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ρєяdóи
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   —Mi madre está viva... mi madre está viva...— repetía en voz baja.

   Priya no sabía qué hacer, ¿cómo le demostraba que todo lo que le decía era verdad? Ella no le creía y se estaba desesperando.

   —¿Quieres ir a verla?— preguntó después de un rato y Lalisa la miró con desesperación—. Está en el hospital cerca de aqu...

   —Ella no está ahí, ella fue al mercado y volverá en unos minutos...— seguía repitiendo. Todavía sin creerle.

   Panpriya se levantó del suelo y le tendió la mano, a lo que Lisa la miró con extrañeza.

   —No voy a agarrar tu mano— espetó y se levantó por sí sola. Se limpió el rostro con la manga de su suéter y abrió rápidamente la puerta, cerrándola para que esa tal Priya no saliera y corrió hacia donde aún seguía JungKook. Se subió rápidamente al auto, escuchando los llamados de su hermana—. Arranca.

   —Pero, Lisa, t...

   —¡Arranca de una maldita vez, carajo!— le gritó y sintió un nudo en su garganta, maldiciéndose por gritarle a la única persona en la que confiaba y a la que amaba con todo su ser.

   JungKook obedeció y reprimió sus ganas de llorar. Nunca nadie le había gritado, ni siquiera su madre y que lo hiciera la persona que le gustaba, se sintió triste, culpable. Si tan solo no hubiera hablado... se habría ahorrado eso.

   En su pecho sintió una opresión. Quiso preguntarle qué había pasado ahí dentro, pero no dijo nada, tal vez porque no quería que le gritara otra vez.

   —Conduce hasta el hospital.

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   —Esta niña está loca— habló Priya por el teléfono—. ¿Cómo es que sale corriendo y me encierra en su propia casa?

   —No es normal encontrarse una persona que es igual a ti, es bastante obvio, ¿sabías?— respondió la persona del teléfono—. Está asustada. Dale tiempo y confiará en ti. ¿Sabes dónde está ahora?.

   —Sí... y ya estoy llegando— la rubia miró el edificio—. Te llamo luego, Hani.

   —Suerte, amiga.

   Y colgó. Entró al lugar y fue directamente a la habitación de su madre y notó por la pequeña ventana que Lisa estaba ahí adentro, llorando mientras era abraza por su novio.

   —¡Todo es su culpa!— sollozaba su hermana en el suelo, siendo consolada por ese bonito azabache—. ¡Si tan sólo no hubiera aparecido, nada de esto habría pasado!

—Lice, amor, ella no tiene la culpa de que a tu madre le haya pasado lo que le pasó— hablaba JungKook—. Fue coincidencia.

—Las cosas pasan por algo, JungKook— dijo mirándole, cansada ya de llorar—. Sácame de aquí, por favor...— pidió y el azabache la levantó y la llevó hacia la salida. Panpriya se escondió para evitar ser vista y siguiera amargando la vista de Lisa, cuando ella solamente quería demostrarle quién era.

༻°🍫°༺

   Lalisa se veía tranquila y serena durmiendo. Después de haber llorado por un par de horas, diciéndole a JungKook que esa tal Priya era alguien que nada más vino para traer desgracias, se había quedado dormida. El azabache solamente la escuchaba, porque decir su opinión era algo que Lalisa obviamente no necesitaba. No podía retractarla o decirle que lo que pensaba estaba mal.

No quería porque tenía miedo. Miedo de que una sola palabra la lastime y eso era lo que menos quería para ella. Podía darle consejos, pero de nada serviría porque ella seguiría pensando igual.

Todo, absolutamente todo, se vino abajo y tomó un giro inesperado en tan sólo segundos. Aún no creía que esto podía ser real o no.

No quería que su amorcito sufriera y mucho menos verla llorar, por lo que estaba haciendo lo que ella quería que hiciera. Estaba mal en el sentido de la comunicación, pero JungKook la amaba tanto que no quería perderla de esa manera, aunque sabía que estaba mal.

Diría que él había pasado por algo similar, pero estaría mintiendo. Lo similar era lo del accidente de la madre de Lisa, pero en este caso sería su padre, el señor Jeon, quien sólo estuvo con él los primeros tres años de su vida. Por lo que no lo conoció lo suficiente como para que llorara por su muerte.

   Sonaba cruel, pero era la verdad.

   Volteó a ver a Lisa y examinó su rostro. Su maquillaje estaba corrido por el agua de sus lágrimas, aunque no se veía tanto. Tenía marcas de lágrimas secas por sus mejillas; sus pómulos de un color rojizo junto con su nariz al igual que sus bonitos labios. Su rostro estaba cansado y se notaba demasiado; no quería ni pensar cómo estaría en los siguientes días. Ni siquiera quería imaginar lo que pasaría en los siguientes días.

   Lalisa aún no le había contado toda la historia, así que esperaría el momento correcto para sacar conclusiones. Pensó tanto que no supo medir la noción del tiempo; su novia había despertado y aún se le notaba triste.

   Notó que JungKook miraba a un punto fijo, sentado en su cama en una posición incómoda que supuso ya llevaba algunos minutos, o inclusive horas así. Recordó que le había gritado hace muchas horas atrás y no se había disculpado con él. Se acurrucó a su lado, asustándolo y sacándolo de su trance.

   —Oh, despertaste— le sonrió el azabache—. ¿Descansaste?

   La pelinegra se odió en el momento que él aún le seguía sonriendo. No importaba lo malo que pasara, si le gritaba, si lo trataba mal, él aún mantendría esa sonrisa radiante que amaba ver.

   —Sí y... gracias— respondió suave.

   —No hay de qué— le sonrió.

   —No, gracias por estar siempre para mí y perdón por gritarte, estaba presentando varios sentimientos a la vez que no medí mis acciones ni mis pal...— fue interrumpida por los labios del azabache acariciando los suyos con suavidad.

   —No tienes porqué explicarme— le acarició la mejilla—. Te entiendo, Lice.

   —Eres lo mejor que me ha pasado— hizo un puchero—. Te amo tanto, JungKook.

   Era la primera vez que Lalisa decía el "te amo" y no había palabras para describir la felicidad y emoción que sentía en ese momento.

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