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llυνια
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Después de la amenaza que le había dado a Yugyeom, su enojo se fue rebajando cuando leyó el mensaje que le había llegado que, por supuesto, era de Lalisa. El cual decía que aceptaba su invitación con un corazón en el mensaje. Sonrió, sin importarle que sus compañeros de cuarto le dijeran cosas por haber sido muy duro con Yugyeom.

Porque lo que más le importaba, era Lalisa. Nadie más.

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   La hora de la cita estaba llegando, faltando nada más que cinco minutos y Lalisa ya estaba lista, solamente faltaba un toque final. Nayeon le pintó sus labios de un tono rojizo, sonriendo y evitando soltar una lágrima.

—Lisa... ¡te ves estupenda!— chilló feliz—. ¡Seulgi, el espejo!

La mencionada reaccionó y le pasó el objeto a Nayeon, quien lo agarró y se lo tendió a Lalisa. Se miró en el espejo y soltó un sonido de asombro, ¡estaba bellísima! Tanto que parecía una princesa. Se acercó a sus compañeras y les dió un enorme abrazo.

—¡Gracias, gracias, gracias!— repetía feliz—. Son las mejores— se separó de ellas.

—De nada, Lisa— sonrió Rosé—. Ahora, ve a por tu hombre.

Rió ante su comentario, agarrando su bolsa y despidiéndose de ellas, aunque antes Nayeon la detuvo.

—¡Espera, Lisa! Falta algo— dijo, acercándose a ella y poniéndole algo en su mano—. Por seguridad— le guiñó el ojo y la pelinaranja frunció el ceño. Miró el objeto que le había dado y se dió cuenta que era un preservativo. Abrió la boca para reclamar, pero Nayeon la interrumpió—. ¡Shh, no digas nada y vete! Apuesto a que te está esperando.

Dicho eso, Nayeon la empujó suavemente hasta sacarla de la habitación, Lalisa riendo ante eso. Sonrió, a pesar de que la puerta estaba cerrada y sabía de antemano que ellas no podían verla. Caminó a paso lento y tranquilo a la sala de espera, donde se encontró con JungKook jugando con su celular. Se acercó silenciosamente a él y le tapó los ojos.

—¿Quién soy?— preguntó, haciendo su voz un poco gruesa y el azabache sonrió enamoradizo.

—Mhm, me suenas a una chica con la que tengo una cita hoy— respondió pensativo. Lalisa le quitó las manos de su rostro y se dejó ver—. ¡Woah!— cayó del sillón asombrado.

   Lalisa estaba radiante. Todo de ella emanaba un brillo y un aire acogedor, que hizo que el corazón de JungKook latiera más rápido de lo normal, con latidos tan duros y potentes que sentía que se le salían del pecho. Dios... no podía describir lo que sentía al verla en ese momento.

   Ese vestido blanco le quedaba perfecto, resaltando las curvas que poseía su delgado cuerpo. Su cabello atado en una coleta alta con un lazo negro le hacía verse bellísima; y su maquillaje... era uno natural, como de lo que siempre se pone, pero tenía un toque especial, algo diferente que la hacía destacar. Tal vez eran esos labios color durazno rojizos que a simple vista se veían sumamente suaves, o tal vez era el vestido corto que dejaba a la vista sus largas piernas, terminando con unos zapatos de tacón corrido del mismo color que el vestido.

No sabía lo que era, pero le gustaba. No, más bien, le encantaba.

—¿Me veo mal o por qué esa cara?— preguntó la pelinaranja, sacándolo de sus pensamientos. Lalisa notó cómo a él se le pintaban sus mejillas de un tono rojo, poniéndose tímido y antes eso le sonrió.

   —Lisa... ¡te ves grandiosa!— halagó con una sonrisa. Recuperó la postura y aclaró su garganta, poniéndose en modo coqueto—. ¿Lista para la cita, bellísima mujer?— le agarró la mano y le plantó un besito en ella.

   —¡Por supuesto que sí!— dijo entusiasmada. Le brindó una de sus mejores sonrisas y juntos caminaron hasta la puerta principal del hotel, siendo interrumpidos por la recepcionista.

   —Disculpen, jóvenes— llamó su atención—. Nada más quiero decirles que las puertas se cerrarán a las nueve de la noche, así que deberán llegar antes que esa hora— explicó y ellos asintieron, diciéndole un "Gracias" e irse caminando.

   —Bueno, tenemos dos horas— dijo JungKook—, ¿a dónde quieres ir?

   —¿No tenías ningún plan?— preguntó Lalisa, mirándolo.

   —Sí, pero nos tardaríamos más de la cuenta y no llegaríamos a tiempo al hotel antes de que cierren— explicó, formando un silencio en donde solamente se escuchaban los ruidos ambientales—. Pero— volvió a hablar, llamando la atención de Lalisa—, podríamos ir a visitar a mis abuelos. Sé que no es la gran cosa y un buen lugar para una cita, pero hace mucho que no los veo y también me gustaría que los conocieras— la miró—. ¿Qué dices?

   Bueno, pensándolo bien no era un mal plan, pero en verdad quería pasar un rato a solas con JungKook, sin nadie que los interrumpiera. Pero por otro lado, quería conocer a sus abuelos, porque ella amaba y se llevaba muy bien con los ancianos.

   —Vamos con tus abuelos, Kookie— le sonrió emocionada, tomando su mano y corriendo a su destino, sin saber por qué camino tomar.

De pronto, gotitas empezaron a caer, obteniendo que la pareja se detuviera y mirara el cielo, el cual pintaba un hermoso atardecer con algunas nubes grises. Una gota cayó en la nariz de Lalisa, haciendo que frunciera la nariz, a lo que JungKook rió tiernamente.

—Supongo que se cancelan los planes— río suavemente, aunque Lalisa notó su mirada triste y el adorable puchero que había hecho mientras miraba el cielo—. Es mejor irnos ahora, para que no nos agarre la lluvia y nos dé un resfriado.

La miró y le sonrió sin mostrar los dientes, poniendo un mechón del cabello de ella, que se había salido de su amarrado pelo, atrás de su oreja. Parecía un momento romántico: ambos mirándose tiernamente con una sonrisa, atrás un atardecer hermoso con una lluvia comenzando.

El corazón de Lalisa empezó a latirle con fuerza, sintiendo sus mejillas calentarse y ahí, supo que le gustaba JungKook. Porque cuando estaba con él se ponía nerviosa y feliz, amaba pasar tiempo con él que no le importaba nada más.

Se había enamorado por primera vez y era la sensación más bonita que podía experimentar.

—Lisa, tú me...— empezó a decir JungKook, siendo interrumpido por los suaves y gruesos labios de Lalisa, quien se había tomado la iniciativa de acercársele y besarlo como tanto había querido desde el primer beso.