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вυѕαn
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El día del viaje escolar llegó como si fuera un evento muy importante, ya que todos estaban emocionados por ir a Busan una semana entera. Y tanto Lalisa y JungKook, no podían estar más que fascinados por eso.

Ambos habían planeado verse ese día desde muy temprano, para que pudieran ir juntos a la escuela y así poder estar junto al otro más tiempo.

JungKook esperaba afuera de la casa de Lalisa, con una maleta y con una pequeña caja en la mano con un lazo. La pelinaranja le abrió la puerta y lo abrazó, y saludándolo con una sonrisa lo invitó a pasar.

—¿Te ayudo con eso?— y sin esperar la repuesta de JungKook, Lalisa le quitó la maleta y la adentró a su casa.

   —Esto es para ti— le tendió la caja con el lazo. Lalisa le sonrió y lo asentó en la mesa—. ¿Desayunaste?

En ese preciso momento el estómago de JungKook rugió, rogando por comida, porque no había tenido tiempo de desayunar y que Lalisa le ofreciera comida, se sentía raro.

—Eso demuestra que no— Lisa rió al escuchar el rugido y se fue a la cocina—. ¿Qué quisieras desayunar?— preguntó, volteándose a él, mirándolo nada más.

   —Mhm, ¿qué te parece si yo cocino?

   —¿Por qué? ¿Piensas que te voy a envenenar?— rió—. Sólo siéntate— ordenó y JungKook, sin más, obedeció.

   Lalisa le sirvió un plato de hotcakes con un vaso de agua y JungKook empezó a comer, su estómago satisfaciéndose por lo delicioso que estaba.

   —Mhm~, como esposa serías una maravilla— murmuró y la pelinaranja se quedó callada, evitando sonrojarse por lo dicho.

   ¿Acaso estaba loco? Eso de antemano lo sabía, pero a tal punto del... matrimonio, era aterrador. Aunque mejor lo vió como un halago.

   El azabache al ver la mirada asustada de Lalisa, quiso matarse en ese momento. ¿Cómo es posible que lo hubiera dicho sin pensar? Bueno, lo pensó, pero en voz alta.

   —¿Lo dije o lo pens...?— no, no hacía falta preguntar, porque el daño ya estaba hecho—. ¡L-Lice, no es lo que piensas! ¡Lo siento!

   La pelinaranja vió cómo él estaba nervioso, sonrosado y arrepentido, ante eso, Lalisa se reía por dentro, aunque no tardó en mostrarlo. Empezó a carcajearse como si un demonio la hubiera poseído; el azabache la miró confundido.

   —JungKook— llamó, limpiándose las lágrimas que salieron al reírse tanto—, no tienes porqué disculparte— explicó—. Fue un halago. O al menos eso pensaré— le sonrió—. Termina tu desayuno y me ayudas con unas cosas, ¿está bien?

   —E-Está bien.

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   Ambos habían llegado a la escuela, donde podían ver un gran autobús estacionado en la entrada principal. A un lado estaban algunos alumnos y profesores que, éstos últimos, darían las indicaciones.

   —Escuchen todos— llamó la atención el director Gong—. Este autobús nos va a dejar en la estación de metro donde viajaremos a Busan. Por favor, no quiero que se separen, así que manténganse unidos, ¿si?— pidió. Todos asintieron—. Supongo que no falta nadie, así que súbanse para que su profesor pueda pasar lista. Las maletas las pueden dejar en el espacio del autobús, en donde el chófer va a abrir.

   Todos miraron con atención al chófer, quien abría una puerta que estaba en medio del autobús, creando así un espacio en donde podían meter cosas. Cada alumno, de manera ordenada, metía su maleta ahí y se subía al autobús. El turno de JungKook llegó, pero dejó que Lalisa se subiera primero, a lo que varios compañeros, dentro y fuera del autobús, reaccionaran de manera melosa, creando un sonido de ambulancia, haciendo que Lalisa riera nerviosa y JungKook sonriera.

   Cuando el azabache metió su maleta, se subió al autobús, yendo a donde Lalisa se encontraba. Ésta última, había decidido que se sentaran atrás, porque no le gustaba sentarse adelante o en medio. Y JungKook, sin ningún problema, aceptó sentarse con ella, sacando su celular para tomarse una foto.

   —¿Nos tomamos una foto, Lice?— preguntó con sonrisa coqueta.

   —No soy de fotos— dijo sincera.

   —Vamos, ¡a puesto a que saldrás preciosa!— pidió—. Aunque ambos sabemos que siempre sales preciosa— le susurró, guiñándole el ojo.

   Lalisa ya no podía dejar de sonrojarse o ocultar su sonrisa cada vez que él le decía algo así. Es meramente bonito saber que a alguien le gustas, porque te fijas en cómo te trata y de lo que hace para conquistarte. Asimismo, Lalisa se sentía dichosa, aunque no decía que se aprovechaba de él o de la situación, no. Ella en verdad estaba empezando a quererlo más de la cuenta.

   —Bien, ahí vamos. ¡Sonríe!— un clic al botón blanco y se capturó el momento. JungKook sonriendo, sin mostrar los dientes, frunciendo la nariz y Lalisa con una sonrisa torcida y mal ángulo—. Ay, no~, saliste mejor que yo.

   JungKook le mostró la foto y en ella Lalisa tenía un mal aspecto. Había salido de forma fatal por no haber reaccionado a tiempo.

   —¿Te estás burlando de mí?— preguntó, mirando la foto—. No me gusta, salgo horrible— comentó—. Dame el celular, la voy a borrar— intentó agarrar el teléfono, pero JungKook lo alejó, evitando que lo haga—. ¡Oye, no seas así! ¡Bórrala!

   —No la borraré por el hecho de que es nuestra primera foto juntos— sinceró.

   —¡Pero, Kookie! ¡Salgo horrible!— lloriqueó—. Nos podemos tomar otra, no hay mucha prisa.

   —Pero esta me gusta.

   Dejó de luchar por borrar la foto, en otra ocasión podría agarrar su celular y borrarla. Sacó su celular y sus audífonos, dispuesta a escuchar música para despejar un rato su mente. Conectó los auriculares y puso una canción aleatoria, cerrando los ojos y poniendo la mente en blanco. Y, bueno, JungKook no tardó en quitarle un auricular y ponérselo en el oído, escuchando la misma música que ella.

   —¿Qué crees que estás haciendo?— preguntó la fémina sin abrir los ojos.

   —Escuchando música contigo— respondió orgulloso, recostando su cabeza en el hombro de ella.

   Lalisa abrió los ojos y miró al azabache invadir su espacio personal, aunque bueno, no le importó y recostó su cabeza sobre la de él. Ambos creando una escena en donde las personas dudaban que si en verdad eran amigos.

   Y esto, nada más era el comienzo de su gran día.

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