Besos de Chocolate
Era el único cliente del lugar. Sentado en las penumbras, con una mano sosteniendo su cabeza, bostezo cansado mirando la espalda ancha del chef que cocinaba cuidando cada detalle. El sueño lo estaba venciendo, cerró los ojos un segundo tratando de recordar ¿Qué hacía un lunes despierto tan tarde en un restaurante cuando tenía clases a las siete de la mañana del día siguiente?
Miraba al chef moverse de un lado a otro, la poca luz tenue hacía que el ambiente se tornara romántico además de delinear el perfil del hombre, los hombros anchos del Chef parecían tensos, su cabello negro esta perfectamente peinado y sus dedos se movían con agilidad.
Finalmente el sueño lo venció, con su mano cargando el peso de su cabeza, fue capaz de dormir y recordar en sus sueños lo que lo había llevado a esa situación.
💋🍫💋
—Sí papá, todo está bien, es solo que... la comida cuesta un poco más de dinero aquí... —suspiró trazando círculos sobre la mesa mientras que su otra mano sostenía el teléfono sobre su oreja. — ¿Acaso no querías que tu hijo tuviera una mejor carrera? Aquí puedo lograrlo papá, solo necesito un poco más de dinero y es todo ¿Me depositas o tendré que vivir en una caja lo que resta del intercambio estudiantil? Nunca creí que quién dice amarme me abandona en los momentos más.... Ah ¿Ya me depositaste? ¡Genial! Te amo, nunca cambies, besitos.
Cortó la llamada en cuanto escuchó a su padre decir que ya le había transferido luego de su pequeño berrinche. Abrió la aplicación del banco solo para comprar cuánto dinero tenía, desde que se mudó a Corea del Sur como estudiante de intercambio se había vuelto adicto al ahorro, su plan de estudios cubría un porcentaje de su estadía en el país, mientras que sus padres lo ayudaban con la otra parte. Luhan nunca había tenido problemas con administrar el dinero, o al menos no lo tenía hasta hace tres meses.
—Aquí está la carta, en unos momentos regresaré a tomarle la orden.
Una chica de mandil marrón y su cabello castaño recogido en una coleta dijo amablemente dando una pequeña reverencia con naturalidad. Ahora que su padre le había depositado dinero, podía seguir comiendo en su nuevo restaurante favorito.
Aquel lugar se convirtió en su favorito cuando uno de sus amigos lo invitó a "un bonito restaurante en el centro". LuHan estaba tan asombrado por el interior, era sencillo pero elegante, la madera predominando en el lugar, mesas largas con parrillas en el centro de un lado, y mesas sencillas del otro, lámparas colgando del techo ofreciendo una maravillosa iluminación, plantas enormes y brillantes que le daban vida al lugar, y en el fondo del restaurante yacía una barra en donde descansaba la caja registradora, con una vista hacia la cocina. Aquel restaurante no solo era popular por su comida y diseño, sino que también por el hecho de tener un diseño abierto que permitía ver cómo se preparaba la comida, para LuHan fue un detalle bastante acertado, le gustaba saber que los platillos tenían sumo cuidado al ser servidos.
Pero no fue eso lo que lo hizo obsesionarse con ese lugar, se había vuelto cliente regular sin siquiera darse cuenta por solo una razón:
—Gracias, disculpe...— detuvo a la mesera antes de que se diera la vuelta. — ¿El Chef Oh descansó hoy?
—¿El Chef Oh? —la chica miró a sus espaldas y luego volvió a verlo. —No, no debe tardar en llegar.
—Ah, es que de verdad me gusta lo que cocina.
—Puedo verlo, él es muy popular.
—Claro, entonces... —miró la carta aunque ya se sabía de memoria los platillos. —Ordenaré esto.
—Enseguida le traigo su platillo.
Justo cuando la chica se retiró, LuHan pudo ver como un chico alto y de cabello oscuro entraba en la cocina mientras se arremangaba las mangas de su muy pulcro uniforme. El Chef Oh Sehun era el motivo de su obsesión con ir a comer en su "restaurante favorito" todos los días saliendo de clases, la razón por la cuál el dinero ya no le rendía.
