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cнαитαʝє
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𝕄𝕒𝕣𝕒𝕥𝕠𝕟 4/?

   Vergüenza, eso era lo que sentía en ese momento, ¿y cómo no? Si su suegra los había encontrado en una escena que obviamente era muy íntima. Aunque no era la primera vez que pasaba, porque recordemos que HeeAe los había encontrado en las mismas hace un par de días.

Lalisa y JungKook estaban sentados en las sillas el comedor, mirando el suelo y con sonrojos en sus mejillas. Ninguno había dicho palabra alguna desde que la madre de Lisa había llegado. ¿Qué estará pensando esa mujer?

—Y... ¿qué estaban haciendo?— preguntó Mali, su madre, con los brazos cruzados—. No porque no viva aquí significa que pueden hacer ese tipo de cosas.

Sonaba molesta, aunque en realidad no lo estaba. Lalisa ya estaba lo suficientemente grande y sabía cuidarse sola, pero no estaba en condiciones como para hacer eso. Ni siquiera estaba en la universidad y ya estaba empezando a andar de novia con ese bonito azabache.

—¿Por qué no me dijiste que venías?— preguntó la pelinegra, rompiendo el silencio incómodo que se había creado—. Tú nunca me visitas... y es extraño que vinieras...

—No me hables así. Respétame que soy tu madre— se defendió.

—Cuando te conviene eres mi madre— lo dijo en tono bajo, casi inaudible, que Mali no lo pudo llegar a escuchar.

   —Escucha, estoy feliz de que tengas a alguien, cariño. Solamente fue la impresión que hizo que reaccione así— explicó Mali y agarró la mano de su hija—. Te quiero mucho, cariño, por eso me preocupo por ti.

Era mentira. Todo era mentira. Lalisa no creía las palabras de su propia madre y sabía que solamente decía eso para quedar bien y que JungKook se llevara una buena impresión de ella. Le caía mal. Su propia madre le caía mal.

La pelinegra pensaba en seguirle la corriente o ser la niña malcriada que odiaba su madre, aunque tuvo un poco de compasión y optó por lo primero.

—Lo sé, mamá— dijo suave—. También te quiero y sé que lo que estábamos haciendo estaba mal y te pedimos disculpas por eso.

Oh, Dios, sonaba tan falso...

—Bien, creo que no los presenté correctamente. Mamá, él es Jeon JungKook— presentó Lisa, mirándolo—, mi novio.

Diablos, sonaba raro esa palabra.

Mali le sonrió al azabache de forma agradable, al menos su hija tenía buenos gustos.

Le preguntó qué tanto le gustaba y qué tanto hacía en su tiempo libre. También de qué intenciones tenía con su hija y cosas así. Cosas básicas que toda madre le preguntaba al pretendiente.

—Veo que eres una gran persona, JungKook— halagó Mali, sonriéndole con sinceridad—. Y me da gusto que por fin Lisa tenga novio.

La pelinegra pensó que lo que decía su madre, lo decía de mentira, pero fijándose en sus palabras y en su expresión, sabía que lo que decía era verdadero. Por lo que se sintió confundida. Bien, su madre siempre la había tratado con cariño y con maldad al mismo tiempo; era esa madre amorosa que todo mundo quiere, pero también era lo contrario a eso y Lalisa no sabía el porqué era así.

Y le molestaba mucho que fuera de esa manera. Pensaba seriamente que su madre tenía una leve bipolaridad, pero no debía juzgarla, aunque le era imposible no hacerlo. Suspiró y se levantó de su asiento, para agarrar el brazo de JungKook y levantarlo, mirando a su madre con una sonrisa falsa.

—Nos tenemos que ir, mamá— dijo—. Vamos a salir con unos amigos y estamos un poco atrasados. Así que, si nos disculpas, nos vamos— JungKook se levantó y fue arrastrado por Lalisa hacia la puerta principal, pero antes de salir, se giró hacia Mali —. Debes estar cansada, ¿por qué no descansas?

Y dicho eso, la pelinegra salió de ahí, sin despedirse de su madre y jalando al azabache del brazo. Y éste se despidió de la madre de su amorcito con una reverencia rápida y sonrisa apenada.

   Una vez afuera, JungKook detuvo el andar de Lisa, cruzando los brazos, esperando a que ella se volteara a verlo.

   —¿Qué fue eso?— preguntó con el ceño fruncido. Lalisa tampoco sabía qué había sido eso.

   Se quedó callada, mientras miraba el piso y mordía su labio. Quería irse de ahí, o simplemente que JungKook no le estuviera regañando.

   —Ve y discúlpate con tu madre— más que una oración, fue una orden.

   —Tú sabes mis problemas con ella. Un simple "perdón" no va a solucionar nada.

   —Vale la pena intentarlo, mi amor.

   "Mi amor", JungKook jamás le había dicho de esa manera y en verdad ese simple apodo hizo que Lalisa se convenciera en hacer lo que él le pidió. No, no se iba a rendir tan fácil. Debía ser fuerte y evitar que su corazón reciba sacudidas o alteraciones que solamente Kook podía provocar.

   Se quedó callada, buscando qué decir. Suspirando profundamente y pensando en que JungKook tenía razón; sí quería cambiar las cosas, debía actuar ahora,

—Lo haré, me disculparé con ella... solamente si me llevas a cenar— sonrió tiernamente.

Qué chantajista eres.

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