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αgн, нσмвяєѕ
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   Lalisa suspiró. Agarrando las manos de las tres y guiándolas a la cama, en donde las cuatro se sentaron, mirando a Lalisa.

   —Bueno, les contaré, aunque no tenga confianza en ustedes— sinceró y volvió a suspirar—. Bien, en sí, no tengo nada con JungKook. Solamente somos mejores amigos, nada más.

   —Los mejores amigos, terminan siendo novios. Es ley— dijo filosófica Nayeon—. Si te gusta, está bien, pero déjame decirte que JungKook tiene varias admiradoras.

Lalisa se quedó callada.

—Y tal vez él tenga sentimientos por ti, así que solamente te mirará a ti, Lisa— prosiguió—. ¿Alguna vez pensaste en que pudo haberse acercado a ti porque le gustas? Digo, eres una chica bonita, y por lo visto, tu personalidad es única. No eres ni alocada, ni muy callada como todo el mundo piensa.

Lalisa seguía sin decir nada, solamente escuchaba.

—Para ser sincera, me llegaste a caer mal, por el hecho de que no eres coreana— sinceró, con una sonrisa apenada—. Y también te pido disculpas por eso.

La pelinaranja frunció el ceño y empezó a atar cosas en su cabeza. ¿Era por eso que nadie se juntaba con ella? ¡¿Por ser tailandesa?! ¡Qué idiotas! ¿No podían dejar de discriminar alguna vez? Por eso el mundo está como está y eso le molestaba. Dios, quería decir varias cosas, pero nada salía de sus labios.

El lugar se tornó silencioso, nadie decía nada y la tensión comenzaba a volverse más pesada y molesta. El sonido de un celular rompió el silencio, era el de Lalisa; lo sacó y vió que era un mensaje. Y claro, las chismosas de sus compañeras no podían faltar en ver la pantalla de su teléfono.

   —¿Ves?— sonrió Nayeon. La ignoró y abrió el mensaje.

Kookie
Hola, Lice. Te invito a una cita con este buen hombre (。・ω・。).

Te veo en la sala de espera del hotel a las 7:00pm.

No faltes, ¿sí? Tengo algo importante para decirte.

   Lalisa miraba esa increíble caligrafía, que no pudo evitar pensar que era perfecto. Sus compañeras notaron como una sonrisa empezaba a formarse en el rostro de Lisa, junto con un color carmesí en sus esponjosas mejillas. Entre ellas se sonrieron pícaras.

—Entonces... ¿te ayudamos a verte fabulosa?— preguntó Seulgi—. Porque es obvio que quieres ir. Vamos— se paró y agarró su mano, levantándola y yendo a por su maleta—. Tengo unos accesorios que resaltarán tu belleza; Nayeon puede maquillarte y Rosé peinarte.

En sí, la oferta era tentadora, así que asintió con la cabeza y les sonrió.

—Bueno, entonces, ¡manos a la obra!

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JungKook miraba el mensaje que le acababa de mandar a Lalisa; lo había leído, pero no le había respondido y eso lo dejó confuso. ¿Eso era un sí? ¿O un no? Estaba desesperado por su respuesta, aunque pareciera exagerado.

   Suspiró y apagó el teléfono, tirándolo a un lado, haciendo que rebotara en la cama. Cubrió su rostro con sus manos, frotando sus ojos. Sus compañeros de cuarto lo veían frustrado.

—¿Problemas en el amor?— preguntó graciosillo Eunwoo, riendo ligeramente.

—Lalisa te ama, bro— dijo Mingyu.

—Solo que no lo demuestra— continuó Yugyeom.

JungKook alzó la cabeza y los miró, alzando una ceja y volviendo a recostar su cabeza en la cama.

—¿Cómo saben que es Lisa?— preguntó mirando el techo.

—Bueno, por obvias razones— contestó Eunwoo—. Por ejemplo: el cómo la miras, el cómo la tratas...

—Además— interrumpió Yugyeom—, siempre estás con ella y se nota a kilómetros que te gusta.

—Todos lo saben, excepto ella— se encogió de hombros Mingyu.

Bueno, tenían razón, pero, ¿y qué?

Su celular sonó, avisando una nueva notificación, lo que hizo que JungKook saltara de la cama y tomara su celular, el objeto casi cayéndose de la cama, aunque JungKook fue más rápido. Ante eso sus compañeros rieron.

—Está loco por ella— comentó entre risas Eunwoo.

   —Tiene derecho a estarlo— le dió la razón Yugyeom—. Lalisa es una persona hermosa, sexy y tierna, pero sex...

   —¡¿Qué dices?!— gritó JungKook y le aventó una almohada—. Vuelves a decir algo así y no vivirás para contarlo.

   La forma agresiva en la que había reaccionado, realmente asustó a Yugyeom. A pesar de que lo dijo bromeando, aunque no del todo.

   Bien, era cierto que Lalisa podría parecer tierna y una persona realmente hermosa, pero cuando se lo propone, sin querer, puede parecer sensual en algunos aspectos. Como la vez que la pelinaranja se agachó para recoger una bolita de papel que alguien había tirado, provocando que la corta falda del uniforme se alzara más de la cuenta, haciendo que todos los que estaban atrás de ella, observaran su ropa interior.

Y claro, los hombres eran todos unos morbosos, por lo que le habían tomado fotos y se las habían intercambiado entre ellos. Sí, más jodida la humanidad no podía estar.

—¡Tranquilo, hombre!— calmó Yugyeom—. Solo fue una broma— le mostró una pequeña sonrisa.

—No bromees así conmigo, o sino te mataré con mis propias manos— advirtió, con una mirada llena de furia, de rabia, y todo porque nada más había mencionado algo delicado.

JungKook nunca pensó de esa manera a Lalisa. Siempre la vió como una chica tímida y tierna que todo mundo quería conocer y tener como amiga. Pero que un chico dijera algo tan pervertido como eso... agh, lo repudiaba.

Con la mandíbula apretada, entrecerró los ojos, diciéndole miles de cosas a través de ellos que no se atrevía a decir en palabras.

Suspiró pesadamente y sonrió al ver que había logrado lo que quería: miedo. Solamente en ocasiones muy serias era en donde se pondría serio, porque nada ni nadie podría decir cosas tan a la ligera como Yugyeom lo hizo. Daba igual si luego lo odiaría, pero nadie se mete con Lisa.

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