Su madre siempre decía que a las personas se les conquistaba con comida, Luhan nunca lo creyó hasta que probó los platillos del Chef Oh SeHun. Y es que podía sentir el amor con el que eran preparados, las mariposas en su estómago revoloteaban aún más cuando la comida de Oh Sehun entraba a su organismo, todo su cuerpo reaccionaba a aquel guapo hombre de gestos ojos inexpresivos, cara ovalada, cabello negro, nariz grande y labios abultados.
—Disfrute su comida.
LuHan agradeció a la mesera, tomó una foto del platillo antes de comenzar a comer. Para él, las fotos era una forma de registrar sus visitas en el lugar, eran las citas que había tenido con "el amor de su vida" que no sabía que era "el amor de su vida''.
Había probado todo en el menú; cada postre, bebida y platillo ofertado por el restaurante había sido ordenado, en su momento, por LuHan, quién sin darse cuenta había convertido su instagram personal en una cuenta de críticas gastronómicas.
Se tomaba su tiempo para degustar, alargaba lo más que podía su estadía en el lugar, quería ver lo más posible a Oh SeHun, dueño de su corazón, sus suspiros y su billetera.
—Disculpa—la chica interrumpió sus pensamientos. —El Chef Oh me ordenó ofrecer el menú especial por San Valentín.
—¿El Chef Oh te pidió que me entregaras el menú especial a mí? — preguntó casi atragantándose y con los ojitos brillantes de la emoción. —¿Se fijó en mí?
—Ah, sí supongo— respondió nerviosa, no habían sido las palabras precisas de su jefe pero eran similares así que solo asintió. —Ya que es un cliente VIP, podrá disfrutar de estos postres especiales antes de que sean lanzados al público general.
—¿De verdad? Eso es halagador, probaré lo necesario...— emocionado miró el menú, al menos diez postres habían sido añadidos. —¿Quiero todos?
—¿Todos? —dió un pasó hacia atrás con sorpresa. —Pero...
—Se que me veo delgado como para comer tanto pero creeme que hasta me faltará, probaré todos ahora.
La chica lo pensó unos segundos antes de dar una reverencia y obedecer sus órdenes, caminó hasta detrás del mostrador para comunicarle el pedido a su jefe quién, para sopresa de LuHan, volteó a verlo con una ceja levantada, era la primera vez que lo veía con tanto detalle que lo puso aún más tímido. Podía escuchar los gritos de su padre al enterarse de que se había gastado el dinero en un día, otra vez.
Ese día volvió a casa en una nube rosa, había probado de primera mano los platillos del chef mucho antes de salir al público en general, además de que el chef había notado su presencia. Por la noche su humor seguía en las nubes, su cuerpo hormigueaba cada vez que pensaba en la mirada que le dedicó el Chef, estaba completamente enamorado de él y sabía que era incorrecto declararse a alguien con quién nunca habías hablado, pero su cuerpo necesitaba sacar aquella confesión de su cuerpo para poder estar en paz.
Por eso, ese lunes por la mañana se levantó temprano, salió por el campus buscando entre los salones hasta que encontró al mejor alumno de Gastronomía que tenía la universidad, y bajó su tutela, LuHan preparó los mejores chocolates del mundo. O al menos eso pensó él y la chica que le ayudó; "¿Por qué crees que los mejores regalos son los que haces con tus propias manos, LuHan? Por qué les dedicas tiempo, amor y esfuerzo, con la comida es igual, los platillos saben mejor si los cocinas con amor, y tus chocolates logran captar esa esencia, estoy segura que le gustarán a tu chico" había dicho animandolo aún más.
Metió sus chocolates en una pequeña bolsita transparente, la amarró con un listón rojo y agregó una pequeña carta en forma de corazón. Durante el restó del día estaba sumamente nervioso, y cuando por fin llegó la hora de acudir a su restaurante favorito, casi se desanima al ver las largas filas de espera.
Su estómago gruñía y su piel gritaba de frío, pero LuHan se obligó a esperar pacientemente hasta poder entregar su confesión.
