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єиѕαуσѕ у ¿ρєlυqυєяια?
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𝕄𝕒𝕣𝕒𝕥𝕠𝕟 1/?

   —Atención, jóvenes— llamó el director Gong, haciéndose notar—. En una semana será el día de los deportes, por lo que tendrán dos módulos libres para practicar en el gimnasio, ¿okay? No quiero verlos jugar ni perder el tiempo; los quiero ver practicar.

   Los estudiantes asintieron.

   —Por mi parte, eso sería todo— habló de nuevo—. Pueden retirarse.

Y tal como dijo el director Gong, sus estudiantes tomaron rumbo al gimnasio, siendo éste demasiado grande para que tres grupos enteros de cuarenta y cinco alumnos pudieran moverse a su gusto sin molestar.

   Lalisa entró con JungKook agarrado de la mano, mirando a todas partes buscando a Rosé. Una vez que la encontró arrastró al azabache con ella.

   —Hola, Rosie— saludó Lalisa, dándole un abrazo.

   —Hola, Lisa— saludó Rosé de la misma forma. Miró a su acompañante y le sonrió—. Hola para ti también, JungKook.

   El mencionado nada más asintió. Se acercó a su amorcito y le dijo que iba a irse con TaeHyung y con otros chicos a ensayar, avisándole y dándole un beso de despedida en la mejilla a la pelinaranja. Rosé chilló junto con otras chicas que estaban ahí.

   —Tienes suerte de tener un novio como él— mencionó la pelirroja aún emocionada—. Bien, ahora mismo vamos a ensayar un poco la coreografía— explicó—. Jisoo y Jennie no sé en dónde diablos están, pero en lo que vienen te mostraré la coreografía.

   Lalisa asintió emocionada y Rosé le mostró el baile en su celular, siendo éste un dance practice de PinkBlack. A simple vista, para ojos de Lisa, parecía una coreografía muy cargada, pero no era algo que no pudiera hacer. El video se repitió por segunda vez, esta vez Lalisa haciendo movimientos ligeros mientras lo veía y Rosé se sorprendió por lo rápido que se había aprendido la coreografía.

   Bien, Rosé había visto que Lalisa era una máquina de baile, pero no sabía que el tan solo ver diez segundos del baile una sola vez, ella podía imitarlos a la perfección. Como si hubiera practicado por horas, cuando solamente habían sido segundos. Lalisa era maravillosa.

   —¡Ya llegamos!— gritó una voz femenina, acompañada con una risa por parte de otra chica. Tanto Lalisa como Rosé voltearon a verlas y les sonrieron.

—¿En dónde estaban? ¡Tenemos una semana para ensayar nada más!— regañó la pelirroja—. Bueno, escuchen, si queremos imitarlas, tenemos que tener perfectamente sus vestuarios y colores de cabello, por lo que tendremos que teñirnos— explicó, mostrando imágenes de los looks de las artistas.

—¿Qué? ¡No! ¡Amo el color de mi cabello!— lloriqueó Jisoo.

   —¡Sí! Cerraré ciclos— dijo Jennie, poniéndose unos lentes oscuros y sonriendo. Rosé miró a Lalisa, buscando alguna queja o reacción por parte de ella.

   —Me da igual si me tengo que cortar el cabello o pintármelo— se encogió de hombros—. Pero lo haré— le sonrió y la pelirroja hizo lo mismo.

—Entonces, ¡hoy mismo vamos a la peluquería!— gritó emocionada Rosé.

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   —¡¿Qué vas a hacer qué?!

   Lalisa alejó el celular de su oreja por el fuerte grito de su madre. Había dado la casualidad de que su madre le llamara después de clases; Lisa le contó su día y lo que iba a hacer esa tarde con sus compañeras y su cabello. Aunque... lo último su madre no lo tomó bien.

   —Mamá, no grit...

   —¡Yo grito si se me da la gana! ¡¿Oíste?! Y yo mando aquí, así que te prohíbo cortar y pintar tu cabello— gritó nuevamente. Lalisa suspiró, rodando los ojos. Su madre era de esas madres que prohíben casi todo y eso a Lalisa le molestaba. Dios, solamente se iba a pintar y cortar el cabello, no era como si fuese a ponerse piercings.

—M-Mamá, es para un papel de una artista... por favor— rogó, abultando su labio, sabiendo que ella no podía verla.

Cariño, sabes que puedes pedirme permiso para lo que quieras, pero para maltratar tu cabello no— explicó suavemente, cambiando drásticamente su humor.

Lalisa odiaba su repentino cambio de humor, lo odiaba y repudiaba mucho. Porque de un momento a otro le estaba gritando como toda una fiera sin remedio y luego al otro momento, la estaba tratando como una madre amorosa.

Estás haciendo un puchero, ¿verdad?— suspiró—. Está bien, Lily. Te doy mi permiso, pero me mandas foto, eh.

Lalisa sonrió grandemente, parándose de la cama y haciendo un mini baile de victoria.

—¡Gracias, gracias, gracias!— agradeció infinitas veces.

De nada, mi cielo. Debo irme. Cuídate, por favor— dicho eso colgó, sin darle tiempo a Lisa para despedirse, aunque ella seguía haciendo su bailecito.

Pronto, una risilla se empezó a oírse en su habitación, haciendo que la pelinaranja parara de bailar y mirara asustada a su puerta. Se sorprendió al ver a JungKook ahí.

—¿Qué haces aquí? ¡Casi me matas del susto!— se sentó en su cama y puso una mano en su pecho—. ¿Cómo diablos entraste?

—Hola, mi amorcito, estoy aquí porque quería verte y entré con la llave que pones bajo las macetas— sonrió, como todo un niño bueno.

Eso hizo que Lalisa se asustara un poco más, ¿cómo es que sabía dónde escondía su llave? ¡Parecía un acosador!

—Ah, okay...— sonrió—. En este momento tengo que alistarme para ir con Rosé y otras chicas a un lugar— explicó, buscando ropa para meterse a la ducha.

—Bien, ¿a dónde iremos?— preguntó normal, siendo observado con rareza por la pelinaranja.

—Tsk, ¿disculpa? Tú no vas a ir— se dirigió al baño, y JungKook la siguió.

—¿Perdón? ¡Claro que voy a ir!— se metió al baño junto con ella.

—A-Ah, JungKook, sal de aquí, por favor— se puso nerviosa. Su baño era pequeño, por lo que ambos estaban frente a frente muy juntos.

—Solamente si me dejas ir— sonrió sin mostrar los dientes.

—Qué chantajista eres— frunció el ceño y suspiró—. Agh, está bien, pero sal de una vez.

JungKook asintió emocionado, dándole un rápido beso a Lisa en sus bonitos labios y luego saliendo del baño.

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