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тяυfαѕ ∂є ¢нσ¢σℓαтє
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   JungKook salió de la habitación de Lalisa y fue hasta la puerta principal, todo este acontecimiento con la mirada en el suelo y sintiéndose culpable por lo que había hecho.

   ¿Estuvo bien hacer eso? Al menos Kook admite que se sintió bien, demasiado bien.

   Cuando la pelinaranja no escuchó ningún ruido, abrió un ojo y miró su alrededor. Notó que estaba sola y se sentó en la cama, poniendo ambas manos en su boca, tapándola, mientras soltaba un sonido de sorpresa.

   —¿Qué demonios acaba de pasar?...

   Se levantó rápidamente de la cama y se miró en el espejo que tenía en su cuarto y miró su rostro. ¡Estaba rojo! Sus mejillas le ardían por tan rojas que se encontraban y su pulso era agitado. ¿Cómo podía volver a ver a JungKook ahora? Probablemente él también estaría así, o inclusive peor.

   Diablos... no se esperaba eso. ¿JungKook gustaba de ella? ¿Desde cuándo y por qué? No tenía una respuesta clara y más preguntas se hacían en su cabeza.

   Bueno, tampoco iba a negar que al principio sintió algo por él. Era una atracción ligera, casi inexistente, pero ahí estaba.

   —Entonces... ¡¿mi primer beso fue con JungKook?!— se preguntó a sí misma, mirándose incrédula en el espejo—. Bueno, en parte es bueno saber que mi primer beso no fue con un idiota, aunque... ¿está bien si es con un amigo?— hablaba sola, no era como si alguien le iba a responder.

Cerró los ojos fuertemente y fingió llorar. Se dejó caer en la cama y miró por un buen rato el techo, pensando en el beso que hace pocos minutos JungKook le había dado.

   Suspiró y se levantó a darse una ducha, tratando de despejar su mente y luego dormirse para prepararse mentalmente cómo vería a JungKook mañana en la escuela.

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   Un pelinegro con mejillas y labios rosas se encontraba de camino a la escuela, apretando las correas de su mochila con nerviosismo. Después de haberse ido de casa de Lalisa, se fue a casa de TaeHyung y le contó todo lo que había sucedido.

   Tae creía que JungKook estaba exagerando por reaccionar de esa manera a tal gesto que le había dado a la pelinaranja. Por lo que le dijo que se calmara y que agradeciera de que Lalisa no estaba despierta, por ende no se dió cuenta y ni lo sintió. En pocas palabras, que no lo sabía y no lo sabrá a menos que él se lo diga. Cosa que no confesaría en aquel momento.

   JungKook se mordió el labio al momento de ingresar al salón y verla en su habitual asiento. Su corazón latió más rápido de lo normal y la imagen de él juntando sus labios con los de ella vino a su mente como un momento pausado. En el que todo se volvía demasiado lento y solamente ellos dos existían, borrando e ignorando lo que pasaba a su alrededor.

   Pero ese momento no duró mucho por la voz de su maestro de álgebra hablándole al oído.

   —Joven Jeon, esa chica no va a desaparecer, así que deje de mirarla y siéntese de una buena vez porque mi clase ya va a empezar— habló con voz burlona y entrando al salón.

   —A-Ah, ¡lo siento!— dio una reverencia en forma de disculpa y se dirigió al lugar de Lalisa, tragándose su timidez y saludarla como el buen chico que es—. ¡Hola, Lice!— sonrió, aunque sus mejillas seguían rojas.

   Lalisa lo miró y le sonrió, sus mejillas pintándose de un color carmesí.

   —Hola, Kookie— sonrió, aunque en el fondo se encontraba confundida. ¿No JungKook debería estar nervioso y arrepentido por lo que había hecho ayer? ¿O acaso estaba fingiendo?

   —Lisa... perdón.

   Oh, ahí está.

   —¿Por qué "perdón"?— se hizo la inocente y era mejor así, para no incomodar las cosas.

   —Porque te debo una disculpa...— sonrió tímidamente.

   —¿Pero por qué, JungKook?— volvió a preguntar, aunque ya lo sabía.

   —Eh, yo...— se volvió tímido, algo que no quería mostrar ante ella—. Te traje algo.

Sacó de su mochila una bolsa con varias trufas de chocolate y se los tendió a Lalisa. Ella los aceptó con una sonrisa nerviosa.

   —G-Gracias— agradeció tartamudeante.

Y esto, nada más era el comienzo del día.

༻°💋°༺

Lo que restó del día, ambos estuvieron dialogando a base de tartamudeos, sonrisas y risas nerviosas. Ambos con la tensión palpable en el ambiente.

   —JungKook...— llamó Lalisa, mordiéndose el labio.

   —¿S-Sí?

   —¿Hasta cuándo seguiremos así?— preguntó, ya harta de la situación—. Quiero decir, sea lo que nos incomode, debemos dejarlo en el pasado. Ya pasó, no tiene porqué perjudicarnos. ¿Podríamos volver a ser como antes?

   Tiene razón, es una tontería lo que estaba haciendo.

   —Está bien, Lisa— sonrió confiado—. Mhm, ¿quieres salir en la tarde conmigo?

   —Está bien, JungKook.

   Y le brindó una bonita sonrisa.

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