—¿Qué vas a ordenar? —. preguntó la mesera cuando LuHan se acercó a ella, la chica tras la caja se veía cansada y hablaba con prisas casi perdiendo su tono amable.
—Ah, no, yo solo.. quería saber si le podías entregar esto a...
—No, las papas rellenas no llevan crema—interrumpió tecleando la caja registradora. —Una tarta en forma de corazón y dos helados con capa derretida, lista, ¿usted que va a llevar?
—Es que yo no...—
—¡Gumi, las órdenes de la mesa 5, 7 y 12 están listas! —. Gritó un tipo de la cocina haciendo que la chica suspirara, era la única atendiendo mesas en pleno día de San Valentín.
—Disculpa ¿Me dijiste que tu pedido era...? —preguntó mirando a Luhan.
—No quiero ordenar comida, quisiera que le entregarán esto a el Chef Oh—dijo entregando su bolsa de chocolates. —Es muy importante por favor... te lo suplico.
—Ahora tenemos much...—
—¡Kim Gumi! ¡Necesitamos espacio en la barra, las órdenes se están atrasando! ¡¿Qué estás esperando?! —. El Chef Oh Sehun gritó bastante irritado, era evidente que el estrés estaba consumiendo a todos los empleados.
—¡Sí Chef! —rodó los ojos, mirando la bolsa de chocolates en su mano. —Espero que estén envenenados.... en un grano en el trasero.
La chica, Gumi, se fue quejándose en voz baja, antes de intentar seguir atendiendo a las mesas. LuHan se sintió terrible al ver como la chica era sometida a tanto trabajo y en ocasiones siendo humillada por los clientes que no tenía empatía ni paciencia, además de que por entretenerla con su pedido, la había retrasado en sus pedidos y le habían regañado.
—¡Hola! ¿Alguien va a tomar mi orden? ¡Por dios! —. Gruñó un señor en una mesa cercana, entonces, en un intento desesperado de calmar su culpa, tomó un mandil que descansaba en la barra y comenzó a entregar y levantar órdenes, tanto tiempo comiendo en el lugar le había servido para memorizar el orden de las mesas.
—Una disculpa, estamos algo cortos de personal ¿Puedo tomar su orden? No recomiendo el salmón, tardará más en cocinarse.
No le importó tener examen al día siguiente, por un día, fue mesero en su restaurante favorito, sintiendo las miradas del Chef aunque sea por un segundo. Esa había sido su recompensa, retirándose una hora antes de que el lugar cerrara pero con mucho menos trabajo sobre los hombros de Gumi.
No se atrevió a volver durante una semana, tenía miedo de enfrentarse a un enorme rechazó, además de que su padre no le había vuelto a depositar dinero y no tenía con qué pagar. Aunque, muy en lo profundo de sus pensamientos no le molestaba pagar con cuerpo pero no estaba loco como para admitirlo en voz alta.
Dos semanas después se presentó de nuevo en el restaurante luego de suplir a sus amigos que lo invitarán a comer. Estuvo todo el día tratando de mantenerse en el campo de visión del Chef Oh, sin embargo, parecía que el Chef no notaba su presencia por más que gritará o saltará en el lugar.
A LuHan no le importó y siguió asistiendo con regularidad a pesar de sentirse rechazado e ignorado. Para cuando llegó el día Blanco, ya había perdido todas las esperanzas de tener un amor correspondido, aún así, camino hacia el restaurante para una última visita antes de enterrar sus sentimientos no correspondidos, quería despedirse de aquel amor que nunca se logró. Arrugó la frente al ver las puertas cerradas con el cartel "cerrado" pegado a una de las ventanas, tenía frío, hambre y el corazón partido, estaba a punto de lanzarse a llorar cuando una voz lo interrumpió.
—¿Tienes hambre?
Luhan se quedó sin palabras, el chef Oh SeHun estaba frente a él, vistiendo ropa casual y con expresión serena pero sin perder su atractivo.
—¿Huh?
—Trabajaste con nosotros hace un mes, si no tienes problemas, déjame pagarte.
Con las mejillas sonrojadas y el corazón desbocado, LuHan asintió siguiéndolo al interior del restaurante.
