, yo me quedé con mi papá en Tailandia cuando Lisa se fue con mi mamá a Corea— empezó diciendo—. Mis padres nunca se odiaron y nunca discutieron, por lo que me contó mi padre, así que si es verdad eso, no entiendo cómo es que se divorciaron y nos separaron. Bueno, ya me estoy desviando— sacudió su cabeza y chupó la paleta que tenía en la boca.
El azabache la miraba con atención, analizándola más a fondo y notando que había algo en su rostro que las diferenciaba. Por si algún día se les ocurre teñirse el cabello y cortárselo igual, de modo que esta vez sí sean físicamente iguales, él se daría cuenta de quién era su novia por un simple lunar. Priya tenía uno en el cuello, casi en el centro, que Lalisa no tenía.
—¿En qué estaba? Ah sí— relamió sus labios—. Bueno, conforme iba creciendo, mi padre me decía que tenía una hermana gemela. Me mostraba fotos de ella que mi mamá a veces le mandaba, videos, audios... prácticamente todo. Me decía lo que le gustaba, lo que no, cómo se vestía, su carácter, personalidad, etc. Me hablaba de ella como si fuera algo especial y desde pequeña me pregunté qué era lo que ella tenía que no tenía yo, porque mi padre hablaba maravillas de ella.
Tomó una pausa y miró al azabache, éste mantenía una mirada neutra y sin expresión. Eso hizo que Priya se pusiera nerviosa y mirara a otro lado. No todos los días te encuentras con alguien así de bonito.
—Debo admitir que me puse un poco celosa al principio, pero después empecé a admirarla, porque ella hacía cosas que yo no— se quedó callada por un segundo y suspiró—. Ella tenía muchos logros cuando yo apenas estaba teniendo uno. Pero eso no es relevante. Me dieron unas tremendas ganas de conocerla, eso fue a la edad de diez años y le pedía muchas veces a mi papá que me dejara verla y así poder conocerla. Pero él siempre me decía que no, porque no estábamos bien económicamente...
Sin querer, una lágrima salió de sus ojos. JungKook quiso ir a abrazarla, pero no estaba tan seguro de hacerlo y, además, se sentiría raro.
—Pero... logramos sobrevivir— lo miró y le mostró una sonrisa triste—. Mientras ella vivía con estos lujos, yo vivía en una caja; no literalmente, pero me entenderás— JungKook asintió—. A medida que fui creciendo, él me seguía contando más sobre ella y me dijo que cuando cumpliera mi mayoría de edad, me dejaría ir a verla. Aunque, como te habrás dado cuenta, sucedieron cosas inesperadas y por eso estoy aquí.
JungKook mentiría si dijera que no le tuvo lástima, porque su historia no era como él imaginaba. Ella vivió en la pobreza, luchó por seguir con vida y estar aquí y por supuesto que no se merecía ese mal trato de Lisa.
Se levantó de donde estaba sentado y caminó hacia donde estaba ella, se sentó a su lado y le extendió los brazos. Priya dudó si aceptarlo, pero al final lo hizo, lo abrazó y sintió lo cálido que era. Nunca había abrazado a otro hombre que no fuera su padre y se sentía bien... demasiado bien.
JungKook hizo círculos en su espalda, haciéndole masaje y le dió un beso en la frente, a lo que la chica se puso nerviosa.
—¿E-Eres así con todas las chicas?— preguntó y JungKook rió.
—Perdón, pero es costumbre— sonrió de lado—. Me entenderás.
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