💋🍫💋
El sonido del tintineo que hizo el plato contra la madera lo despertó. Abrió los ojos con cuidado encontrándose con tres platillos diferentes: rosas de manzana y hojaldre, galletas en forma de corazón rellenas de chocolate blanco y mermelada de fresas, y un coulant de chocolate.
Todo se veía delicioso y pasó a ser romántico cuando el chef Oh SeHun llenó dos copas de vino blanco y se sentó a su lado.
—Son nuevos, pensé que te gustaría probarlos.
—Se ven deliciosos.... y tan bonitos que no quiero destruirlos—. Respondió con timidez, el Chef deslizó su teléfono por la mesa y LuHan lo miró.
—Entonces toma una foto para recordar el momento.
LuHan se sonrojó al pensar que esas mismas palabras las repitió él alguna vez cuando acudió al lugar con sus amigos, comenzó a sonrojarse al pensar que quizá el chef lo había escuchado. Sacudió levemente la cabeza tratando de alejar esos pensamientos que lo hacían tener esperanzas de que su amor era correspondido, y no debía confundir la amabilidad del Chef con otra cosa.
Levantó la vista soltando un pequeño jadeo al ver la sonrisa del Chef. Era tan brillante y hermosa a pesar de que hacía que sus ojos se hicieran más pequeños, tenía una cara perfecta.
—¿Lo sabía?
—Eres el crítico gastronómico que hizo que la revista más importante de Seúl se fijará en nosotros.
—Pero yo... ¿cómo?
—Yo se mi cuento—hizo un gesto con la mano restándole importancia. —Adelante, come, pensé que tenías hambre.
—Sí.
Comenzó a comer con mucho cuidado, bajó la atenta mirada de Oh SeHun, quién con su misma expresión serena estudiaba cada movimiento de su cuerpo, poniéndolo aún más nervioso.
—Estoy respondiendo a tus sentimientos.
Soltó de repente haciendo que LuHan se atragantara con la galleta que acababa de morder, su cara se coloreo de un rojo intenso mientras intentaba desesperadamente tratar de respirar y el Chef lo miraba sin hacer nada, comenzó a tomar su copa de vino y cuando por fin recobró el aire, gritó:
—¡¿Qué?!
—Estoy respondiendo a tus sentimientos.
—Si te escuche.
—¿Entonces por qué preguntas?
—Por qué...— LuHan estaba tan confundido, el Chef Oh SeHun era tan serio. —Por qué esto es tan extraño y ... ¿Por qué lo harías?
—Lo siento, no soy bueno expresando mis sentimientos.
—Pero...
—Creo que es por eso que me gustas, por que eres tan diferente a mí, pareces tan feliz y brillante... me gustaría brillar como tú lo haces, o mejor aún, contigo.
—Ay Dios—. Dijo al sentir las lágrimas en sus ojos, todo parecía tan irreal.
—Dicen que los polos opuestos se atraen.
—¿Sigo dormido? o peor ¿muerto?
Trató de checar el pulso de su muñeca cuando el Chef Oh la tomó entre sus manos, LuHan dejó de respirar por un minuto, mismo en que se perdió en la mirada de SeHun, sus oscuros ojos brillaban con intensidad, su mano libre acarició su mejilla, y cuando menos lo pensó, tenía los labios contrarios moviéndose contra los suyos.
Las mariposas en su estómago se descontrolaron por completo, revoloteaban por todos lados y trataban de salir haciéndolo sentirse mareado. Cerró los ojos dejándose llevar tanto por lo bien que se sentían aquellos labios contra los suyos, soltó un pequeño suspiro antes de corresponder tal acción.
No quería separarse nunca, pero fue el chef quién rompió el beso, acariciando su barbilla dibujó una enorme sonrisa que parecía una burla.
—Acepta salir conmigo.
LuHan aún se sentía mareado, no sabe si por el vino o por sus emociones, solo sabe que logró asentir antes de volver a lanzarse contra el chef. Había soñado tanto con esos labios que ahora que los había probado se sentía adicto a ellos.
Los labios de LuHan sabían a chocolate, pero a pesar de que ya había probado su postre, SeHun podría jurar que ese era su sabor natural.
💋🍫💋
Sehun siempre había sido un chico introvertido, creció dentro de un hogar con mucho amor y posicionado en un buen lugar en la sociedad, pero no se consideraba un niño rico. Aún así, entablar conversaciones era una cosa terriblemente difícil para él, no se le daba expresar sus sentimientos, emociones o ideas, por ello se refugió en la cocina, evitaba lo más que podía socializar con personas.
Fue su padre quién le ayudó a comprar su restaurante, pero fue él mismo quien se esforzó día con día para que sus platillos fueran perfectos y que su restaurante creciera. Tuvo buen recibimiento debido a la zona, sin embargo, fue hasta un par de meses que comenzó a tener más atención de lo que solía tener. Antes con una empleada bastaba, pero de pronto había tanta gente que Gumi ya no se daba abasto.
—De seguro es por esa estúpida revista—se quejó Gumi recargándose en el mostrador. —Nunca habíamos tenido tanta clientela hasta que ellos aparecieron.
—¿Quiénes aparecieron? —. Preguntó SeHun llegando por detrás, Gumi y su compañero pegaron un brinco del susto, sabían que al jefe no le gustaban las groserías.
—Chef Oh... yo...
—¿De qué revista hablas?
—¿No lo sabía? —acomodó un mechón de cabello tras su oreja. —Hablaron de nuestro restaurante en esta revista, aquí, mire.
Gumi le extendió aquella revista, SeHun identificó inmediatamente la popularidad de aquella editorial, y entonces leyó aquel artículo que hablaba sobre su restaurante. Según el editor, una cuenta de instagram se había vuelto muy popular debido a sus reseñas sinceras sobre la comida que probaba en una ciudad que no era la suya.
—No deberías quejarte, gracias a esto tienes un aumento.
—Sí pero...—
—Traté de ser amable con todos los clientes, puede que haya más críticos fingiendo ser simples comensales.
—Sí Chef.
Más tarde, SeHun se dio a la tarea de investigar aquella cuenta, sorprendiendose al notar que casi todo su menú estaba plasmado en el feed. Frunció el ceño al sentirse espiado por la competencia por lo que siguió investigando hasta que dio con el dueño de la cuenta; un chico que asistía a su restaurante todos los días a la misma hora.
La campana de la entrena sonó anunciado la llegada de un nuevo cliente, SeHun miró la hora imaginando de quién se trataba, sonriendo al ver hacia la puerta y encontrarse con aquel chico de cabello castaño y facciones delicadas a quién ya consideraban cliente VIP.
—Gumi, ven aquí.
—Sí Chef—. La chica corrió hasta él manteniendo su postura.
—Ofrécele el menú especial a ese chico—. Extendió el menú que recién le acaban de entregar en la imprenta.
—Sí Chef.
Se puso a trabajar en otros pedidos cuando su empleada regresó arrastrando los pies, apretando los puños y mordiendo su labio.
—Chef... esto...ugh, el chico ordenó todo.
—¿Todo? —volteó a ver al chico con una ceja levantada, casi juzgando su decisión, supuso que de verdad se había puesto el sacó de "crítico no-profesional". —Bien, así será.
Preparo todo cuidado cada detalle, no solo por qué el chico tenía influencia en las redes, sino por que así era su estilo de trabajo, para SeHun todo tenía que ser perfecto.
Al final tuvo que considerar al chico y le dio un gran descuento, gracias a sus sinceras opiniones pudo mejorar sus platillos, además de sorprenderse por la cantidad de comida que ese pequeño cuerpo fue capaz de comer sin ningún problema.
Esa noche, SeHun estudió cada una de las publicaciones del chico, sintiendo a su estómago moverse descontrolado al leer cada bonita palabra. El estilo del chico era simple, sencillo, como de leer y sinceridad, era como si un amigo muy cercano estuviera hablando de un tema que ya se había visto.
Cuando por fin llegó San Valentín, su restaurante se llenó de personas, algo común por la fecha pero que de cierta manera ese día se sentía diferente. Estaba estresado por tanta gente, el bullicio lo ponía tenso, y la lentitud lo molestaba, aunque supuso que lo último era su culpa por no contratar más gente.
—¡Gumi! —gritó completamente estresado. —¡¿Por qué no has servido estos platos?!
—¡Por qué la pareja que lo pidió está peleando! ¡¿Qué quiere que haga?! ¡Agradezca que no he renunciado, chef!
Gumi gritó igual de estresada, moviendo los brazos en el aire, su cabello estaba completamente desordenado al igual que su uniforme. Al chico no le gustaba que la gente se comunicara gritando, pero había sido presa del estrés, además de que tenía una extraña relación con Gumi, la chica a veces llegaba a faltarle al respeto como si fuera su hermano mayor y no su jefe. En esa ocasión, a Sehun no le molestó que le contestara de la misma forma en que él le habló, todos en la cocina estaban estresados.
—¡Necesito el espacio, sácalos de aquí!
—¡Todo yo!
—¡Por eso te contraté!
—¡Si me los tiran en la cara renunciaré luego de tirarles la sopa encima! —. Gritó dando la vuelta con la bandeja en manos.
—¡Kim Gumi!
—¡¿Qué quiere?!
—¡Sonríe!
La chica rodó los ojos y le mostró los dientes con una fea sonrisa, furiosa siguió su camino hasta la mesa que le correspondía. SeHun suspiró gritándole a sus cocineros para sacar los pedidos, estaba a punto de volver a gritarle a Gumi cuando un chico entró en la cocina y tomó dos platos.
—¡La mesa 7 quiere dos especiales!
El chico de cabello castaño evitó su mirada retirándose a toda prisa, llevaba puesto un suéter beige, unos jeans azules y un mandil amarrado en su cintura. Apenas iba a seguirlo cuando su pinche se quejó en voz alta, se había quemado con la parrilla.
Tal vez lo mejor era no ir tras él, pues con todo el estrés de su cuerpo, probablemente lo hubiera jalado del brazo y le hubiera gritado frente a todo el mundo, lo que sería la peor idea de su vida.
—Un auto nuevo Gumi, un auto nuevo Gumi, lo haces por un auto nuevo—murmuró la chica con los ojos cerrados, la voz serena y movimientos raros en las manos tratando de guardar la calma, como por arte de magia abrió los ojos y sonrió casi sinceramente. —La mesa 3 pidió el pay de queso, quiere que ocultemos este anillo en el postre.
—Vale, necesito que tengan cuidado con esto, si llegan a equivocarse de persona, ¡les cortaré la cabeza!
—Más le vale a ese imbécil dejarme una buena propina—Gumi se recargó en la pared. —Su futura prometida me pisó con su horrible tacón barato.
—Se amable—contestó casi sin ponerle atención, seguía picando la verdura con agilidad. —Y presta atención, si la chica dice que sí les llevas una bola de helado como cortesía, si la chica dice que no, le ofreces al chico una rebanada de tarta de chocolate.
—Espero que le diga que sí para obtener una buena propina.
—Ve.
—Sí chef.
—Lleva este plato a la mesa 1—. Estiró el platillo hacia ella mientras que con su otra mano buscaba las especies del mueble de arriba.
—Uh... sí chef...—. Respondió una voz masculina. SeHun se giró a verlo, el chico tomó rápidamente el platillo, dio una reverencia y se dirigió a la mesa, del otro lado estaba Gumi, sonriendo mientras aplaudía a la pareja que se abrazaba.
Fue consciente de que aquel chico, su cliente VIP, el no-crítico, estaba ayudándoles como mesero ese día, también estuvo consciente de que tal vez los había escuchado gritándose los unos a otros. Mientras cocinaba, estaba preparando su informe cuando lo culparan de jefe agresivo, explotador y grosero.
No dejó de ver a ese chiquillo, cada vez que podía lo tenía bajó su mira, era mejor mantenerlo vigilado.
—Gracias por venir, que les vaya bien, bonita noche—con una voz aguda, Gumi despedía a los últimos clientes, cerrando la puerta con mucho cuidado. — Al fin se fueron los desgraciados, ugh, tenía tantas ganas de ahorcarlos.
—Ah, hoy fue un día pesadísimo—dijo uno de sus cocineros sentándose en el suelo. — Casi me rebano un dedo.
—Iba a invitarlos a beber un poco, pero al parecer todos están lo suficientemente cansados como para hacerlo.
—No, yo si quiero beber ¡compreme soyu!
—Claro, como tu no tienes planes con tu novio, Onew—habló Gumi. —Mejor comprar alcohol mañana, hoy ha sido un día muy pesado.
—Concuerdo con gumi—habló su pinche. —Mi esposa me matará si no llegó hoy a casa, además ¿qué le llevó de regalo? Una fea quemadura.
—No—negó el chef acercándose a la bodega de vinos. —Todos han trabajado muy duro hoy, pueden llevarse una botella de vino como recompensa.
—¡Wa! ¡El chef es tan genial!
—¡Me arrepiento de haberle gritado! Pido perdón, es el mejor.
—¡Guapo y carismático! ¿Qué más puedo pedir como el mejor chef del mundo?
SeHun solo rió por los comentarios de sus empleados, no estaba molesto con ninguno, todos habían hecho un gran trabajo. Los dejó escoger el vino que quisiera además de que casi les ordenó que se fueran comprometiéndose a limpiar el lugar él solo.
Estaba terminando de limpiar la cocina cuando notó una pequeña bolsita al lado de la caja registradora. La tomó en sus manos mirándola con curiosidad, creyendo que algún cliente se le había confesado a Gumi, era algo tan común que ya todos estaban acostumbrados, sin embargo aquella bolsa de chocolates tenía su nombre.
"Chef Oh Sehun:
Soy un gran admirador de su trabajo y de su belleza. Me enamoré de usted en cuanto probé su comida, mi madre siempre ha dicho que para enamorar a un chico se necesita enamorar a su estómago primero.... usted lo hizo.
Lo siento, sé que no me conoce pero necesitaba confesarme para seguir con mi vida.
Disfrute de este obsequió, seguro son poca cosa comparado con las delicias que usted prepara, pero créame que les puse todo mi amor y esfuerzo.
Me gusta, Chef.
Con cariño: LuHan..."
Decir que estaba confundido era poco, nunca había recibido una confesión, es decir, si había tenido un par de citas pero todas ellas se confesaban en persona, jamás había recibido un obsequio. Sabía que la razón de eso era su frialdad, creía que saliendo de la universidad no recibiría más confesiones, especialmente cuando se había dedicado por completo a su trabajo.
Llevó el chocolate a su boca disfrutando de una hermosa danza en su lengua, estaban perfectos, impecables y deliciosos, tal vez era cierto que el tal LuHan no sabía cocinar, pero por más sencillo que fuera hacer chocolates, esos eran diferentes; eran perfectamente su estilo.
Oh SeHun no era el mejor expresando sus sentimientos, más ese chico merecía una respuesta, y él se la daría. Corrío a la cocina y sacó sus ingredientes, crearía el postre perfecto para LuHan, algo digno de él, algo digno de ser entregado el día blanco como una respuesta positiva.
Esta vez, impregnaría todo su amor en cada platillo, así como LuHan lo hizo en sus chocolates.
Usaría a LuHan como inspiración, él sería su musa.
💋🍫💋
—Aguarda, no—Luhan empujó levemente al chef, tenía los labios hinchados y el cabello desordenado, sabía que él lucía igual o peor, se sonrojó al ver que el Chef ya no llevaba su chaqueta encima. —Creo que vamos muy rápido.
—Tiene razón—asintió dándole un casto beso. —Sabes a chocolate.
—Es el postre—. susurró.
—No—negó con la cabeza. —Estoy seguro de que no es por el postre, tus besos saben a chocolate, creó que será mi nuevo postre favorito.
—¿El chocolate?
—No—sonrió acariciando su mejilla. —Los besos de chocolate.
LuHan lo miró con detenimiento, no había ningún rastro de burla en el rostro del chef, estaba completamente sonrojado y enamorado, pero al menos su sueño se había cumplido; Había besado al chef e iba a iniciar una relación con el dueño de su corazón.
Y lo más importante, ya no pagaría por comer en su restaurante favorito.
💋🍫💋
—¡Un beso de chocolate para la mesa 5! —. gritó Gumi recargándose en el mostrador.
—¡Sale un beso de chocolate para la mesa 5!—. Gritó SeHun de vuelta.
—Ugh, qué vergüenza ¿sigues haciendo ese postre? —. se quejó el ahora chico rubio parándose a su lado.
—Es el más popular del lugar, cariño—se giró tomándolo de la cadera para depositar un tierno beso en sus labios. —¿Cómo le fue a mi musa en su examen?
—Bien—respondió desganado y negando levemente. —Me estas avergonzando.
—Sabes, para este San Valentín también pediré un par de besos de chocolate.
—¡Basta! —gritó cuando su novio lo subió a la encimera tratando de besarlo. —Nos van a ver....
—Awwww, al chef le pegó muy duro el amor—dijo Onew levantando su vaso de agua al aire. LuHan se bajó de inmediato completamente apenado —¡Que viva el amor!
—Ya pasó un año, Onew, superalo—. Gumi le quitó el vaso bebiendo su contenido.
—No lo haré, Luhan, gracias por derretir el corazón de nuestro chef con tus besos de chocolate, haber si pronto le das mamadas de chocolate.
—¡Suficiente! —cortó el Chef con voz seria y el rostro duro. —Hoy harás la limpieza de todo el lugar tú solo.
—Pero...—
—Lárgate antes de que te reduzcan el salario—murmuró Gumi. —Me disculpo en su nombre Che y novio del Chef, me encargaré de él.
Gumi se fue jalándole la oreja a su nuevo novio, LuHan los miraba pensando cómo es que ellos dos habían terminado juntos y como es que él terminó siendo la pieza clave para la creación del aquel postre tan popular.
—No debiste decirles el nombre de tu postre—. Se quejó el rubio.
—¿Yo? Pero si fuiste tú quién lo publicó en instagram.
—¿Ahora vas a juzgarme? Ugh.
—Hum ¿Quieres acompañarme a mi oficina?
—¿Hum?
—Te tengo un regalo por San Valentín, anda, quiero que digas que soy el mejor novio.
—Pero yo no te traje nada...
—Puedes pagarme con Besos de Chocolate.
—Espero que hables del postre, Oh—. Se quejó caminando a la oficina.
—Por supuesto que sí, de mí postre personal—. Río dándole una nalgada a su novio.
—Eres imposible.
—Y tú delicioso.
—Cuida tus manos Oh—le advirtió antes de cerrar la puerta. —O te juró que terminamos antes de cumplir el año.
—Vale, cuidaré mis manos, pero no mi lengua.
—¿Qué estás dic....?
La lengua del Chef le impidió terminar su pregunta, se quejó sorprendido pero no fue capaz de alejarlo, él también se moría por sus besos.
Después de un año de relación, LuHan se había dado cuenta de que no era posible resistirse a su novio, era un tipo tan caliente que muy difícilmente podía mantener sus manos fuera de su cuerpo.
Para LuHan todo resultó bien después de ese día blanco, decidió que se quedaría en Corea para terminar su carrera ahí y seguir saliendo con el Chef más guapo del mundo, comiendo en el mejor restaurante de la ciudad sin pagar ni un solo peso (cosa que su padre también agradeció mucho) y siendo amado en todas las formas posibles.
Y aunque le daba vergüenza admitirlo, amaba con todo su corazón que haya hecho un postre en su honor, porque él también amaba darle besos de chocolate a su novio.
✨✨✨✨✨✨
Hola a todos~
Aquí JHS con una nueva historia~ Este año estaré participando en un montón de Fest's que se irán revelando con el tiempo, lo más interesante es que tendremos un montón de historias diferentes, incluso escribiré de algunos temas por primera vez!
Espero poder leerlas a todas en los comentarios~
Como siempre muchas gracias por todo su apoyo, si quieren seguir apoyándome, sigan a esta pequeña cuenta y dejen sus comentarios, se los agradecería muchísimo!
Besos de azúcar para todos ❤️
Hasta aquí fue,
JHS.
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